El hombre que fuera vocero de Julio Grondona en sus últimos años en la AFA y que está escribiendo un libro sobre el dirigente relata para LA NACION apuntes poco conocidos de la vida de quien estuvo 35 años al frente del fútbol argentino
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El 30 de julio de 2014, hace exactamente una década, moría, a los 82 años, Julio Humberto Grondona, el emblemático dirigente oriundo de Sarandí que fue durante 35 años el presidente de la Asociación Argentina de Fútbol (AFA). También fue vicepresidente y hombre fuerte de la Federación Internacional de Fútbol Asociciación (FIFA) donde mantuvo su liderazgo hasta el día de su muerte.
Grondona fue, por su posición y continuidad en el cargo, una de las figuras más influyentes en el fútbol argentino e internacional. Siempre en la cima del poder, aunque con perfil bajo, fue el artífice de los hechos más relevantes -para bien o para mal- ocurridos en las últimas décadas en el deporte más popular del mundo, cuyos entresijos conocía como nadie. Para hacer un repaso de solo una parte de la intensa vida y obra de este dirigente, LA NACION conversó con Ernesto Cherquis Bialo, que fue vocero del presidente de la AFA en sus últimos años y que probablemente sea el periodista que mejor lo ha conocido, al punto que se encuentra escribiendo una biografía de quien para él fue “el más grande dirigente social y deportivo que tuvo la Argentina”.
–Cherquis, ¿Cuál es el primer recuerdo que usted tiene de Julio Grondona?
–Colocando ladrillo sobre ladrillo, en los comienzos de los ‘60, siendo yo estudiante de periodismo, construyendo la cancha de Arsenal. Laburaba ahí toda su familía. Fue el primer presidente de Arsenal y la cancha es el primer hito en la vida de Julio Grondona, el más grande dirigente social y deportivo que tuvo la Argentina. La cancha se construyó con la guita de la quiniela.
–¿Cómo es eso?
–Porque el tipo tenía una enorme gravitación en la zona, era dirigente de Independiente y además levantaba la cancha de Arsenal. Pidió teléfonos, que en esa época casi nadie tenía teléfonos. Era difícil conseguirlos en Capital, imaginate en Gran Buenos Aires, pero como el tipo pintaba para caudillo y todo el mundo hablaba bien de él, consiguió tres teléfonos. Y ahí iban los quinieleros a levantar juego, porque la policía no se asomaba por ahí. Con la guita que dejaban los quinieleros, él levantaba la cancha de Arsenal ¡Maravilloso!
–No es una anécdota conocida.
–Se sabe poco, porque en los últimos meses de la vida de Julio tomé nota de algunas cosas que a él no le gustaban mucho. Me decía: “Hasta que no me muera no vas a publicar nada” y ahí quedó inconcluso el relato de su vida que fui reconstruyendo después y que es apasionante.
Hombre de bajo perfil
–Siempre fue un hombre de perfil bajo, no le gustaba figurar mucho, ¿verdad?
–No. Julio decía que “a mayor exhibición mediática, mayor cantidad de enemigos”. Es decir, que la popularidad conspira contra la permanencia, por lo tanto lo importante para alguien que maneja cosas importantes es tratar de que aparezcan los demás y que él no aparezca, que la gente imagine cómo es y no que sea.
–¿Dónde nace su capacidad de liderazgo?
–No. Nació así. Es como explicar cómo hacía Diego (Maradona) para movilizar ese tobillo y que le permitiera salir para la izquierda y para la derecha, si los demás no podían hacer eso en ese espacio. No lo sé, no lo sé.
–Esa pregunta me lleva a otra: ¿cómo hizo una persona sin una formación académica fuerte, un tipo de barrio, incluso sin saber inglés, llegar hasta lo más alto del fútbol internacional? Porque daba la impresión de que él no fue presidente de la FIFA porque no quiso...
–Nunca, por lo que te decía antes: a mayor exhibición, mayor vulnerabilidad. Lo importante era manejar políticamente la FIFA. Y poner al presidente. Y lo hizo siempre. Después de (Joao) Havelange, en el ‘98 puso a (Joseph) Blatter. Blatter terminó desoyendo y traicionando un acuerdo que habían hecho en 2013 en Brasil en el que habían arreglado que el próximo presidente sería (Michel) Platini. El francés sería presidente de la FIFA y Blatter presidente honorario. Pero Grondona murió el 30 de julio de 2014 y en 2015 se olvidaron de lo pactado, lo que claramente movilizó a Grondona desde el planeta ignorado donde se encuentre con espanto agarrándose la cabeza porque en el mundo de Grondona no podía haber deslealtades ni incumplimiento de la palabra empeñada. Solo se podía llevar a cabo una reversión de lo pactado con Grondona muerto.
–Pero, en definitiva, ¿tenemos una respuesta de cómo llegó Grondona a un lugar tan encumbrado?
–Tenemos. Grondona terminó la secundaria a los 16 años con medalla de oro en Matemática y empezó a estudiar ingeniería en La Plata, pero la verdad es que su tiempo estaba en la ferretería, que había fundado su padre, donde él atendía, en Sarandí, cerca del Viaducto que él amaba. Además de presidente de Arsenal, era dirigente de Independiente y hablaba en las reuniones de Comisión Directiva. Entonces, en el año 1964, por la Copa Libertadores iban a jugar Independiente contra Santos. Y Grondona dijo: “Hay que tener cuidado, porque Pelé -que era estrella del Santos, el Messi de hoy, el Maradona de ayer, el fundador de las celebridades del fútbol- soborna a los árbitros. Va al vestuario del referí y le lleva la camiseta, le lleva un buzo, una pelota, se la firma... lleva al fotógrafo del club y se saca fotos y se las manda y los tipos quedan locos”. “¿Y entonces?”, le preguntaron. “Entonces hay que hablar con los jueces de línea”, respondió. De ahí viene la famosa frase: “Arreglá con el árbitro que yo arreglo con los banderas”.
El partido mencionado, en Brasil, lo ganó Independiente por 3 a 2. Si bien no jugó Pelé, sí estuvo presente ese día en el estadio. “Desde esa hazaña, Grondona ganó predicamento en Independiente”. El exvocero de Grondona cuenta: “Él había viajado antes y le dijo al entrenador del equipo, Manuel Giudice, que adelante a los fowards pues ‘no habría offsides’ contra el rojo. Giúdice lo echó del vestuario, pero pareció cierto”.
“Con Grondona, el FIFA Gate no pasaba”
Es sabido que Ernesto Cherquis Bialo es un exquisito narrador de anécdotas. A veces, las respuestas a las preguntas de esta conversación llegan de ese modo. El periodista de dilatada trayectoria que fue entre febrero de 2008 y julio de 2016 Director de Medios y Comunicación y vocero de la Presidencia de la AFA (primero con Grondona y dos años con Luis Segura) se toma su tiempo para desgranar cada relato con el que describe y construye la personalidad de “Don Julio”. “Hoy es día de anécdotas”, repite cada tanto y en sus historias imita a la perfección la voz y los modismos de Grondona. “¿Cómo un tipo logra todo esto? -pregunta-. Mirá, yo no te lo puedo explicar, pero estaba diez años adelantado. Él preveía todo lo que iba a pasar”.
–En ese sentido, usted señaló alguna vez que con Grondona no hubiera ocurrido el FIFA Gate. ¿Por qué?
–No hubiera habido FIFA Gate porque no hubiera habido Mundial en Qatar 2022. Grondona tenía para sí la idea de que esa elección de la sede en 2022 iba a tener un elevado costo político porque se había faltado la palabra más que a Estados Unidos, a un presidente de ese país, Bill Clinton, al que movilizaron para que fuera a una reunión en diciembre de 2010, en Zurich donde Blatter le había prometido que Estados Unidos iba a organizar el Mundial 2022. Pero se mete Qatar pagando, pone una plata incalculable, corre un dinero impresionante y se elige Qatar. Cuando terminó la reunión, Grondona dijo: “Están todos locos. Van a ir todos presos”. Es que un presidente de Estados Unidos no se moviliza para perder una elección y menos con Qatar. En el 2015 se produjo el FIFA Gate.
El FIFA Gate fue un escándalo de corrupción en el que más de 40 dirigentes del fútbol internacional fueron imputados por casos de soborno, fraude y lavado de dinero, relacionados con derechos de transmisión televisiva y también con la elección de Rusia y Qatar como sedes de los mundiales de 2018 y 2022, respectivamente. La investigación fue promovida y realizada por el FBI de los Estados Unidos, y tanto Blatter como Platini fueron suspendidos por ocho años de realizar cualquier actividad relacionada con el fútbol.
–¿Y cómo hubiera evitado Grondona el FIFA Gate?
–No pasaba porque hicimos una minuta el día de su muerte, el 30 de julio a las 4 de la tarde, a Blatter, para que convocara a una plenaria del Comité Ejecutivo de la FIFA con el objetivo de reconsiderar la sede de la organización del campeonato mundial de 2022. Hubiera explicado a la gente de Qatar que cuatro años más en la historia del fútbol no eran nada (para pasar Qatar a 2026), pero la FIFA no se podía poner de culo con los Estados Unidos. Julio hubiera dicho: “Muchachos, ustedes que recibieron la guita no la devuelvan, no queremos investigar, no vamos a poner al FBI que investigue, quédense con la guita pero hay que votar de vuelta, porque si no, nos voltean”. Murió esa noche.
“Perdimos, Mauri”
–Si hablamos de que Grondona fue un dirigente adelantado a su tiempo, ¿cuál era su opinión de la posibilidad de convertir a los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), un tema que está presente ahora en la Argentina?
-Era una aversión para Julio. No quería saber nada. Imaginate un tipo que levantó un estadio con su familia poniendo ladrillo por ladrillo... fue un enemigo acérrimo de las SAD.
–En su momento Mauricio Macri propuso la idea de incorporar las SAD a Grondona ¿cómo fue eso?
–Sí, Macri fue el impulsor de las Sociedades Anónimas en la Argentina. Antes de ser presidente de Boca, tuvo dos emprendimientos que terminaron mal. El tercer intento se produce el 20 de julio de 1998. Antes de ir al campeonato mundial de Francia, Macri insiste mucho con que Julio afloje con esta idea “arcaica y conservadora” de no darle lugar a las SAD. Julio le dice: “Hacé una cosa Mauricio, prepará la propuesta que venimos del mundial y hacemos una reunión de Comité Ejecutivo ampliada, para que todos puedan ver la propuesta y la consideren”.
–¿Y qué pasó?
-Antes de viajar a Francia, Grondona prepara la reunió plenaria. Los 41 votantes restantes del Comité Ejecutivo pasan por la ferretería, donde Julio los recibía con aquel saco gris de ferretero. Don Julio los invitaba a su casa, tomaban un café y el dirigente se iba contento de la reunión, muchos de ellos con su pasaje para la Copa de Francia. Pasa el mundial, llega el día de la reunión. Macri hizo una exposición con Power Point, que en la AFA de Grondona era una revolución, y videos, gente especializada en marketing y tuti li fiocchi.
Cuando termina la exposición, Julio les pidió a los mozos que se retiren -había café, sandwiches de miga, masitas- y dijo: “Bueno, estamos todos sorprendidos, es maravilloso esto. ¿Alguien tiene algo que decir?”. Nadie dijo nada. Silencio profundo. “Bueno, entonces vamos a votar -dijo Don Julio-. Levanten la mano los que no están a favor”. Se levantaron 41 manos. Entonces, Grondona se levantó de su asiento, y dirigiéndose a Macri, le dio un abrazo paternal y le dijo: “Perdimos, Mauri”.
–Tenía una gran habilidad para lograr del Comité Ejecutivo de la AFA siempre lo que él quería, ¿no?
–Pensá que fue 35 años presidente de la AFA, entre el ‘79 y el 2014 y en ese tiempo se estima que hubo en cada club entre 7,5 y 8 puntos de renovación de presidentes. O sea, que mientras el líder continuaba, los recambios estaban en los clubes afiliados. Esto te permite liderar una corporación tan complicada, tan controversial, tan difícil como la del fútbol donde se compite con sonrisa teórica y se actúa con puñal. Es cierto que Grondona fue un paladín del equilibrio competitivo, algo que permitió durante su mandato que salieran campeones clubes que nunca habían salido.
“Ejercer el liderazgo”
Julio Grondona estuvo al frente de la AFA desde el 6 de abril de 1979 hasta el día de su muerte, el 30 de julio de 2014. Más allá de sus logros como dirigente, el período de Grondona tuvo algunos claroscuros. Entre los aspectos más controversiales de su mandato estuvieron los reiterados episodios de violencia en el entorno del fútbol y la evidente falta de alternancia en el poder. De alguna manera o de otra, este dirigente que llegó de Avellaneda a conducir los destinos del fútbol en la Argentina y en el mundo supo sobreponerse a las situaciones adversas y a las críticas y se mantuvo siempre en su rol de líder, que no abandonó hasta el último día de su vida.
–¿Cómo hacía Grondona para posicionarse por encima de todo en medio de tantos intereses, tantas disputas y conflictos que presenta el fútbol en la Argentina?
–Ejerciendo el liderazgo. Que no es fácil. Es lograr respeto. Si me acaban de elegir presidente de un club, tengo el respeto de la trayectoria de essa persona, que ya la conozco cuando estoy frente a él. Te voy a contar una anécdota.
–Por favor.
–En diciembre de 2011, (Daniel “el Tano”) Angelici gana las elecciones de Boca. Como todo presidente electo recibe el llamado de Grondona con la felicitación correspondiente. Le dice Angelici: “¿Cuándo lo veo, Don Julio?”. “Cuando quieras. Ahora estoy en el campo, vení el lunes a verme a mi casa”, responde Julio. El lunes para una 4x4 en la calle Juana Manso, Grondona ya vivía en Puerto Madero, y aparece Angelici. Julio partía de la premisa de que era imposible gobernar la AFA sin una buena relación con Boca y River, los dos bastiones de la gobernabilidad, pero no sabía cómo le iría con Angelici.
Después de la felicitación oficial, Angelici se sienta y le dice: “Julio, se acabó la joda. Somos Boca”. “Muy bien, decime”, dice Grondona. “Nosotros tenemos que tener más participación en las decisiones de la AFA, en el Colegio de Árbitros, Tribunal de Disciplina, programación de los partidos. Primero Boca, y después todos los demás. Tenemos que discutir también el porcentaje. Nosotros somos más que River”. Cuando le dijo eso último, Julio pasó de una actitud distendida a una actitud en guardia. Él no te decía que no de manera rotunda, te decía: “Bueno, vamos a ver”. “¿Terminaste? –le dijo Julio–. “Está muy bien, vamos a ver. Que tengas un buen día”. Y cuando se está retirando Angelici y se abre la puerta del departamento, Julio sigue sentado en la punta de la mesa y desde su silla le dice: “Tano... mirá que River se fue al descenso, ¿eh?”.
Angelici cuenta que llegó a la camioneta y que un frío polar le recorrió todo el cuerpo. Al otro día llegó primero a la AFA a la reunión de Comité Ejecutivo y le dijo: “Julio, todo bien, yo también quiero ser un succionador (sic) pero quiero que me atienda primero”.
Passarella y el descenso de River
–Ya que menciona el descenso de River (junio de 2011), ¿Qué pasó ahí? El presidente del club en ese momento, Daniel Passarella, dijo que el equipo se fue a la B por la AFA
–¿Te parece? Razonemos esto. ¿A vos te parece que después de 112 partidos, no me acuerdo, pero seis torneos cortos con promedio, te vas al descenso por el último partido de la promoción, errando un penal en tu cancha? Si (Mariano) Pavone hacía el penal, River no es descendía... Te voy a contar una cosa, que no prescribió, pero se puede contar. Nadie hizo más que Grondona para evitar el descenso de River, porque el descenso le marcaba un desequilibrio en la negociación de los derechos del fútbol, toda vez que el fútbol lo tenía el Estado con su emprendimiento Fútbol para Todos y los derechos del Nacional B los tenía la empresa Torneos. Es decir, que Julio que estaba en litigio con Torneos por haber realizado unilateralmente el contrato vigente que tenía con ellos por el fútbol, primero perdía un bastión fundamental para el negocio y lo ganaba el que estaba en la vereda de enfrente desde el punto de vista jurídico. Es una locura. Ninguna persona con razonabilidad puede creer eso. No hay que reivindicar esas cuestiones gratuitamente. Passarella se quitó la responsabilidad de todos los desaguisados que hizo poniendo la culpa en la AFA. Me acuerdo una de las conversaciones que le dijo Grondona a Passarella: “¿No te querés ir al descenso? Comprate un arquero”.
–Passarella daba a entender que el descenso fue porque poco antes él fue a la AFA a pedirle la renuncia a Grondona. ¿Cómo fue ese momento?
–Passarella fue hacer un acting a la AFA. Les dijo a los periodistas todo lo que iba a pasar en la reunión. Él tenía que limpiar su imagen frente a los socios de River Plate. Fue después de un partido con Boca Juniors donde se sintió perjudicado por el arbitraje. Fue un momento muy violento, muy desagradable, fue a provocar a Grondona diciendo que se tenía que ir. Grondona le dijo a Passarella: “Qué lástima que no tengo 20 años menos para darte un bife. Mirá si yo hablara de lo que sos vos...”.
Messi y Maradona
–Pasemos a un tema más grato: se le atribuye a Julio Grondona el hecho de que Lionel Messi juegue para la selección nacional y no sea un jugador de la selección española. ¿Me puede contar cómo fue eso?
–En junio de 2004, el cuerpo técnico de las selecciones juveniles estaba dateado de que había un pibe argentino que estaba en La Masía. Lo llaman a Grondona: “Mire, queremos traer a un chico ahí de España, que está en La Masía, de Barcelona, rosarino, chiquitito, que se probó en River pero había que pagarle el tratamiento hormonal que costaba 1500 dólares... Al final, los viejos se lo llevaron a Barcelona y es un crack”.
“Dejame ver”, dice Grondona y lo llama a José María Villar, presidente de la Asociación Española de Fútbol y vicepresidente por Europa de la FIFA y uno de los grandes amigos de Julio en la FIFA. Villar le dice: “Julio, tengo que decirte la verdad, lo tenemos listo para la selección española”. Y Julio dice: “José María, el pibe juega en la selección argentina. Es argentino”. “Por cierto, Julio -responde Villar-, tendrán que hacerlo rápido porque yo estoy muy presionado para que vaya a los juveniles de España”. Julio colgó el teléfono, llamó a Paraguay y dijo: “Mandame un seleccionado sub 21″. Llamó a Ezeiza y dijo: “Formen un seleccionado sub 21″. “Cómo no, Julio. ¿Para cuándo?”, preguntaron. “Para mañana”, dijo Julio. Se jugó el partido e hicieron firmar a este chico, Lionel Messi, una planilla que implicaba que el jugador no podía pertenecer a ninguna otra selección. Messi pasó a ser después el preferido de Julio.
–¿Lo quería?
–Lo amaba. Como a un hijo. Y tenía buena relación con Jorge, su papá, y con la familia.
–¿Y Messi lo quería a él?
–Messi vino a su velorio. Tomó un avión de línea. No tenía todavía su avión privado.
–Los jugadores de la selección, en general, apreciaban a Grondona. Prácticamente no tuvo detractores entre los futbolistas.
–Lo amaban. Porque Julio fue más grande por lo que evitó que por lo que hizo. Fue más notable por lo que calló que por lo que dijo.
–¿Por ejemplo?
–Bueno, todo jugador de fútbol atraviesa una vida personal, la vida personal está llena de avatares, con familiares enfermos, otros detenidos equivocadamente, otros familiares presos, otros necesitan un trabajo, o necesitan un apoyo.
–¿Y él estaba para eso?
-Siempre. En silencio. Tiene todas las camisetas de Riquelme en cada uno de sus modelos. Tiene todas las camisetas que usó Diego en cada uno de sus modelos. Tiene todos los recuerdos de Messi en cada una de sus formas. Y la lista sigue...
–¿Cómo se llevaba con Maradona?
-Había una relación dicotómica aceptada por ambas partes. Un matrimonio. Grondona le ofreció la selección argentina tras la renuncia de Coco (Basile) en 2008. Hicimos dos reuniones en la casa de Julio en Puerto Madero. La primera fue con (Carlos) Bilardo, que era el hombre de confianza absoluta de don Julio, y al que le preguntó si quería ser el director de selecciones nacionales y en su condición de tal le preguntó cómo veía a Maradona. Bilardo le contestó: “Hay que preguntarle a Maradona”. Lo mismo que dijo cuando Julio le ofreció la selección nacional en 1983. Antes de firmar contrato quiero hablar con Maradona .Si está de acuerdo, soy el DT. Ahora dijo lo mismo. Maradona aceptó las condiciones. Al término de la segunda reunión, Maradona le dijo: “Usted sabe cómo lo quiero, Don Julio, pero nunca lo voy a decir públicamente, porque usted es el poder y yo soy el laburante”. Julio le dijo: “Lo bien que hacés. Vos matame a mí y salí campeón del mundo, que yo te amo”.
El sueño que no fue
–Pero no pudo ser campeón del mundo
–No, pero después de Sudáfrica 2010, en la casa del intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, Julio le ofreció la continuidad a Diego. Y Diego no se bajó. La situación era que el contrato de él vencía después del Mundial y el contrato del personal, preparador físico, médico, ayudante de campo, vencía en octubre. Julio le dijo: “Te contrato a vos”. Maradona le había dicho: “Todos o ninguno”. Julio no quería ese cuerpo técnico, porque Sudáfrica había sido un desastre, lo que él quería era conservar la figura de Maradona. Pero no se dio. En el viaje de regreso, desde Ezeiza, yo me bajaba en la AFA y él seguía a su casa... yo veía que Grondona cerraba el puño y se golpeaba la palma de la mano y le dije: “Don Julio, ¿está decepcionado?”. “Yo tenía un sueño, pero ya veo que no va a poder ser, ya una parte me falta”, me dijo. “¿Cuál es el sueño, Don Julio?”. “Salir campeón mundial en el Maracaná con Messi en el campo de juego y Diego en el banco. Ahí sí. La frutillita del postre de mi vida”. Fue emocionante. Emocionante.
–¿Ese fue su último sueño?
-Él quería que Messi fuera campeón del mundo y que Diego hiciera simbiosis. Era un poco el final de su vida toda vez que había muerto su mujer, con la que constituyó un matrimonio simbiótico pocas veces visto. Julio no se movía sin su mujer, ella era parte de él. En junio de 2012 murió Nélida Pandiani de Grondona y murió una parte de él también. La parte que le quedaba, el hilo de vida estaba sustentado en el sueño de Brasil 2014. Él compartía muchas horas con Fernando Mitjans, presidente del Tribunal de Disciplina y un hombre de íntima confianza suya, y solía decirle que la vida solo se justificaba esperando la vuelta olímpica de 2014. En la final tuvimos oportunidades, perdimos en el suplementario y fue el último capítulo de la ilusión en la vida de un octogenario. Ya no había razones para vivir. No había podido ver a Messi campeón del mundo como él había querido y desde algún planeta ignorado habrá disfrutado en el 2022 ver a su hijo dilecto dar la vuelta olímpica.
El halo mafioso
–¿Cómo manejaba él ese halo que tenía de ser una persona de códigos mafiosos?
–Y, sí, eso... (Cherquis hace silencio. Mira para arriba. Piensa). Cuando se maneja una corporación con tantos intereses hay metodologías cuestionables, pero es que no hay otra manera de proceder. Sí, había algunos procederes propios de las corporaciones, no podría decir criminales... Pero figura mafiosa... es desdoroso para un líder de esta categoría.
–¿Él nunca tuvo una denuncia formal?
–Jamás. Pero apretaba: sabía dar y sabía pedir. Llamó al presidente de la Federación de Fútbol de Ghana cuando en 2012 embargaron ahí a la Fragata Libertad. Eso fue muy lindo. Ese día él estaba por conseguir el Prode Bancado para las apuestas. Estaba por firmar el acuerdo con Carlos Zanini (secretario Legal y Técnico del gobierno de Cristina Kirchner) y llega la noticia: “Julio, tenemos una emergencia, nos embargaron la Fragata Libertad”. Entonces Grondona llegó a su casa. Nos tuvimos que fumar el programa de Tinelli para que fuera la hora adecuada para llamar a Suiza, a la FIFA. Llamó a las cuatro de la mañana de allá y habló con un empleado que él conocía: “Averiguame si hay una protesta contra Ghana”, le dijo al empleado. Había una queja que le había hecho Costa de Marfil, o Cabo Verde, por la alteración de edad de jugadores. Y otra protesta del año anterior también contra el fútbol de Ghana. Grondona llamó entonces al jefe del fútbol de Ghana y le dijo: “Liberame la Fragata Libertad porque vas a jugar el campeoanto mundial de la c... de tu madre. No jugás los próximos tres mundiales”. Lo notable es que la Fragata llegó a puerto, en Mar del Plata, y lo invitaron a Julio al lado de Cristina Kirchner. Pero él llegó a Mar del Plata en un vuelo desde Salta y prefirió ir a su casa allá. Salió al balcón con la banderita y vio atracar el barco desde ahí.
–Con ese liderazgo que tenía, ¿jamás pensó dedicarse a la política?
–Tres veces le ofrecieron la candidatura para ser gobernador de la provincia de Buenos Aires. Viejo radical, tal como era, siempre dijo que “el día que me meta en política no puedo estar más en el fútbol. Y a mí me gusta más el fútbol que la política”. Siempre aclaró que el fútbol y la política no se mezclaban. En el fútbol, él era un caudillo con el que el poder político no pudo. (Carlos) Menem le pidió, en 1992, cancelar los descensos para salvar a San Martín de Tucumán, a pedido de Palito Ortega que tenía un lindo bolonqui en la provincia. Le dijo que no. Un secretario del gobierno de (Raúl) Alfonsín, en nombre de Alfonsín, sin que constara en ningún lado, le pidió que lo rajara a Bilardo ¿Qué presidente de AFA se sustrae al pedido de un presidente de la República?
La muerte de Julio Grondona
–¿Cómo se enteró de la muerte de Julio Grondona?
–Estaba en la AFA. Al mediodía me llamó (Luis) Segura y me dijo: “Venite al Sanatorio Mitre que Julio ha muerto, pero no digas nada porque necesitamos que vengas para ver cómo lo comunicamos.
–¿Qué sensaciones tuvo en ese momento?
–Sensaciones, ninguna. Quedé conmovido. Me tomé un taxi desde la AFA y dije: “Segura debe estar equivocado, si ayer Julio bajó línea y teníamos un pendiente. A lo mejor entendí mal”. Cuando llegué al sanatorio me encontré con su hija Liliana y su yerno, Genaro Aversa, y cuando vi sus caras entendí que la noticia era tristemente cierta. Parecía mentira pero era cierto. Me dijeron: “Tenés que anunciar la muerte de Julio”. No es que la muerte de un octagenario pueda sorprender, pero sorprende tener que anunciar la muerte de un grande, un hombre diferente. Todos éramos testigos, además, del final de una época.
–¿De cuál de sus logros como dirigente del fútbol estaba más orgulloso Grondona?
–De que en el fútbol argentino cualquiera podría ser campeón porque todos tenían el mismo derecho, todos podían mantener el equilibrio competitivo. Él decía que la AFA no es una empresa, es una Institución, y el dinero es de los clubes. “Lo único que yo hago -decía- es permitir que todos compitan en igualdad de condiciones financiando un dinero que les pertenece a los clubes”. Es muy difícil el fútbol porque no se trata de un negocio ni de un servicio, se trata de una pasión. El único que podía manejar esa situación era Grondona. Sabía decir sí y sabía decir no con contundencia.
Por más de dos horas, Ernesto Cherquis Bialo brinda con generosidad datos y anécdotas sobre Julio Grondona, un dirigente que conoce como ningún otro periodista y al que admira abiertamente. Pronto, aunque no sabe cuándo, saldrá a la luz un libro que está escribiendo sobre este hombre emblemático para el fútbol argentino. Pero así como para Cherquis Grondona es “un grande”, el hombre que es una institución para el periodismo deportivo no perdona a aquellos dirigentes que lo han olvidado. Sobre el final de la charla, Cherquis se lamenta amargamente: “Lo que más me duele, pero se lo agradezco a Dios, es haber comprobado la pusilanimidad, porque todos los tipos que Grondona apoyó, por los que luchó, a los que posicionó, les hizo conocer los secretos del fútbol, les resolvió todos los problemas, peleándose con la prensa por ellos, se olvidaron de Grondona. No lo conocieron. Permitieron que el predio de la AFA cambiara de nombre (de Julio Humberto Grondona pasó a llamarse Lionel Messi en marzo de 2023). Eso muestra la ruindad, la decadencia, la pusilanimidad y la deslealtad porque yo los conozco de cuerpo presente con nombre y apellido a los que lloraron su muerte y fueron a celebrar con champan la designación del nuevo nombre del predio. No eran mellizos. Eran los mismos”.
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