Campeón, ¿se nace o se hace? Las fórmulas de los deportistas exitosos
Un análisis de porqué algunos deportistas llegan tan lejos y otros, con similar o mayor esfuerzo, se quedan en el camino. ¿Qué se necesita para ser campeón?
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Vivimos oyendo y leyendo mensajes empoderadores que ayudan a confiar en uno mismo, a no rendirse, a ir por más siempre. El poder de la mente, la importancia de sentirse capaz, el culto a la perseverancia, son algunos ejemplos de cuestiones que hoy día cobran un gran significado y parecieran asegurar que todo es posible con ganas y esfuerzo.
¿Pero es realmente así? ¿Todos los sueños pueden hacerse realidad si se tiene el coraje de perseguirlos con esfuerzo y compromiso? Lamentablemente, en el ámbito deportivo, no siempre.
Esto no quita que se pueda soñar en grande, pero entendiendo que cada deportista tiene un techo, muchas veces determinado por patrones genéticos.
En la mayoría de los deportes, el somatotipo tiene un rol protagónico en el desempeño. Es decir la estructura física con la que se nace. Claro que hay posibilidades de modificar la composición corporal, hasta cierto punto. Se pueden disminuir o aumentar tejidos grasos, subir o bajar de peso, sumar masa muscular, fuerza y flexibilidad. Pero no se puede, por ejemplo, modificar el esqueleto. Esto significa que nuestra altura y peso mínimo o máximo saludables tienen un tope. Y estos valores inciden notablemente a la hora de destacarse en determinadas disciplinas.
Vamos a ejemplos concretos: un jugador de básquet de baja estatura no tiene muchas chances de sobresalir a nivel nacional o internacional. Lo mismo le sucede a un maratonista pesado: para correr largas distancias es mejor ser liviano. No así para completar pruebas atléticas cortas. Por esto, los velocistas y los lanzadores poseen físicos más voluminosos y musculosos que los fondistas, y por su desarrollada masa muscular son mucho más pesados. Esto tiene que ver con que la velocidad está altamente ligada a la fuerza, y la fuerza, a la masa muscular.
En líneas generales y dejando las excepciones a un lado, los cuerpos más pesados y musculosos pueden realizar movimientos más veloces en tiempos cortos, y utilizan un sistema de obtención de energía cuyo sustrato principal son el ATP y el glucógeno dependiendo de la intensidad y la duración. Para esfuerzos de duración prolongada donde prima la resistencia, las grasas son la principal fuente de energía. Y se destacan los atletas livianos. Por esto, el récord mundial de maratón, Eliud Kipchoge pesa menos de cincuenta y cinco kilos, y Usain Bolt, el mejor velocista de la historia, más de noventa.
Además, existen estructuras a nivel celular que determinan el tipo de fibras predominantes en el cuerpo: lentas o rápidas. Y esto supedita indefectiblemente las habilidades para destacarse en deportes intermitentes, explosivos, o de resistencia. También a nivel celular, hay condiciones que hacen más o menos eficiente el transporte de oxígeno determinando así el famoso Vo2max (consumo máximo de oxígeno), que es la capacidad del organismo de transportar y utilizar oxígeno. El Vo2max se puede mejorar con el entrenamiento, la fuerza se puede mejorar con el entrenamiento. La resistencia, la velocidad, la coordinación, también. Todas las cualidades se pueden entrenar y mejorar. Pero hasta cierto nivel.
César Roces, entrenador de alto rendimiento y presidente de la Asociación Atlética El Bosque, lo explica muy bien. Para él, el entrenamiento sistemático es un proceso capaz de lograr modificaciones en distintas áreas: biológicas y fisiológicas, neuro coordinativas, e incluso en la conducta. Asegura que la personalidad es un plus importante en un atleta, pero que el entrenamiento y el talento son determinantes. Porque existe una base natural y un techo en cada persona: la genética nos permite llegar “hasta cierto punto”. Y para él, los objetivos siempre deben encararse en función de las posibilidades del deportista, no sólo de sus aspiraciones.
Al hablar de entrenamiento es muy habitual toparse con el término “sistemático”. ¿Pero qué significa sistemático? Sistemático hace referencia a algo que se ajusta a un sistema, a un conjunto ordenado de normas y procedimientos. En el ámbito del entrenamiento deportivo, las normas son los principios, y los procedimientos, los métodos. Los famosos principios del entrenamiento y métodos de entrenamiento. Los modos empleados para conseguir un objetivo (métodos) y cómo los empleamos (principios). No se mejora entrenando desde la improvisación o el desorden. Para formar un campeón se precisan muchos años de “entrenamiento sistémico”.
Debe existir una planificación a largo plazo, deben respetarse la individualidad, la especificidad, las fases evolutivas, la correcta progresión de las cargas. Debe alcanzarse una óptima relación entre la carga y la recuperación. La repetición y continuidad de los estímulos también es determinante, ya que estímulos aislados no producen mejoras: la repetición es la madre de la asimilación. Para que una planificación resulte exitosa, los volúmenes, densidades, intensidades, frecuencias, y descansos deben ser “justos”. Y determinarse considerando muchos factores: el nivel del atleta, su situación personal, sus objetivos, y su edad. Y es fundamental entender que existen tres edades: la cronológica, que es la que indica el DNI, la biológica, que hace referencia al estado del organismo, y la deportiva, relacionada con la antigüedad en el deporte. En las dos últimas principalmente hay que basarse para la planificación de un entrenamiento serio.
El ABC: talento, dedicación y cabeza
Pablo Pelegri, especialista en medicina del deporte acompaña a Roces en la misma idea de que la base es la genética. Asegura que para ser campeón en algo se necesita tener todas las cualidades al máximo. Pero que lo primero es la genética. Y que por eso, muy pocos pueden ser campeones. No cualquiera puede jugar en Los Pumas por más que coma igual, descanse igual, o entrene igual que un Puma. Lo primero es tener las condiciones que hacen falta para estar en los niveles más altos de cualquier deporte. Esto significa tener una composición física que se ajuste a lo necesario para ser más eficiente en la disciplina en cuestión. O “ser propenso” a tenerla para poder alcanzarla.
Y lo mismo sucede con las cualidades físicas naturales. Porque no todos pueden desarrollar las mismas destrezas. Contando con esas cualidades innatas, estas deben acompañarse de un desarrollo. Esto tiene que ver con todo el proceso de vida que tiene el deportista, desde los estímulos en edades claves; las fases sensibles, y en la adolescencia, que es donde muchas veces se determina el techo de rendimiento, para siempre. Existen cualidades que de no estimularse a ciertas edades son muy difíciles de mejorar considerablemente después. Esto cambia en relación al deporte en cuestión, porque distintas habilidades tienen distintos momentos ideales de iniciación y de máximo rendimiento, pero en líneas generales, siempre se debe iniciar con un proceso que involucre la multilateralidad apelando a la variedad en la niñez, para luego de a poco encaminarse a la especialización deportiva donde los trabajos se encaran siempre desde lo general hacia lo específico. Para el Dr Pelegri juegan un rol clave el entrenamiento y la disciplina, sumados a cuestiones ya conocidas por todos como importantes: la buena alimentación, el descanso adecuado, el trabajo mental.
Pero hay más, y tiene que ver con el contexto. Las cualidades y determinación propias del deportista deben ser potenciadas con un buen entorno: profesionales que colaboren para que esta persona pueda desarrollarse al máximo, y contención.
Por último, este médico acostumbrado a atender campeones agrega que la preparación mental es otra pieza crucial. Que la mente, al igual que el cuerpo, se entrena. Porque abundan los casos de deportistas que tienen excelente genética y entrenan muy bien, pero la cabeza no les funciona como debería en los momentos que deben rendir al máximo. La determinación, el manejo del estrés, la seguridad y confianza en uno mismo, aportan mucho. El conjunto debe funcionar completo.
Pelegri en su centro recibe a varios deportistas de alto rendimiento, entre ellos, a la actual campeona nacional de maratón, Karina Fuentealba. Karina empezó a correr de grande; pasados los treinta. Tarde para lo que se considera “ideal”. Pero hace algunas semanas se dió el lujo a sus 43 años de consagrarse por primera vez en su vida campeona nacional en los 42 K a Pampa Traviesa. Karina se encuentra constantemente compitiendo a la par con chicas que tienen veinte años menos, pero asegura que para ella la edad no es un limitante, que todo tiene que ver con las ganas que le pone. Y se anima a seguir proyectando: sueña con algún día formar parte del equipo nacional o correr alguna carrera en el exterior representando al país. ¿Le hubiese ido mejor de haber empezado a correr antes? la lógica indicaría que sí. Pero muchas veces, los déficit de algunas condiciones ideales son compensados por otras cuestiones empoderadoras, y rompen el molde.
Pedro Gómez es otro deportista destacado y determinado, dueño del mejor registro 2022 en 42 K: 2 horas, 13 minutos y 28 segundos; marca que le permitió ubicarse entre los cuatro mejores atletas de la historia argentina en la distancia.
Este reconocido fondista agrega una cualidad clave hasta ahora no mencionada entre los requisitos para destacarse atleticamente: paciencia.
Explica que en el deporte, conjuntamente con la dedicación, la paciencia es requisito excluyente. Porque hay que “setearse” a largo plazo, entender que no se pueden lograr objetivos en poco tiempo. También hace referencia a la importancia del equipo de trabajo; el entrenador, los compañeros, y la familia. Estar rodeado de gente que tire para el mismo lado. Es un convencido de que el apoyo familiar es fundamental: “un campeón no se gesta solo”, dispara entre la seriedad y la emoción.
La cuarta pata: ¿suerte?
Luis Molina, actual campeón argentino de maratón y media maratón, se considera una persona con condiciones normales que tuvo la fortuna de cruzarse con el mejor en su momento, justamente con el entrenador César Roces, quien logró sacar lo mejor de él. Lo formó y entrenó desde los trece años hasta los veintiocho, completando un sueño compartido que dió cierre a un trabajo impecable de década y media: la participación en un juego olímpico en Río 2016 representando a la Argentina.
Luis cree que más allá de las habilidades y la constancia hace falta estar en el lugar indicado en el momento justo. Y que se necesitan varias cosas que acompañen a las condiciones de campeón. Porque sin esfuerzo, convicción, y ganas, todo es muy difícil. A él siempre le gustó esforzarse, y gracias a eso en lo que refiere al atletismo, asegura ya haber cumplido todos sus sueños.
Es probable que Molina sea muy humilde a la hora de referirse a su talento, y no pertenezca al grupo de personas de condiciones naturales promedio, pero sin dudas ha tenido ese plus que se precisa para acompañar y optimizar lo que regala la naturaleza: determinación, conducta, motivación, y contexto adecuados.
Porque algunos lo llaman suerte; otros; “contexto social”. Hay cuestiones que son pura responsabilidad propia, pero otras que no dependen de uno mismo. Uno no puede elegir dónde nacer, qué padres tener, qué club frecuentar de chico, y otros tantos factores que sin dudas pueden favorecer o entorpecer el camino hacia el éxito deportivo.
Pareciera que todos coinciden en lo mismo: para llegar muy alto en en el deporte no basta solo con la genética, no basta con la determinación para entrenar, no basta con las ganas o con decidirse a lograrlo, ni con alinearse al estilo de vida disciplinado que requiere el alto rendimiento. Tampoco basta con tener una cabeza fuerte. Hace falta que se conjuguen todas, o al menos muchas, de esas cosas. Y esta infinidad de combinaciones y proporciones en los distintos factores condicionantes del éxito hacen que cada persona sea única, y sus límites también.
Lo interesante es averiguar cuál es ese techo personal y hacer todo lo posible para alcanzarlo. Perseguir la mejor versión de uno mismo. Soñando en grande, pero realistas. Todos podemos ser protagonistas y héroes de nuestra propia historia basada en desafíos personales. Y eso sin dudas, también es ganar.
La autora es entrenadora nacional de Atletismo y corredora, www.carolinarossi.com.ar