Sucias, rotas y carísimas. El polémico nuevo modelo de zapatillas gastadas que lanzó Balenciaga y cuánto valen
Lejos de la elegancia inicial que tuvo la firma, apuesta ahora por una estética deliberadamente fea y provocadora como sello de esta era
- 6 minutos de lectura'
Con gran tino y acierto bien intencionados las imágenes firmadas por la fotógrafa Patricia Schwoerer con estilismo de Leopolda Duchemin comunican las nuevas zapatillas de manera tan extrema que se asemejan a la versión momificada de un faraón egipcio desenterrado varios milenios después. ¿Acaso parte del primer golpe de efecto es que parezcan reliquias arqueológicas? Puede ser, aunque la verdad es otra. Lo cierto es que en la realidad el nivel de destrucción de las zapatillas desgastadas Paris de Balenciaga no es tan grotesco ni impactante, y los tres modelos, tanto el de caña alta, la zapatilla baja y la versión mule, están sí bastante desgarradas y de apariencia sucia.
Claro está que la inventiva desde la maison no es nueva. Porque en la moda no existen novedades totalmente nuevas y el diseñador de la firma Demna Gvasalia (quien pidió a los medios que de ahora en adelante se lo llame Demna a secas) no está exento de ello. Y él lo sabe. En su momento otras marcas conocidas de zapatillas presentaron modelos de apariencia usadas. La firma italiana Golden Goose avejentó con ganas las ediciones limitadas de los modelos Mid Star, V-Star y Ball Star en toda su superficie menos la estrella lateral que conserva su brillo de purpurina o de cuero metalizado a fuerza de seguir titilando. También las turinesas Superga con el tradicional modelo 2750 Cotu fueron de la partida y desafiaron (apenas, seamos honestos) el buen gusto con modelos que parecían haber vivido la vida a los tumbos. De hecho parte del encanto de esta marca radica en seguir usándolas cuando la goma está manchada a más no poder, la lona no resiste una lavandina más y el dedo gordo asoma saludando al sol entre los hilos de la tela desgarrada. Aunque con el cachetazo de Balenciaga, en realidad lo intentaron porque al lado de las nuevas Paris sneakers aquellas son nenas de pecho.
Recordemos que desde la tradicional casa francesa Demna se instaló el concepto de lo que se conoció como Ugly Shoes, unas zapatillas mastodónticas, grotescas, casi de mal gusto, que causaron furor y horror en partes iguales y que, si miramos atentos, todavía siguen marcando el rumbo y caminando varias calles del mundo.
Volviendo a lo que nos ocupa, aquí y ahora podemos decir que este verdadero clásico renovado, las zapatillas Paris, son una revolución que carece de evolución.
¿Dónde quedó la elegancia original que supo imprimirle Cristóbal Balenciaga a sus diseños durante los años 40, 50 y 60? El diseñador marcó el ritmo de una época y hasta le dictó el paso a sus colegas de aquel momento y, ni que decirlo, también a los de hoy. Era imposible no sentirse influenciado por las líneas de sus vestidos con siluetas que le hacían honor a la femineidad de las mujeres de aquel entonces. Hablamos de uno de los legados más fuertes y más reconocibles donde el vestido túnica y el vestido balloon son apenas dos de sus más trascendentes creaciones. En sus albores dentro de Balenciaga, en el 2015, las carteras de la primera colección del gregoriano Demna, hasta ese momento un auténtico desconocido para la industria de la moda, eran réplicas de los bolsos para hacer las compras o copias de aquellas rectangulares que sirven para guardar los acolchados (eso si, de un finísimo cuero de oveja cuyo valor llega a las 4 cifras). Además se hizo famoso por vender ropa que parecía usada, de cotolengo o de feria a precios exorbitantes cuando diseñaba para Vetements, su propia marca hoy a cargo exclusivamente de su hermano Guram. Un simple buzo de algodón con estampa costaba más de 600 euros e incluso llegó a una Gala del Met. La estética fea y la controversia son parte central del espíritu de esta era de Gvasalia en Balenciaga. De hecho muchos lo acusan de ser demasiado radical en una firma anciana y tradicional. Entonces, ¿debería sorprendernos que la nueva propuesta sean unas zapatillas que parecen bien usadas por el hermano mayor, el del medio y el menor como si se tratara de una tradicional herencia familiar? Hay quienes también relacionan que históricamente el diseñador le da glamour a la pobreza con este potpourri de prendas y complementos inspirados en quienes menos tienen. Aunque requiere un análisis más profundo, decir que no sería faltar a la verdad. Lo cierto es que por obra y gracia del marketing y las redes sociales la viralización de estas zapatillas, que a decir verdad nada tienen de novedoso, es un hecho que incluso dio lugar a diferentes interpretaciones. Algunas, por cierto, muy graciosas.
Cuanto más destruidas ¿mejor?
Dicen por ahí que la idea de la marca es mostrar que las Paris son para toda la vida. Digamos que en una primera lectura podemos hablar de consumo responsable y sentirnos bien con el medio ambiente. Aunque si algo sabemos quienes trabajamos en moda es que en el fashion world nada es para siempre, nada es eterno pues se rompería el engranaje que da vueltas a la rueda del consumo. Inclusive las no siempre bien llamadas prendas básicas o de fondo de armario son efímeras. Entonces ¿porqué un par de zapatillas serían para siempre cuando todos sabemos que el tiempo y la humedad provocan estragos y hacen que la suela se pueda despegar totalmente y deje de ser útil aún dando pena?
Con lo que cuestan está más que claro que quien puede comprarlas no es una persona trotamundos que camina los caminos de la vida gastando suelas. Con un ardid extremo y una nueva reinterpretación del lujo, lo que también provoca revolución en este asunto es lo que cuestan. Con valores que arrancan en los casi 500 euros y se elevan hasta los 1500 con un plus: el estandarte exclusivo es que por ahora solamente existen 100 pares en blanco y en negro para la compra online. Es decir que en este momento coleccionistas, fashionistas y fanáticos están haciendo la compra, y lo más probable es que cuando usted termine de leer éste artículo ya estén sold out.