Además de aferrarse al amor de su esposa y de sus dos hijos, Mariano encontró en el humor y en la espiritualidad dos aliados en medio de la adversidad
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Con el antecedente de haber viajado en 2014 a Brasil para ver el mundial de fútbol, Mariano Bergman (49) se había propuesto repetir la experiencia cuatro años más tarde. Esta vez, la cita sería en Rusia.
El tiempo fue pasando a la vez que su ilusión crecía a pasos agigantados. Para junio de 2018 Mariano tenía una vida “normal” junto a su mujer, Laura, y a sus dos hijos: Santi (12) y Simón (9). Licenciado en Administración de Empresas con posgrados en Recursos Humanos y Marketing, trabajaba en la Universidad Di Tella dando clases y conferencias de temas de liderazgo, relacionados con la empatía y el comportamiento humano.
A ese nuevo viaje se iban a sumar su hijo mayor, Santi, su papá y algunos amigos. El 10 de junio de 2018 todos se iban a subir al mismo avión que los transportaría a Moscú.
El primer síntoma
Sin embargo, unas semanas antes de partir Mariano comenzó a tener una rara sensación: sentía que alguien le tocaba el hombro. Cuando le comentó a Laura, los dos coincidieron en que lo mejor era ir a una guardia médica. El médico que lo revisó le diagnosticó estrés.
“Pasó una semana más y ese síntoma continuaba apareciendo. Volvió a la guardia y le dijeron que estaba todo ´okey´, que seguramente era exceso de trabajo. Ese viernes llamé a un amigo nuestro que es médico para contarle sobre el episodio. Quería que se comunicara con Mariano y que le hiciera algunas preguntas y que, con más confianza ,él pudiera investigar si lo que tenía era producto del estrés o de otra cosa. Entonces, al rato este amigo me llamó y me dijo que fuera para la facultad porque algo había pasado: Mariano estaba convulsionando”, recuerda Laura.
“Me angustié porque no iba poder viajar al Mundial”
Ese 8 de junio, que casualmente se conmemora el Día Internacional del tumor cerebral, a Mariano le hicieron una tomografía y una resonancia que arrojó que tenía esa enfermedad.
“Lo que sentí en ese momento fue angustia. Primero porque no iba poder viajar al Mundial. Es decir, todavía no le había dado entidad a la enfermedad. Puse foco en que no podía hacer algo tan soñado. Con los días fui tomando algo de conciencia porque muy rápido vino la operación y los aprendizajes llegaron mucho después”.
Mariano cuenta que en ese momento reaccionó de una manera inconsciente, justificado en su forma de vivir. “Mi esencia es el positivismo, no forzado, es genuino. Mi esencia es la felicidad. Obviamente hubo momentos difíciles como los rayos, pero eso no cambió mi forma de vivir. Es más, yo creo que intensificó mis momentos para disfrutar con amigos, o sea, no se paró el reloj. Empecé también a aprender a estar con mis hijos de otra manera ya que me di cuenta que es una de las cosas más importantes de la vida”.
La importancia del sentido del humor
Como el tumor era muy agresivo enseguida Mariano debió arrancar a hacerse rayos, durante 45 días consecutivos, y también quimioterapia. Y más allá de que se encontraba atravesando el momento más difícil de su vida logró colocar el sentido del humor a todo lo que le estaba ocurriendo.
“Cuando estuve en rayos y en quimio armé un grupo que se llamaba ´laser shot´ y convoqué a mis amigos para que cada uno me acompañara durante 20 días hábiles y se sentaban al lado mío. Lo viví con mucha alegría, me sentí acompañado. Otro momento para mí fue que a cada pastilla de la quimio que me tocaba tomar siempre la besaba y después la tomaba porque sentía que tomarla me daba energía y hacía que fueran más efectivas”, cuenta, con una sonrisa.
Además del humor, de su creatividad y especialmente del apoyo y del amor incondicional de su mujer y de sus hijos, la enfermedad para Mariano fue un disparador para adentrarse a un más en la religión judía y más adelante en la espiritualidad más genérica. “Mindfulness me conectó mucho conmigo, me ayudó a meditar, algo que no sabía hacer, no sabía parar. Y el reiki fue una de las actividades claves para mi transformación. Empecé a creer y a sentir la energía en mi cuerpo. Yo siempre tuve energía, pero no la entendía de esta manera. Eso sigue siendo clave hasta el día de hoy”.
¿Y por casa cómo andamos?
En el 2012, cuenta, Mariano quería escribir un libro cuyo título era ¿Y por casa cómo andamos?, pero en ese momento decidió hacer foco en sus trabajos y esa idea no prosperó. Sin embargo, 10 años después Laura le preguntó por qué no volvía con ese proyecto y a él se le prendió la lamparita. Y a finales de 2022 ese sueño se transformó en una realidad.
“Ya el índice era otro, no tan académico, era más desde mi experiencia, no es autobiográfico. Sigue siendo mi esencia, contar quién soy, mis anécdotas, lo que enseño, lo que vivo, lo que aprendí de mi vida antes y después de la enfermedad y se transformó en un libro que inspira a través de lo que siento. Tiene una mezcla de quién soy yo, en términos de las cosas que me gustan. Mucho de lo que aprendí dando clase de toda mi vida, del rol del liderazgo. Yo me defino como un líder y en el libro trato de transmitir ese liderazgo. El libro tiene ese objetivo de inspirar con temas que fui viviendo toda mi vida y los que viví a partir de que me llegó la enfermedad. Son temas de consciencia, de empatía, de salir de piloto automático, de buscar nuestro propósito en la vida, de no claudicar nunca pase lo que pase”, afirma el autor.
“Nunca te mostraste como una persona enferma”
Mariano está convencido de que su familia cumplió un rol fundamental durante estos cuatro años y medio en los que convive con su enfermedad. “Hace más de un año diría que fui mucho más consciente de este apoyo. Laura siempre al lado mío en cada detalle, los chicos son chicos y cada vez los siento más cerca. Mis hijos son parte de mi corazón y yo siempre le digo a Laura también que está dentro de mi corazón. Son el trío mágico. Son mi vida”.
Precisamente, su mujer hace unos días emocionó a todos las personas que se hicieron presentes en la universidad Di Tella para la presentación del libro cuando le dedicó unas sentidas palabras a su marido. “Bichi: sos inmenso, nada te detuvo, ni diagnósticos, ni mucho menos pronósticos. Yo sé que nuestros hijos después de tanto recorrido, de tanto esfuerzo, de tanto padecimiento algo entienden o entenderán más de grandes que se puede lograr lo que uno desea y que, a pesar de todo, y por sobre todo que los sueños se pueden hacer realidad si uno se los propone y trabaja duro en ello. Hoy celebro que hayas podido cumplir tu sueño, que entre llantos, tratamientos, gritos, peleas, sonrisas y vivencias hayas podido ponerle letra para la eternidad a lo que tanto te apasiona. Nunca te mostraste como una persona enferma, si no alguien con mucho carácter y fortaleza que tiene una enfermedad crónica grave y que es mucho más que eso, pero que gracias a eso nos deja enseñanzas, ejemplos, preguntas y sobre todo muchas ganas de vivir la vida”.
Sus pasiones
Mariano, que se define como una persona hiperactiva que ama estar con su familia y con sus amigos, desde muy joven estuvo conectado con el arte, la música, el baile y hasta hizo stand up. “Me apasiona el fútbol, el tenis, leer, escuchar música que por muchos años no lo hacía. Ahora hay cosas que no puedo hacer, pero me las imagino y con eso las visualizo y me hace muy bien. Y los deportes como no los puedo hacer, los reemplazo escuchando música que hace muy bien, me conecta, busco conexión desde distintos lugares”.
Pese a que durante 2022 la enfermedad lo obligó a tomarse todo el año de licencia, otra cosa que disfruta mucho es su faceta de docente universitario brindando clases de comunicación efectiva, coaching, empatía y temas relacionados con el bienestar. “Como profesor soy muy apasionado y creo que siempre tuve la pasión por transmitir lo que me pasa, expreso lo que siento. Y en el aula hago lo mismo, pero con conceptos, con anécdotas, con cosas que vivo, pero que después se pueden bajar a temas de la vida cotidiana, profesional y personal. Ese soy yo, transmitiendo un poco lo que viví, tengo mi anecdotario que siempre me ayuda a poder construir conceptos con los alumnos”, describe.
En la actualidad Mariano se encuentra realizando dos tratamientos de quimioterapia con la esperanza de poder vivir cada día un poquito mejor. “Siempre pienso que cada cosa que hago agrega un poquito para que mi salud se mantenga estable. Lo creo, lo siento y ese convencimiento que tengo hace que sin dudas impacte positivamente en mi salud. El optimismo, mi creencia, mi fe, mi alegría, mi percepción y mi forma de vivir contribuye para que todo esto marche bien y pueda seguir disfrutando de cada día, en el día a día, en el presente”.
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