Sastrería de época. El taller que confecciona el vestuario de cientos de producciones, desde Peaky Blinders hasta Vikingos
Peris Costumes fue fundada en 1856, en Valencia, para surtir a la ópera y el teatro; hoy trabaja desde Madrid y bajo la internacionalización de Javier Toledo
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La firma española Peris Costumes ha dado muchas puntadas en los amores y las intrigas de los Bridgerton. Solo durante la primera temporada de la serie –que transcurre en el Período Regencia (1811-20), en Londres–, tuvieron que confeccionar más de 700 trajes, sobre todo para hombres, aunque también para personajes como Marina Thompson (Ruby Barker), quien pretendía ocultar su embarazo de un tercero y casarse con Colin Bridgerton (Luke Newton), mientras Daphne (Phoebe Dynevor) y el duque de Hastings (Regé Jean-Page), los protagonistas, se atraían y repelían.
Situada en Algete –localidad a 33 kilómetros al noreste de Madrid–, la compañía que dirige Javier Toledo (63) desde 2012 produce y alquila vestidos de diferentes épocas, camisones vaporosos, levitas sacerdotales, tocados antiguos, túnicas romanas y griegas, trajes medievales, uniformes militares, corazas de guerra y cascos nórdicos, para cientos de producciones, como la mencionada Bridgerton, Emily in Paris, Gambito de Dama, Peaky Blinders, The Crown y Vikingos.
“Es algo que ha crecido de una forma brutal. Cuando yo empecé en la empresa, no había plataformas de streaming. Y en muy poquito tiempo se desarrolló exponencialmente”, dice a LA NACION revista Toledo, doctor en Derecho y en Economía, que antes de familiarizarse con el mundo del espectáculo, fue líder de una multinacional japonesa de fotocopiadoras e impresoras.
Actualmente, Peris Costumes y sus satélites en Berlín, Bruselas, Budapest, Lisboa, Londres, Ciudad de México, París, Praga, Poznań, Roma y Viena almacenan más de 11 millones de prendas. “Estamos invirtiendo constantemente, comprando otras casas de vestuario. Hace poco, compramos el vestuario de La Sastra, una casa especializada de Buenos Aires. Tenían indumentaria muy variada, desde 1900 hasta contemporáneo. Muy buena ropa, por cierto –detalla Toledo vía Zoom–. Todo eso hace que Peris vaya creciendo de forma extraordinaria. Hacemos compras en mercadillos, en todas partes. A veces, no se puede comprar, hay que fabricar. Por ejemplo, no se puede comprar un traje del siglo XIX o del siglo XVIII”, agrega. También adquieren atuendos completos de otras producciones, una vez que han terminado los rodajes.
Según Toledo, para que el negocio funcione “hay que invertir mucho dinero y tener cantidad y variedad de todas las épocas. Además, hace falta mucho espacio. Nosotros dedicamos a stock unos 40 mil metros cuadrados en total; 22 mil de ellos solo en la central madrileña”.
En 2021, trabajaron para 750 producciones y en lo que va de este año, ya llevan 500. “Acá, los pasillos están llenos de carteles de los proyectos en que estamos participando. Es difícil destacar solo uno, porque hacemos muchas cosas”. Aparte de la satisfacción de cooperar con series como Bridgerton, este año ganaron un Oscar por Cruella. “Ahora estamos muy contentos de haber participado en Napoleón, película que aún no se estrena, con Ridley Scott como director y Joaquin Phoenix como protagonista, y para la cual fabricamos unos seis mil uniformes”, señala Toledo.
Fundada como Peris Hermanos, en Valencia, en 1856, para crear indumentaria de teatro y ópera, la sastrería se trasladó a Madrid años después, entre otras cosas, por la insistencia de Julián Gayarre, considerado el mejor tenor español de su tiempo. Le siguió una sede en Barcelona. Tras la Guerra Civil y con el cine en pleno despliegue, la firma se concentró en la capital para abastecer al casting de las películas que se grababan en tierras locales, en tiempos del productor Samuel Broston –el Rey Midas hispano– y el spaghetti western: El último cuplé (1957), Espartaco (1960), El Cid (1961), Lawrence de Arabia (1962), Por un puñado de dólares (1964) y Doctor Zhivago (1965), entre otras. En los años 80 la compañía se dedicó a óperas como Otelo, estelarizada por Plácido Domingo. La hermana de Toledo, que es figurinista, y su marido adquirieron Peris Costumes, en 2007, para vendérsela, posteriormente, a su actual propietario y gestor. “Aparte de Espartaco –ganadora de un Oscar a Mejor Vestuario –, de cuya producción participaron muchas casas de ropa, junto con Peris, esta influyó mucho en el desarrollo del cine en España”, acota Toledo.
A pesar de su hermana y de un hermano director de cine, este empresario nunca fue aficionado al Séptimo arte. En cambio, su buen ojo para los negocios le hizo apostar por la internacionalización de Peris Costumes. “Entendí que todo lo audiovisual iba a cambiar. Las series antes eran algo secundario, se hacían para emitirlas semanalmente, con medios inferiores al cine y con actores, directores y productores que no venían de ahí. Con las plataformas y la ampliación de contenidos hubo un giro completo. Cuando yo empecé, casi ningún director o actor importante quería hacer una serie de TV. Ahora no existe un actor de peso que no haya hecho una. Las series se han convertido en películas y las hay con miles de extras. O sea, tienen 10 veces más presupuesto que una película. La calidad del vestuario también subió, era necesario que adaptarse”, enumera Toledo, que le ha ido tomando gusto al área. Esto, porque ha podido desarrollar sus ideas “en un contexto formidable” y por los componentes artísticos que “hacen más interesantes y complican un negocio de algo que podría ser banal, el alquiler de vestuario. Oír hablar todos los días a gente distinta, de proyectos distintos, de épocas distintas y tramas diferentes, aporta variedad y entusiasma”, admite.
Son las figurinistas de las series o cintas que se acercan a Peris –donde trabajan sastres y modistas con más de 20 años de experiencia y hay talleres de costura especializados en todo tipo de prendas, junto con una de las mayores colecciones de joyas del mundo, más de 20 mil piezas– con una idea determinada de lo que quieren. En el caso de los Bridgerton y la producción surcoreana Kingdom, la empresa elaboró la ropa de acuerdo a bocetos y medidas que les enviaron, ya que no tenían stock. “Lo hacemos muchas veces. Principalmente diseñamos para los extras, aunque también hacemos actores”, destaca Toledo. “Ahora hay una serie norteamericana, The Gilded Age, que es una maravilla, para la que hemos producido cientos de trajes. También hemos hecho producciones medievales. El año pasado trabajamos para seis versiones diferentes que saldrán de Sissi, la emperatriz”. O Isabel de Baviera, un personaje atormentado que nunca terminó de encajar en la rígida Corte de Viena y que inmortalizó en el cine Romy Schneider, a mediados de los 50.
Ropa allá y acá
En España, Peris Costumes ha participado de casi todas las producciones que se han realizado, como Amar en tiempos revueltos, Cuéntame cómo pasó y La casa de papel. De este lado del charco, han hecho la primera temporada de la serie Maradona: sueño bendito. “Implicó muchísimo vestuario. Trabajamos con Connie Balduzzi, una figurinista argentina que es de las mejores que conozco. Se grabó en México, en Nápoles, en Buenos Aires. Se ha movido mucho la ropa”.
Grandes desafíos fueron Escobar, la traición (2017), película sobre el narcotraficante Pablo Escobar, por la enorme cantidad de ropa que tuvieron que mandar a diferentes países de Sudamérica, y Handia (2017), cuyo protagonista era un gigante. Para la grabación de The Sisters Brothers (2018), en tanto, tuvieron que diseñar piel artificial para Joaquin Phoenix, que no usa nada animal. “Ahora, no es solo él, sino que muchísimos actores se niegan a ponerse ropa que tenga alguna connotación animal: una serpiente, un zorro. Prefieren un abrigo sintético que de piel”, afirma Toledo.
¿Qué distingue a Peris Costumes de sus competidores? “Peris es la compañía más grande en su tipo, en este momento, en cuanto a facturación –23 millones de euros proyectados para 2022– y volumen de stock. Tenemos ropa de alta calidad de muchas eras, eso permite hacer producciones grandes, con cuatro mil o cinco mil trajes de una sola época. Y luego, sobre todo, lo que la distingue es que se trata de una compañía de servicios, no una sastrería propiamente: nosotros alquilamos y fabricamos vestuario. Alquilamos, fabricamos y vendemos telas. Fabricamos zapatos. Hacemos todo lo que se necesita de vestuario en una producción”, responde Toledo.
De la empresa, en que trabajan 277 personas –88 en España–, salen tejidos y material de mercería de todas partes del mundo. Y en las estanterías de joyas se encuentran coronas de Los Borgia o Cleopatra, a la par de las cruces que usó Jude Law en The Young Pope. A propósito, Toledo cuenta que asistió a parte del rodaje en Cinecittá. “Me impresionó mucho ver a 300, 400 obispos en la entronización del papa”, comenta.
Como en Peris Costumes no venden los trajes que fabrican, usualmente no se encargan de los protagonistas, ya que, según Toledo, “los productores quieren quedarse con el vestuario de los actores para algún tipo de promoción”. Entre las estrellas que han vestido figura Scarlett Johansson en Asteroid City, el nuevo film de Wes Anderson que se rodó en Chinchon, España. Próximamente, una copia del calzado que fabricaron a medida para ella será incluido, junto con la firma de la famosa diseñadora italiana Milena Canonero (El padrino, La naranja mecánica, María Antonieta), en el Museo Peris, que están preparando en versión física y virtual. Esta última va en consonancia con la flamante división Peris Digital que, mediante una técnica de foto en 3D llamada fotogrametría y con el uso de 200 cámaras, posibilita la digitalización de imágenes que luego pueden ser utilizadas en posproducción, videojuegos y metaverso.
El museo será una muestra de la evolución de la moda dentro del cine. “Si uno toma pelis de los 60, 70, 80, se intentaba recrear cómo iba la gente en una época determinada, ahora se trata de estilizar a la gente en una producción. Bridgerton es un ejemplo, una modernización de la ropa de época (siglo XIX). Entonces, no había morados. Hay un intento por satisfacer los gustos de la gente. Para mí, más que buscar fidelidad, en la ficción debería valer todo: la imaginación tanto del que dirige como del que construye”, analiza Toledo.
En los almacenes de Peris, dice el ejecutivo, la gente se da cuenta de cómo han cambiado las cosas. “Tenemos mucha ropa desde 1850 en adelante. Ya en esa época se ve que las tallas eran más pequeñas, pies más pequeños. Es divertido e interesante constatarlo. En una serie de 1940, la protagonista tenía 43 de talla de calzado –probablemente se refiere a Emma Corrin, que encarna a Lady Di en The Crown--, algo imposible en esa época, donde predominaban los 36-37. Tomamos un par y lo escalamos”, explica Toledo. “Hay prendas que se utilizan para copiar, para crear originales. Llama la atención que algunas extras calzan 36 y otras, 44. Tampoco hay una talla media igual en Europa del Sur que en Europa del Norte, o en Norteamérica, o Asia. Un alemán puede tener una camisa con una manga cuatro dedos más larga que la mía. Eso hace que se complique el vestuario: no solo hay que tener mucha ropa de una época, sino que muchas tallas disponibles”.
Por alquiler –solo a empresas profesionales, no a particulares–, cobran desde 40 euros hasta 500. Depende de qué epoca es la vestimenta, por cuántos meses se alquila, si es elegante, de pueblo, etcétera. “Un traje actual o contemporáneo cuesta 40 ó 50 euros completo, pero un traje de Troya, con corazas y todo eso, vale 300″.
¿Y qué pieza te cautiva más? “No exagero si digo que hay 300 mil que podrían ser. Es que hasta que la gente no viene y lo ve, no se da cuenta de lo que estoy hablando. Cuando entras, te impresiona”. Tanto, como una buena serie.