De las 45 disciplinas de los Juegos Olímpicos de París 2024, el surf es la única que se disputa fuera de la Ciudad Luz, en otro continente, en la isla más grande de la Polinesia Francesa
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La fotografía más representativa de los Juegos Olímpicos de París, la que ganará premios y quedará en la historia, fue tomada a 15.700 kilómetros de la Torre Eiffel. Frente a la playa de Teahupo’o, a 80 kilómetros de Papeete, capital de Tahití, la isla más grande de la Polinesia Francesa. El protagonista de la imagen, el brasileño Gabriel Medina, consiguió la mejor puntuación en la historia del surf como deporte olímpico, casi perfectos 9.90, pero no pudo celebrar con los otros deportistas en la Villa Olímpica parisina ni dar la vuelta al Arco del Triunfo: estaba a 22 horas de vuelo en un avión comercial. Festejó, como corresponde, en la primera Villa Olímpica Flotante, el crucero de lujo Aranui 5, anclado en el Océano Índico...
¿Por qué Tahití es sede de los Juegos Olímpicos de París?
Son los dos motivos por los que ese paraíso de playas de arena blanca, aguas cristalinas y exuberante vegetación, se convirtió en sede de los Juegos Olímpicos. Por un lado, porque la isla, aunque en otro hemisferio, es una región francesa: al sur del Océano Índico, es considerada “territorio de ultramar francés”.
La isla tiene una historia fascinante. Se considera que su “descubridor” es Pedro Fernández de Quirós, marino y explorador español, en 1606, quien habría partido desde el Alto Perú.
El primer europeo en desembarcar en Tahití fue Samuel Wallis, el 19 de junio de 1767, quien le dio su primer nombre “occidental”: la llamó “Isla del Rey Jorge”, en homenaje a Jorge III de Inglaterra.
Luego, unos meses más tarde, llegó el conde y explorador francés Louis Antoine de Bougainville, quien maravilló a Europa con sus relatos de viaje. Describió a la isla como “un paraíso terrenal con un pueblo que vive feliz en la inocencia, lejos de la corrupción de la civilización”.
La conquista fue pacífica. Pomare I, primer rey de Tahití y unificador de todas las tribus del archipiélago, permitió a los franceses establecer un puerto comercial en la isla.
A mediados del siglo XIX, aprovechando las disputas internas entre las autoridades locales, Francia estableció un protectorado sobre la isla. Recién en 1880, Tahití fue formalmente anexada a Francia, convirtiéndose en una colonia bajo la denominación “Establecimientos Franceses de Oceanía”.
La llegada de los franceses influenció la cultura local y dio origen a una “cultura híbrida” que combina elementos polinesios y franceses. Muchas de las tradiciones ancestrales se mantienen aún hoy, como el tradicional baile tahitiano, el hula, y su música, en la que predominan instrumentos como el ukelele y el pahu (un tambor).
Pero también hay otro motivo vinculado directamente a la práctica de la disciplina, por el cual los organizadores de París 2024 eligieron a Tahití para la competencia olímpica: la isla es reconocida mundialmente como “un templo del surf” y es considerada uno de los mejores lugares del planeta para practicar el deporte.
Sin embargo, su elección no estuvo libre controversias. Lo más cuestionado fue la construcción de la torre de arbitraje. Aunque Teahupo’o contaba con una torre de madera tradicional para juzgar las competencias de surf, dicha estructura no cumplía con los estándares de seguridad y visibilidad requeridos para una competencia olímpica.
Fue por eso que se decidió construir una nueva torre de aluminio, pero la decisión generó preocupación por el potencial daño ambiental. Se temía que pudiese afectar al ecosistema del arrecife de coral de Teahupo’o. Según los organizadores, la torre rediseñada “más compacta y duradera” asegura que Teahupo’o siga siendo un destino clave para las competencias de surf.
Así, la antigua colonia francesa y actual territorio de ultramar, donde se encuentran las olas más desafiantes, los organizadores de París 2024 cumplieron con el compromiso de extender los Juegos Olímpicos en todas las regiones de Francia.
A lo largo de los años, surgieron distintos grupos independentistas. Los hay todavía hoy. Sin embargo, a través de varios referéndums, la población de las islas eligió mantener el status quo y su estatus actual.
Hay un gobierno local que se encarga de todas las cuestiones internas. Pero la defensa de las islas y su política exterior, entre otras cuestiones estratégicas, se deciden en El Eliseo, en París.
Vale destacar que Tahití, a pesar de su vínculo con Francia y que sus atletas como el resto de la Polinesia Francesa compiten en los Juegos Olímpicos bajo la bandera de Francia, eso no se aplica al fútbol. Los tahitianos poseen un equipo de fútbol que tiene su propia representación en FIFA y es parte de la Confederación de Fútbol de Oceanía y que ha logrado éxitos notables. En el año 2012, la selección de Tahití logró una hazaña sin precedentes: fue campeona continental, derrotando a la potencia regional, Nueva Zelanda. Así obtuvo un lugar en la Copa Confederaciones, torneo que juegan los mejores de cada continente, donde fue goleada por España, Uruguay y Nigeria. En tres partidos le convirtieron 24 goles… Tahití es potencia en fútbol playa, donde se consagró dos veces subcampeón mundial. Pero no es deporte olímpico aún.
El surf como deporte olímpico hizo su debut oficial en los Juegos Olímpicos en Tokio 2020, que se celebraron en el año 2021 debido a la pandemia. Su inclusión en los Juegos Olímpicos fue una decisión histórica impulsada por el marplatense Fernando Aguerre, dueño de la empresa Reef. “Fue una remada de 27 años que, por momentos, pareció interminable. Hubo olas que me pasaron pero siempre sentí que vendría una más y que tenía que estar preparado. Nunca dejé de remar y, por suerte, la agarré [se ríe]. Y ahora todos los surfistas del mundo la estamos surfeando… Es casi imposible explicar la felicidad que siento al estar a días del primer surf olímpico de la historia”, dijo Aguerre cuando el deporte debutó en los Juegos Olímpicos.
¿Cómo llegar?
Tahití no está aislado del mundo, aunque llegar a este paraíso terrenal no es tarea fácil. Desde América, la ruta más común pasa por Los Ángeles, lo que implica un largo viaje con varias escalas. Incluso para nuestros vecinos chilenos, la distancia y la falta de vuelos directos hacen que llegar a la Polinesia Francesa sea una aventura en sí misma. Por ejemplo, un vuelo desde Buenos Aires hasta Papeete, con dos escalas, puede durar más de 31 horas y costar alrededor de 4.400.000 pesos argentinos.
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