Básquet hecho arte. Qué se necesita, “además de ser muy buen jugador”, para ser un Globetrotter, según una estrella
“Aprendí más cosas con el básquet que con la educación formal”, dice Corey “Thunder” Law. La magia de un espectáculo devenido clásico vuelve este sábado al Luna Park; en 96 años los vieron alrededor de 150 millones de espectadores en más de 130 países
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Aunque en principio parezcan conceptos opuestos y mundos distintos, hay mucho de profesionalismo en el entretenimiento. En el caso del básquet de la NBA -sobre todo desde que Los Angeles Lakers perfeccionaron la idea del showtime, a principio de los 80s- casi siempre se valora como algo positivo el hecho de que sus jugadores sean profesionales, aun cuando la liga y el juego en sí mismos lleven implícita la noción de entretenimiento. Pero el básquet como espectáculo existe desde mucho antes. En 1926, cuando el baloncesto era todavía un deporte joven y practicado casi de manera exclusiva por jugadores blancos, surgió un equipo de afroamericanos diseñado para divertir. Mucho más tarde -en 2013, casi 90 años después- Corey “Thunder” Law, empezó a poner en práctica un mantra, que también es su pasión y su modo de vida: ser un profesional del entretenimiento.
“Para ser un Globetrotter no alcanza con ser un buen jugador”, dice Thunder desde California, a la distancia de un llamado con LA NACION revista. “Podría decirte que hay tres elementos fundamentales en este equipo: ser una buena persona, ser divertido y saber divertir, y ser un buen jugador de básquet. Y son tres cosas que forman como una especie de círculo, porque así como no sirve solo ser un buen jugador, tampoco sirve ser divertido y no saber jugar”, resume. El combo de virtudes que exhiben los Harlem Globetrotters podrán ser apreciados y disfrutados este sábado 20 de agosto en el Luna Park, en doble turno: hay función a las 16 y a las 20 horas. “Sabemos que mucha gente, por no decir la mayoría, va a ser la primera vez que ve nuestro show. Y no importa si son 20 mil o si son 50 personas, nosotros trabajamos para entretenerlos y hacerles pasar un buen momento. El esfuerzo es siempre el mismo para que el show tenga siempre el mismo nivel”.
Corey Law es hijo de los 90, igual que el grunge, la Guerra del Golfo y Los Simpson. Pasó la infancia más o menos normal de cualquier chico afroamericano de Chesapeake, Virginia. Cuando terminó la secundaria se dio cuenta de que, con sus habilidades técnicas y sus cualidades personales, podía ser un profesional del entretenimiento, pero el mandato familiar lo llevó a la universidad de High Point, en Carolina del Norte. Una vez allí lo único que le interesaba era jugar al básquet en el equipo universitario, una actividad que con el tiempo se convirtió en una escuela en sí misma. “Te diría que aprendí más cosas con el básquet que con la educación formal”, dice Thunder. “Y eso es porque me gusta mucho aprender. Ya de gira con los Globetrotters me frustraba pasar una semana en España o en América del Sur, y ni siquiera poder pedir comida en el idioma del lugar. Y no es que no pudieran entenderme en inglés, pero para mí es importante adaptarme al lugar donde estoy”, dice.
Para una persona que pasa buena parte del año viajando por el mundo, es necesario armarse una rutina que sirva más allá del trabajo. “Hay tres cosas que me gusta hacer cuando viajo: aprender el idioma, comer la comida local y bailar la música nativa”, dice Corey, que ya estuvo una vez en la Argentina y tiene un gran recuerdo de las empanadas: “Me encantan, es lo que más espero de ir allí”. Pero después de tres semanas consecutivas de aviones y volcadas, nada valora más que el hogar. “Lo que más disfruto hacer, cuando no estoy de gira, es estar en mi casa. Relajarme, estar con mi esposa y mis dos hijas. Después de pasar todo el año de gira, descansar y no hacer nada demasiado loco es un buen plan”, agrega.
La pandemia y los récords
Thunder forma parte de los Harlem Globetrotters desde 2013, y desde entonces no para de subirse a aviones y de visitar países, con la única excepción del período 2020-2021, cuando todo se suspendió por la pandemia. “Nunca me voy a olvidar de ese día: fue el 12 de marzo de 2020, cuando nos dijeron que iban a poner todo en suspenso. Venía de visitar más de 30 países, de presentarme con el equipo varias veces por semana, y de golpe todo eso ya no estuvo más. Traté de mantenerme ocupado, pero 16 meses es mucho tiempo para inventarse ocupaciones”, dice. Y tanto tiempo libre derivó en una locura hermosa: proponerse batir tantos récords mundiales Guinness como les fuera posible.
“Cuando me uní a los Globetrotters todos tenían más o menos una idea de lo que ya eran capaces de hacer, entonces yo me propuse hacer algo diferente. Yo sabía que era bueno en tiros de larga distancia. Lo hablamos con la franquicia y supimos que sería un buen marketing que uno de nosotros tenga el récord mundial del tiro más largo. Y después se sumaron otros récords, y las redes sociales hacen que todo eso se conozca más”, dice Thunder, que tiene ocho récords mundiales tales como el tiro encestado a mayor distancia, la mayor cantidad de alley-oops en un minuto, y el tiro encestado a más distancia, pero de espaldas y con la pelota saliendo entre las piernas. “Son cosas importantes para generar interés y conversaciones como esta”, dice Corey, que un poco sabe que esas marcas son poco útiles para el juego en sí mismo. “Yo miraba el libro Guinness cuando era chico, y ahora estoy en él, y está muy bueno”.
Los Trotamundos de Harlem
Los Trotamundos de Harlem fueron una creación de Abe Saperstein, un ex deportista británico nacido en Londres, pero que había vivido en Chicago desde los 6 años, por lo que entendía a la perfección el decir, el hacer y el sentir estadounidense. Los Savoy Big Five (su nombre original) comenzaron como un equipo serio y competitivo, y desde 1929 utilizan el nombre con el que se los conoce hasta hoy. Los Globetrotters nunca fueron neoyorkinos, pero adoptaron el hombre del barrio de Harlem en referencia a la comunidad afroamericana de los Estados Unidos. En este punto es conveniente aclarar algunos datos para tener cierta
perspectiva: el básquet había sido inventado por el canadiense James Naismith en 1891, Chuck Taylor no pondría su nombre en las zapatillas de básquet más famosas hasta 1932, y recién en 1946 sería creada la NBA. Todavía faltaban casi 60 años para que se conozca a aquel legendario Dream Team de Barcelona ‘92. El básquet era un deporte nuevo, reservado para los blancos.
Los Harlem Globetrotters eran tan buenos que costaba encontrar otro equipo que pudiera hacerles partido, por lo que dejaron de lado la competencia para enfocarse en el show. Por el otro lado los Washington Generals (hoy llamados New York Nationals) oficiaban de sparring. Mientras un equipo se lucía con volcadas espectaculares, piruetas imposibles y jugadas sorprendentes, el otro se dedicaba a jugar un básquetbol tan básico como sea posible. Como una suerte de “Titanes en el ring” en el que siempre se sabía el ganador de antemano, los Globetrotters se dedicaron a jugar el juego de divertir. “El único plan que tenemos es ganar el partido, no podemos perder”, dice Thunder, consultado acerca de cuál es el rol del entrenador en un equipo que parece no tener rivales. “Ojo, cuando Lou Dunbar dice algo todos lo escuchamos, porque es un referente de nuestro equipo”.
“Para entretener también hay que ser competitivo”, se ataja Corey. Queda claro que si bien la misión del equipo es crear un espectáculo con el básquet como soporte, también les interesa dejar en claro que saben jugar y que podían competir en cualquier liga que les diera un lugar. Thunder se pone serio cuando es consultado acerca de si los Harlem Globetrotters podrían ganarle a un equipo campeón de la NBA. “Ya lo hicimos”, dirá sin más. Se refiere a los partidos en los que los Globetrotters vencieron a los Minneapolis Lakers, en 1948 y 1949, cuando la NBA todavía se llamaba BAA (Basketball Association of America) y cuando los Trotamundos eran reconocidos como el mejor equipo de los Estados Unidos.
Durante décadas la NBA fue considerada una liga marginal, y sus jugadores unos bárbaros. Fueron los Globetrotters los que cumplieron la función de legitimar a jugadores como Wilt Chamberlain, e incluso de posibilitar la inclusión en la liga: Nathaniel “Sweetwater” Clifton fue el primer jugador afroamericano en llegar a la NBA desde los Globetrotters, y el tercero en la historia de la organización. En la actualidad los roles están invertidos y son los Harlem los que reclaman algo de esa atención perdida. En una carta enviada en 2021 al comisionado de la NBA, Adam Silver, reclamaron ser admitidos como una nueva franquicia “ya mismo”. No queda demasiado claro si es un pedido real, o una nueva estrategia de marketing.
“El estilo de juego de los Globetrotters fue algo que más tarde todos empezamos a probar en la NBA”, dijo Phil Jackson, el entrenador de aquellos Chicago Bulls multicampeones, entre otros equipos legendarios. ¿Habría sido la NBA lo mismo que fue después, no solo desde el juego, sino también desde lo social y desde la inclusión? “Seguimos llenando estadios y haciendo crecer el baloncesto por todo el mundo, somos embajadores de una franquicia histórica y estamos orgullosos de eso”, dice un Thunder políticamente correcto, que sabe que los Globetrotters tuvieron que enfrentarse a un oponente mucho más difícil que aquellos Lakers a los que vencieron: el racismo. El equipo no fue solo una oportunidad para ellos: existió toda una comunidad afroamericana que pudo verse reflejada en sus atletas, y demostrar que ellos también podían jugar, incluso mejor.
“No hace falta que te guste el básquet para disfrutar de lo que hacemos”, cierra Thunder antes de seguir con la ronda de entrevistas en la que ensayará más o menos la misma historia. Después de todo, los números son objetivos: en 96 años los vieron alrededor de 150 millones de espectadores en más de 130 países, incluida la Unión Soviética en plena guerra fría, y se anotaron con 18 récords mundiales en 48 horas. Buen básquet y puro entretenimiento, todo al mismo tiempo.