THE PICK
“Era un monstruo”, recuerda Matías Meyer, socio de The Pick. En el espacio que eligieron para construir, se encontraba una estructura de hierro y hormigón, inmensa. Una gran apuesta que luego de un año de intensa labor cobró forma de negocio a la calle. Un local de mil metros cuadrados con cocina a la vista, varios salones en desnivel, uno en el subsuelo y dos entrepisos.
“En el corredor del Bajo de Olivos se multiplicaron las edificaciones y creció la densidad de población. Cuando vimos en construcción el edificio y el proyecto de La Palmera, en la esquina de Del Libertador y Corrientes, pensamos que sería un buen polo gastronómico, más teniendo en cuenta que, prácticamente, no había una oferta similar desde el límite de la Capital hasta La Lucila”, explica.
Fue en esa instancia que Meyer y su socio, encontraron su futuro local, pero no en la esquina de La Palmera, sino a media cuadra, sobre Del Libertador, donde The Pick abrió en junio pasado.
A pocas cuadras del Río de la Plata, se ocupan los salones y las sillas con mesas al aire libre. “El público de los mediodías trabaja en empresas de la zona; y a toda hora nos visitan los vecinos, agradecidos por no tener que irse del barrio para salir a comer afuera”, dice Méndez.
El novel local de la familia The Pick Up Market “es un multiespacio con sectores de cafetería, panadería, fiambrería, y restaurante; sin la variedad de productos de mercado que ofrecemos en los otros negocios”. Aunque venden vajilla, vinos, té, café, otras bebidas, fiambres y quesos.
“Tenemos una carta de mediodía y otra de noche, de platos con carnes, pastas, pescados, risottos. Entradas y postres. Los productos para la picada son fiambres nacionales e importados (jamones ibéricos e italianos); quesos de todo tipo, desde duros, como el Pepato, hasta burratas, trenzas y boconcinos. Hay productos artesanales como el pastrón o el lomo horneado. La picada viene con pan, aceite y, según la opción, con aceitunas y pepinillos”. Se ofrecen en tablas de dos tamaños. Hay una de quesos (desde $250) y otras dos que suman fiambres y embutidos, con 10 variedades de producto (desde $250). Conviene pedir una botella de vino, ya que se vende a precio de vinoteca. Vino por copa se ofrece solo uno, a $90. Además, se puede beber cerveza tirada (330 ml, $80). Desde la apertura de La Panadería de Pablo, en agosto de 2016, más las inauguraciones de Carne, Le Pain Quotidien y Lucciano’s, se amplía el nuevo polo gastronómico en el Bajo de Olivos.
Av. del Libertador 2337, Olivos
Lunes a viernes de 8 a 24; sábados, domingos y feriados de 9 a 24
4718-8080
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EL DESARMADERO
“Te podría inventar una historia del viejo. De hecho, con mis socios la pensamos. Nos imaginamos que en Palermo, a principios del siglo pasado, en este lote donde en la actualidad está el bar, había un desarmadero en el que vivía un anciano austríaco con su perro. Se nos ocurrió esa idea, pero nunca nos salió natural el cuento”, se sincera Carolina Ochoa, una de las dueñas de El Desarmadero. El falso relato, surgió para darle entidad al mural que encargaron al artista Alfredo Segatori con la cara de un viejo linyera, el cual ocupa toda la esquina de Lavalleja y Gorriti.
Antes de abrir el lugar, en mayo de 2017, Carolina Ochoa fue la titular de una empresa de marketing y eventos durante 20 años. “Después de viajar y ver cervecerías en el exterior, y de visitar las de Buenos Aires, buscamos un diferencial en la comida.
Al principio pensamos en el tapeo español, pero después fuimos agregando otras preparaciones que nos gustaban”. Para el arranque tuvieron el asesoramiento del cocinero Pablo Chinen.
“La comida para acompañar las cervezas incluye desde croquetas y buñuelos hasta fish and chips y empanadas. Y, aunque me parece que no puede faltar la hamburguesa con papas fritas, no queríamos solo ofrecer la comida que en general se sirve en las otras cervecerías”, explica Carolina. Además, hay sándwiches, tablas de quesos y fiambres.
Las tapas calientes son muy recomendables: la tortilla de papa ($90), las rabas con mayonesa cítrica ($160), la salchicha con pepino agridulce y mostaza en grano ($120), las empanadas de osobuco al Malbec o de hongos y queso ($35), los buñuelos de acelga con salsa alioli ($85) y las croquetas de jamón y queso ($95).
Las cervezas fueron seleccionadas con cuidado. “Hicimos un trabajo de hormiga yendo a visitar a cada productor e invitándolo a visitar el local para que conociera la tecnología de enfriado y circulación que íbamos a utilizar con su producto. Costó lograr la pizarra, pero lo logramos”. Las 20 canillas de cerveza artesanal son de Juguetes Perdidos, Belsh, Minga, Lumpen, Guira, Bierhaus y Cheverry ($100, la pinta). En botella venden opciones Sin TACC. En el Happy Hour, de 18 a 20.30, la promoción es de $60 la pinta.
El lugar es chillón, adornado con murales, música rock, una pantalla plana de televisión y el bullicio de la gente que circula hacia el salón y sube a la terraza. En el primer piso hay gradas, espacio para tomar un trago de pie y un beer truck que despacha bebidas los fines de semana.
Gorriti 4295, Palermo
Lunes y martes de 18 a 1, miércoles y jueves de 18 a 2, viernes de 18 a 3, sábado de 13 a 3 y domingo de 13 a 1
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FARADAY
Hernán Callari se identifica con la cultura surfer. Lleva colgado un dije de hueso de ballena que trajo de Hawái. Un recuerdo de cuando practicaba bodyboard y vivía en Costa Rica, donde trabajó por primera vez en gastronomía. “Fue el día que cumplí 23 años, en San José, en una parrilla argentina. Me preguntaron si quería estar en la cocina o en el servicio. Yo vi los fuegos, sentí el calor, y sin dudar dije: el salón. Era el día de la inauguración, todavía estaban ultimando detalles para la fiesta de apertura. Ese día trabajé 17 horas seguidas y nadie dejó un peso de propina. Yo vivía con una familia española y al volver a las tres de la mañana, la mujer despertó a los hijos y me cantaron el feliz cumpleaños”. Ese primer día, sin embargo, no fue debut y despedida, sino que continuó trabajando y al volver a Buenos Aires, Hernán continuó en el rubro. Su lugar de trabajo por casi 15 años fue el Gran Bar Danzón.
En 2017, en la barra de su propio emprendimiento, que abrió hace siete meses en sociedad con Federico Vaintraub, relata la anécdota de iniciación. “Quisimos hacer un bar en el que además de beber pudieras comer bien”, explica Federico, quien hizo su experiencia gastronómica en el 878. “Por eso la idea fue pensarlo desde dentro hacia fuera. O sea, comenzamos por reformar la cocina para que fuera cómoda, al igual que la barra. Luego, pensamos qué tipo de comida ofrecer, nutrimos de botellas la barra y, por último, pensamos en el nombre y la decoración”. El lugar es sencillo, de telones rojos, luces bajas, sillones, mesas de madera para compartir o sentarse de a dos. Está en un primer piso, casi escondido, a pocas cuadras del Alto Palermo. Pero el ruido de la calle no se escucha en el bar, solo la música funky, soul e indie rock.
La carta de comida presenta originales propuestas para picar o cenar y la realizó Julieta Oriolo (La Alacena). El tapeo se sirve en platitos de losa y consiste en huevos rellenos con clara frita y salmón gravlax ($95), langostinos marinados en salsa de soja y pescado, cilantro, jengibre y mayonesa de lima ($170), jalapeños rellenos con queso de cabra, ricota y chutney de tomate ($90), bruschetta de paté casero, hinojos caramelizados y pickles de pera ($100), alitas de pollo marinadas en jengibre, soja y miel ($130). Un hit: las croquetas de maíz, puerro y verdeo ($105). Para beber, sirven cervezas (desde $80), vinos (por copa desde $70) y tragos (desde $120). El happy hour es un hallazgo, porque no es el clásico 2 x 1. Se celebra por dos horas a partir del horario de apertura.
Bulnes 2022, Palermo
Martes a viernes de 19 al cierre, sábado desde las 20
4822-1673
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HACHE
“La picada es una excusa”, dice Nicolás Hurtak, dueño de Hache. “Es un motivo para probar vinos de pequeños proyectos enológicos de nuestro país. Es lo que quiero transmitir a quienes visitan el bar: que existen propuestas de calidad que igualan las de las grandes bodegas.”
Se suele escuchar que detrás de cada vino hay una historia, y en pocos minutos Nicolás resume tres: la del enólogo estadounidense que en Mendoza elige una por una las plantas con las que elabora su vino; la del zorro que ahuyentó a las liebres del viñedo neuquino, cuya imagen ilustra una etiqueta; o la de su propia producción, que realiza desde hace siete años, trabajando en equipo con un bodeguero.
El espacio gastronómico es un bar de pocas dimensiones, con mesas para compartir, muebles reciclados y ambiente relajado. De la vinoteca a la vista (no refrigerada) se puede comprar para llevar o sentarse a disfrutar in situ. “Hache nació a partir de la pasión por el vino, con la idea de quitarle ese esnobismo de que para disfrutarlo hay que saber o hacer cursos. El vino es una bebida nacional a la que tenemos que quitarle el marketing de exclusividad, porque todos podemos acceder a un buen vino, solo se trata de encontrarlo”.
Hace tres años, en un evento, Nicolás (que planea realizar la carrera de sommelier) conoció a tres productores de quesos, fiambres y conservas de Tandil. A ellos los convenció de traer sus productos a Buenos Aires, para poder ofrecerlos en H. “La idea fue trabajar juntos para lograr una buena picada”. Así es que en H se pueden probar los sabrosos chacinados de Las Dinas, quesos Tradición Inza, chutney y confitados de vegetales de Filomena; y, por supuesto, sumar a la propuesta un buen vino. Las tablas tienen cuatro variedades de queso (criollo con pimienta, pepato con orégano, un saborizado con frutas secas y un gouda clásico), pastrón, salame, bondiola y pata ahumada (desde $290). Para acompañarla se ofrecen conservas como champiñones o ajos en aceite (desde $30). También hay sándwiches (desde $140). El pan es de Salvaje Bakery.
En H se sirven vinos nacionales, de partidas limitadas, 45 etiquetas que rotan durante el año. De Fabricio Orlando Wines, Viña Olivia, Bodega XXVII, Las Piedras, 40/40, entre otros. “En general, selecciono vinos fáciles de tomar, poco complejos, pero elegantes. Ofrecemos 10 vinos por copa ($90); de los cuales seis tenemos disponibles en el happy hour a $60 y luego en botella (desde $185). Los vinos son de Mendoza, Salta y la Patagonia.
Ángel J. Carranza 1670, Palermo
Lunes a miércoles de 18 a 24, jueves y viernes de 18 a 1, sábados de 19 a 1
3514-2014
@hachealmacen
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