Premiada en Londres. La argentina que creó en el fin del mundo un perfume a base de gin de flores
Con un galardón obtenido en Inglaterra, una especialista en finanzas se alzó con el trofeo del mejor gin del mundo, que hace en la Patagonia argentina. A partir de él nació su perfume
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La Patagonia es el fin del mundo para el planeta, y también para los propios argentinos. Allí cae el continente como lanzándose de un trampolín, mirando de reojo la Antártida y sumergiéndose en las aguas más frías de la región. El clima de la zona es diverso. Desde el bosque húmedo, a la estepa seca y raleada. Los lagos y la nieve, el sol y la belleza cuasi austríaca de los veranos floridos y amables.
Su gente está acostumbrada a pelear con el frío, el suelo, la distancia, los vientos, la lluvia por pobre o por exagerada. Con ese temple que curtió el tiempo, los imposibles no lo son tanto.
Como tantas historias de reinvenciones, Taté Moretti, madre de tres niños, licenciada en finanzas, sintió que estaba para más. Tal vez para otros horizontes. Se transformó en head distiller y fundadora de Patagonian Distillery, la primera idea del fondo del mundo dedicada a la producción de bebidas blancas. Enriquecida por su profesión, sensibilidad y pasión piensa, desarrolla y recorta cada corazón de bebida espirituosa que nace en su destilería. Profesional, vanguardia y arrojo. De armas traer, podría haber sobrevivido como sheriff del lejano oeste.
Taté Moretti es de Cipolletti, una de las ciudades más prósperas de la provincia de Río Negro. Migró a Buenos Aires por estudios y mejor futuro laboral, pero luego de 20 años, hizo el camino de regreso. Con un desafío gigante entre manos, dio curso a una idea que anida en una región que está viendo nacer vinos, sidras, cervezas y espumantes. “Cuando regresé -relata Moretti- quería reinventarme. Buscaba otra vida, pero también otras ideas. Quería hacer algo disruptivo, que no fuera visto aún en la zona. Recorrí sidreras y decenas de productores de cerveza artesanal que emergieron profusamente en este tiempo. Pero en medio de tanta explosión de bebidas, no había una dedicada a destilados”.
Las destilerías crecieron fuera, en Europa y Estados Unidos, convirtiéndose en productoras de exquisiteces delicadas y sutiles. “Ahí la lamparita se encendió -continúa- y me di cuenta que tenemos un camino larguísimo posible aquí para este rubro, con cientos de productos naturales y botánicos que no existen en todos lados, y que, gracias a nuestro clima y geografía, pueden aportar personalidad. En definitiva, esa es la esencia de un producto destilado”.
La hora del vodka
Los primeros pasos se inspiraron en una fuerte propuesta blanca. Si bien por el sur de América existen algunas propuestas de vodka que se comercializan con éxito localmente, “en nuestras investigaciones de mercado notamos que no había en la Argentina una versión de calidad capaz de hacerse de los mercados internacionales o de competir de igual a igual a los preferidos mundialmente”, explica Taté.
Bajo esa premisa, el primer paso fue dar vida a una línea de vodkas bajo el concepto Hancrafted – Small Batch (hecho a mano en pequeñas partidas). Con inteligencia apeló a la mirada artesanal, exclusiva para selectos paladares, que fuera buscada y apreciada. “Nos animamos a botellas que guardan sabores muy diferentes a los que podías encontrar en el mercado de licores”, acota. Con esta fuerte carta de presentación, acotada y cuidada, el mercado comenzó a revolucionarse. La aceptación fue total.
El primer paso, no tan célebre, fue la versión de vodka “original”. Si bien no fue lo que distinguió a la destilería, fue la piedra que, lanzada al mercado, le sirvió para analizar escollos, ver reacciones y, a la vez, darse tiempo para varios meses de intentos, pruebas, errores y un riguroso método de rastreo preciso de sabores y aromas. “La intención primaria siempre fue lanzar los vodka saborizados -sentencia Taté- porque sabíamos que era allí donde marcaríamos al mercado”.
La marca de su vodka es Noctua, sencillo y complejo, que se destaca la pureza de la destilación y la sutileza de su sabor. Es un vodka elaborada con alcohol de maíz, destilado y rectificado en alambique de cobre. “Siempre nos interesa poner sobre la mesa que el vodka es un producto muy noble, que es trascendente reivindicar en las barras profesionales y caseras”, afirma Taté
Noctua se convirtió, con intención y bastante magia en el camino, en el primer vodka craft premiado de la Argentina. Obtuvo medalla de plata en los World Vodka Awards realizados en Londres, Inglaterra.
Hoy cuenta con cuatro versiones, que siempre parten del alcohol de maíz en el que se maceran las hierbas locales elegidas para darle personalidad, y que luego se destila obteniendo un aguardiente de alta graduación. El proceso sigue con hidratación con agua pura hasta acceder a los 40º con los que, finalmente, embotellan, etiquetan y rotulan siempre a mano.
Las variantes del vodka son original, neutro y suave que se mantiene como nave nodriza; limón, menta y jengibre en un mix para los amantes de los cítricos; naranja, manzanilla y eucaliptus con un leve toque dulce y, por último, 5 Pimientas, un destilado genuino que deba con ganas a cualquiera que lo prueba. “Elegimos montar nuestras ideas en productos naturales que seleccionamos a mano para estimular la calidad”, afirma Taté. Para ello han armado un círculo de proveedores y recolectores de la región patagónica. Una gran parte de sus materias primas son provistas por la Cooperativa Aromáticas del Valle en Fernández Oro.
Nombre de mujer
El gin es una bebida de aguardiente a base de alcohol etílico, donde su principal sabor es la nebrina. Se la incluye entre las ginebras. Es allí que donde el próximo desafío de Taté se materializó. “Buscaba un balance de delicadeza, carácter y equilibrio -explica-. Para darle vida optamos por trabajar a base de flores, un detalle que nos permitió conseguir un perfil aromático muy propio de nuestra región e innovador para el mundo”. Se convirtió en el mejor gin de la Argentina, primero, bajo un nombre de mujer, se llama Gina, y que acaba de obtener su primera medalla de oro en competencia internacional, otra vez en Londres.
Con atrevimiento y osadía esta financista se había propuesto renovar el mercado con sus ideas. Le bastaron tres años para llegar a la cima. Su fábrica de destilados a fason se convirtió en un proyecto familiar. Para la producción cuenta con cuatro alambiques que alcanzan una capacidad de producción instalada de 1000 litros al día.
En el alambique de cobre se maceró el último premio. Gina es una novia perfecta, con un ramo de 12 botánicos que incluye seis flores: rosa, jazmín de China, azahar, lavanda, manzanilla y sauco. Infaltable el enebro, clao, la identidad de la bebida, pero con la particularidad de seleccionarlo en los juníperos que crecen en la Cordillera de los Andes, la columna vertebral que recorre Sudamérica. Best Signature Botanical en el World Gin Awards 2021 es la medalla que logró en Londres.
Que huela rico sin tomarlo
“Cuando creé el gin de flores lo hice sabiendo que estaba incursionando en un territorio históricamente masculino”, dice Tate. Nació como una idea en su cabeza de romper esa barrera y de mostrar que es una mujer al frente de un proyecto productivo. “Busqué hacer algo disruptivo, diferente, novedoso. Necesitaba que fuera distinto. Para eso cree un gin de flores porque quería que al destapar una botella se perciba un perfume, un gin de una impronta tan intensa como dulce, transparente y delicado”.
Logró su cometido y comenzó a escuchar seguidamente comentarios como “esto parece un perfume”, “yo me lo pondría”. “Ahí mi cabeza hizo un clic -relata-, sabía que podía dar un paso más. El mundo de la destilación y de la perfumería tienen muchos puntos en común: desde la utilización del alcohol como base, los diferentes botánicos de su composición que determinan las facetas o perfiles, la búsqueda de los aromas, hasta cómo se generan esas notas que definen un producto tan aromático como el gin y su representación olfativa en su mayor expresión: una fragancia. Así nació el eau de toilette, como una conclusión a mi búsqueda en lograr una experiencia de sabores y aromas”.
El perfume, creado por Taté en conjunto con la casa perfumista francesa Robertet, propone una combinación olfativa de notas frutales, florales, amaderadas y especiadas. Aparecen en su salida cítrica la bergamota, la lima, el pomelo y la naranja, combinadas en forma armoniosa con los sabores frutales de fresa y sandía. En su cuerpo la impronta de aromas florales se fusionan con el ginger, el jazmín, la rosa y el damasco; insinuando en esa fusión una personalidad diferente. En su fondo el corazón irrumpe con notas de sándalo, musk, vainilla, caramelo, tonka y el emblemático enebro, infaltable en un perfume inspirado en un gin.