El último capo mafia que se creía Marlon Brando y del que nadie quiere hablar demasiado
Una visita al pueblo donde apresaron a Matteo Messina Denaro, el capo de la Cosa Nostra, un lugar donde “de eso no se habla”
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“Procura vivir, no para convertirte en un héroe, sino para conservar tu vida”, espetó Don Corleone interpretado por Marlon Brando en El Padrino. Esa parece haber sido la herencia que legó Francesco Messina Denaro, Don Ciccio, a su hijo Matteo.
Francesco nació en enero de 1929 en un pueblo de origen normando en Sicilia, Castelvetrano, cuyos primeros caseríos surgieron en 1154. La iglesia mantiene registros en su parroquia de que la localidad pagó en 1273 sus diezmos al obispo de Mazara. El rey Federico III cedió las tierras al barón Bartolomeo Tagliavia a partir de una usurpación y robo. Un origen premonitorio para lo que viviría en el último siglo. De profundas raíces católicas y tradiciones antiquísimas, Castevetrano (provincia de Trapani, Sicilia) conserva algunas prácticas que datan del 1600, como la Aurora en el amanecer de la Pascua que reúne a una Virgen de luto y un Cristo resucitado en dos puntas de la Piazza del Duomo.
La otra tradición que tiene la misma antigüedad es la fiesta del Sagrado Corazón de María en Marinella di Selinunte, que incluye una procesión de barcas y la celebración a la pesca. Y siguen las fiestas para los locales (algo más de 30 mil), siempre atadas al catolicismo: Santa Rita, San Giovanni Battista, etcétera.
Bajo el encanto bucólico de esta zona del sur italiano subyace una trama subterránea. En enero pasado, fue el epicentro de la conmoción en Italia: su nombre se expandió por las primeras planas de todo el mundo. El Ayuntamiento –que está intervenido desde hace décadas, asociado a delitos mafiosos–, fue el responsable, junto con la policía local, de apresar al último capo de la Cosa Nostra, Matteo, el hijo de Francesco. Castelvetrano despertaba el 16 de enero con frío y nubes, aunque más amable que los enero de otros años, cuando a la clínica Maddalena, un centro de alta especialidad con servicio de oncología de tercer nivel, localizado en vía San Lorenzo, arribó un hombre que los médicos conocían desde hacía un año, derivado del hospital de Mazara del Vallo luego de una operación por cáncer de colon, como Andrea Bonafede, habitante de Campobello di Mazara. Un nombre no inventado, sino perteneciente a un agrimensor campesino que había prestado su identidad a Matteo Messina Denaro.
Vittorio Gebbi, jefe del departamento de oncología, trataba a Andrea (en verdad, Matteo Messina Denaro) desde hacía dos años. Su ficha médica en el lugar se abrió en enero de 2021, sin especificar el día, según constan en copia los registros (los originales fueron secuestrados por la policía). Desde la detención del capo mafia, el médico solo responde por vía oficial las consultas de los medios.
Asegura que “la condición del paciente es grave. Debe completar un ciclo quimioterapéutico para tratar las metástasis hepáticas, de las que fuera operado el 4 de mayo de 2021. El cuadro habla de enfermedad de alto riesgo”. Asistió a más de dos decenas de ciclos de quimioterapia en un par de años. Fuentes que prefieren conservar el anonimato de la clínica Maddalena, donde fue operado en sucesivas oportunidades, aseguran que le quedan “entre uno y tres años de vida”.
Las cámaras de seguridad que fueron ofrecidas a los medios muestran a Messina Denaro ingresando al centro médico Maddalena con un pantalón crema, un gamulán marrón claro con piel al interior y un gorro de lana que le cubre casi completamente la cara. La cercanía con el personal era mucha. De hecho, medios italianos, como La Verità, publicaron selfies que se sacaba con médicos y enfermeras, algunas de las cuales también fueron liberadas por la policía.
La noticia de su arresto voló veloz y despertó expresiones de alivio entre los familiares de algunas de sus víctimas. Recuerdan algunos que solía jactarse de “poder llenar un cementerio” con las muertes que carga. Sin embargo, con el paso de las primeras horas empezaron a emerger algunas dudas. Según la versión oficial, personal de seguridad le pidió identificación a Andrea Bonafede al ingresar al centro médico, el que viene visitando hace dos años casi a diario. Ante el requerimiento de “dígame su nombre”, luego del silencio, siguió el reconocimiento de la realidad ante la repetición del pedido: “Soy Mateo Messina Denaro”.
El personal de seguridad intentó entretener al sujeto mientras llegaba la policía. Denaro quiso escapar por una ventana, pero rápidamente fue reducido. Nadie sabe bien por qué tomó la decisión de develar su identidad con esa sencillez, sobre todo después de la fuerte trama para esconderse que se ha ido revelando cada día desde su aprensión.
De espíritu fenicio
El verdadero Andrea Bonafede, al que todos llaman Capellone (Pelo Largo, como gesto irónico: no le queda ni un pelo en el cuerpo), conocía de niño a Matteo. Sin usar nunca su título de agrimensor, abrió un modesto parque de diversiones llamado Acquasplash, cerrado finalmente en pandemia. Para entonces comenzó a trabajar en la empresa de higiene ambiental de Campobello di Mazara. Con orígenes fenicios, es una locación agrícola especializada en almendras, vides, cítricos y olivos que vieron nacer a todos. En su costa mediterránea se asientan dos locaciones de pesca: Torretta Granitola y Tre Fontane. Las escasas visitas turísticas llevan a la Cueva di Cusa, unas de las pocas canteras greco-siciliana del siglo VII a C. con buena conservación.
Primero Bonafede aseguró que Denaro había usurpado su identidad, aunque ahora, salpicado por la investigación, comenzó a reconocer vínculos que incluyen la compra de propiedades en nombre de Denaro.
Francesco, el padre de Matteo, fue el primer capo mafia del clan Castelvetrano. Cuando aún se mostraba como un agricultor, en 1957 fue investigado por dos asesinatos de los que salió sobreseído ocho años más tarde.
A comienzo de la década del 80, tuvo lugar la segunda guerra mafiosa en Sicilia, con un quiebre interno de la Cosa Nostra, que produjo el ascenso de los Corleonesi. Con ellos en el poder, una serie de alianzas beneficiaron a Francisco Messina, que para entonces se había convertido en el capo mafia del clan Castelvetrano. Durante los 90, Don Ciccio fue sindicado como quien dio la orden de matar al periodista Mauro Rostagno. Con pedido de captura, pasó a la clandestinidad, momento en que su hijo Matteo, nacido en 1962, tomó la posta.
Bajo su mando se sucedieron cientos de denuncias con ejecuciones, secuestros, estrangulamientos, disolución en ácido de sus víctimas (incluido un niño), atentados con bombas… Abrumado por el cercado policial, fue perdido de vista en 1993. El último reporte de su presencia provenía de unas vacaciones con sus hermanos Filippo y Giuseppe. De él se conocía solo una fotografía, la misma que la policía durante estos 30 años sometió a recursos tecnológicos de las diferentes épocas para actualizarla.
El cuerpo de Don Ciccio fue encontrado el 30 de noviembre de 1998, en el campo de Castelvetrano. Falleció de un infarto. Fue localizado por su cuñado, quien acudió a la policía: Francisco estaba con las manos cruzadas y vestido listo para el funeral. Desde entonces, cada aniversario Il Giornale di Sicilia publica un obituario que termina con la firma: I tuoi cari (tus seres queridos). Desde ese momento Matteo pasó a ser la prímula escarlata de la Cosa Nostra, el jefe mafioso heredero de Salvatore Riina y Bernardo Provenzano, sus antecesores.
Durante su tiempo clandestino, mantuvo una larga relación con la francesa Franca Alagna, quien le dio su única hija, Alegra, el 17 de diciembre de 1995. Ésta lleva el apellido de su madre y el nombre de su abuela paterna. Para 2021, Alegra tuvo al nieto de Matteo. Ella no vive cerca de su padre. Localizada por LA NACION revista, solo afirmó que no quiere “ningún tipo de publicidad” y que lo único que lamenta es “no haber tenido el acompañamiento de un padre normal”.
Sus hermanos Salvatore y Anna Patrizia, sus cuñados Gaspar Como (casado con otra hermana de Matteo, Bice María), Feliz Rosario (casado con la hermana de Giovana) y Felipe Guttadauro (esposo de su hermana Rosalia) han cumplido sucesivas causas por asociación mafiosa. La lista familiar de condenados se engrosa con primos, nietos y sobrinos.
La vida de los otros
La calma del sitio donde hasta se conoce a quién pertenece cada perro se ha roto. Campobello di Mazara, con 11.000 habitantes y distante 8 kilómetros de Castelvetrano, el pueblo de nacimiento del capo mafia y epicentro de su clan, responde a la arquitectura típica de la región. Las casas, de hasta tres plantas en su mayoría, presentan tejados rojos desgastados por los años y un ocre claro desteñido por la parsimonia del tiempo en las paredes. Ahora, una decena de puntos están interdictos por guardias o cintas policiales. Desde hace un mes, cada día ha llegado una patrulla de policía fiscal enmascarada con pasamontañas y ha empezado a desgajar las capas de una cebolla que viene creciendo hace 30 años.
Stefano Tramonte, el asesor comunal del pueblo, y Giuseppe Castiglione, el síndico de la localidad, convocaron a una marcha abierta el pasado 25 de enero para que todos los que así lo desearan pudieran decir en voz alta “no a la mafia”. Se trata de palabras que todos los vecinos exhiben de un modo u otro apenas se los contacta. Castiglione ha declarado a los medios locales que “la ciudad vive una pesadilla”. Es que, además de ser el sitio que cobijó a Messina Denaro con un nombre falso por más de 25 años, las sospechas sobre el conocimiento de su real identidad sobrevuelan sobre gran parte de los habitantes.
La elección del pueblo como lugar de cobijo se asienta, según dichos policiales, en el arraigo local de la mafia. Ésta aún incide en los resultados electorales y controla el juego a través de plataformas que dirige Calogero John Luppini (condenado en 2021). De hecho, Salvatore Totò Riina solía decir que la zona de Trapani (que incluye a Campobello di Mazara y a Castevetrano) es “la roca de la Cosa Nostra”. Es la zona que eligieron los dos prófugos anteriores (Riina y Provenzano) para ocultarse más de tres décadas, precisamente protegidos por el último capo: Messina Denaro.
Francesco Forgione es hoy alcalde de Favignana, pero fue parlamentario y es un prolífico escritor analista de la Cosa Nostra. Para él, “Messina Denaro tuvo la sagacidad de moverse sigilosamente –cuenta a LA NACION revista–. Sin mucho ruido, penetró los negocios del turismo, la agricultura, sobre todo de la aceituna Nocellara del Belice. Todos sabían allí quién era él. Pero nadie podía hablar por el sometimiento bajo amenaza. Con sus antecedentes, no se trataba de un vecino al que uno denuncia por ruidos molestos”.
Esto se confirma al caminar por el pueblo. Marcella es propietaria de un quiosco cercano al búnker blindado que encontró la policía luego del arresto y afirma conocerlo: “No sabía su nombre ni quién era, pero era muy amable y educado”. Frente a ella, Fabio es dependiente de una frutería y cuenta que lo vio un par de veces, pero que “desconocía de quién se trataba, nunca le presté atención especial. Era un cliente”. Consultado acerca de qué solía comprar, asegura haberlo olvidado. Las respuestas son idénticas para Roberto, de la carnicería L’Angolo del buon gusto; Rocco, el propietario de Digital Print, y Rosi, de la peluquería próxima.
Otro tema sottovoce en la región es la fuerte presencia de logias de masonería. De las casi cien que existen en Sicilia, 22 tienen sede en la zona. “En Trapani hay un tejido subterráneo de poder en el que se reúnen la policía, la Cosa Nostra, la banca y la política –relata Forgione–, todos considerados como hermanos entre ellos”. La clandestinidad solo fue posible por ese soporte proveniente de todos los frentes.
Virgilio Virgil Sollozzo le dice a Don Corleone: “Necesito un hombre con amigos poderosos. Necesito a todos esos políticos que usted carga en el bolsillo como si fueran centavos”. Es algo que Messina Denaro tuvo por 30 años. Aún se intenta descubrir cómo los perdió.