Su familia tuvo un videoclub y tiene 8 mil VHS: la Coca Sarli en Japón, la película que odia Suar y el furor por Star Wars
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Cerca de 10 mil videoclubes llegó a haber en Argentina durante su época dorada. En 2008, mientras algunos cerraban sus puertas, Cristian Sema empezó su colección de VHS. Llamaba por teléfono a los locales que se deshacían del material y los conseguía por poca plata. Años después, con el surgimiento de los blogs y las redes sociales, su cuenta @RaroVHS se transformó en una valiosa fuente de consulta. Su colección privada, una de las más grandes del país, es un verdadero archivo de imágenes sorprendentes.
Recorrió la ciudad y la provincia de Buenos Aires en transporte público cargando bolsas y mochilas de VHS. Cinéfilo por herencia, al principio buscaba las películas de terror que veía de chico. Pero pronto la cantidad de VHS fue aumentando hasta llegar a los 8.000 que hoy tiene distribuidos ordenadamente por toda su casa.
-¿Cómo surgió la idea de coleccionar VHS?
-Mi familia tenía un videoclub en Caballito durante los 90 que se llamaba “La Nave”. No duró mucho porque entraron varias veces a robar y mis padres decidieron cerrarlo. En esa época yo tenía una pequeña colección de películas de terror, alrededor de 25 VHS. Y de grande las quise volver a tener. Me quedó cierto cariño por el formato.
En un principio, Raro VHS fue un blog donde Sema compartía información sobre los videos que juntaba. Las cajas pronto desbordaron su monoambiente y mandó una parte de la colección a lo de su madre. Años después, cuando con su esposa pensaron en mudarse, pusieron una condición excluyente: que tuviera espacios para colocar bibliotecas hechas a medida para sus VHS.
Así fue como consiguieron su actual departamento en Monte Castro, donde mandaron a construir seis bibliotecas de estantes profundos que permiten archivar hasta cuatro filas de videos. Hay películas arriba de la puerta de entrada, en el living e incluso en el dormitorio. Todos están ubicados prolijamente y de manera tal que siempre sabe dónde está cada uno.
En el living está la biblioteca más grande, frente a dos televisores (uno de tubo, en sintonía con las películas) y siete videocaseteras. Orgulloso de su colección y mientras muestra los diferentes sectores, Sema explica:
“Todas están en orden alfabético. Hay una parte, por ejemplo, donde están las de terror que empiezan con las que tienen cajas de cartón y después las de plástico. Al lado están las infantiles, las películas argentinas editadas en otras partes del mundo y arriba las sagas famosas: Rocky, Rambo, Robocop, Star Wars, entre otras”.
-¿Sabés exactamente qué títulos tenés? ¿Podés ubicarlos fácilmente?
-Creo que sí. El criterio que usé para ordenarlos es por título con el que se editó en Argentina. Empecé a catalogarlo, pero es interminable. Trato de tenerlo ordenado porque lo que diferencia a un coleccionista de un acumulador es justamente eso: saber dónde está cada cosa. De hecho, a veces tiro material que no considero valioso. Lo gracioso es que sacamos una caja con VHS a la calle y la gente los agarra.
-¿Por qué hay una especie de resurgimiento del formato?
-Puede ser por melancolía. La nostalgia por recrear la escena de alquilar una película y verla en tu casa. Después hay distintos motivos: al que le gusta más cómo se ve, los que quieren conseguir determinadas cosas que no están en otro formato y también gente que colecciona por las tapas.
-¿Es un fenómeno que se da especialmente en Argentina?
-Es en todo el mundo. En Estados Unidos e Inglaterra, por ejemplo, es muy fuerte. Hay libros sobre el tema, proyectos de editores que vuelven a sacar películas en video. De todo.
Cuando Sema empezó a coleccionar solo conocía a dos personas que hacían lo mismo en Argentina. Al poco tiempo se dio cuenta que muchas ediciones de los 80 no estaban en DVD y que algunas eran difíciles de conseguir digitalmente. También notó la falta de información sobre películas de culto y de clase B.
Así fue como pasó de juntar películas que le gustaban de chico a crear un blog para rescatar material perdido. El furor inicial se trasladó a las redes sociales y se sorprendió con las repercusiones. “Hay un resurgimiento de lo retro, como con los casettes o los vinilos. Por ejemplo, a la gente le gustan mucho las publicidades de juguetes porque los conectan con la infancia”, insiste.
-En redes sociales también compartís archivo de televisión.
-Sí, voy digitalizando para compartir lo que me parece interesante y hay archivo de TV. Algunas son grabaciones que la gente hacía en su casa y una vez que las digitalizo, las descarto porque sólo guardo los originales. Había canales que regrababan los VHS y así perdieron muchísimo material. Por ejemplo, Narciso Ibañez Menta hacía ficciones de terror y casi no hay registros.
Charly, días de sangre (1990) [bot/autopost del sitio. Se agradece visitar sin adblock: https://t.co/kwP1u0emud] https://t.co/V8ZGovp0cC #vhs #rarovhs
— RaroVHS 📼 (@RaroVHS) March 23, 2020
-¿De qué programas fuiste recuperando?
-Tengo bastante de Televisión Registrada (TVR), que a su vez es un programa de archivo, entonces conseguís cosas que de otra forma no están disponibles. También de Las patas de la mentira, que conducía Lalo Mir en los 90′ y una vez me regalaron una caja con todos videos de El Palacio de la Risa, de Gasalla.
-¿Cuál es el mayor hallazgo?
-Uno lindo fue hace dos años con la presentación de Frank Sinatra en Argentina en 1981. Lo compré por MercadoLibre de alguien que no sabía que lo tenía. Hasta ese momento solo había pequeños fragmentos y conseguí la grabación con entrevistas en la previa a personalidades del cine y de la tele que fueron como invitadas al show.
-¿Cómo te diste cuenta al comprarlo que podía haber material valioso?
-Por las cajas noté que eran grabaciones muy antiguas. Imitaban el formato de lo que era un libro. También tenía la visita del Papa y otros programas de la época.
-¿Eso fue lo más viral que publicaste en las redes de tu colección?
-No, no siempre lo más raro es lo más viral. A veces hay cosas que a la gente le causan gracia, no son tan antiguas, pero como no se las acordaban se comparten más. Hay mucho material de principios de los 2000 cuando YouTube no estaba tan fuerte como hoy en día.
Con la aparición de las plataformas de streaming, se terminó una larga historia en la lucha de formatos. Los VHS reinaron entre los 80 y principios de este siglo imponiéndose sobre otros como el Betamax y Video 2000, pero su dominio finalizó con la aparición del DVD. Hoy en día no se producen más videocaseteras, sin embargo, las películas en VHS se revalorizaron como objeto histórico. Los precios en las plataformas de compraventa de todo el mundo se multiplicaron.
Un buen día, Cristian Sema se encontró con que su hobby valía mucha plata. Si bien se desempeña como docente universitario, recibe ingresos cuando consultan su archivo y también colaboraciones virtuales a través de la app Cafecito. Pero se encarga de aclarar: “La colección no tiene precio porque no está a la venta”.
-De las películas que tenés, ¿cuáles son las más buscadas por los coleccionistas?
-Las primeras ediciones de Star Wars. Porque después se hicieron retoques a los efectos especiales, entonces buscan la original. Hay otras que se volvieron codiciadas como Terminator, Rambo, Volver al Futuro o Alien 1 porque cuando las reeditaban, los videoclubes las descartaban. También se buscan las que son más raras.
-¿Qué tipo de rarezas?
-Por ejemplo películas argentinas editadas en otras partes del mundo. Yo tengo “Nazareno Cruz y el lobo”, de Leonardo Favio, doblada al inglés con subtítulos en coreano. De Japón tengo películas de la Coca Sarli y “Moebius”, una ciencia ficción de los 60 sobre el subte en Buenos Aires. También está “La búsqueda”, un policial de los 80′ editado para los países nórdicos. Las fui intercambiando con coleccionistas de otros países o comprando por eBay.
-¿Hay películas que solo las tenés vos?
-Hay algunas que si no fuera por mi colección no circularían. Está “Los Enormes”, una película infantil muy bizarra, donde hay superhéroes de talle baja, que se filmó en Gonnet. Otra se llama “Alguien te está mirando”, de ciencia ficción con música de Soda Stereo y Los Violadores. También tengo “Charly, días de sangre”, una de terror con Adrián Suar y Fabián Gianola, que el mito dice que Suar compró todas las copias para destruirlas porque no le gustaba. Yo tengo una.
Joyas del archivo, rarezas, grabaciones inéditas y películas requeridas conviven en el mismo departamento. Cristian Sema y su esposa miran dos o tres VHS por mes del inmenso catálogo del que disponen. Su hijo también despunta el vicio con algunas del sector infantil y, si bien no vivió el auge del formato, valora ver películas incluso cuando no hay internet.
Quince años después de haber empezado a juntar las películas de su infancia, su colección se transformó en un ventana al archivo audiovisual argentino. A esta altura, su historia bien podría ser una película.
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