10 estrategias para dejar el teléfono y volver a leer libros
El celular se ha convertido en una parte indispensable en la vida de cualquier mortal. El smartphone todo lo puede, pero también es un gran foco de entretenimiento y distracción.
¿Qué dejamos de hacer cuando pasamos horas con el teléfono? Una posible respuesta es que le dedicamos menos tiempo a la lectura. Según la Encuesta Nacional de Consumos Culturales de 2017, sólo cuatro de cada diez argentinos leyeron un libro en el último año. No vamos a demonizar la tecnología, sino el uso (abuso) que hacemos de ella. Para sacar un poco los ojos de la pantalla del celular, convocamos a siete lectores y elaboramos una lista con diez estrategias para estimular la lectura.
1. Armá una lista de libros que te interesen leer
"Es muy común que cuando uno tiene ganas de leer un libro no sepa bien cuál. De la misma forma que hacemos con las películas es clave tener un listadito", sostiene Tomás Rosner (32), quien a raíz de su fascinación por la lectura abrió la cuenta de Instagram @los_fatales donde sube citas de libros.
A la hora de comprar un libro, Guido Ciafardo (28) busca el listado que confecciona minuciosamente en una nota de su celular. Sus principales fuentes de recomendaciones son blogs como Un libro al día o cuentas de Instagram como @lagenteandaleyendo. Cecilia Fanti (31), escritora y dueña de la librería Céspedes, agrega que el listado facilita el trabajo de los libreros. "Cuando los lectores vienen con su lista, van enumerando y los libreros les vamos contando alguito de cada uno como para acompañar la decisión", destaca.
2. Tomate un café con un buen libro
"Me encanta sentarme en algún café con buena ventana, es un momento que me regalo a mí misma. En general elijo algún libro corto, que pueda empezar y terminar ahí. Lo último que leí en un bar fue Caminar, de Henry David Thoreau. Un ensayito corto y muy lindo, que duró lo que duró el licuado", confiesa Florencia Guzzetti (26), librera de Biblos. Por su parte, Agustina Colombo (29) leyó gran parte de El nombre del mundo es bosque, de Úrsula K. Le Guin, en bares. "Siempre que sé que voy a tener que hacer tiempo salgo de mi casa con el libro que esté leyendo. Soy muy de llegar temprano así que este ítem es clave", subraya.
A Marilina Santero (30) le encanta ir los fines de semana al bar de la librería Eterna Cadencia. Dice que es un espacio ideal para leer, pero no descarta otros lugares. "Hace poco el bar cerraba y yo estaba en las últimas páginas de El impostor, de Javier Cercas. No me aguantaba la intriga hasta llegar a mi casa y me fui a una cervecería a leer. ¡La gente me miraba rarísimo!", recuerda riéndose.
3. Elegí el género de acuerdo a la época del año (o estado de ánimo)
Para Fanti, la elección de un libro depende más con la época de uno que con el calendario en sí. Ciafardo entiende que hay momentos donde uno está más para leer un buen libro de cuentos y otros donde opta por grandes novelas. En verano, momento en el cual tiene más tiempo para leer, Colombo elige novelas policiales que puede devorar en días.
"En general leo varios libros a la vez, siempre de distintos géneros. No leo dos novelas juntas, pero sí las mezclo con cuentos, poesía, filosofía o lo que sea. Es una manera de no aburrirse, y lo lindo es que de pronto encontrás relación en todos esos libros, siempre tienen algún punto de conexión que te hace querer volver a uno y otro nuevamente", relata Guzzetti.
4. Optimizá el tiempo en el transporte
Los lectores consultados consideran que el transporte es un lugar ideal para leer y por eso, siempre salen de sus casas con un libro en el bolso. Ciafardo aprovecha cada viaje en colectivo o subte para avanzar con la lectura del momento. "Como ir en subte a la hora pico es inhumano, elijo el tren que no es ruidoso y en general, hay espacio para leer sin hacer contorsionismo. El embole de un viaje largo se transforma en un momento copado", enfatiza Rosner.
La escritora Claudia Piñeiro (58) viaja mucho por trabajo, pero no por eso baja su ritmo de lectura. "No puedo leer en un auto o en un micro porque me mareo, pero leo mucho en el tren y en el avión", sostiene. Cuando prepara la valija siempre lleva dos o tres libros.
5. Leé antes de irte a dormir, así sean tres hojas
Para Fanti, la mejor manera de terminar el día es leyendo un buen libro. "Me quedo dormida prácticamente siempre con un libro arriba mío. Desconecta mejor con el día que mirar el celular o una serie corta", concluye.
6. Anotate en un club de lectura
Santero es investigadora y como parte de su trabajo pasa gran parte del día leyendo publicaciones científicas. Para estimular otro tipo de lectura, se anotó el año pasado en el club de lectura de la Biblioteca Nacional y le encantó. "Lo super recomiendo no sólo porque me armó una guía de lectura, sino también por lo interesante que fue trabajar en grupo y discutir de los textos. Aprendés a leer distinto y me sumo mucho como lectora. También participé de clubes de lectura online en Facebook y seguí otro a través de un podcast".
Colombo coincide que el club de lectura al que concurre hace dos años y medio es un espacio fundamental para estar conectada con los libros y lograr una actitud completamente distinta al encarar uno. "Leímos miles, pero recomiendo mucho: Pantalones azules (Sara Gallardo), Distancia de rescate (Samantha Schweblin) y La virgen cabeza (Gabriela Cabezón Cámara)".
7. Si estás hace 10 minutos sin saber qué ver en Netflix, ¡elegí un libro!
¿Cuántas veces te encontraste navegando por la página de inicio de la app tratando de encontrar algo para ver? La recomendación es que sólo abras Netflix sabiendo qué querés ver y que le destines un tiempo proporcional.
Ciafardo cuenta que tardo años en empezar a mirar series por miedo a que le quitase tiempo de lectura, pero supo entender que podían convivir los dos mundos. "A la noche no suelo leer porque tengo sueño, miro un capítulo de una serie por vez", aclara.
La irrupción de Netflix disminuyó la intensidad de lectura de la autora de Betibú yLa viuda de los jueves. Rápidamente, subsanó el problema. "En una época, con Ricardo [Gil Lavedra], mi marido, nos obligábamos a leer un capítulo de un libro y después veíamos una serie", revela Piñeiro.
8. Alejá el celular y la computadora cuando leas
Para leer, hay que generarse un ambiente adecuado y tener el celular o la computadora cerca atenta contra una buena lectura. "Es fundamental para la concentración. Desolador cuando volvés y hay una cantidad inaudita de notificaciones, lo cual nos da motivos suficientes para volver al libro", subraya Fanti.
9. Elegí un libro con un amigo y léanlo para comentarlo
Así como hay amigos que se anotan juntos en el gimnasio para motivarse a hacer actividad física, también hay quienes hacen lo mismo para estimular la lectura. Piñeiro se suma en agosto a un grupo reducido de amigos que se juntan a leer clásicos de la literatura. El libro elegido de este mes es Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
"Algo que sale mucho es el préstamos entre amigos. Yo leo algo, te lo presto, vos leés algo, me lo prestás. Después tenés dos libros para comentar, y la posibilidad de reducir gastos que, en época de crisis, no es menor", señala Fanti. Esta es una estrategia que disfruta practicar Colombo con sus amigos. "Me gusta mucho prestar libros (a amigos que sé que los devuelven, obvio) eligiendo especialmente el título para la persona. Me gusta después comentarlo y ver si le pasó lo mismo que a mí al leerlo, si percibió algo que yo no, si le aburrió o se lo devoró", comenta.
10. Si no te gusta un libro, ¡cambialo!
Este es un punto sustancial en el cual todos los lectores coinciden. "Hay libros que no están hechos para uno, o por lo menos, no son para uno en ese momento y está bueno aceptarlo. La experiencia de la lectura tiene que estar conectada con el disfrute y no con el esfuerzo o el mandato de que ‘los libros se leen enteros’", enfatiza Rosner. Fanti agrega: "Habiendo tanto y tan poco tiempo, es fundamental leer cosas que a uno lo interpelen. Siempre abandoné sin culpa aquellos libros que o no me gustaban, o me aburrían".
Yapa: No existe no tener tiempo
Para nuestros entrevistados leer se volvió casi una necesidad vital y siempre encuentran tiempo para hacerlo. Durante un año, Ciafardo se levantó una hora antes de lo estipulado para ir a desayunar y leer a un bar. "Después del laburo ya tenía muchas actividades y no podía darme el lujo de no leer en la semana", confiesa. Esta estrategia del madrugón también la adopta Fanti hasta el día de hoy.
A Santero le gusta prepararse baños de inmersión con buena música, velas y espuma. Hace poco descubrió que, haciendo un poco de malabares, también puede leer desde la bañera.
Piñeiro cuenta que cuando se sube a la cinta para caminar siempre lo hace con un libro. "Alguien puede pensar que me obligo a leer mientras camino y ¡no! Me obligo a caminar y por eso leo: para divertirme mientras camino", relata entre risas.