10 tintos desde $550 para conocer Gualtallary, la región de la que todos hablan
Gualtallary: así de raro suena este distrito de Tupungato, Valle de Uco, que se ha convertido en pocos años en el santo y seño del porvenir en materia de vinos. Gualtallary en boca de un sommelier es sinónimo de excitación y respeto, mientras que boca de los enólogos es una promesa difícil de domar.
En el medio, los consumidores aprendemos a apreciarlo y reconocerlo.
La primera vez que escribí sobre el futuro del Valle de Uco fue en 2004. Entonces, el nivel de detalle que registrábamos sobre la región era, a lo sumo, el departamental: Tupungato ya era decir demasiado. Sin embargo, en los últimos 15 años, y a fuerza de plantar cada vez más alto y en suelos vírgenes –desde 2004 a la fecha creció Tupungato creció un tercio en hectáreas, alcanzando las 10.500– forzosamente los productores empezaron a observar las cualidades de cada rincón del departamento. Y Gualtallary estaba en la boca de todos.
Camino a las montañas
El pionero en la zona fue Nicolás Catena. Él plantó su viñedo Adrianna allá por 1995 a unos 1400 metros de altura. De ese viñedo, llegaron los primeros 100 puntos Parker para la Argentina. Puntos aparte, Adrianna marcó un rumbo que no tardó en replicarse. Hoy Gualtallary ofrece uvas de varios perfiles. Y tiene una explicación.
Gualtallary nace a unos 1.100 metros de altura, donde están por ejemplo, Rutini Wines, Domaine Bousquet, Finca Sophenia y Andeluna entre otros, y los viñedos trepan hasta los 1.600, donde hay un viñedo de Terrazas de los Andes llamado El Espinillo. Ese salto lo hace a lo largo de 10 kilómetros ascendiendo al pie de la Cordillera Frontal. Pero más interesante que eso: en esa diferencia de altura se juegan al menos tres terrazas de temperatura. Desde la más baja, moderadamente fría, a la más alta muy fría. Eso para no hablar de la intensidad de los rayos UV o la diferencia de suelos que ofrece. Sería ponerse muy nerd.
De modo que las 2250 hectáreas que hoy tiene Gualtallary están en un lugar muy diverso. Lo que hace difícil sistematizarlo, pero al mismo tiempo, convierte a la zona en un enigmático lugar para descubrir vinos. Con un último dato: la mitad de esas hectáreas son de Malbec, 15% Chardonnay y 13% Cabernet Sauvignon destinados a la alta gama. De ahí se deduce el peso que tiene en la góndola de los vinos caros.
Para calibrar el paladar en clave ligeramente nerd, conviene saber que todo el Malbec plantado allá cruza en mitades las dos terrazas de temperaturas medias y medias bajas. Sólo el Malbec y por esa razón ya ofrece perfiles bien diferentes.
Todo este rompecabezas es el que enamora a los bebedores de vino. Esta complejidad de sabores es la que hace que, al final de la copa, Gualtallary sea un poco escurridizo pero siempre hechizante. Y esa es razón suficiente como para probar algunos vinos.
¿Qué vinos probar?
- Sophenia Synthesis Cabernet Sauvignon (2017, $1100).
- Rutini Single Vineyard Cabernet Sauvignon (2014, $1150).
- DV Catena Adrianna Vineyard Malbec (2013, $1480).
- Domaine Bousquet Virgen Malbec (2019, $550).
- Ambrosía Precioso Cabernet Sauvignon (2015, $990).
- Benmarco Expresivo Gualtallary (2017, $1278)
- CruaChan Malbec (2016, $890)
- Andeluna Pasionado Cabernet Franc (2016, $1620)
- El Gran Enemigo Cabernet Franc Gualtallary (2014, $1520)
- Benegas Lynch La Encerrada Estate Single Vineyard (2014, $1600)
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