6 típicos estereotipos que limitan a tus hijos e hijas
Ni el valor primordial de las niñas reside en su poder reproductivo, ni el valor de los niños se encuentra fundamentado en su inteligencia. Ni ellas tiene que ser cariñosas, buenas y obedientes, ni ellos tienen que ser violentos, fuertes, y con capacidad de liderazgo. "Los hombres no lloran", aunque parece arcaico, todavía se escucha. Lo mismo pasa con "las niñas son más sensibles", "no llores que te pones fea", una peor que la otra.
Repasamos algunas otras: "Las niñas juegan a las muñecas, los niños a la pelota"; "las nenas juegan a la cocinita y las muñecas", "los niños juegan con la pelota y los autitos"; "Llevar las uñas pintadas y el pelo largo es de niñas"; "No seas marimacho", cuando una nena quiere jugar un deporte tradicionalmente masculino; "Peleas como una niña", a un niño; "A las niñas no se les pega", ¿acaso a los niños sí?
Desde una mirada antropológica, la especialista en género y antropóloga Laura Masson introduce una lectura indispensable para explicar por qué los roles de género son construcciones sociales (y no vienen dados de manera innata). Y lo hace a través de una acertada síntesis del libro Sexo y Temperamento en tres sociedades primitivas de Margaret Mead, publicado en 1935 (mucho antes de que apareciera la noción de género), referencia clásica de la antropología para pensar en los roles sexuales y cómo estos pueden variar de acuerdo con cada sociedad.
"En 1935 Margaret Mead muestra a través de su trabajo de campo en 3 sociedades primitivas, cómo lo que se considera que es propio y natural de la personalidad de varones y mujeres tienen que ver con lo que denomina "temperamento humano", demostrando cómo las personalidades masculinas y femeninas se tratan de variaciones del temperamento humano fuertemente condicionadas por cada sociedad". Margaret enumera las características principales de las 3 sociedades primitivas analizadas, y encuentra diferencias: en una, los hombres son violetos y las mujeres cariñosas, en otra ambos son maternales, y en la tercera analizada encuentra que las mujeres son más violentas y los hombres más maternales.
Su hallazgo de investigación pone un freno a la idea de que los roles de género son algo natural, demostrando que se tratan de una construcción social, que en diferentes culturas pueden no ser compartida. Sin embargo, se sigue escuchando activamente las críticas hacia una mujer o niña "machona", poco femenina, al mismo tiempo que se critica a los hombres y niños que son poco masculinos por llorar mucho, tener miedo, hablar dulcemente o elegir jugar con muñecas antes que jugar al fútbol.
¿Cómo afectan el desarrollo emocional, psíquico y físico este tipo de mandatos al momento de criar a niños y niñas?
Volviendo a nuestros días, Vanesa Paola Elias, psicóloga experta en género, asegura que "hasta hace muy poco la primera educación estaba basada en condicionamientos sexistas: las nenas juegan con muñecas, los nenes juegan con autitos, las nenas visten de rosa, los nenes visten de azul. Este mandato sexista se trasladó al quehacer cotidiano dentro de las tareas del hogar: las nenas ponen la mesa, los nenes miran el partido de fútbol. De esta manera se limitaba las posibilidades de desarrollo social en función del género y el género estaba absolutamente asociado a la genitalidad, si nacimos con vagina somos nenas y estamos limitadas a labores del hogar y, por supuesto, la única y más grande finalidad: la maternidad. Si nacemos con pene somos nenes y entonces podemos elegir qué ser, siempre y cuando no tenga que ver con tareas de nena, ello compromete nuestra hombría, nuestra masculinidad y nos deja por fuera de nuestros privilegios adquiridos al nacer".
Gracias al acceso a la información, a la evolución del feminismo y a ciertos cambios en la educación tradicional, se ha logrado que muchos de estos roles asociados al género se modifiquen, aunque todavía sigue faltando mucho.
¿Por qué es importante una crianza con perspectiva de género? (y a qué nos referimos cuando hablamos de perspectiva de género) Vanesa lo explica con detalle: podríamos decir que la perspectiva de género es una mirada a nuestra historia, nuestra construcción cultural y nuestras instituciones desde las diferencias de género, lo femenino y lo masculino y cómo esas diferencias condicionan nuestro rol social. La primera institución por la que pasamos es la familia y, por lo tanto, sienta las bases de nuestra constitución subjetiva, construcción de género, auto percepción y rol social. Es por ello por lo que, una crianza con perspectiva de género es la opción más saludable en términos psicológicos".
Por su parte, la psicóloga María Soledad Mellana explica que "asumirse hombre o mujer, desde el psicoanálisis, implica una serie de operaciones psíquicas y que el sexo biológico no determina el hecho de que una persona se sienta mujer u hombre", y que "la sexualidad es una construcción y con el aporte de los estudios de género es posible pensar formas diversas de desarrollo de la psicosexualidad que, no necesariamente entran en el campo de la psicopatología".
A su vez, Mellana entiende que una crianza con perspectiva de género debería apuntar a que "los mismos padres puedan revisar sus condicionamientos de género y en qué medida estos se plasman en la dinámica familiar", y explica que "no se trata solamente de educar para visibilizar determinadas prácticas sexistas, sino de trabajar en los atravesamientos inconscientes que los determinan como madre y padre en relación con ese hijo o hija en particular".
Y, por último, agrega que "en las entrevistas con padres, puede escucharse cómo los estereotipos de género influyen limitando la posibilidad de respuesta subjetiva de éstos para con sus hijas e hijos y cómo ello puede ocasionar sufrimiento psíquico (en niñas y niños), el cual muchas veces está entramado con el motivo de consulta". Recuerda el caso de un niño donde se evidenciaba la falta de contención afectiva de su padre. Al indagar respecto de este punto, cuenta que el padre mencionaba frases tales como: "Es un maricón", "De eso que se ocupe la madre".
Entonces, ¿qué frases y conductas deberíamos evitar en una crianza no sexista? Elias se encarga de enumerarlas:
- Todas aquellas que asocien juegos a género (las nenas no trepan árboles, los nenes no juegan con muñecas)
- Todas aquellas que asocien ropa a género (las nenas no pueden usar colores azules o estampas que entendemos como masculinas)
- Todas aquellas que asocien los quehaceres domésticos al género (las nenas ponen la mesa, los nenes cambian los focos)
- Todas aquellas que asocien el género a los privilegios (papá se sienta en la punta de la mesa, mamá cocina)
- Todas aquellas que indiquen un futuro condicionado por el género (que se asuma que la nena será mamá cuando sea grande, que se asuma que el nene continuará con el mandato familiar, por ejemplo, en familias que sostienen profesiones de generación en generación)
- Todas aquellas que asocien emociones al género (los nenes no lloran, las nenas son sensibles)
Todo apunta a cambiar la mirada sobre la tradicional crianza sexista y liberar de mandatos que reproduzcan esos lugares comunes que las nenas y los nenes deberían ocupar. Cambiar la óptica antes de ejercer nuestra opinión y autoridad como guías (madres, padres o tutores) y replantearnos si algo de lo que vamos a esgrimir obliga a que los nenes sigan reprimiendo su mundo emocional, y a que las nenas sigan siendo obligadas a reprimir su carácter.
"Desterrar estos mandatos de la crianza, libera a nuestros hijos e hijas de condicionamientos y, en consecuencia, les permite indagar, encontrar su propio deseo en lugar de esforzarse por cumplir el deseo de su madre y padre. Estamos criando criaturas libres y por lo tanto mucho más felices. Ojo, que esto no quiere decir que no existan límites, como mamás y papás tenemos la responsabilidad de tramitar límites que garanticen su bienestar, lo que propongo es que esos límites no estén condicionados por el género, que sean iguales para nenas y nenes", concluye Elias.