Música. La artista japonesa que cautivó a Spinetta
El arte minimalista de la pianista y cantante Kotringo, que conquistó a Luis Alberto Spinetta (y viceversa) tiene un capítulo de naturaleza pura con un disco dedicado a las aves y una versión audiovisual de “Ludmila”
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La música no tiene barreras ni fronteras. Atraviesa fenómenos, modas y parlantes. Quién escucha, en qué momento, dónde y de qué manera pueden ser algunos de los interrogantes que sobrevuelen a todo artista que pretenda tomar dimensión de la escala de su obra. La pianista japonesa Rieko Miyoshi, más conocida como Kotringo, empezó a repreguntarse todo cuando se enteró de que Luis Alberto Spinetta era admirador de lo que hacía. Pese a que muchas respuestas puedan estar asociadas a la tecnología que ayudó a acortar distancias, ella no pudo más que sorprenderse con el hecho de que su música cruzara los mares hasta llegar a la Argentina y, sobre todo, a los oídos del Flaco.
“Cuando hicimos mi página de Facebook, allá por el 2010, tuvimos algunos mensajes desde Argentina. Ya entonces me intrigaba saber por qué mi música se escuchaba en Argentina, cuando muchas de mis canciones estaban escritas en japonés. En algunos mensajes me mencionaban a Spinetta, diciendo que él había pasado mi música en la radio o algo así”, cuenta a LA NACION revista la pianista y cantante nacida en Osaka hace 42 años.
En rigor, el responsable mayor de que la obra de la pianista transitara los 18.000 km que separan Japón de la Argentina fue Claudio Cardone, histórico pianista de Luis Alberto. No solo recomendó su música, sino que también empezó a incorporarla al repertorio de sus shows. “Me enteré de que Claudio Cardone ya era fan de Ryuichi Sakamoto [compositor, cantante y productor del primer álbum de Kotringo], y de esa manera él me encontró y le comentó a Spinetta sobre mi música”, cuenta.
La obra de Kotringo inició una expansión por el universo del Flaco: rápidamente llegó a oídos del público spinettiano y de varios de sus músicos. Todos cayeron bajo el influjo de la artista de estética flotante, de pasajes oníricos, que logran edificar una cartografía armoniosa con distintos elementos de un pop que se vuelve novedoso. Rodolfo García, exbaterista de Almendra, aporta lo siguiente sobre su música: “Conocí a Kotringo a través de Luis. Nos juntábamos en su casa a escuchar música y uno de los días puso un par de temas de ella. Me impresionó mucho al punto que le dije que quería llevarme una copia en el soporte que sea. Me los copió en un pendrive que aún conservo. Luis sigue siendo una presencia permanente como artista y como ser humano. Clásico y vanguardista al mismo tiempo. Y él amaba a Kotringo. Es muy buena la música, la interpretación, los arreglos”.
Con 15 discos en su haber, Kotringo goza de un reconocimiento que pondera su originalidad, su estilo minimalista, su voz cristalina y, principalmente, el amplio registro de sus canciones, que van del pop a la música sinfónica. La artista ha fijado lazos con el mundo a través de una búsqueda íntima y constante de nuevos sonidos, que la llevó a grabar Bird Watcher Kotringo Best, su último disco, casi una oda a la naturaleza y a las aves, una pesión que lleva marcado a fuego en su nombre (“Kotringo” es una combinación de sonidos tomados de las palabras niponas para pájaros pequeños –kotori– y manzana –ringo–). La semana pasada lanzó el DVD con la presentación en vivo de ese álbum.
Si bien Kotringo no llegó a conocer a Spinetta, tuvo la oportunidad de homenajearlo junto con la banda platense Cribas. En conjunto hicieron una versión audiovisual exquisita de “Ludmila” (perteneciente al disco Madre en años luz de Spinetta Jade) y la lanzaron el pasado 23 de enero, día del cumpleaños de Luis Alberto (y desde 2015, Día nacional del músico. “Es una manera de expresar mi aprecio. Hubiera deseado ver a Spinetta y darle las gracias en persona. Sin su ayuda, no hubiera sido posible ir a Argentina. Además, me arrepiento de no haber podido tocar ninguna música argentina durante mi gira en 2018, así es que decidí aprenderme mi canción favorita de Spinetta”, dice.
La música del Flaco llegó a la vida de Kotringo de manera azarosa y sin estar interpretada por su autor original. El encuentro surgió en Estados Unidos, en el show de un grupo argentino que la invitó a ver un amigo. En ese momento sin saber que aquella canción que estaba escuchando pertenecía a Spinetta, se dejó llevar por los sonidos y algo dentro suyo hizo plop. “Fue hace unos 14 años, mi amigo Hiroya Tsukamoto, que es un fabuloso guitarrista y compositor, me invitó a un concierto del septeto Los Changos en Nueva York. Ellos hicieron una muy linda versión de ‘Ludmila’ y yo estuve escuchando el disco de ellos por mucho tiempo. Sin embargo, me di cuenta recientemente de que esa canción la compuso Spinetta”, revela.
La versión que luego haría ella con Cribas nació en una gira del quinteto de La Plata por Tokio. En marzo de 2020, antes de que se desate la pandemia, la pianista y el grupo platense grabaron dos canciones junto al cuarteto de cuerdas de Atsuki Yoshida. La primera fue compuesta por Juan Fermín Ferraris – piano y voz de Cribas– titulada “Mariposa”, y la segunda fue “Ludmila”. “Hace dos años estábamos conociendo a Kotringo en nuestro país, con la emoción que conlleva vivir algo así. Primero por lo increíble y dulce que es su persona; tenemos una profunda admiración y cariño después de estos años compartidos. En segundo lugar, porque creemos que Luis hubiera querido conocerla en persona. Hoy podemos darnos ese lujo de compartir algo que imaginamos que Luis también hubiera querido escuchar”, dice Ferraris.
La banda de la ciudad de las diagonales se abrió paso al mundo en 2015 con su primer disco, La hora diminuta. Este trabajo tuvo repercusiones en Japón y permitió un vínculo con el país nipón. Lo que vino después fueron venta de discos, publicaciones, entrevistas y premios. Actualmente, la Revista Latina Co. distribuye su música en Japón. Según cuenta Kotringo, el vínculo con ellos surgió a partir de “un chico japonés, Hironori Uto, que coordinó mi gira en Argentina de 2018 y me presentó a Cribas. Él les preguntó si querían hacer un concierto conmigo, en La Plata. La audiencia fue grandiosa. Creo que el concierto se vivió en una atmósfera armoniosa. ¡Espero que Cribas también haya disfrutado el concierto en Tokio conmigo!”
Algoritmo natural
A Kotringo se le desató de muy jovencita la pasión por el piano y, Berklee College of Music mediante, se especializó en Composición e Interpretación de Jazz. “Empecé a aprender piano cuando tenía 5 años, en la escuela Yamaha. Allí había muchas posibilidades de tocar diferentes estilos: música clásica, jazz y pop. Fue una gran experiencia para aprender piano, y desarrollar capacidades para expresar diversos colores y sentimientos con gran amplitud y riqueza en el sonido. No solo toqué piano acústico, sino también sintetizadores. A veces trabajamos piezas de orquesta con esos teclados, y ahí pude aprender sobre ensambles. De esa forma me enamoré de la música y del piano”, cuenta.
El salto en su carrera se dio en 2006, cuando Ryuichi Sakamoto, pianista y compositor de música de cine, descubrió su talento y produjo su música bajo la maquinaria de su sello discográfico. Ella participó de algunos festivales importantes en Japón y en 2012 lanzó junto a Sakamoto el álbum I Have to Buy New Shoes. “Lo respeto como compositor e intérprete. Por otro lado, sus técnicas de grabación para lograr ese sonido hermoso de piano son todo un arte que siempre está en mi mente”, dice sobre su mentor.
Unos años después, la apuesta de su arte llevó a Kotringo a incursionar en la música de cine y compuso la banda de sonido de la película de dibujos animados En este rincón del mundo, dirigida por Sunao Katafuchi. La película contó con dos millones de espectadores en Japón y fue una de las más exitosas de animé de ese año. La experiencia de ese trabajo le abrió nuevos horizontes para ella. “Empecé a interesarme en estudiar orquestación cuando trabajaba para una película. Para trabajar en eso tuve que aprender diferentes tipos de instrumentos, y encontré que me gusta usar instrumentos acústicos como cuerdas o vientos de madera en mis canciones”.
Los muchos estilos que abarca su música son la carta de presentación de un hacer que tiene como instrumento muy preciado a la computadora. Si bien se planta en el pop y lo prioriza como lugar de libertad a la hora de componer, siempre va por más. En la actualidad, además de profundizar en la música de películas, series, programas de televisión y publicidad, continua con su trabajo de interpretación pianística y recorre los nuevos caminos de la expresión de sus arreglos orquestales.
Su método de trabajo, del que se podría decir que se aleja de la veta más tradicional, resume todo un universo en la vida de Kotringo y una forma artística que no se lleva muy bien con la vorágine actual. Así como el escritor escribe para pensar, ella parece componer para pensar. “Trabajo con una computadora conectada al teclado y la mayor parte de mis canciones son parte por parte y así las ideas van surgiendo: no hago una canción entera de una sola vez; voy reuniendo el material, lo unifico, le doy forma y ese proceso es divertido porque no responde muchas veces a lo que esperaba; se va haciendo en el camino”.