8 secretos que descubrí cuando empecé a darles libros a mis hijos
De los incontables tips y consejos para incentivar la lectura en los chicos, uno de los más repetidos es que si los adultos de la casa son lectores es más probable que los chicos también hereden el hábito de la lectura.
No estoy muy convencida de que sea cierto. Aunque tampoco de que no lo sea. Lo que sí puedo sostener con un alto nivel de convicción es que los padres que aseguran que sus hijos no leen porque prefieren la play o los deportes, sea que pertenezcan al bando de los que insisten en obligarlos a leer libros o de los que creen que la lectura no aporta nada importante para la formación de los chicos de hoy, tienen la batalla perdida.
¿Cuál batalla? ¿La de hacer que los chicos lean? ¿Es que es obligatorio que los chicos lean libros? Cabe aquí aclarar que "lean libros" no es una redundancia, si tenemos en cuenta que hoy los chicos leen más que nunca, toda la comunicación social está hoy mediatizada por el texto escrito en las pantallas de los celulares y las computadoras.
Entonces, cuando hablamos de "hábito lector" nos referimos a una sola cosa: a la lectura de libros, y si hilamos más fino, también podemos pensar que el concepto refiere a los libros de literatura y no los de texto, los del colegio.
Como a mí me gusta leer y como tuve una infancia rodeada de colecciones de libros hermosos que atesoré y cuidé hasta poder pasárselos a todos mis hijos, soy del bando de los que consideran que estos objetos maravillosos son indispensables en la vida de todo niño. Pero como, por otro lado, no soy fundamentalista de la lectura, ni de nada en lo que crianza se refiere, me cuesta sumarme al argumento de que haya un daño irreversible en la vida de los chicos si no se acercan a los libros. Hay otras cosas en la vida.
Pero pocas cosas tienen el poder de hacernos feliz como una buena historia. Así que si queremos que los chicos descubran la felicidad de leer esas buenas historias por sí mismos –no vamos a estar contándoles cuentos de las buenas noches toda la vida… o tal vez sí- tendremos que descubrir algunas formas de contagiarles nuestro entusiasmo lector.
Descubrí algunas cosas en estos años, con respecto a mis hijos y sus modos de disfrutar de la lectura:
1.Todo arrancó con unos libros de tela. Cuando eran bebés tuvieron uno con sonidos, otro en inglés de Winnie The Pooh y uno de plástico. Nunca me senté a leerles estos libros pero ellos aprendieron a pasar las hojas, ver los dibujos, tocarlos, morderlos y yo tuve que lavarlos mucho.
2. Después les armé un ricón, una bebeteca. Hay una forma de guardar los libros para los bebés y chicos pequeños que es ordenarlos de frente, como una vitrina. Yo no la usé nunca, siempre en orden tradicional como en cualquier estantería, con el lomo a la vista. O apilados en la mesita de luz. Así ellos mismos elegían el libro que cada noche íbamos a leer. Me enteré de que las bibliotecas para menores de 2 años se llaman "bebetecas", un nombre hermoso.
3. Leer en voz alta es vital. Lo hacemos o el padre, o yo, o les sugerimos que se lean entre hermanos. La lectura en voz alta es hechizante. Todavía, aunque ya están grandes cada tanto lo hacemos. Pero intercalamos capítulos, eso sí y ya no es un ritual obligado para dormirse, es algo que compartimos por pura diversión. Como ver una película juntos.
4.No hay un momento de la vida para hacerse lector. El gusto por la literatura puede despertarse en cualquier momento de la vida. Este año descubrí a un autor argentino, Diego Meret, que en su obra En la pausa (Editorial Mansalva), el primero de sus libros, de tono autobiográfico, cuenta cómo surgió su amor por la lectura: de chico había en su casa un único libro, el Martín Fierro, que habían comprado a un vendedor ambulante que iba casa por casa, un objeto pesado de tapas de madera, que ponían en la mesa del living como un adorno. "El televisor se apagaba y por unos segundos quedaba un puntito blanco en el centro de la pantalla. Y yo me levantaba en busca de la cajita extravagante... Sin dudarlo, le pedía permiso a mi madre y la sacaba del mueble del living sobre el que estaba como adorno… y me ponía a leer.", cuenta.
5. La escuela puede incentivar o matar el interés por la literatura. Cuando mi hijo mayor entró en el secundario y vio que tenía que leer por obligación pasó lo que tenía que pasar: dejó de leer por iniciativa propia. En cambio con el más chico nos hicimos fanáticos de Margarita Mainé gracias a la escuela que en tercer grado puso en el programa Días de playa, el primero de los libros de la colección Las aventuras de Fernán. Fue tan divertido que no paramos hasta completar la colección y hasta encontramos en Google el mail de la autora y mi hijo le mandó un mensaje para pedirle que escriba más aventuras de este personaje.
6.No hay chico que se resista a una linda librería o a la Feria del libro. Visitar librerías, incluso aunque no compremos nada es divertido, sobre todo aquellas que tienen armados rincones para sentarse, poder sacar los libros de la estantería y hojearlos en el lugar. A la Feria del libro, al la Feria del libro infantil y juvenil, al Filba y a otros eventos de lectura vamos, por lo menos una vez al año. Ellos lo piden y ahí sí, volvemos con unos cuantos ejemplares. Mi hija (13 años) encontró el quinto volumen de la saga Tierra de Historias de Cris Cofler (V&R) que lo estuvo esperando por meses, el menor (11) eligió 2 libros de la colección Los Futbolísimos, de Roberto Santiago con ilustraciones de Enrique Lorenzo (Ediciones SM) y el mayor (20) me anunció que este año vuelve a la lectura, se paró frente a la biblioteca del living como perdido y me pidió que le recomiende títulos (yo soy de pasarle biografías de futbolistas, pero ya descubrió que hay otros tópicos interesantes) así que estoy en campaña para visitar la feria con él porque nada más lindo que el olor de un libro nuevo.
7. Mejor libros de buena calidad que muy lujosos como obras de arte. No me fue bien con los libros ilustrados por Lacombe (Edelvives). Son piezas hermosas que me resultaron más objeto de deseo para mí que para ellos. Le regalé Madama Butterflya a mi hija y una amiga le regaló Alicia en el País de las Maravillas, pero ella jamás los agarró, le resultaron demasiado pesados para leer y no tiene lugar en su biblioteca para exhibirlos. Igual no es motivo para no sucumbir a joyas como estas, apoyo todo lo que sea editado por Edelvives y mucho más lo que venga de la pluma de Benjamin Lacombe.
8. Les leí cuentos a un grupo de invitados durante un pijama party. Una noche recibi a 3 chicos de Perú en casa que venían a jugar un torneo de fútbol en la categoría de mi hijo más chico. Eligieron dormir los cuatro juntos en colchones en el comedor, era como un pijama party pero tenían que dormir temprano para entrenar a la mañana siguiente así que no daba el clásico peli y pochoclos. Mi marido propuso leerles un cuento, yo pensé que a los 10 años iban a decir que no, más por vergûenza que por otra cosa, pero todos se anotaron. Ofrecimos terror o fútbol, y también que eligieran narrador. Ganamos el fútbol y yo. Después me tomé el atrevimiento de un besito a cada uno antes de dormir y foto directa a Perú para los papis ansiosos via whatsapp. Conclusión: no hay que tener prejuicio y preguntarles, porque después de todo ¿a quién no le gusta que le lean un cuento antes de dormir?
Qué opinan los especialistas: los beneficios de la lectura en la infancia
Nobleza obliga, llegó el momento de aclarar que la lectura en la infancia tiene beneficios comprobados según distintos estudiosos del tema. En una investigación reciente elaborada por la plataforma de venta de libros online Book Depository "Los libros como plataforma de despegue para los niños" se destacan los estudios de la investigadora Jessica Logan de la Universidad de Ohio State, quien descubrió que "cuando llegan al jardín de infantes, los chicos a los que les leyeron un librito por día llegan con 1 millón y medio de palabras más que los chicos a los cuales nunca les han leído". De dicho estudio se extrae que las palabras funcionan en la mente como "piezas para poder pensar", y que la cantidad de palabras es fundamental en cuanto a la riqueza y posibilidades que aportan".
En el mismo documento, la doctora en Educación Melina Furman subraya que "Un aspecto esencial para tener en cuenta en estos procesos es la paciencia. De acuerdo a los aportes de la psicología cognitiva, (Stanislas Dehaene, "El cerebro lector"), en la lectura hay un área del cerebro que identifica formas y otra que identifica sonidos. Por eso en los niños, mientras hacen su proceso de aprendizaje, se puede observar que, un día, 'de repente', empiezan a leer. Es cuando se produce la conexión entre ambas regiones del cerebro".
Asimismo, la experta recomienda: "Es importante que el hábito de la lectura se genere desde el disfrute y no desde el mandato, que puede generar trauma o angustia. En este último caso, el niño lo abandonará ante el primer atisbo que sienta de libertad. La lectura puede convertirse en un hermoso momento de disfrute compartido, tanto al leer como cuando nos leen y cuando contamos lo que leímos a otros. En casa es donde se teje el amor por el conocimiento, y esa es una de las grandes oportunidades que permite la lectura".
Durante la Feria también tuve la oportunidad de conversar con Luciana Kirschenbaum, quien , junto con Manuel Rud, es fundadora de Editorial Limonero, una empresa de libros argentina que acaba de resultar seleccionada como mejor editorial de América del Sur y América Central en la 56 Feria del libro de Bologna, premio alentador que la propia presidenta de la Fundación El Libro María Teresa Carbano destacó en su discurso inaugural.
"Es lindo pensar y asociar los libros al goce y no a la enseñanza. Creemos que es una idea de la literatura mucho más potente y durable o, al menos, es lo que a nosotros nos interesa", dice Luciana. "Nos gusta publicar lo que nosotros consideramos libros de calidad literaria, gráfica, visual y manufactura. Nuestros libros apelan al lector niño, al lector adulto y por supuesto apuestan a colaborar en la formación de nuevos lectores. En ese sentido apostamos a ciertas complejidades porque son de alguna manera una forma de ampliar horizontes: lingüísticos y visuales. Nos gusta la literatura que abre mundos. También nos gusta que el texto multiplique los sentidos de la ilustración y la ilustración del texto. Intentamos publicar material que genuinamente sea interesante para niños y grandes y escapar a ciertos estereotipos de 'lo infantil' porque nos interesa ofrecer otro material a ese público. Y también creemos que si el adulto disfruta un libro es más fácil que trasmita ese entusiasmo al niño. Es por eso que nos gusta pensar que nuestros libros se leen 'en vínculo'.
Parece ser que esa es entonces, la gran clave buscada cuando se habla de niños y el gusto por la lectura: compartir. Aunque en sí misma, la lectura sea un acto solitario, su placer, como todo lo que se disfruta en esta vida, será compartido.
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