Se vende online. Un argentino pionero en genoma lanzó un kit de ADN personalizado para prevenir enfermedades y cambiar hábitos
Martín Vázquez es investigador del Conicet, lideró la instalación de la primera plataforma de genómica y realizó un programa para potenciar el bienestar
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Una gotita de sangre, un cabello o el cepillo de dientes. Una copa usada o un cubierto de la mesa. Las fantasías de las viejas películas de detectives para obtener información de un sospechoso ahora se vuelven realidad, pero con otro tipo de prestaciones que acercan oportunidades para conocernos mejor y ganar calidad de vida. Los kits de análisis de ADN se han vuelto comunes en el planeta.
Desde el árbol genealógico y la procedencia a testeos de paternidad, detección de predisposiciones genéticas para determinadas enfermedades o recomendaciones puntuales de salud. Se compran de modo sencillo, se realiza el test de acuerdo a las indicaciones de cada marca, se despacha por correo o son retirados a domicilio y, de regreso, como devolución, emerge un mapa acotado de la genética personal orientado a conocer alguno de los puntos antedichos.
Ahora, localmente, Martín Vázquez, el argentino pionero en el desarrollo de estudio genético, co-fundador de Heritas junto a Fabián Fay, bioquímico con más de 30 años de experiencia en la industria de salud, farmacología y en el diagnóstico clínico, y emprendedor en serie en la industria, acaban de presentar Rewell, un programa con base científica que tiene como objetivo organizar un plan de hábitos para potenciar el bienestar y prevenir el desarrollo de enfermedades.
A partir de un kit de análisis de ADN y el microbioma intestinal puede develar las claves de una vida saludable. Científico pionero de la genómica, con más de 10 años de experiencia en secuenciación genética, bioinformática y biotecnología, y 15 años de experiencia como profesor adjunto en la Universidad de Buenos Aires, Vázquez es miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) desde 1999, se unió al grupo del Instituto de Agrobiotecnología de Rosario (Indear, la compañía de investigación y desarrollo del Grupo Bioceres) en 2005, como consultor externo especializado en genómica y tecnologías de secuenciación genética de alto rendimiento.
En 2009 se convirtió en el líder de su plataforma de genómica y bioinformática. Ha publicado más de 80 artículos científicos. Parte de su sueño se vio cumplido cuando lideró la instalación en 2010 de la primera plataforma de genómica existente en el país y abrió las puertas de la Argentina en esta disciplina que tiene un impacto directo sobre la biotecnología, los agronegocios y la salud humana.
“La tendencia indica que -relata- la profilaxis y los tratamientos de las enfermedades serán personalizados. Lo importante es contar con información, la información es poderosa. Si podemos leer tu genoma y también tu microbiota intestinal contamos con mucha información para tomar decisiones y hacer prevención”.
-¿Cuál es el impacto del microbioma en nuestra salud?
-El microbioma, sobre todo intestinal, es el conjunto de trillones de bacterias que han coevolucionado con nosotros, los humanos, durante cientos de miles de años. Tenemos un beneficio mutuo: nosotros les damos nutrientes, pero los microbios nos proporcionan funciones que nosotros no podemos hacer, por eso también se lo ha llamado “nuestro segundo genoma”. Teniendo en cuenta esto, mucho del equilibrio en el sistema inmune y la conexión que tiene atrás del nervio vago con el cerebro forma un eje súper importante. El estilo de vida que llevamos el último siglo, le ha dado un impacto muy grande a nuestro microbioma en términos de diversidad. Eso no ha sido gratis, porque ha producido desequilibrios leves.
-¿Qué progresos implica para la salud conocer su estado?
-Como el microbioma se ha visto impactado por nuestros hábitos en los últimos 100 años, pero sobre todo se ha acelerado en las últimas décadas, cuando nos desarrollamos en las grandes ciudades, vivimos entre cemento, interaccionamos con muy poca biodiversidad, respiramos químicos del aire, dormimos mal, estamos estresados, la sociedad nos invita a competir para ser mejores, las comidas ultraprocesadas, comer más rápido… Todo eso ha impactado en nuestra microbiota. Al hacerlo, se han producido estos pequeños desequilibrios en el sistema inmune. Este tiene la capacidad de generar una alerta ante una infección produciendo inflamación. Con malos hábitos estás engañando todo el tiempo al sistema inmune, haciéndole pensar que está bajo un ataque cuando no es así. Esto produce pequeñas inflamaciones incrementales todo el tiempo, lo que llamamos inflamación crónica de bajo grado.
-¿Qué importancia tiene?
-A partir de esa inflamación crónica, se van produciendo enfermedades crónicas: cardiovasculares, diabetes tipo 2, hígado graso, depresión… Conociéndolas son cosas que se pueden corregir, el microbioma es muy dinámico. Lo hemos desordenado con nuestros hábitos. Con el tiempo, y siendo metódicos, se puede volver a ordenar y empezar a bajar esa inflamación crónica que lleva a esos problemas. Cuando detectamos un microbioma muy poco biodiverso, por ejemplo, es una gran señal de que puede estar siendo impactado por nuestros hábitos y que puede haber procesos de inflamación crónica de bajo grado, pero no nos damos cuenta hasta que estalla.
Sanar antes de enfermar
Las alertas de salud de los organismos internacionales revelan datos que impactan por la proyección que tendrán en pocos años. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, coinciden en datos reveladores. El 40% de la población americana se encuentra en estado prediabético silente. Casi 100 millones de personas en América. El 70% de ellos termina en una diabetes tipo 2. El 35% de la población americana está bajo régimen de estatinas, en tratamiento por enfermedades cardiovasculares. “Todo eso tiene origen en procesos inflamatorios silentes que se acumularon durante años -sigue Vázquez-. Estamos tratando de apuntar a la prevención”.
-En qué posición se encuentra la Argentina en materia de investigación genómica?
-Podría estar mucho mejor, pero no estamos mal gracias a todas estas iniciativas que fuimos llevando adelante: tener los equipos necesarios para poder leer genomas, entender cómo se hace, recursos humanos formados. La Argentina es uno los tres países de América latina a la cabeza de la práctica: Brasil, México, Argentina. Un poco más atrás que Estados Unidos y de Asia, y después de Europa.
-¿De qué se trata la Bioinformática?
-Es una ciencia que permite ayudar a entender la biología de los organismos desde otro concepto, por ejemplo, la posibilidad de leer genomas, que es un primer paso. Pero, a partir de ahí, aplicar tecnologías que combinan la informática con la biología para darle sentido biológico a una información digital. Es organizar la información que está guardada en los genomas.
-La ciencia y la industria siempre han sido áreas que se han visualizado estancas, ¿por qué deberíamos revertir esta idea?
-Durante mucho tiempo en la Argentina fueron compartimentos estancos. Faltaba un lenguaje común para que la industria entendiera qué le podría brindar la ciencia, y que ésta comprendiera qué le podía aportar la industria. Son caras complementarias. Creo que en los últimos años hemos podido desarrollar ese lenguaje, la Argentina ha empezado a entender que puede generar ese entendimiento. Cuando pasa, es un círculo virtuoso porque se pone en valor toda la investigación científica que se ha generado durante años, entendiendo la aplicabilidad y el valor que puede tener para muchas áreas de las industrias. Otra vez, el Covid fue claro en ese sentido. La velocidad de reacción de la ciencia desde los laboratorios para poder poner en valor prácticas rápidas que ayudaron a salvar vidas. Lo mismo pasa si lo trasladamos a otras industrias, incluidos los agronegocios de producción de enzimas, de lácteos, de cualquier industria... Eso está pasando porque en la Argentina se han ido desarrollando aceleradoras que permiten a los científicos dar este paso de emprender.
-¿Qué es lo que se viene en términos de genoma?
-Claramente, la primera revolución, desde el 2010 hasta la época actual, tal vez se extienda un par de años más. Consistió en tener las tecnologías masivas para leer genomas enormes, como el humano, de manera rápida y del modo más económico posible. Todavía estamos transitando esta etapa. Un genoma humano, por ejemplo, tiene tres mil millones de letras. Está empezando a solaparse una segunda revolución: la de escribir y corregir. Localizado algo que generó la enfermedad, cómo les puede reescribir o corregir. Además del desafío tecnológico, la edición de los genomas humanos es un reto ético y legal enorme.
El kit está a la venta solo online, en https://www.getrewell.com