Los porteños hemos escuchado más de una vez la referencia a Buenos Aires como "la París de Latinoamérica". La capital de la Argentina tenía, en tiempos del Centenario, una homogeneidad edilicia que fue perdiendo con los años, y asoma en porciones de la Avenida de Mayo, o la subida de la calle de Juncal, entre Libertador y Esmeralda. El legado de arquitectos de la talla de Dunant, Paquin, Dubois, Mallet o Le Monnier configuró, entre finales del siglo XIX y principios del XX, una belle époque local, que se ratificaba al pasear por el Hipódromo, o la calle Florida, y observar los vestidos y sombreros importados que vestía la alta sociedad. También da cuenta de aquel florecimiento un recorrido por las revistas de la época y publicidades de las grandes tiendas. Las marcas apelaban al prestigio que el topónimo o gentilicio europeo traía consigo.
Algunas aspiraban a mucho: no les alcanzaba con Londres, o París, y ponían a ambos juntos. "De París y Londres", "Franco Inglesa" o "Anglo Francesa" fue un sintagma que llegó a compañías de seguro, farmacias, librerías y tiendas de todo el país. Y si bien hubo "A la Ville de Bruxelles" o "A la ciudad de México", entre tantas otras, "París" ganaba por varios cuerpos de ventaja. Y lo muy curioso es que, en muchos casos, los propietarios no eran franceses, sino inmigrantes de otros países, que se servían del glamour francés como estrategia comercial.
Confitería París
La París. Varias generaciones de porteños tomaron café allí, en la esquina de Marcelo T. de Alvear y Libertad, entre 1895 y 1959, cuando fue demolida. Estaba a cargo de un turinés, Pedro Vercesi, que, en 1916, le encomendó al arquitecto Francisco Gianotti una remodelación total. Gianotti ya había proyectado la Galería Güemes y la Confitería del Molino. En Charcas 1201 concretó un bello ejemplo de la belle époque tardía y convocó a Francisco Parisi –el italiano que tiene trabajos en la Catedral de Buenos Aires– para que pintara los murales del plafond. Con su aspecto elegante, La París era el sitio al que iban las familias al salir del teatro Coliseo o el Colón. Además de memoria emotiva, la obra dejó descendencia: en 1919, Gianotti se casó con Amelia Vercesi, hija del propietario, y tuvieron tres hijos.
Café de París
Pero esa París no fue la primera. El establecimiento pionero data de 1852 y sí estaba en manos de franceses. Las primeras guías señalan a a Gourbeyre y Preau como propietarios fundacionales, pero Francisco Sempé, fue quien consagró el Café de París en Cangallo 35, de la vieja numeración, que fue luego Cangallo 417/423, muy cerca de la iglesia de la Merced, en la actual esquina de Teniente Perón y Reconquista.
A mediados del siglo XIX, el hielo era importado, y el Café de París fue uno de los primeros, después del Café de los Catalanes, en servir sorbetes helados. En su época dorada, entre finales de 1890 y 1915, fue uno de los restaurantes más importantes de la ciudad. Tenía un salón con capacidad para 150 personas en planta alta, y el que abría al público, en planta baja, con asientos "adosados" a las paredes tapizados en terciopelo rojo. Según Pablo A. Chervero y Ricardo A. Hansen, el 24 de mayo de 1889 se reunieron allí los generales Mitre y Roca, Andrés Lamas, José Juan Biedma, Estanislao S. Zeballos y Adolfo P. Carranza (quien sería su primer Director) para concebir la creación del Museo Histórico de la ciudad, con la idea de albergar "todas las glorias nacionales bajo un mismo techo". Francisco Sempé enfermó y murió a principios del 1900, y su viuda, Carolina, continuó con los banquetes del París, hasta que hacia 1911, cuando Tornquist abrió el Club Hotel de Sierra de la Ventana, ella se puso al frente de su restaurante.
Por ende, la existencia del Café de París de Sempé se solapó con la de la Confitería París de Vercesi (que evolucionó luego hacia La París) a principios del siglo pasado. Hubo, además, hacia 1899, otra Confitería de París en Av. de Mayo 602 (y Perú) que fue propiedad de Cristóbal Solari e Hijo. Solari arrancó como socio de Antonio Riva en un importante almacén que se llamó La Buena Medida, y fue el primero en expender los langostinos y camarones que se pescaban en Mar del Plata. Hacia principios del siglo XX, Solari quedó con la marca y para 1905 la confitería pasó a ser Ciudad de París, y luego Montevideo Chico.
Bazar París
Allí, sobre Avenida de Mayo, pero en la esquina con Chacabuco funcionó mucho tiempo el Bazar París, de Juan Imassi. Arrancó a principios del 1900 en la esquina de Victoria (actual Hipólito Yrigoyen), y Chacabuco, y luego se mudó a la avenida, a una cuadra, a un importante edificio cuyo frente ha sido absolutamente planchado. Lo más curioso es saber que hacia Piedras hubo otra París. Se llamaba París Élégant, de Marín Tornero y Cía, especializada en bonetería y mercería.
Hotel París
En Av. de Mayo 1169/1199 –y Salta– funcionó, entre 1904 y 1934, el Hotel París, que aún se conserva en pie. Es obra del "misterioso" arquitecto Gerónimo Agostini, que no firmaba sus fachadas. Tampoco se conoce el escultor de las importantes cariátides de la entrada. Desde 1908 funcionó en "tándem" con el hotel Cecil (anteriormente llamado Metropole) de enfrente, bajo la administración de J.Pomes & Cía. Ambos tenían 150 habitaciones y el París aseguraba tener el salón para banquetes más grande de Buenos Aires.
Armería de París
Un caso curioso es el de la Armería de París, fundada en 1857. Tan antigua es que, al principio, su principal rubro era la cuchillería. Luego incorporó las armas de fuego, los artículos para peluquería y, especialmente, las hojas de afeitar. Estaba en el 20 de la antigua numeración de Rivadavia, que pasó a ser el 526 en 1894. Su titular, según las guías publicadas en 1864 y 1870, era Ernesto París. Sin embargo, la casa se hizo muy famosa bajo la conducción de Carlos Rasetti, que utilizó el nombre "Armería de París" hasta que se dio cuenta de que su apellido tenía más peso que el prestigio del topónimo. En 1917, cuando la Casa Rasetti cumplía 60 años, inauguró el local de Sarmiento esquina Maipú. Allí estuvo hasta 1967, de manera que cumplió 110 años.
Otras tiendas París
En Suipacha y Rivadavia estaba la tienda El Nuevo París, en Corrientes 1299 (y Talcahuano), A la Villa de París, y en Belgrano 1202 (y Salta) la de La Ciudad de París. En Artes (Carlos Pellegrini) y Bartolomé Mitre estuvieron las tiendas Louvre Argentino, herederas de La Gran Despensa. Y en Artes 27 abrió, hacia 1870, la Ferretería Anglo Francesa de Ricardo Nicholson y Pedro Barnetche que ocupó el primer edificio de tres pisos de Buenos Aires, y terminó consagrándose como Ferretería Francesa, siempre en Rivadavia y Carlos Pellegrini, a cargo de Estrabou & Cía. La publicación La Ilustración Sud-americana tuvo una "revista de modas parisienses" llamada Paris-Sud-América, cómo olvidar los Cigarrillos París, con bellísimas publicidades gráficas que marcaron el espíritu de una época dorada.
Agradecimiento: a Marcelo Caradonna de Fotos Antiguas de la Ciudad de Buenos Aires por la colaboración prestada para esta nota.
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