Cómo elige a las futuras tops argentinas que triunfarán en el exterior
Con ojo entrenado, Emiliano Mocchiutti imagina qué mujeres podrían desfilar por las pasarelas de las fashion week o ser elegidas por las grandes maison europeas
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Cuando era chico,miraba fascinado a las súper modelos y, a escondidas, los desfiles de Fashion TV. Ahora, a los 45 años, son las modelos de su agencia las que caminan por las pasarelas internacionales. Y él puede verlas en vivo y en directo. Emiliano Mocchiutti siempre tuvo en claro que su mundo era el de la moda, y perseveró hasta conseguirlo.
Pero primero intentó con la carrera de medicina (la dejó al poco tiempo), luego en el modelaje (definitivamente no era lo suyo) y, más tarde, como booker, aquella persona que lleva la agenda de las modelos para las agencias y coordina los castings. Tocó las puertas de los representantes más importantes de los 90, Ricardo Piñeiro y Pancho Dotto (su sueño era trabajar con él), pero sin suerte. Aunque, como repite, nunca se da por vencido. Así, con tiempo y perseverancia, logró a crear la agencia Look 1, que representa a modelos en las casas de moda más importantes del mundo y que ahora proyecta extenderse a Europa.
Como buscador de modelos no descansa. A toda hora y en todo lugar, imagina qué mujeres podrían triunfar en la moda internacional, desfilar por las pasarelas de las fashion week o ser elegidas por las grandes maison europeas. Con ojo entrenado y años de profesión, siempre lleva tarjetas de presentación en la funda del teléfono. En el mundo de la moda dicen que es el mejor radar para descubrir a las modelos que serán exitosas en el exterior. Y que también sabe con exactitud qué cambio de look potenciará a cada una.
-¿Qué imagen tenías de Pancho Dotto y de Ricardo Piñeiro en los 90?
-Para mí, sobre todo Pancho, era un ícono. Yo veraneaba en Mar del Plata y mi padre compraba la revista Gente. Veía las revistas, los personajes, la movida del verano. Mi familia era de clase media, muy ajena a toda esa vida. Mi mamá era secretaria y papá, empleado en una empresa que hace motores. Nada que ver con esa realidad.
“Cuando terminé el secundario me anoté en Medicina, pero enseguida me di cuenta de que no era lo mío. Tuve la suerte de contar con una madre que me apoyara en todo, bajo la premisa de que, eligiera lo que eligiera, tenía que ser el mejor. Viajé a Buenos Aires, porque quería ser modelo, actor o hacer algo por el estilo. Al llegar me di cuenta de que nadie me tomaba”, recuerda. Ingresó como modelo en una agencia comercial, Base Modelos, pero pronto entendió que no era lo suyo, por su timidez no estaba cómodo en ese rol. “Me gustaba la moda, el contacto con las modelos, pero ese no era mi lugar. Le pregunté al dueño de la agencia cómo se hacía para ser un booker, y empecé al día siguiente”. Era 1996.
La gran oportunidad llegó cuando Wally Diamante, creador de la agencia de relaciones públicas Grupo Mass y su amigo desde hace años, lo llamó un día para preguntarle dónde quería trabajar. “Siempre digo que a mí nunca nadie me dio una mano, jamás. Pero estoy muy agradecido con él, me cambió completamente la vida. Había ido un millón de veces a ver a Dotto, le había dejado mi material como modelo, mi CV como booker. Nunca me doy por vencido, le mandé unos 20 sobres con mi material y mi currículum, unas 70 veces, y no exagero”, dice. Tuvo su entrevista al día siguiente, y al año era el jefe de la mesa de bookers de Roxana Zarecki, Marina Marré, Katia Fucks. “Un año antes de irme de la agencia de Dotto me dieron la agenda de Dolores Barreiro, una reina”.
Al buscar vuelo propio, luego de algunos traspiés, se encontró con una agencia a medio armar con 10 modelos y promesas de trabajo en el exterior. “No tenía un centavo, con otra socia compramos un vuelo a París con unas millas que ella tenía, para conseguir agencias”, recuerda. Con poca información y bastante intuición, llegó a una agencia parisina donde entró su primera modelo exitosa, Romina Lanaro.
-¿Ahí supiste que la agencia con modelos internacionales podía funcionar?
-Soy un gran soñador, siempre supe que podía funcionar. Tengo la esperanza grande, creo que todo es posible. Y que esté acá hoy es una prueba de eso, porque yo no tenía ningún link con la moda ni sponsor ni presupuesto como para empezar. Nunca me quedo con el no, jamás.
-¿Cuál fue la clave?
-Algunas agencias se olvidan que tu cliente no es la marca que te contrata; tu cliente es la modelo que representás. Creo que siempre me fue bien porque nunca me olvidé de eso, tengo un compromiso muy grande con la gente con la que trabajo. Me conviene que a mis modelos les vaya bien, que sus derechos se peleen y que sus contratos sean lo mejores posibles.
-¿Siguen existiendo los codazos en las pasarelas?
-Siempre que hay una número uno, hay una competencia. Las chicas son amigas y se ayudan, pero a veces es difícil ponerse contento cuando el lugar que querés se lo lleva la de al lado. No hay 100 lugares, hay unos puestos y se ocupan. Sí hay mucho compañerismo entre las modelos, pero creo que en los 90 también. El codazo sigue existiendo, pero no presencial [se ríe]. Hay rivalidades pero hay compañerismo. Es una profesión que es individual, no sos un equipo, es tu carrera.
-¿A qué edad comienzan a trabajar las modelos?
-En general, a partir de los 16 años, pero para trabajar afuera hoy esa edad se fue corriendo a los 18. Hay grandes marcas que dejaron de trabajar con menores de edad, como Yves Saint Laurent, Gucci, Alexander McQueen, la revista Vogue. Y se siguen sumando. Hay una conciencia en cuanto a que son chicas. Para una profesión o formar parte de una casa tan importante como Prada, Fendi o YSL es otra exigencia, son jornadas largas de trabajo. A veces el trabajo es durante la madrugada, con pruebas de ropa a cualquier hora.
-¿Cómo fueron las primeras experiencias de las modelos que viajaban al exterior?
-Empecé mi agencia en 2001, y todas se querían ir. Los papás dejaban viajar por primera vez a las chicas solas y había mucho miedo también. No tenías referencias, no era como hoy, se comunicaban desde locutorios. Era un gran desapego, para los papás era fuerte. También estaba el idioma, las modelos sabían un poco de inglés, pero no de manera fluida.
-¿Cómo encontrás a las modelos? ¿Las buscás o te tocan la puerta de la agencia?
-Conviven las dos cosas, pero el 75% de las modelos las encontré. Uso un término que inventé, que es huntear, porque para mí es una caza. Las observo antes, no me quiero acercar a hablar y por ahí generarle una ilusión y que después que no funciona. Entonces, antes de darle una tarjeta, doy vueltas, me vuelvo a cruzar y las analizo.
-¿Y que buscás?
-Me fascina la belleza de la mujer, busco que me encante, alguien que diga. Ay, qué linda, y no linda desde el parámetro en el que uno se mueve.
-¿Qué medidas deben cumplir las modelos para los parámetros de una pasarela internacional?
-Lo principal es la cadera, que como mucho puede tener 90, el ideal es 88. Y la altura, mínimo 1,74 m y máximo, 1,82. El peso es relativo. Yo igual estoy siempre pendiente del tema.
-¿Cómo se tratan los trastornos alimenticios con esos parámetros?
-Este es un trabajo que hacés con el cuerpo, es muy importante para nosotros estar acompañados por una nutricionista y personal trainer, si ellas lo requieren. Las modelos no son flacas por un tema estético, la modelo es flaca porque cuando salen las colecciones internacionales no tienen todos los talles, tienen el sample size, que es chico. Tienen que entrar en esa muestra y que la ropa quede graciosa. Si en algún momento percibo algo, tengo una charla honesta, hablo con los padres, voy con ese tema adelante, y ofrezco acompañamiento.
-Una modelo sin esa altura, ¿puede tener una carrera exitosa?
-La altura es importante, pero siempre estás abierto a una excepción. Kate Moss es una modelo que no llega ni a 1,70 metro y lejos es la más importante de la historia. Uno tiene que estar abierto a que te sorprenda desde la personalidad. Cuando hago concursos trato de hablar con ellas, para darles esa oportunidad de conocerlas.
-¿Qué pasa cuando les acercás tu tarjeta?
-A veces no te creen. Pero las que me sorprenden son las chicas bellísimas que son inseguras y te dicen ¿yo? En la Argentina es un trabajo que está desvirtuado, porque cualquiera dice que es modelo. En una época hubo muchas vedettes que se presentaban así. No es el tipo de modelo de alta costura o que trabaja con casas de lujo de moda internacional.
-¿Todas tus modelos tienen perspectiva de trabajo afuera?
-No tomamos a nadie que no creamos que se pueda desarrollar a nivel mundial. No le veo sentido a una carrera en la Argentina, porque es un techo muy bajo y no me motiva. Entiendo que puede ser redituable para alguien que estudia en la facultad, porque es un trabajo que te permite tiempo libre. Pero a nosotros nos motiva el desarrollo, el crecimiento, el ocupar lugares que nunca fueron ocupados. Mi sueño máximo es encontrar a una mujer que quede en la historia. O sea, como Marilyn Monroe o alguien así.
-¿La estás buscando? ¿O pensás que la tenés y le falta hacerse conocida?
-No lo sé todavía. El tiempo dirá, me parece que en todas esas personalidades siempre hay una construcción, es difícil poder detectarlo. Yo las trato a todas como si lo fueran.
-Además de Emiliano-hunter, ¿cómo es la búsqueda?
-Es una búsqueda constante que incluye concursos, donde se presentan 300 personas en distintas provincias, y hasta 600 en Buenos Aires, además de agencias del interior, fotógrafos, scouters. Igual es para tomar muy poca gente, nunca tengo más de 50 modelos.
-¿Por qué?
-Es un compromiso muy grande y cuando tomo a alguien necesito estar realmente seguro, justamente porque no me doy por vencido. Si me comprometo, no le puedo decir lo siento, no funcionó. Voy a darlo todo hasta que esa persona se baje del barco.
-¿En qué caso insististe más?
-Me pasó con una modelo, Sabrina Ioffreda, que había ido a una agencia muy buena de afuera pero no había funcionado. Ella quería trabajar, tenía 22, 23 años y en esa época era distinto, ya era grande para empezar en el exterior. Las agencias decían no, y como a lo largo de los años yo había capitalizando contactos de casas importantes como Prada, Marc Jacobs, todas las temporadas le sacaba fotos a Sabrina y las mandaba. Hasta que una temporada hicimos un cambio de look, le saqué fotos y me respondieron ¡todos! Fue tan abrumadora la respuesta que todos la querían. Arrancó haciendo Proenza, e incluso la campaña de Prada. Ella tenía 25 años.
-Al elegirlas, ¿percibis cuáles triunfarán?
-Cuando elijo a una modelo, me digo ella va a ser una estrella. Pero no es solamente por lo estético, hay mucho de corazón, de salir adelante, de compromiso. Pero hay gente que si no logra resultados inmediatos se da por vencido. Hay modelos con algo que las hace especial, que va más allá de la belleza. La belleza es solamente una puerta de entrada, pero lo que te lleva lejos es el corazón, el alma, el compromiso, el soñar. Esa capacidad de ir adelante.
-En los concursos, ¿se presentan más personas que antes?
-Creo que ahora hay un resurgir, cada vez más las adolescentes ven la profesión del modelo como una opción. Por ahí las chicas que consumen moda ven a estas nuevas súper modelos, como Gigi Hadid, y se identifican, o quieren llegar a ser como ellas.
-¿Cuantas jóvenes se presentan en los concursos?
-Hace poco hicimos el de Kosiuko y en Córdoba, Rosario y Misiones se presentaron 150 y 300 chicas en cada lugar. En Buenos Aires fueron 600, pero se anotaron virtualmente miles.
-¿Dónde están tus modelos ahora?
-En Nueva York, Justina Ageitos, Valeria Gómez, Milagros Piñero, Milagros Ganame. En Europa, Romina Lanaro, Cynthia Arrebola, Denise Ascuet, María Cosima.
-¿Qué necesita hoy una modelo para ser top?
-Creo que lo mismo que en cualquier profesión en cualquier rubro, compromiso y persistencia. Aceptar las reglas. Antes, en los 90, algunas modelos te colgaban en un shooting, eran divas y algunas maltrataban a la gente. Ahora a nadie le gusta trabajar con gente que te maltrata, en ningún rubro. La amabilidad y la humildad son muy valoradas. En cualquier rubro a todos les gusta trabajar con gente que te hace sentir cómoda, que está de buen humor, que tiene buena energía.