Con más tiempo para estar juntos en casa, las vacaciones de invierno son un gran momento para explorar el cuarto de los chicos. Vendrá bien preguntarles qué es lo que más les gusta o que quisieran cambiar de ese espacio tan propio y poner en marcha pequeños cambios o concretar esas ideas que venimos postergando por falta de tiempo. Para alimentar la creatividad, te mostramos 15 soluciones cautas, lindas y efectivas.
1. Rincones de lectura: ya sea en una biblioteca que aprovecha hábilmente el lateral de un pasillo y se comparte con los adultos (por orden de altura), o bien en una casita destinada exclusivamente a esa función, tener los libros juntos y ordenados estimula el hábito de la lectura. Solos o como otro juego compartido con los papás.
2. Telón de fondo: un muro empapelado, entelado o pintado le da carácter único a un cuarto: ya sea un romántico paisaje oriental en una habitación súper femenina o la grilla de paradas de un tren lejano en un cuarto con onda industrial, el resultado es de alto impacto. Si elegimos empapelar la pared sobre la que se apoya la cama, podemos saltearnos la cabecera, y usar tonos neutros para la ropa de cama. El día de mañana basta con sacar o reemplazar el empapelado para cambiar el estilo por completo.
3. Cuartos de la selva: los animales son una temática taquillera tanto entre varones como mujeres (de entre 0 y 9, seguro). Por eso son ideales para ambientar cuartos y espacios compartidos, plasmados en accesorios, como en la foto de la izquierda, o en cortinas y empapelados.
4. Efecto nido: en el cuarto de la arriba a la derecha, largo y angosto, el lugar natural de la cama caía bajo la ventana, de pared a pared ¿Conclusión? Estar atentos a todas las medidas y recovecos para encontrar ese espacio que se puede convertir en refugio, y sacarle provecho.
5. Cada cosa en su lugar: para los más pequeños, un canasto de tela blando que identifiquen por forma o color es más que suficiente. A medida que van creciendo, podemos sofisticar la cosa: estas cajoneras con ruedas y frente de pizarra, por ejemplo, incorporan un factor lúdico y dejan que los chicos determinen –y varíen- el criterio.
6. Camarín: no hizo falta poner ni un clavito. La dueña de este PH usó un caño de luz a su favor y lo convirtió en un perchero a la vista donde su hija cuelga los disfraces y vestidos que más le gustan. No solamente los tiene a mano: al hacer circular la colección, se renuevan el color y el clima.
7. Con seguridad: para evitar golpes y quemaduras, las estufas se pueden contener dentro con un mueble (mejor en uno que tenga otra función, como esta biblioteca, y no en uno que sólo tenga el fin de ocultarla, como se hacía antes). En escaleras sin baranda, una red de seguridad temporaria sostenida con tensores ahorra dolores de cabeza y retos constantes. En cuanto a la puerta frente al primer peldaño, el truco está en que a los chicos les cueste abrirla y a los adultos, muy fácil trabarla: así, queda siempre cerrada.
8. Iluminados: cuando son muy chiquitos, es el velador con luz cálida y tenue que queda encendido toda la noche. Una vez que empieza la etapa escolar y van aprendiendo a leer, una buena lámpara junto a la cama facilita el hábito de leer antes de dormir (nada que frustre más una buena intención que la incomodidad). Este modelo con luz puntual y brazo móvil (Fábrica de Luz), además, permite saltearse la mesa de luz.
9. Refrescante: si las medidas del espacio lo permiten, alinear las camas contra la pared deja el centro despejado para que los chicos puedan jugar a sus anchas y brinda un panorama visualmente despejado (o muy artístico, en este caso). Ya que estamos, es el momento de ubicar cajones debajo de la cama (bonitos, porque desde esta perspectiva se ven mucho) o un colchón extra para cuando vienen los amigos.
10. Escondite oficial: la mamá de la dueña del cuarto de la izquierda usó un simple dosel, lo colgó en una esquina del cuarto, y completó el piso con mullidos almohadones. Pero la idea se puede adaptar a cada habitación y su onda: una carpa, una construcción, una tela en un rincón: cualquier truco vale para darle forma a una ‘casita adentro de la casa’.
11. Abrazar el arte: dibujar las paredes encabeza la lista de travesuras más populares, de ahí que incluir un gran pizarrón sea tan habitual en los cuartos infantiles. Podemos comprar uno y colgarlo o, directamente, pintarlo: es económico, divertidísimo y concentra en un solo punto el irrefrenable impulso de los retoños por intervenir cada blanco disponible.
12. Construcción blanda: estos grandes almohadones de gomaespuma forrados (con funda lavable, claro está), se pueden agrupar a gusto para armar una cama y ver una peli, pero también funcionan como gigantescos bloques blandos para construir casitas. Cuando no se usan más, se apilan y se guardan en la esquina: funcionalidad a pleno.
13. Todos contentos: así como cuando equipamos el cuarto del recién nacido llevamos un sillón cómodo para que la mamá pueda amamantar, cuando los chicos crecen un poco, deberíamos conservar la costumbre de tener un buen asiento ‘de adultos’ desde donde poder leer un cuento a la noche, acompañar o charlar sin romperse la espalda en el intento.
14. Amurar: una estantería puede cambiar totalmente de estilo si se le agrega un fondo colorido. En el caso del cuarto que vemos arriba a la derecha, los dueños de casa usaron un mueble blanco sin fondo y le colocaron una placa fina de MDF pintado a rayas atrás: el día de mañana, el motivo puede cambiar –o desaparecer– en un tris.
15. Entelar: una cabecera entelada contribuye con textura y calidez. En tono neutro y sobresaliendo de la cuna, llama a la calma. En su versión rayada y combinada con almohadones estampados, rebalsa de alegría.
¿Qué te parecieron estas ideas?
LA NACION