Luces textiles: los originales diseños patagónicos que llegaron a Europa e impresionaron a Louis Vuitton
Cindy Lilen, diseñadora argentina, viajó para dar a conocer sus luces escultóricas realizadas recuperando técnicas ancestrale
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De Río Negro a Alemania. De Buenos Aires a Londres. Y de Londres a Milán. La diseñadora argentina Cindy Lilen lleva de viaje sus luminarias textiles para mostrarle al mundo la recuperación de técnicas ancestrales de la Patagonia. A los 33 años, la diseñadora que nació en la localidad de Cervantes, en el corazón del Alto Valle de Río Negro, dejó su impronta artesanal en una de las plataformas de lanzamiento más importantes para los talentos emergentes.
Su colección, que combina piezas artesanales elaboradas por comunidades patagónicas con terminaciones en madera o concreto, llegó al Salón Satélite, la sección de la feria de diseño de Milán que se desarrolló el mes pasado. Por allí pasaron cazadores de talentos de distintas firmas, entre ellas de Louis Vuitton, que se interesaron en las soluciones constructivas que Cindy aplica en sus dispositivos. La cultura, la materialidad, la memoria emotiva y su propio ADN reflejan el interés de la diseñadora de indumentaria graduada en la UADE por vincular al ser humano con la naturaleza.
A partir del hilado de la lana, Cindy muestra en Europa una porción de la Argentina. Y de su propia historia. Las piezas hechas a mano, únicas, reúnen en cada trama su propio recorrido. Se llama Cindy porque su papá eligió el primer nombre, y Lilen, porque a su mamá le gustó el origen mapuche y su significado: aromos del bosque. Con la Patagonia en la mochila, Cindy dejó Río Negro apenas terminó el secundario en el colegio Domingo Savio, de General Roca, para viajar a Alemania en plan de estudios.
"Potenciar los materiales de forma artesanal es clave, destacar el legado más allá del diseño"
“Ahí me picó el bichito de vivir afuera, conocer Europa”, destaca la mujer, que luego cursó un máster en Chelsea College, en Londres. Desde entonces, la investigación textil fue su norte. Desde que vive en Brighton, a una hora del Big Ben, promueve diálogos entre fibras de su región y exploraciones para aplicar en distintos dispositivos lumínicos. Sin embargo, ahora pasa más tiempo en su estudio del centro gracias a una beca que obtuvo en la incubadora para creativos artesanos que impulsa Cockpit Arts.
“Allí me siento cómoda, se generan buenos intercambios con otros colegas. Como los cruces buenísimos que tuve en el Salón Satélite con diseñadores argentinos, uruguayos y venezolanos. Coincidimos en que el ingenio y la capacidad para resolver problemas es nuestro hilo conductor”, apunta.
Además de presentar sus lámparas en la feria, también participó con piezas decorativas en Maison de la Terre, un proyecto de la revista Marie Claire Italia curado por la diseñadora Elena Pelossi y el arquitecto Federico Delrosso. La instalación puso el foco en las prácticas sostenibles y el impacto ambiental cero, dos conceptos con los que está alineada la diseñadora.
“Potenciar los materiales de forma artesanal es clave, destacar el legado más allá del diseño”, sugiere. Antes de medirse en la liga de Milán, expuso en la Clerkenwell Design Week sus objetos: dijes, aros y colgantes trenzados en fibras naturales, lana merino y accesorios de cobre o madera. Además, las esculturas de la colección Aimé, auténticas piezas artísticas a las que la diseñadora denomina joyas textiles para el hogar.
“Voy paso a paso, trabajo sola y no tengo equipo detrás para compartir la exigencia. Cada muestra es un estrés y un esfuerzo tremendos. El traslado, las horas y horas recibiendo gente, contando con el mismo entusiasmo el origen de mi trabajo. Terminaba el día muy agotada”, repasa sobre los hitos de la presentación en una de las grandes ligas del diseño internacional. En apenas cinco días pasaron por el predio ferial, en las afueras de Milán, más de 300 mil personas en busca de novedades que refresquen al sector de equipamiento, mobiliario e iluminación.
Empresarios, industriales y directores de tiendas de todo el planeta se acercaron a su stand luminoso. “Les llamaba la atención el material, pero también la manera en que una lámpara puede funcionar como obra de arte”, comenta. Con una tienda especializada en iluminación de Chicago ya está avanzando para adaptar el sistema eléctrico de las piezas a las normas americanas. Y con firmas de Suiza, para sumar la calidez de la lana patagónica a proyectos de interiorismo. “Fue muy fuerte la experiencia, aún la estoy procesando”, confiesa mientras pone a punto su propio laboratorio textil. De la madeja patagónica al ovillo que se transforma en luz y recorre el mundo.