Los primeros veinte días de la cuarentena su cuenta de Instagram Cocinar en casa se convirtió en un boom: tiene 366 mil seguidores. Si ya Cristian Aquila era conocido por sus recetas ricas y fáciles de preparar y, sobre todo, por ser un influencer que responde a cada uno de los mensajes de sus seguidores, desde el 20 de marzo su popularidad se elevó de una manera que jamás había soñado.
"Pasé de tomarme dos horas al día, una a la mañana y otra a la noche, para responder mensajes a estar siete horas contestando preguntas y comentarios de la gente en mis redes sociales", cuenta. También aumentó el tráfico en su sitio web y se multiplicaron en forma exponencial las consultas sobre sus recetas, sus clases y sus cursos. Esta buena noticia compensó la paralización de Cocina Escondida, su otro emprendimiento: organiza talleres de cocina destinados a las empresas que brindan capacitaciones de team building a sus empleados. Como tantas actividades presenciales, esta actividad que dicta en una casona antigua remodelada, se vio frenada por el aislamiento obligatorio.
De una multinacional a un emprendimiento propio
Hace más de cinco años que Cristian Aquila creó su canal de Youtube, después blog y finalmente su cuenta de Instagram "Cocinar en casa". Había renunciado a una carrera de 25 años en una empresa Multinacional para lanzarse como emprendedor. Como suele pasar, después de tanto tiempo dedicado a la vida corporativa, la estabilidad económica dejó de ser una motivación para dedicar tantas horas de su vida a un trabajo que no aporta satisfacción plena, que no llena el alma.
Se dio cuenta, ya en sus cuarenta, que lo que lo apasionaba era la cocina. Era un hobby, un cable a tierra que lo conectaba cada noche, al final de estresantes jornadas laborales como ejecutivo del área de Recursos Humanos, con el placer de elaborar una nueva receta.
Como un ritual personal, lo que lo motivaba era pensar qué plato iba a preparar al llegar a casa, iba a abrir un libro, elegir una preparación, salir a comprar los ingredientes, ponerse el delantal y arrancar el ejercicio de combinar sabores, alimentos y aromas hasta lograrla como en la foto.
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Todo eso acompañado con una copa de vino, en una cocina impecable, amplia, luminosa, entre ollas y espátulas, con alguna música de fondo. Agasajar a los suyos con esos platos, validar sus dotes culinarias con sus elogios y pasar un buen momento. Eso era lo que más le gustaba, lo que lo hacía sentir feliz.
Intuyó que por ahí debía seguir explorando una vez que decidió lanzarse al vértigo de emprender un negocio propio. Entonces armó un plan de negocios, como había aprendido en tantos años de empresa. Sabía que iba a tener que estar seis meses sin percibir ingresos, probar la idea, hacerla funcionar. Descubrió que en ese entonces había poco o limitado acceso a las recetas del mundo, la comida étnica era algo que no estaba desarrollado en el país, había un restarurante de comida india, ninguno de tailandesa y de la vietnamita ni se hablaba.
Empezó, entonces a mostrar recetas tradicionales, fáciles de preparar, pero con pequeños secretos que traía de sus viajes por el mundo. La primera red social que eligió para distribuirlos fue la que el conocía, Facebook. Él mismo filmaba y editaba su videos, algo que resultó novedoso, porque todavía las redes se basaban en contenido fotográfico. Su modelo de negocio consistía en conseguir sponsors para esos videos: el famoso PNT, la publicidad no tradicional o "chivo", permitiría financiar cada uno de esos contenidos que distribuiría gratuitamente a los seguidores de su canal Cocinar en casa y con eso iba a generar ingresos.
Al ponerse en acción descubrió que el emprendimiento daba para mucho más. Hoy, cinco años después, tiene una página web, un canal de Instagram, este último a pedido de las marcas que empezaron a contratarlo para que las promocione, y un canal de Youtube.
Quería ser actor, pero amaba cocinar
El contacto con la cocina viene de su abuela y de sus tías, con las que compartía los fines de semana. Toda la familia iba a comer a la casa de alguna de ellas y se formaban mesas largas, enormes. "Recuerdo un día que mi tía preparaba unos canelones espectaculares y la salsa le quedó aguada. Yo estaba en la cocina con ella, tenía unos 4 o 5 años. Me muestra una tacita con un polvo blanco, que era fécula de maíz, y la tira en la salsa. Me dijo que ese era un secreto para espesar la salsa y que no se lo dijera a nadie", recuerda, como uno de los momentos fundantes de su pasión por la cocina. "No lo heredé de mi mamá", aclara."A ella no le gustaba tanto cocinar", acepta.
Quizá por eso fue que un día, cuando tenía sus seis o siete años, ella estaba ocupada y cuando lo llamó para ver qué estaba haciendo, lo encontró solito "con la sartén por el mango", preparándose unas presas de pollo: "Quería comer algo rico", se ríe.
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De chico decía que quería ser actor pero sus padres no lo apoyaron. Se la pasaba viendo novelas y también clases de cocina en la tele. "Pienso que quería ser famoso, y algo de lo que aprendí entonces lo despliego ahora haciendo videos y dando clases", reflexiona.
No se decidió todavía por estudiar actuación, aunque lo tiene como asignatura pendiente. En cambio, al comenzar a emprender, estudió Gastronomía. "A los cuarenta años me puse a estudiar y puedo decir que fue una buena decisión. Si iba a ser cocinero tenía que profesionalizarme, más allá de que ya sabía cocinar, la carrera me dio herramientas importantes", asegura.
Pero su mayor fuente de inspiración, son los viajes. En Italia tomó clases de cocina y conoció a Anna, a quien considera su "zia napolitana", una tía postiza que le pasó todos los secretos de los platos de Nápoles. Pero en Cocinar en casa se aprende a hacer de todo. "Lo que yo quería era que la gente cocine en su casa. Que vuelva la costumbre de hacer comida casera y creo que lo logré".
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La gente lo sigue porque sus recetas salen bien. "Al principio me daba cuenta de que muchas de las cosas que hacía no resultaban y entonces no las publicaba directamente. Si yo quiero que la gente cocine y mi receta no les sale bien se van a frustrar y no van a cocinar", entiende. " Si quiero que la gente haga un buen budín no le puedo dar una receta y que le salga apelmazado".
Su diferencial con respecto a tantos otros blogueros de cocina es la atención al detalle. "Si vos hacés una papa pero le agregás una especia que le da un sabor distinto, ya tenés con qué sorprender. En mis recetas suelo hacer esas pequeñas variaciones, para que tengan un toque distinto", comenta.
Otro de los secretos que lo convirtieron en un empresario gastronómico made in las redes sociales es la asertividad. "A veces muchos tienen ideas muy brillantes, pero no la concretan en el momento en que hay que concretarlas", explica Cristian. "Ser asertivo es hacer las cosas en el momento justo en el que las tenés que hacer y eso yo lo tuve claro desde el comienzo", señala.
"Aprender que las ideas que para uno son buenas para otro pueden no serlo. Hay que ser muy abierto y por más que uno a veces piensa que hace lo mejor, tiene que saber que para el otro no es lo mejor y que esto está bien", concluye.
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