Nicki Nicole: “Vieron en mí algo que yo no veía como artista”
La cantante cuenta cómo se vive ser una artista consagrada con apenas 21 años. De sus días en bici en Rosario a la pantalla mundial de Jimmy Fallon, un fenómeno vertiginoso y urbano, símbolo de una era
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La imagen en el videoclip transmite más ternura que sensualidad. Una chica de 18 años andando en bici por calles de tierra, en las afueras de Rosario. Lleva pelo corto, remera y un short de las tres tiras. Sostiene un bate de béisbol (no parece que vaya a pegarle a nadie) mientras canta que un tal Wapo traketero siempre quiere verla, uno que “dice que es un santo, pero es un delincuente”. Un huracán pasó por la vida de Nicki Nicole desde entonces: más de 350 millones de streams, una catarata de hits que la llevó a estar nominada como Mejor nuevo artista en los Latin Grammy del año pasado y una participación histórica en The Tonight Show de Jimmy Fallon son algunos de los hitos de un ascenso tan meteórico que roza lo fantasioso. En apenas dos años, Nicole Denise Cucco moldeó una carrera que le hubiera llevado décadas construir a un artista de cualquier otra época. Ahora mismo viene de llenar tres Gran Rex y se prepara para una gira mundial que la llevará a más de 30 países. En diálogo con LA NACION revista, la cantante contó cómo fue pasar de andar en su BMX roja de la adolescencia a ser la nueva niña mimada de la industria de la música.
Quienes hayan estado en Nueva York el mes pasado quizá vieron un gigantesco neón vertical en Times Square –epicentro mundial del entretenimiento– con el rostro de Nicki Nicole y el aviso del lanzamiento en Spotify de su segundo disco, Parte de mí.
Pero, ¿cómo fue que ocurrió? ¿Qué extraña combinación la rescató del eterno pelotón de postulantes a estrella? ¿Cómo se pasa de subir un par de canciones a YouTube, en la soledad del cuarto de una adolescente, a codearse al otro día con Cristina Aguilera y Jimmy Fallon, el entrevistador estrella de la tevé norteamericana?
Ninguna respuesta es válida a priori, pero las coordenadas de tiempo y lugar explican algunas cuestiones. Desde hace no más de cinco años, el trap es el género musical –en verdad, un subgénero del rap– que se destapó entre los jóvenes de la Argentina. Sus orígenes se pueden rastrear en la cultura del hip hop de los 90 en el sur de Estados Unidos, pero recién a mediados de la década pasada hizo su derrame en Latinoamérica.
En tiempo récord, nombres como Duki, Cazzu, Bizarrap, Khea, Paulo Londra o L-Gante –por citar algunos de la tropa de elite– hicieron quedar como viejitos con bastón a los popes del rock nacional, todavía aferrados a sus festivales de grillas interminables y a la anacrónica cultura del aguante (birra y minitash). Muchos de los nuevos ídolos del trap surgieron de las llamadas Batallas de gallos, competencias de freestyle que desde hace más de una década se multiplicaron en las plazas porteñas (la competencia de rap de El Quinto Escalón, con sede en Parque Rivadavia, fue un gran semillero de cracks).
Y así fue que las guitarras distorsionadas del rock cedieron a las voces registradas con Auto-Tune, una técnica de grabación basada en un software de audio que, para los más críticos, sirve para emparchar a cantantes desafinados. Pero el proceso estaba en marcha y ya nada pudo detenerlo. Como una suerte de viralización multimedia, los nuevos videos y canciones cobraron una estética trapera: cadenas de oro, actitud gansta-rap, escenas de fiestas memorables en mansiones, al estilo Tupac Shakur, y un slang muy personal con letras pendenciero-románticas.
Pero lo más importante fue el cambio en las condiciones de producción y reproducción: ya no hacía falta grabar un disco para ser escuchado. Ni siquiera era necesario ir a un estudio; alcanzaba con una notebook, una placa de sonido y las aplicaciones de rigor. La fama ahora se conseguía con los views de las canciones en YouTube y las reproducciones en Spotify. Lanzar un disco ya no era lo esperable. De ese caldo de cultivo, de ese ejército de reserva del trap, surgió Nicki Nicole.
-¿De qué te acordás cuando te ves andando en la BMX roja, en el video de “Wapo traketero”, que terminaría siendo tu primer gran hit?
-Creo que nuestra mente funciona recordando lo mejor de cada momento y por eso queremos volver al pasado, pero la verdad es que fue una época bastante difícil para mí. Eran mis inicios, estaba llena de hambre y de sueños por cumplir. Disfrutaba mucho esa etapa, vivía sin pensar, sin saber qué iba a pasar.
-¿Por qué era una época difícil para vos?
-A la noche llegaba a mi casa y qué sé yo… Me dormía sintiendo que estaba para algo más que la vida que estaba llevando en ese momento o lo que hacía todo el mundo: ir a la escuela, trabajar, tener un familia… Todas las noches me preguntaba: ¿por qué no lo intento?
-¿En ese momento ya te gustaban las batallas de freestyle?
-Sí, bastante. Nunca competí en una batalla de escenario ni en grandes espacios. Siempre fue en batallas chiquitas, que se armaban jodiendo con mis amigos, sin necesidad de competir, tirando freestyles más melódicos. Medio sin darme cuenta empecé a decir cosas que tenían sentido en el momento. Había un hilo conductor. Creo que ahí empecé a hacer canciones. Hacía música con mis amigos y dejé que fluyera, hasta que saqué mi primera canción sola, que fue Wapo.
-¿Es verdad que le pediste aprobación a tu mamá para lanzarte en tu carrera de cantante? ¿Qué edad tenías?
-Sí, tenía 17 años. Se lo planteé porque sentía que sin su apoyo no iba a estar tan contenta. Si no estoy con gente a la que le sirve lo que hago, ¿hasta qué punto me sirve a mí? Cuento con ellos siempre, son parte de mi motivación.
Su vida antes de “Wapo” se puede resumir sin grandes sobresaltos: es la menor de cuatro hermanos y se crio en Echesortu, un barrio de clase media de Rosario. Al separarse sus padres, a los 13, Nicole se mudó a otra casa en el mismo barrio, en donde recuerda que “las cosas empezaron a pasar”.
Cursando la secundaria en el colegio público Francisco de Gurruchaga, empezó a encontrar una voz propia, con gustos musicales cercanos a Tupac Shakur, Amy Winehouse, el rap, el trap y el hip hop en general. Sin haber tomado clases de canto, se fue grabando con el celular que le regalaron cuando cumplió 15. Su canal de YouTube tenía 20 seguidores y lo único que Nicole quería para seguir cantando era la aprobación de su mamá, que llegaría un tiempo después. Es difícil saber si en ese momento, con la voz aún sin domesticar, su canto ya tenía los colores de ahora: un fraseo versátil, que por momentos parece abrevar del soul y la música negra en general (su manager cuenta que se suele colgar escuchando a Ray Charles en el auto), con letras que entreveran palabras en inglés y una jerga bastante hermética.
“Venía escuchando mucho lo que me llegaba por MTV: Madonna, Michael Jackson, Britney Spears, Cristina Aguilera. Todos me encantaban, pero cuando pusieron a Amy quedé flechada. No me había pasado nunca. Ella era diferente, tan persona, tan humana, me gustó muchísimo”, recuerda.
Los hitos siguientes son como un cuentito de hadas: estar tocando en un bar ignoto y ser descubierta por un par de productores, en una noche de esas que hay miles. Y, al poco tiempo, llegar a oídos de Duki y Cazzu, los primeros consagrados del género, que le dieron la confianza que necesitaba. Cazzu, incluso, la invitó al Teatro Ópera a cantar “Wapo traketero” a dúo, en agosto de 2019.
-¿Qué tenía Amy Winehouse en comparación con tus otros ídolos de MTV?
-Veía a Madonna y me parecía irreal. Pensaba: esta chica no existe, es de otro planeta. Me gustaban sus canciones pero creo que me aburría el estereotipo. Cuando la vi a Amy, sus entrevistas, cómo se mostraba, lo que le entregaba a la gente… Hay artistas que prefieren dejar su personaje adelante y su persona atrás, pero ella se mostraba entera. A mí me re servía.
-¿En qué momento sentiste o tuviste la intuición de que podías llegar a ser lo que sos hoy?
-Era algo en lo que yo siempre creía, pero era bastante insegura para llevarlo a la realidad. Siento que la gente me ayudó a darme cuenta de que sabía rapear, que mi voz gustaba, que tenía un talento.
El año que vivió en peligro
En febrero de 2020, Nicki Nicole ya había empezado a carretear y a tomar confianza en los escenarios. Se presentó en la Fiesta de la Manzana, en General Roca, Río Negro, para casi 90.000 personas. Rendida después del show, todavía recalculando que venía de cantar para tanta gente, no imaginaba que se venía una pandemia y un encierro que le iba a parecer eterno.
El confinamiento la encontró lejos de Rosario, instalada en una casa en zona norte del Gran Buenos Aires, sola con sus dos gatos. “No sabía si quedarme o volver a Rosario, porque ya tenía mucho trabajo en Buenos Aires. Me quedé y fue bastante duro, porque pensé que eran 14 días y se fue extendiendo. Cuando vi que era súper eterno dije ‘ya está, me voy a centrar en todas estas emociones y a ponerlas en canciones’”, cuenta.
Más enfocada que nunca, lanzó el tema “Colocao”, con un video en el que se la ve encerrada como un animal rabioso en la casa, cantando: “Antes no teníamos para cenar, ahora estoy arriba de donde están”. La canción se estrenó el 13 de mayo de 2020 y al cierre de esta nota tiene cerca de 130 millones de views. Le siguieron “Mamichula”, junto a su novio, el rapero Trueno; y “Mala vida”, que se posicionó como el video más visto del mundo en cuestión de horas. Si a alguien le resultó productivo estar confinada, fue a ella.
En octubre de 2020, cuando por fin se abrió la puerta a los vuelos internacionales, Nicole se subió por primera vez a un avión con destino a Miami. Allá, instalada en una casa en la zona de Brickell, con su inseparable hermana Micaela, los productores y Santoro, experimentó su gran pico creativo. En esos días coincidió en el estudio con Duki y Bizarrap, quienes también estaban en la ciudad, como una suerte de seleccionado del trap nacional.
Durante la estada en Miami, la cantante gestó el tema “Verte”, junto a Dread Mar I y Bizarrap, e incursionó en el reggae. “Es un error encasillar a Nicki en el trap. Puede hacer un reguetón, meterse con el rock, el rap, el reggae… Lo que ella quiera. Tiene una habilidad compositiva enorme”, explica Santoro, y recuerda una escena que lo marcó.
En el último día de estudio en Miami, la cantante tenía que grabar una colaboración en el tema “Venganza”, de la banda uruguaya de rock No Te Va a Gustar, nominado a Mejor canción de rock en los Latin Grammy 2021 (ya había sido nominada como Mejor nuevo artista en la edición de 2020 y cerró ese año como una de las 10 artistas artistas argentinas más escuchadas del mundo en Spotify).
“Me acuerdo que esa noche, cuando grabó en el tema de NTVG, nos pidió de apagar las luces. Estábamos Micaela y yo. Grabó su parte en la primera toma, sin repetir nada. Fue un momento mágico, uno de los mejores que tuve en la vida de estudio”, se emociona Santoro, más acostumbrado al palo del rock (trabajó con Emmanuel Horvilleur y Airbag, entre otras bandas). “Me acuerdo que le pregunté: ‘¿de donde estás leyendo la letra? ¿del celular?’. Ella se tocó la cabeza y dijo, creo que en broma, pero un poco en serio: ‘sale todo de acá’”.
Showbusiness, Gardel y vinilos
En una nota publicada en la revista Rolling Stone, el músico Carca, bajista de Babasónicos desde hace más de una década, opinó respecto del viraje de los consumos actuales: “No hay reglas en el mundo musical. Está bien entonces que haya salido el trap y haya pateado el tablero. Eso es algo nuevo, estoy mucho más a favor del pibe con la computadora tratando de con su puta herramienta ser algo y ser alguien, que con unos ególatras rockeros que piensan que solo por ser rockeros ya tienen el mundo ganado”.
En ese tablero susceptible de ser pateado, la industria de la música reacomodó sus fichas y afinó la puntería. De algún modo insondable, descubrió que una trapera rosarina en sus primeros veintes la iba a descoser.
-¿Qué pensás que la industria musical vio en vos?
-No lo sé en realidad. La verdad que solo tenía 18 años. Siento que vieron en mí algo que yo todavía no veía como artista. Así que confié más en ellos que en mí.
-¿Es importante lanzar un disco, en un momento en que la mayoría de los artistas de tu generación se hacen famosos antes siquiera de hacer un álbum completo?
-Creo que es bastante importante. Yo tengo otro tipo de pensamiento: un disco que parte de un concepto y de un hilo conductor en cada canción es fundamental para el artista, para poder seguir adelante. No me siento completa si saco un tema cada tanto. Necesito avanzar y pasar a nuevas etapas: para eso se lleva a cabo un disco. Y también está saliendo en vinilo…
-¿Por qué en vinilo?
-Soy muy fan de los vinilos. Tengo bastantes y un tocadiscos que me regalaron para un cumpleaños hace dos años. Escucho mucho, es otra movida; suena uno de Gardel, otro de tangos, que se llama Tangos inolvidables; tengo Thriller, de Michael Jackson, dos de Tupac y de Amy.
-¿Sentís la diferencia de cómo suenan los vinilos?
Hay mucha diferencia, los disfruto más. Todavía no entiendo cómo sale el sonido de un disco. No voy a sacarle mérito a las plataformas, que son geniales, pero en lo personal escuchar un disco es como algo más de culto, más orgánico, me hace sentir diferente, no sabría cómo definirlo.
Una herida de hace mucho tiempo
Durante la charla por Zoom, Nicole mira a su izquierda, buscando la aprobación de su manager Matías Santoro, con larga trayectoria en el mundo del rock y el pop, que presencia el reportaje pero no sale en la cámara. Los que por momentos aparecen son sus dos gatitos. El job description de ser estrella incluye, aunque sea muy cada tanto, dar entrevistas. Quizá tanta exposición, tan rápido, hace pensar que el cliché de “tener los pies sobre la tierra”, cuando se está en la cima, no debe ser tan fácil de sostener.
-Debe ser difícil, ¿no? Estar cantando con Cristina Aguilera o Mon Laferte y que la cabeza no se te vaya para cualquier lado…
-Y además, qué sé yo, veintiún años…. Quizá mi yo de antes se volvería loca acá, en este momento, y querría gastar plata en cosas materiales cuando sé muy bien que no es por ahí. Es más una búsqueda personal.
-Pero te compraste tu casa gracias a la música. ¿Te imaginaste alguna vez que ibas a lograrlo haciendo lo que te gusta?
-Sí, es un sueño cumplido. Es un orgullo, pero a su vez intento mantenerme enfocada, como no querer irme al carajo.
-En una entrevista decías que vas al psicólogo. ¿Te ayuda a mantener la cordura con todo lo que te está pasando?
-Hago psicoanálisis. Por el momento es por Zoom, pero espero ir en persona cuando se pueda. Lo bueno del psicoanálisis es que no tenés filtro, podés ser quien sos. Es una descarga. Mil veces me ha pasado de enojarme con alguien y después decirme “¿por qué me enojé por eso?, no era tan relevante”. Y quizás es porque tengo una herida de hace mucho tiempo y ese enojo me llevó a volver ahí.
El feat soñado
Está por salir a cantar en el programa de Jimmy Fallon y uno de sus productores se acerca para darle unas palabras de aliento, pero lo que hace es aterrorizarla. “Dale que toda Argentina te va a estar mirando”, le dice, y ella responde, blanca como un papel: “No, amigo, la voy a re cagar”. Nicole contó esa anécdota hace unos días en una entrevista en Caja Negra, el ciclo de entrevistas de Filo News. No solo no echó a perder esa oportunidad, sino que aprovechó las que vinieron: en noviembre cantó en la entrega de los Latin Grammy con Cristina Aguilera, Nathy Pelusso y Becky G; después se presentó en Rosario para miles de personas y a principios de este mes agotó todos los Gran Rex que le pusieron adelante.
-Tanto lo de Jimmy Fallon como el Tiny Desk Concert [las populares sesiones de música de la radio pública estadounidense NPR, en las que participó en octubre pasado] fueron dos hitos en tu carrera. ¿Realmente estabas tan asustada?
-Es que cuando ves a los artistas que pasaron por ahí y te toca vos decís: uuuuuuu. Era como que cargaba con mucha gente que iba a estar viéndome y recién conociéndome. Por suerte salió mejor de lo que imaginaba. Fue parte de un proceso que empezó en Recuerdos [el primer disco] y me sirvió para encontrar muchos más ritmos y colores que no sabía que tenía. Puntos de vista, matices, estados de ánimo que podía entregarle a la gente y antes no me salían.
-¿Cuál fue el feat que más te gustó hacer?
-Con Cristina Aguilera, en el tema que estamos con Nathy [Pelusso] y Becky G; para mí fue una locura, siempre va a ser una locura eso. Crecí escuchando a Cristina. Y también la canción con Mon Laferte, que es una artista que admiro al cien por ciento.
-¿Cuál es tu visión sobre el rol de la mujer en el trap y en el rap? Si uno mira los videos de Tupac, por citar a uno de los artistas que admirás, la mujer no queda en un lugar precisamente empoderado…
-Es una lucha diaria. Todos los días las mujeres vivimos situaciones que no deberíamos aguantar y que están normalizadas por parte del machismo. Son los que desvalorizan cuando una mujer hace música, cuando una mujer es un talento. Siempre se la reconoce por ser “la novia de”, “la amiga de tal”. Entonces es súper importante, como mujeres y como artistas, luchar para que la próxima que llegue a esta industria musical se sienta cómoda y sepa que el talento que tiene, lo tiene por lo que es.
Quizás, a fin de cuentas, no haya que preguntarse tanto qué vio la industria de la música en Nicki Nicole. Tal vez, además de su talento y de ser más versátil de lo que ella misma creía, haya un componente mágico y caprichoso en todo esto, como canta en el tema “Dangerous”, del nuevo disco, junto a Trueno y Bizarrap. Dice así:
He peleado por lo que tenía
Vueltas de la vida
Nunca resolvimos, no sé
Nunca paso desapercibida
Mira, qué ironía
Eligió el destino qué hacer.