El crecimiento turístico de la capital portuguesa ha empujado, como en otras capitales europeas, a renovar las ciudades cercanas
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Estoril está cambiando, y no es para menos. A no más de 30 minutos de la tan de moda, y llena de turistas, Lisboa, la playa de la costa portuguesa empieza a reinventarse dejando atrás su famoso pasado de espías de la segunda guerra mundial, y el ser refugio de la realeza europea y dictadores locales y extranjeros. Y si bien conserva el famoso Casino con el sello de ser el más grande de Europa que, junto al hotel Palace quedaron inmortalizados en Casino Royale de James Bond, los cambios empiezan a notarse.
El gran parque que da la bienvenida a la ciudad (llegar con ganas de un café y un pastel de nata amerita una visita a los barcitos que la rodean) se mantiene intacto frente a la cuidada estación de tren de Estoril y su histórica edificación, pero la búsqueda de un público más cuarenta, con buen poder adquisitivo y con ganas de divertirse, encuentra una nueva alternativa entre surfers, atardeceres en la playa y una moderna propuesta de tragos que busca una opción más relajada a la multitudinaria capital.
Una nueva historia, el mismo glamour
En 1939, Portugal se declaró neutral en la Segunda Guerra Mundial y esa decisión posicionó a Estoril como el lugar donde espías, exiliados y aristócratas vivían a un ritmo muy diferente del que se vivía en el resto de Europa. El Casino de Estoril, y el Hotel Palacio eran escenarios perfectos para verlos entre tragos, apuestas onerosas, y tráfico de informes entre los aliados. Los nazis hacían lo propio en otro lugar: el Hotel Atlántico, del que ya no quedan rastros. Todo ese movimiento de intrigas y alianzas cruzaría a varios personajes que hicieron historia, al menos para el cine que, beneficiado por el encuentro entre Ian Fleming y el también agente serbio Dusan Popov, recibiría a uno de sus icónicos personajes: James Bond. La historia asegura que la época en la que ambos coincidieron en la estadía en el hotel de Estoril fue suficiente para iluminar la mente de Fleming, que encontraría así su perfil como escritor.
En estos días, aún cuando miembros de la realeza española, y de otros países, sigan eligiendo el destino que fue residencia de sus tiempos infantiles, y no tanto en algunos casos, la historia de estas playas busca un cambio. Por eso, ya sea se ingrese por la avenida principal, o se llegue rápidamente por tren desde Lisboa (al este) o Cascais (al oeste), a solo dos cuadras del parque y la estación de Estoril se encuentra la apuesta hotelera que mejor representa el espíritu actual de la ciudad costera. El clásico Hotel París, con una privilegiada ubicación de cara al Atlántico, es ahora el nuevo Evolution, de la cadena Sana Hotels.
Con una remodelación que rescató el potencial y modernizó (en aspectos técnicos y de confort) al histórico alojamiento inaugurado en 1932, la búsqueda de una nueva identidad costera se está consolidando. “Este espacio es ideal para que la gente venga a trabajar con sus laptops, o a tomar algo al atardecer y quedarse luego a alguno de sus shows”, explica el chef ejecutivo Javier Mendez, responsable de la cuidada oferta gastronómica para desayunar, tomar un trago después del trabajo y “picar” algún platito en la impactante barra del lobby o una cena relajada.
La entrada a los amplios espacios con sillones cómodos y un cuidado diseño descontracturado y trendy invita a los encuentros frente a la gran pantalla para ver eventos en el “patio” como para presenciar -copa en mano- algunos de las DJ sessions que organizan los fines de semana. La idea es clara. Hay más asientos destinados a quienes quieran pasar por un trago o una cena que para alojarse en los cuartos, y eso que puertas adentro el confort es seductor. Pero la tendencia de alejar la recepción del ingreso al hotel es la clave para que el Evolution se convierta en el epicentro, junto al Casino, del entretenimiento local. La cercanía a la costa, basta con cruzar la calle y un par de escalones, es ideal para relajarse del día en el piso destinado al wellness, o subir al rooftop del hotel para probar algo de la carta o deleitarse con la magnífica vista de la ciudad de techos naranja y el Atlántico.
La pastelería donde todo sucede
Uno de los puntos obligados de quienes se acercan a la ciudad, pero más de quienes viven en Portugal, es la pastelería Garret, fundada en 1934. Más allá de que comparte fama con el Bolo Rei que ellos mismos realizan (una especie de rosca de reyes sin agujero en el centro), es la gente que los ha visitado. Ministros, actores, deportistas (si, si, Cristiano Ronaldo está entre sus fans) desde sus inicios hasta la actualidad, pero parte de su mística también se fundó en los años de la Segunda Guerra Mundial. Ubicada frente al Hotel Palacio, donde se encontraban los aliados (los espías alemanes se refugiaban en Villa Tamariz y en el ya inexistente Hotel Atlántico) no era raro imaginar que muchas conversaciones se dieran entre sus mesas, y entre ellas las del doble agente serbio Dusan Popov y el agente del M16 (el servicio secreto del Reino Unido) Ian Fleming, quien años después, al dedicarse al periodismo y la escritura, creó al mítico James Bond, personaje basado en aquel espía que cruzaba en el hotel.
5 indispensables para hacer antes de irte
Una caminata hasta Cascais: a metros del Hotel Evolution se llega a la playa Azarujinha, desde la que se puede empezar un interesante recorrido por la costa que terminará en el centro comercial de Cascais: restaurantes donde comer sardinas, tomar helados, tragos, pero también descubrir antiguas residencias, o el famoso Castillo de Estoril ( que en realidad se llama Chalet Barros y es un edificio icónico de Estoril del s. XVII) que ya solo se usa para eventos, y hasta piletas creadas para que el agua del Atlántico permita bañarse y tomar sol. El único cuidado: estar atentos a quienes también circulan, en bicicleta o corriendo.
Spa con algas: con un ambiente para el relax que incluye una pileta climatizada con distintas duchas, diferentes propuestas de jacuzzi y gabinetes personalizados individuales o para parejas, todo con vista panorámica al Atlántico, el wellness by Sayanna tiene diferentes masajes (con algas y piedras) para una experiencia diferente que bien vale tomar para recuperarse de las largas caminatas.
Un vino al atardecer: si cuando baja el sol se encuentra en la playa, tomar una copa de vino, aunque también se puede cenar y comer algo más para acompañar, al trago y al atardecer, el restaurant del Hotel Albatroz tiene una terraza para mirar el horizonte y de paso recorrer la fusión lograda de los 3 edificios diferentes que componen este lugar.
Un respiro vietnamita: otra opción con vista privilegiada al mar es el primer restaurante vietnamita que llegó a Lisboa, cocina tradicional con productos frescos y ambientado sin desentonar con la propuesta gastronómica, el Sen Estoril es ideal para un almuerzo o cena en días de sol para ver el reflejo de este en el agua, pero también en días nublados vivenciar el clima desde los amplios ventanales.
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