A los 50 años el matrimonio más querido por sus seguidores traspasó la pantalla a través de Instagram y logró el éxito en el rubro inmobiliario.
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Sol Palou (45) y Christian Boix Mansilla (49) lograron unir sus éxitos individuales para uno en común e innovador en Argentina. Es que los dos entendieron que el secreto está en dar felicidad a los demás: “si yo desde mi empresa y Sol desde la de ella hago felices a mis proveedores y los ayudo a que se desarrollen y los entiendo, entonces mis clientes son mas felices, mis contratistas, mis arquitectos; es el ambiente en el que estoy rodeado todo el tiempo, obviamente voy a ser feliz yo también”, asegura Christian dueño de la constructora Grupo Pauta y agrega “cuando uno descubre que dando felicidad se rodea de felicidad es una vida mucho mas plena. Desde la vida es más fácil y natural, pero a la empresa uno la asocia con el esfuerzo y el trabajo, y buscarlo desde la empresa es muy lindo porque lo pasas al cien por ciento de tu tiempo, no solo es tu familia o la actividad recreativa. Entonces la paso bien todo el día, uno vive en equilibrio, trabajar no tiene que ser un sacrificio”.
Por su parte Sol tiene dos locales de decoración que llevan su nombre: Sol Palou Deco. Juntos tienen cuatro hijos y a sus 40 años tuvo una crisis en la que sintió que colapsaba entre el trabajo y las actividades diarias: “Yo era de la que observaba el cerámico torcido y la psicóloga me enseñó a mirar todos los otros, empecé a disfrutar y creo que pude armar mi negocio gracias a que no soy tan perfeccionista porque trabajo con un producto que no es perfeccionista que es la madera. Elijo a mis clientes, elijo vender a la gente que es feliz, al que está disfrutando del proceso de comprar algo para su casa, al que lo mira por Instagram y está juntando la plata. Me hace mal estar con gente que no disfrute del proceso, hay clientes a los que elijo no vender”, se emociona Sol al decir estas palabras en voz alta. Es que junto a su marido disfrutan de lo que hacen y se les nota en la pasión con la que hablan, en las lágrimas que saldrán de la mirada de Christian más de una vez al recordar la historia de cómo llegaron a donde están hoy, del orgullo y la felicidad de la familia que formaron, de poder hoy unir sus trabajos para lograr la venta de su primera casa en conjunto y de su proyecto “Construyendo juntos” donde construyen casas a quienes no la tienen.
Pero empecemos por el principio de esta historia.
Sus primeros pasos en el mundo corporativo
Se conocieron en una entrevista de trabajo para un banco a los 27 años de él, los 24 de ella. Christian la contrató y pasó a ser su jefe. Sol reconoce que desde la entrevista hubo algo especial entre ellos. Estuvieron saliendo en secreto más de un año, a Christian no le parecía correcto estar saliendo con su empleada. Enamorados y contentos de trabajar juntos, Sol le contó que el trabajo no le gustaba nada, le divertía ir pero no más que eso. “Voy a buscar un hobby porque mi trabajo no me gusta pero la verdad es que ganaba plata y gracias a ese laburo me había comprado en cuotas mi primer departamento que solo viví seis meses porque después nos fuimos a vivir juntos. Entonces me puse a hacer cremas, velas y jabones y los empecé a vender por todo el país. Recién empezaba a existir Facebook, hoy lo pienso y no sé como lo hice. Para el día de la madre me fui por todo Buenos Aires repartiendo unas cajitas divinas que hacia y los maridos me compraban”, recuerda Sol.
En el departamento donde vivían tenían un cuarto – taller que ya no daba abasto. Así que alquiló su primer local en San Isidro y cuando puso sus velas y jabones se dio cuenta de que con eso no llenaba un local, entonces empezó a vender ropa. Le iba tan bien que abrió tres locales más, es que siempre fue un paso más delante de la competencia: traía ropa de Avellaneda cuando nadie lo hacía, usaba las ganancias para viajar a Estados Unidos y traer ropa de Forever 21 cuando acá recién se empezaba a conocer la marca, incluso estando embarazada Christian viajó y compró 400 vestidos que les sacaba fotos, se los mandaba por mail a la noche y al otro día hacía los cambios. Siempre, a lo largo de su historia, trabajaron en equipo en el proyecto del otro. “Nunca tuve miedo de estar abajo ni de estar arriba, ahora estoy arriba y sé que tengo que bajar, cuando esté abajo sé que tengo que subir, siempre me lo planteé de esa manera”, explica Sol con una naturalidad que no la deja llevar por el éxito. Cree firmemente en que hay que correr riesgos, recuerda por ejemplo cuando decidió hacer jeans, pensó en 100 pero su marido la convenció de que haga 1000, fue un fracaso rotundo, solo vendieron tres.
Se casaron y después de un año de hacer un tratamiento para quedar embarazada se cumplió el sueño, y con la llegada del bebé llegaría también la búsqueda de ser emprendedor para Christian. “Cuando ella se quedó embarazada yo tuve una crisis muy grande ¿para dónde sigo? ¿este modelo de seguir trabajando y volver a las diez de la noche; o es el modelo de algo más propio, más tranquilo, más familiar?”, se preguntaba. Renunció a su trabajo con todo el apoyo de su esposa y sin mucha idea de qué hacer.
De no saber usar un martillo a tener su propia empresa constructora
Vendieron su casa para construir en Rincón de Milberg. Mientras tanto vivían en la casa de su suegra, “la casita tenía 4x7 metros, no teníamos ahorros, mi marido desempleado estaba todo el día con su carpetita y yo pensaba ¿qué habrá en esa carpetita? Ahí me entero en el mes de julio de que estaba embarazada del segundo con fecha para diciembre”, cuenta Sol que a partir de ahí empezó una ola de cambios familiares que sucederían todos en el transcurso de un año y medio:
Decidieron vender la casa que se estaban construyendo porque les dijeron que podía ser un buen negocio para obtener un poco de plata. Christian entonces dijo “si es tan buen negocio entonces hagamos otras, pero no teníamos plata para empezar. Entonces buscamos gente que pusiera fondos y ganara plata con eso. Yo venía de la estructura corporativa y nunca en mi vida clavé un clavo, me rompo un dedo, y salía a la gente a decir voy a hacer casas. Iba con la carpeta enorme con la presentación pero nadie quería invertir”, se ríe al recordarlo.
El 27 de diciembre mientras Christian estaba con sus hermanos haciendo el vestidor, Sol empezó con contracciones y nació el segundo hijo. El 1 de enero se mudaron a su nueva casa que aún no se vendía, pero ellos ya habían empezado a construir una nueva a dos lotes de distancia porque se suponía que era un buen negocio. Para poder seguir vendieron el departamento de soltera de Sol, también decidió cerrar uno de sus locales, puso el cartel de liquidación y ese febrero vendió tantas poleras que tuvo que salir a fabricar más antes de cerrar. La plata para el pago semanal ya no alcanzaba y empezaron a vender por cinco pesos los jeans que les habían quedado de aquella vez. “Yo seguía con la estructura corporativa de mucho Excel y tenía un esquema financiero en la heladera de si seguíamos con la obra la autonomía económica que teníamos era de tanto y era mensual, después pasó a ser semanal. Si parábamos la obra teníamos la plata para seguir viviendo de tal manera, y si seguíamos con la obra se iba achicando. Era mi cumpleaños y yo estaba super deprimido. Un amigo se acercó, le conté que me quedaba plata para una semana, y entonces me compró mi auto, lo último que me quedaba de mi época corporativa. Ese mismo día se fue de mi cumple en el auto y yo me quede en bici”, relata Christian.
Finalmente vendieron la primera casa lo que les dio economía para poder terminar la segunda que se vendió enseguida. Ahí el negocio comenzó a fluir y al comprar el cuarto lote apareció un primer cliente que pidió que les construyeran la casa. Christian se asoció con su arquitecto y empezó el negocio de la constructora.
En el mientras tanto pasó de trabajar en una mesa del Starbucks a tener su propia oficina, con cierta tristeza se dio cuenta de que lo mejor era separarse de su socio arquitecto y fundó su propia constructora con un gran equipo de arquitectura al que lo bautizó “Grupo Pauta” con la intención de formar la empresa de casas particulares más importante de Zona Norte… y lo logró. ¿El secreto? Armaron un sistema constructivo propio con un proceso continuo de evaluación de las casas construidas para encontrar en qué mejorar, “Errores siempre vamos a cometer, el tema es cómo nos encargamos de solucionarlo, esa es nuestra frase de cabecera, ¿Qué haces cuando te equivocas?”, profundiza Christian.
La primera marca de muebles con stock inmediato
Mientras tanto Sol se había quedado solo con un local que ya no la hacía feliz, se dio cuenta de que le gustaba mucho más renovarlo que trabajar con la ropa. En la renovación empezó a hacer lámparas y letras grandes para decorar pero a la gente le gustó y lo quería comprar. Sol decidió seguir su instinto y lo que la hacía feliz y cerró el último local para vender sus lámparas y objetos de decoración por Facebook.
Era el año 2011 y estaban construyendo su propia casa. Durante 7 meses se pudo involucrar en la construcción y descubrió Pinterest cuando nadie lo usaba, pasaba toda la noche viendo cosas y guardando las fotos. “Un día le pregunté a Chris, ¿qué onda si ponemos las aberturas todas de madera antigua? y me dijo que sí. Todas mis propuestas eran mucho mas baratas entonces todo le parecía genial porque no teníamos la plata para terminar la casa. Me empecé a copar y conseguimos un lugar de demolición de cosas antiguas que los dueños eran un amor y yo encontraba algo, lo llevaba a la obra y quedaba espectacular y se fue generando un círculo virtuoso donde lo que hacía me salía bien. La mesada del toilette por ejemplo era una puerta antigua”, cuenta Sol de su nueva faceta como diseñadora.
A los seis meses de estar mudados a su nuevo hogar lo único que tenían era el sillón del living. Sol se encontró con la realidad de que tenía que esperar entre 90 y 120 días por una mesa de comedor, “Yo venía de un proceso de que encontraba, lo ponía y quedaba espectacular. Entonces me encontré en un proceso eterno porque no tenía mucha plata y entonces cada compra había que pensarla. Me di cuenta de que iba a tardar más en amueblar la casa que lo que tardamos en construirla. Ahí fue cuando me empezó a picar el bichito de que el cliente se lleve la lámpara y el mueblecito para ir simplificándole la vida”, recuerda Sol. Ella se dio cuenta de que en el mercado no existía el mueble ya hecho que te lo podías llevar en el momento, incluso los almohadones en ese entonces demoraban 60 días.
Sol tiene una gran virtud y es que puede ver más allá de un objeto, ve lo que los demás no podemos. Por ejemplo, estaban una vez en una casa de venta de aberturas antiguas a la que iban mucho, era un día de lluvia, los galpones llenos de agua, iban caminando ellos dos junto al dueño y había que cruzar un gran charco al que le habían tirado una tabla para poder pisar. Cuando Sol pasó les dijo “Yo quiero esa tabla”. Era una taparrollo antiguo lleno de barro que le gustó para ponerlo sobre la chimenea. Esa visión y creencia en una madera puesta para caminar por arriba, es la que la llevó a ser tapa de la Revista Living: tanto gustó que su teléfono no paraba de sonar. Decidió entonces abrir su primer local de muebles y decoración “Sol Palou Deco” y luego abrió otro más. Hoy cuenta con la mayoría de los muebles en stock.
La primera casa en conjunto
El sábado inauguraron la primera de las muchas casas que se vienen por delante: construida por el Grupo Pauta y decorada por Sol Palou Deco. La casa se encuentra en el barrio San Sebastián y está a la venta: con o sin muebles.
“Era algo que naturalmente se iba a dar. A mí me interesa mucho su opinión, yo le muestro planos, está bueno porque cuestiona cosas como decoradora que el arquitecto define porque tienen que ser así, entonces interactuamos desde ahí. Estaría buenísimo que el diseño de las casas ya tuviera incorporado el diseño de decoración y plantear esa discusión”, opina Christian.
“En la casa de San Sebastián nos empezamos a encontrar, está bueno combinar arquitectura y diseño y que nos potenciemos juntos. Es algo que va a empezar a suceder cada vez más seguido. Como pareja lo disfrutamos, se potencian las dos marcas, nos ayuda tener la visión del otro, yo soy del atamos con alambre y él no, las cosas hay que hacerlas bien; yo soy de resolver en el día a día y él de a largo plazo”, agrega Sol.
Fue tal el éxito que más de 400 personas querían acercarse a conocerla y entonces los chicos se encargaron de mostrar por redes sociales todos los detalles y datos de proveedores. Es que durante los meses previos ambas cuentas de Instagram empezaron a interactuar con encuestas, discusiones y opiniones entre el matrimonio acerca de las decisiones de la casa, el público se enganchó y convirtió a Sol y Christian en una pareja de instagramers donde cada uno desde su cuenta y con lo suyo propio logra encontrarse con el otro.
Construyendo juntos: el sueño de la casa propia
Hace cinco años Christian encontró el propósito en lo que hace, llevaba tiempo rondando en su cabeza la idea, “la gente que trabaja conmigo y que hace que a mí me vaya tan bien se dedica la vida a hacer casas para los demás y muchos no tienen la propia. Lo vimos como un problema que nos parecía injusto y había que solucionar”, explica Christian y agrega “el albañil que me hizo mi primera casa sigue trabajando conmigo, yo evolucioné un montón económicamente y ellos seguían sin casa, dijimos esto hay que corregirlo”. Entonces decidió ayudarlo, pero había que buscar la forma de hacerlo sin que el resto lo supiera porque sino al otro día los otros 139 empleados irían también a pedir la casa, “Mi idea es ayudar a que se hagan la casa, no se las hago, ellos se la hacen, eso es importante porque es dignidad, regalar cosas no sirve, sirve ayudarlos a desarrollarse”, asegura Christian.
Entonces lo ayudaron y nadie se enteró. Hasta que un día Aldo, el durlero, le reclamó a Christian que habían hecho la casa y no le habían contado. Enseguida Christian comenzó a dar explicaciones, pero Aldo lo interrumpió: “Vos no entendés nada, yo te estoy diciendo que no me dijiste para venir a ayudarlo”. Ese fue el punto de quiebre, a Christian le cuesta seguir contando la historia, no puede evitar emocionarse, ahí entendió: tenía que crear un modelo de ayuda entre todos.
Entonces armó lo siguiente: los arquitectos hacen los planos, desde Grupo Pauta se comprometen a conseguir los materiales (mucha gente dona lo que sobró de sus obras, las empresas ayudan y los particulares que contratan para que les construyan sus casas saben que dentro del presupuesto de lo que pagan un porcentaje se destina para esto), el electricista, plomero, pintor, todos sacrifican su tiempo para construir la casa de un compañero.
“El grupo entero se fue transformando. Para mí era darle retribución a lo que daban, pero por darles empezaron a dar el doble. El ausentismo disminuyó un montón, no hay más rotación, la productividad, el ánimo, el vinculo entre todos, todo mejoró”, asegura Christian. Es que además para que construyan tu casa tenés que logran una continuidad en el trabajo, ayudar a construir las casas de los demás y postularte.
“Construyendo Juntos” le dio un propósito a lo que hace, es su verdadera vocación de cada día, es el ejemplo que quieren dar a sus hijos. Es que Sol y Christian son un matrimonio que entendieron que si desde sus propias empresas ayudan a los demás y buscan dar felicidad, entonces el éxito interior ya está asegurado… y el resto vendrá por añadidura.
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