Tres piezas icónicas. Un suéter, un vestido y una cartera: momentos históricos en los que Lady Di dejó huella
Trascendió a su época de manera genuina, con frescura e inocencia, y también con su estilo
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¿Acaso un ícono de estilo se construye? En esta época de especulaciones y forcejeos inmediatos por ser alguien en las redes sociales, la respuesta puede ser afirmativa. Entonces ¿qué ocurría en las décadas pasadas cuando el tiempo transcurría a la par de los hechos, el costo era otro y el beneficio llegaba de manera más lenta? Sin proponérselo, Diana Spencer, Diana de Gales, Lady Di o Diana a secas se convirtió también en algo más que eso. Trascendió a su época de manera genuina, siendo ella, con su frescura y también con su inocencia. Un allure para nada impostado que supo calar hondo en la historia de la moda.
La oveja negra
Lo que viste Harry Styles siempre llama la atención, además de generar polémica. Y cada look que el cantante usa requiere siempre una segunda lectura ya que es uno de los paladines en quebrar barreras con sus audaces elecciones estilísticas. Sin inmutarse, tiene la capacidad de transgredir los clásicos códigos del armario masculino generando adeptos y hasta incluso promover tendencias y nuevas maneras de sentir, ver y vestir la moda. Y, of course, ingresos millonarios.
Hace unos años su imagen se volvió viral cuando apareció con un chaleco de lana azul con ovejas estampadas que pertenecía a la colección masculina de la firma Lanvin para la temporada primavera verano 2020. De más está decir que agotó la venta en cuestión de horas. El mismo chaleco tuvo la versión maxi cardigan que no corrió con la misma suerte. La cosa es que Styles además de generar ternura con la prenda en cuestión generó otro tipo de comentarios y también recuerdos. Los más memoriosos lo relacionaron, y con mucho tino, a Lady Di en los 80 con un suéter que en su momento también causó revuelo.
Fue a comienzos de aquella década cuando Diana recién nombrada princesa de Gales llamó la atención por lo que tenía puesto, un suéter rojo con ovejas blancas estampadas que usó en dos oportunidades. La primera vez fue durante un partido de polo donde la atención de su belleza y su timidez por el asedio fotográfico que tuvo que tolerar hasta el último de sus días fueron el tema central. En ese momento las ovejas pasaron a segundo plano y siguieron pastando, cashmere.
Pero no fue hasta que lo usó una segunda vez cuando la prensa descubrió un detalle que había pasado por alto. Por aquella época a Lady Di se la podía ver junto a su cuñada y también mejor amiga del momento, Sarah Ferguson, la ex esposa del príncipe Andres. Ella también supo ser parte del acoso de la prensa británica cuando la criticaban por su peso, incluso llegaron a llamarla la Duquesa de cerdo en lugar de la Duquesa de York. Nunca fue vista con buenos ojos por Felipe de Edimburgo quién hasta llegó a vetar su presencia en los actos reales. La pelirroja era considerada la oveja negra de la familia por sus escándalos amorosos. Un día de 1981, Diana y Fergie se divertían juntas cuando la princesa de Gales repitió aquel suéter y la prensa descubrió una oveja negra mezclada entre la nívea manada tejida. Fue entonces que los medios de la época tomaron ese momento como toda una declaración de intenciones y de apoyo a su amiga.
¿De dónde salió ese suéter? Cuenta la historia que la madre de uno de los pajes de la boda se lo regaló a Diana y ella usaba bastante seguido ese diseño de la firma especialista en prendas de cashmere Muir&Osborn. En eso de generar piezas icónicas, a finales de los 80 el suéter llamado Black Sheep fue donado por considerarse una de las prendas que representan a la princesa y forma parte de la colección permanente del Victoria & Albert Museum de Londres.
Venganza con V de vestido (negro)
“La venganza es un plato que se sirve frío” es más que un refrán. Para Lady Di, es, más bien, un plato que también se puede servir caliente, hay que tener cuidado y soplar bien antes de comerlo porque te podes quemar.
El vestido negro es esa pieza por excelencia del guardarropas femenino que las saca de apuro más de una vez. No obstante, más allá de los usos y costumbres, y necesidades, se trata de un clásico adorado y reconocido por millones de mujeres. Y aceptémoslo, hoy en día también por algunos hombres. La creación de Coco Chanel también llamada LBD, en inglés little black dress, es un imbatible, un revolucionario del mundo de la moda de la era moderna. Un auténtico tesoro. Y también un arma, poderosa si las hay. Se trata de una prenda sencilla que se volvió un ícono salida de la cabeza de una mujer icónica y que encontró un espacio y un momento históricos en una rubia, y para nada débil, llamada Diana Spencer, quien supo esperar el momento adecuado para hacer una entrada triunfal. Con un vestido negro. ¿Quién dijo que las rubias son tontas?
Lo que vestimos habla por nosotros y a veces también grita y ensordece aunque nos tapemos los oídos. Y Lady Di, una mujer tímida y de pocas palabras, no necesitó alzar la voz para comunicar lo que tenía para decir. Lo cierto es que contó su verdad a través de un vestido y no cualquier vestido. Aquel atardecer del 29 de junio de 1994 llegó a la fiesta benéfica anual organizada por la revista Vanity Fair, una cena en Serpentine Gallery en los jardines de Kensington de Londres, y se bajó del auto que la llevó, como decirlo… armada hasta los dientes, los cuales asomaron en una sonrisa que podía entenderse como “misión cumplida”.
Fueron suficientes varios metros de gasa de seda drapeada al bies con ruedo apenas irregular, off the shoulders, escote bardot (sí, llamado así por Brigitte Bardot que adoraba usar los hombros al descubierto) y un lazo que flotaba de manera perfecta al andar. El estilismo se completaba con una gargantilla de siete hileras de perlas con un zafiro central, medias traslúcidas y stilettos negros, complementos para nada elegidos al azar. Fue entonces que la prensa del mundo entero comprendió que en Diana las casualidades no existían y las causas guiaban sus actos. Al menos los de ese día en que el vestido negro tuvo un nuevo valor nominal y años más tarde la casa de subastas Kerry Taylor lo nombró como el vestido de la venganza.
A todo esto, ¿por qué venganza y vestido pueden ir en una misma frase? Habían pasado ya dos años de la separación de su marido el príncipe Carlos, y horas antes él había admitido en prime time en una entrevista a una televisora británica que le había sido infiel con Camila Parker Bowles. Aquel día a último momento la princesa de Gales cambió el modosito modelo de Valentino que tenía en mente y la discreción faltó a la cita. Fue la ocasión perfecta para estrenar ese vestido que le había comprado dos años antes a la diseñadora griega Christina Stambolian y que no había querido usar porque le parecía demasiado provocativo. Con este logro se paró en el centro del universo, logró desplazar y dejar planas las declaraciones reales del infiel prince Charles. ¿Ese era su cometido? Nadie nunca lo puso en duda, y hoy podemos admitir que fue viral mucho antes que se inventara el término. Al día siguiente el periódico The Sun publicó la foto de la princesa acompañada de un titular por demás escandaloso: Nunca me rendiré Camilla (I´ll never give up Camilla).
Con su decisión Lady Di le cargó un nuevo significado al little black dress sin dar pena, sin agresiones, sin tener que apelar a golpes bajos feministas escandalosos y mediáticos que muchas veces dejan pendiendo de un hilo la real honorabilidad de las mujeres. Fue un mensaje de libertad y de verdadero empoderamiento. Y también una lección de estilo.
El también llamado “vestido de la libertad” se subastó tres años después por casi 65.000 libras de la época y sirvió para recaudar fondos para la lucha contra el SIDA, una de las causas que la preocupaban y ocupaban. La vigencia y la sutileza de la historia del vestido volvió a ver la luz con la aparición del personaje de Diana en la cuarta temporada de The Crown que llamó la atención de las generaciones millenials. Para poder ver la escena del vestido de la venganza hay que esperar a la temporada 5 donde se recrea la escena y Elizabeth Debicki caracteriza a Diana.
Chanel también había dicho “El lujo debe ser cómodo; de lo contrario, no es lujo”. Aquella vez Diana, princesa de Gales, se dio el lujo de sentirse cómoda con ése clásico femenino y demostró además que classics never ends. Al contrario, pueden ser verdaderas armas letales.
Con nombre propio
Fue la princesa más conocida y querida, y también un auténtico ícono de moda. Su manera de vestirse sumada a su propio lifestyle siempre fueron vistos y analizados con lupa para determinar con precisión si lo que estaba a la vista era tal. Su metro setenta y ocho y su porte le auguraron un estilo único que sin proponérselo trascendió la moda. La sobriedad y la elegancia siempre estuvieron de su lado. Y también las marcas y diseñadores de todo el mundo quienes vieron en ella no solamente una fuente inagotable de inspiración sino también a una embajadora. Eran tiempos más honestos y la profesión de influencer no rankeaba como idea en la cabeza de nadie. Luego de su separación y liberada de protocolos se destacó su costado fashionista y más trendy, y se pudo ver a una Diana más real, más cercana ¿Por fin libre?
De carteras las mujeres saben mucho, y las marcas, entendiendo la necesidad, mucho más. La realeza femenina tampoco le escapa a la cuestión. En términos monárquicos es sabido que, desde hace más de 60 años, durante el día, la reina Isabel II le es fiel al modelo Traviata de la firma Launer, que alterna con un modelo más liviano llamado Verdi que, además de guardar cosas sin valor, le sirve para comunicarse con sus asistentes en público, en un lenguaje que ya no es tan secreto. Con el peso monárquico que tiene su corona y con más de 90 años, Isabel no tiene un bolso en su honor. Su ex nuera, en cambio, sí.
Fue al año siguiente del vestido que lo cambió todo. En septiembre de 1995, en París, el Museo d´Orsay inauguraba una retrospectiva de la muestra de Paul Cézanne con el patrocinio del grupo de moda LVMH junto con Christian Dior y Diana Spencer fue la invitada de honor presidiendo la cena. Durante el encuentro previo a la gala, a modo de bienvenida, recibió un presente de cortesía encargado por Bernadette Chirac, la primera dama de Francia de ese momento, que le encomendó a Gianfranco Ferré, el entonces director creativo de Christian Dior, que la maison le hiciera un regalo más no cualquier regalo.
Fue entonces que el diseñador puso manos a la obra y decidió que la galantería fuera la reedición del modelo Chouchou, un bolso inspirado en Mitzah Bricard, una de las musas más exquisitas, elegantes y sofisticadas de Christian Dior, que hasta ese momento no estaba a la venta. Se trata de una cartera cuadrada, de cuero acolchado cuya trama llamada cannage forma una estampa inspirada en el asiento de las sillas Napoleón III que Monsieur Dior usó en 1947 durante su primer desfile. Además tiene asas cortas y un dije con la palabra Dior deletreada en metal dorado brillante.
Extraoficialmente se sabe que a la princesa el regalo le encantó y lo llevó luego en las posteriores visitas a Birmingham, Inglaterra e incluso durante su visita a la Argentina, en noviembre del mismo año, vistiendo sus tailleurs y vestidos Versace con la cartera en la mano. Está claro que seguía subida a la ola de ser Lady Diana. Un año después de aquel coup de foudre, el bolso salió al mercado bautizado como Lady Dior en un marketinero juego de palabras. Aunque apenas pudo disfrutarlo dos años, no caben dudas que el lady Dior marca un símbolo de estatus en la vida de Diana.