Colores, materiales, ubicaciones y diseños inspiradores para armar desde cero o renovar nuestro espacio de trabajo en casa
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A CABALLO. Dos caballetes, un tablón de madera (o similar) y listo: habemus escritorio. Y uno bien versátil, que puede desmontarse en segundos o bien convertirse en algo permanente, fijando las partes con clavos. Vale también agregar estantes en la base de los caballetes para sumar espacio de guardado y ganar estilo pintándolo, como hizo el interiorista Alex Smink (en este caso, la tapa, con un vibrante amarillo #6902 de Loxon Interior Mate de Sherwin Williams). ¿Otra opción? Saltar directo al modelo terminado: esta versión turquesa ($8.500) es de Wood Market, al igual que la silla de madera de paraíso ($3.045).
EL LADO OSCURO. Impensado pero eficaz, un fondo negro puede agregarle distinción y carácter a nuestro rincón productivo. Aquí, dos ejemplos inspiradores: la propuesta estética de la firma danesa Monograph, que plantea una pared en negro mate como base para que se luzcan bellos objetos con cierta reminiscencia retro; y el espacio de Milagros Castillo en la edición 2016 de Estilo Pilar: el cancherísimo estudio de un fotógrafo, donde no solamente las paredes, sino también la gran lámpara (La Feliz) las cortinas y las sillas siguen la misma tónica.
ONDA EXPANSIVA. Entre la barra y la biblioteca, el dueño de casa vio la oportunidad. Una mesa de madera pintada de blanco para mimetizarse con la caja, sillas clásicas con lindo respaldo y una selección de obras enmarcadas desplegadas de pared a pared se integran plácidamente con resto del departamento.
ENFUNDADO. Modelo sutil, bastó una mesa y un estante a tono en lapacho macizo. ¿El toque distintivo? Las fundas de las sillas, de lienzo teñido a mano en alegre rayado (Casa Almacén). Una buena –y sencillísima– forma de sumar color a lo que ya tenemos y darle versatilidad: basta con cambiar las fundas para renovar por completo el sector.
MÓVIL. Atención a la más flamante colección de oficina y home office de la firma danesa House Doctor, que declara la funcionalidad como ley primera. Una liviana mesa de chapa como superficie de trabajo, y espacio de guardado separado, de la mano de un practiquísimo mueble con ruedas: se puede ubicar donde nos quede cómodo mientras trabajamos, y guardar debajo del escritorio cuando no está en uso.
DOBLE ALTURA. Aprovechando la generosa altura del techo, la dueña de esta casa ubicó una baulera sobre el área de trabajo. Movida maestra para lograr una mesa despejada, pero con fácil acceso a los materiales más ‘desprolijos’: láminas, cajas con útiles y carpetas de archivo quedaron a una breve escalera de distancia. Con una paleta en estricto blanco y negro, el efecto de pulcritud se multiplica.
RINCONES INESPERADOS. Basta un poco de ingenio para convertir un lugar de paso en un espacio de trabajo. Con ustedes, dos ejemplos: a la derecha, un rincón en el descanso de la escalera, transformado con una sencilla mesa de petiribí con cajonera de laca beige y sillas de lenga curvadas; y debajo, un pasillo, más amplio, con una biblioteca baja que sigue la curvatura de la baranda, y una generosa mesa de madera sostenida por caballetes laqueados.
LA NACION