Desde Brasil, donde se radicó tras esa noche inolvidable, rememora el grito rebelde que marcó al rock argentino
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Del 20 de octubre de 1972, Billy Bond (78) recuerda sobre todo el sonido: el eco de los asientos de madera quebrándose, la estampida de jóvenes enfurecidos y el golpe de las botas de los policías de la división “antimotines” entrando al Luna Park. La Pesada del Rock and Roll llevaba menos de 15 minutos en el escenario. Solo habían tocado un tema: Fiebre de la ruta. La multitud estaba atiborrada en la popular, mientras que la platea había quedado vacía. El vallado que dividía ambos sectores comenzó a ceder. La policía intentó poner orden... y todos comenzaron a correr.
Bond veía todo desde arriba, parado sobre el escenario, con el micrófono en la mano. En un principio, trató de apaciguar la rabia del público, pero la tensión era insoluble. Dice que avivar la llama era “prácticamente inevitable”. En diálogo con LA NACIÓN, precisa: “Tuve que decir ‘rompan todo’ cuando ya no había otra salida. Lo dije cuando la policía entró con la tropa de choque”.
Esas dos palabras, “rompan todo”, encendieron al público. Los seguidores de La Pesada del Rock and Roll derribaron la barda que separaba popular y comenzaron a romper todo. Los asientos, entre mil proyectiles, volaban por el aire. De pronto, un ladrillo goleó la cabeza de Juan Carlos “Tito” Lectoure, el dueño del Luna Park. Comenzó a correr sangre. La policía aumentó la dosis de fuerza y la estampida se fue hacia la calle Bouchard. A Billy Bond, se lo llevaron esposado.
Fue el primer concierto de rock en la historia del Luna Park. Pero se escuchó muy poca música. Sin embargo, la frase de Billy Bond, aquél “rompan todo”, hizo historia.
“Estos hippies... Nunca más”
Billy Bond jamás se arrepintió de su arenga. Tampoco lo hará en esta entrevista. Hoy, 50 años después de aquella noche inolvidable, recordada como el primer gran escándalo del rock nacional, apunta contra Tito Lectoure. Habla por teléfono, desde Brasil, donde se radicó poco después del “concierto salvaje”.
“Llegué al Luna Park con el resto de la banda a las 8 de la mañana, por la calle Bouchard. Ya había como 2000 pibes en la puerta. Estaban tranquilos, sentados, esperando”, recuerda Bond. Con mucha resistencia, el empresario Lectoure había accedido hacer, por primera vez, un recital de rock en el tradicional palacio de boxeo. Pero, según palabras de Bond, desde temprano se mostraba arrepentido. “Cuando entramos, Tito Lectoure y sus matones interpelaron a Jorge Álvarez -productor musical de Bond- y le dijeron: ‘Estos hippies hijos de puta, nunca más voy a hacer esto’. Lo vi a Jorge y le dije ‘Jorge, la veo mal’”, insiste el músico.
Billy Bond no tiene una gran imagen de Lectoure, máximo promotor en la historia del boxeo argentino, formador de campeones del mundo, de reputación intachable durante su carrera: “El tipo era un mafioso, arreglaba las peleas, le pegaba a la gente si no pagabas, pero no lo digo yo, eso es algo que se sabía”, insiste.
“Se lo están llevando al Bondo”
El resultado del “rompan todo” fue un estadio deshecho y 25 detenidos. Uno de ellos, Billy Bond. “Se lo están llevando al Bondo, se lo están llevando al Bondo”, gritó Alejandro Medina, bajista y tecladista de La Pesada del Rock and Roll, por micrófono desde el escenario. Cuatro policías arrastraban al cantante hacia la puerta de salida del Luna Park. Lo esposaron, lo subieron a un Falcón azul estacionado afuera del estadio y, desde allí, lo llevaron al destacamento de la Marina, en Puerto Madero.
–¿Qué pensaste cuando te subieron al auto, Billy?
–Al principio fue muy gracioso porque había 200 chicos en la puerta del Luna Park y el Falcon se tambaleaba de lado a lado. Todos lo empujaban. Pero cuando llegué al destacamento de la Marina dije “Soy boleta”. Nosotros nos llevábamos con la policía, ya nos conocían. Eran chicos como nosotros, así que por lo general no nos jodían mucho.
Era el gobierno de Alejandro Agustín Lanusse y ya desde hacía varios años, la relación entre la policía y la juventud se había tornado ríspida. Especialmente, las fuerzas coercitivas se enfocaban en las universidades y centros estudiantiles. Sin límites, detrás de un objetivo: confrontar a las organizaciones revolucionarias que se formaban en el país.
Muy lejos de eso estaban los representantes del incipiente rock argentino. Pero con su pelo largo y apariencia desfachatada, la policía los detenía como rutina. “No estábamos a favor de ninguna posición política, pero eso no le importaba a la policía. Íbamos a la cárcel cada dos por tres, jugábamos con los guardias a las cartas. Nos cortaban el pelo o nos gritaban. Pero la Marina era otra cosa...”, advierte Bond.
-¿Dónde era ese destacamento?
-Se encontraba solo a unas cuadras del estadio, en Puerto Madero. En esa época solo había un puente que unía el puerto y a la ciudad. Yo estaba del lado del Río de la Plata, en una especie de calabozo. Del otro lado, en el otro extremo del puente, había miles de chicos tapando el paso.
Billy Bond estuvo detenido durante horas. Los guardias lo ignoraban: se acercaban, pasaban a su lado, sin decirle una palabra. Discutían entre ellos. De pronto, sonó un teléfono, y enseguida un guardia se acercó a Bond.
- ¿Qué pasó después?
-Me dijo ‘Andá pibe’. Y yo me hice encima porque pensé ‘Seguro me deja ir y después me dan un tiro por la espalda’. Me fui caminando despacito hacia la multitud hasta que me di cuenta de que no me habían hecho nada.
La multitud lo recibió como a un héroe. En la mañana siguiente, el concierto del “rompan todo” fue tapa en la mayoría de los diarios. La revista ASI no se anduvo con vueltas a la hora de titular: “El Rock Infernal”, imprimió. Y luego detalló: “Hordas de hippies arrasaron el Luna Park... Las largas melenas, los collares, las blusas estridentes y hasta algún torso desnudo eran el uniforme de gala ya tradicional en este tipo de espectáculo”.
“El rock and roll era una contestación al sistema. En esa época poca gente se animaba a decir algo y yo lo hice. Ahora, a la distancia, creo que fue un granito de arena para la vuelta a la democracia”, asevera Bond. “Y si estuviera en ese lugar, con la edad que yo tengo, lo diría otra vez”, insiste.
Tontos (Operita), 20 de octubre de 1972
Billy Bond y la Pesada del Rock and Rol no hizo muchas más presentaciones. No solo por el hostigamiento policial que a partir del recital se había intensificado, sino porque muchos compañeros del medio lo hundieron en críticas. “Decían ‘Billy es un loco de mierda. Por lo que hizo, nunca más el rock and roll va a ser tocado en ningún punto del país’. Me señalaban a mí como el culpable de lo que había pasado”, ejemplifica Bond. La opinión pública lo defenestraba y con él a todo el rock and roll. “Pasaron más de seis meses en los que no podía haber recitales en vivo”, recuerda.
Bond estaba furioso. “Estábamos muy enojados con todo lo que había pasado. No pudimos creer la respuesta de los críticos, de algunos músicos y un montón de gente que no entendió lo que había pasado”, opina. Fue en ese momento que La Pesada del Rock and Roll decidió grabar el volumen 3. El álbum era rojo y tenía escrito “Tontos (Operita), 20 de octubre de 1972″.
- ¿Qué representó ese álbum?
- Fue en respuesta al Luna Park, en el inicio dice: “colorín colorado, este cuento se ha terminado”. Por un lado, porque el proyecto acababa y empezaba otra cosa. Al mismo tiempo significó “no cuenten más conmigo”. La opinión nos hizo pelota con ese álbum. Aunque fue seleccionado como uno de los mejores longplays (LP) argentinos a nivel mundial.
Aquel LP fue catalogado como “un suicidio musical” para la banda. Los críticos lo destrozaron. El hostigamiento policial también continuaba. “Una tarde, apareció Jorge Álvarez pálido. Me contó que había una lista con 100 nombres condenados a muerte. Me dijo ‘En la lista estamos vos y yo, Billy’. Eran tiempos complicados, las amenazas muchas veces se cumplían”, dice Bond que terminó exiliado en San Pablo.
Un punto de no retorno
“Llegué a Brasil con 100 dólares, nada más. No tenía un mango ni donde vivir”, recuerda Bond. Conocía algunos músicos locales, que le presentaron a Ney Matogrosso.
-Y nunca más volviste a la Argentina.
-Solo para hacer donaciones o producir a amigos, pero nunca me propuse hacer un recital en la Argentina. Mucho menos quedarme a vivir. Además, acá hice mi familia: mis hijos son brasileros, no tengo por qué volver.
-¿NI siquiera fantaseaste con regresar?
-¿Qué voy a hacer en Argentina? Tuve un gran éxito en Brasil. ¿Qué voy a hacer? ¿Recitales en el Luna Park? Yo no soy solamente Billy Bond y la Pesada, no soy solo eso. No vivo de lo que fui, vivo de lo que soy, no tengo saudades.
-Si no hubiera pasado lo del Luna Park, ¿hubieses considerado radicarte en Brasil?
-Hubiese tenido más sentido ir a Estados Unidos, donde se habla inglés y el rock era una explosión. Venir a Brasil fue mucho más desafiante que ir a Nueva York, aunque te parezca mentira porque, primero, hablan portugués. Solamente en algunos países hablan portugués: Angola, Portugal y Brasil. Pero los brasileños tienen algo con la música que no tienen ni los argentinos ni los estadounidenses, tienen una raíz propia.
Fueron dos años en los que Bond se adaptó al nuevo país. Formó bandas como Joelho De Porco y Billy Bond & The Jets. También sacó varios LP como solista. Pero, sobre todo, comenzó una sólida carrera como productor musical.
Años antes de la Pesada del Rock and Roll, Bond había trabajado con los tableros, pero cuando llegó a Brasil su profesión explotó: produjo a Ney Matogrosso, y después de Caetano Veloso, Gilberto Gil y Serú Girán. “Incluso trabajé con Luis Miguel... Traje a Queen y a Van Halen a Brasil”, detalla.
En la Argentina, aún mantiene contacto con varios artistas como Charly García, Fito Páez y Dante Spinetta. Participó y produjo singles como “No Te Sobra Una Moneda?”, en los que reunió a varios artistas nacionales. Pero su nombre siempre quedará asociado al “rompan todo”. Hace pocos años, su arenga histórica fue usada como título para el documental de la historia del rock latinoamericano producido por Gustavo Santaolalla.
Los laureles que supimos conseguir
-Si bien te fuiste hace muchos años, mantenés conexión con la Argentina. ¿Cómo ves al país desde San Pablo?
-Los tiempos en Argentina son parecidos a los de la época del “rompan todo”. Hoy no te boletean en la calle, pero te matan en vida. No existe esa tortura o ese hostigamiento, pero existe una especie de persecución psicológica... Te torturan con la situación, con la falta de dinero, con el malestar... Te torturan con el dólar... Y no es solo culpa de los que están ahora, es culpa de todos.
-¿De todos los gobiernos?
-Son los laureles que supimos conseguir. Hay que hacerse responsable de las decisiones que tomamos, nosotros elegimos a todos los gobiernos que hemos tenido en los últimos años. Es culpa de todos nosotros. Los gobiernos tienen que ser más responsables. Es como si se abre una posición y me meto a cantar a una banda de cumbia. ¿Qué carajos entiendo yo de cumbia? Ah, pero te pagan bien y vas a ser el dueño del conjunto más importante de cumbia. Yo tengo la humildad de decir que no, yo no estoy apto para esto.
-¿Hoy sería posible aquél “Rompan todo”?
-No creo. Porque incluso en esa época solo la Pesada se animaba a hacer ese tipo de cosas. Igual, hoy pienso que no tendría el efecto que tuvo en su momento.
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