La otra cara de la burbuja: ahora el champan se toma en lata
Burbujas saborizadas y en lata, burbujas vintage y de alta gama, burbujas ecológicas, rosé y naranjas, son algunas de las facetas que hoy ofrece la categoría del vino espumoso, que vive una efervescencia y una dinámica sin precedentes.
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“Yo no tomo vino, pero de vez en cuando me gusta brindar con una copita de Champan”, es una de las frases que hemos oído un millón de veces. Como si el vino espumoso, no fuese vino o como si estuviera en un escalón superior que no podemos rechazar.
Es que el vino espumoso como categoría abarca un amplio espectro, desde el ultra lujo cargado de hedonismo, hasta lo cotidiano y habitual. Sin embargo, su papel tradicional o su lugar en el imaginario popular sigue siendo el de la celebración, la unión, la alegría, y muy a menudo, nos remite a un momento notable en nuestras vidas.
Por esa razón, no sorprende que el inicio de la pandemia haya provocado una disrupción en la categoría, con una caída importante en los volúmenes globales de casi un -5 % en 2020, según datos de IWSR (International Wines & Spirits Records).
Felizmente, la categoría comenzó a ver cierta recuperación en la segunda mitad del 2020, ya que los consumidores recuperaron parte de su alegría de vivir y descubrieron que tenían dinero en efectivo acumulado por meses de encierro.
“Si bien entre el 2017 y el 2020 hubo una caída de consumo, afortunadamente luego de 4 años notamos una evolución positiva de la categoría marcada por el regreso a la normalidad post pandemia. La vuelta del On Trade en 2021, con la reapertura de bares y discotecas donde hay un pool de consumo grande para esta categoría, son algunas de las razones de este crecimiento destacado, incluso superando el consumo pre pandemia (+4% 2021 vs 2019)”, analiza Adriel Labbé - Director de Marketing de Pernod Ricard Cono Sur.
Por otro lado, están sucediendo algunas cosas fascinantes en el comportamiento del consumidor de vinos espumosos y, al igual que como muchas tendencias de la era de Covid, parece haber una aceleración o una confirmación de las mismas que ya estaban presentes. Sustentabilidad, vinos orgánicos, menor graduación alcohólica, burbujas dulces y saborizadas, envases portátiles, vinos con identidad territorial y nuevas fronteras, le están dando al planeta de las burbujas una dimensión atractiva y muy variada, que a su vez conquista a nuevos consumidores.
El vino espumoso como bebida informal
El Champagne o el vino espumoso, siempre evocó glamour y lujo, atributos muy merecidos; pero también es cierto que, dentro de la gran familia de los vinos con burbujas, los hay desde los más complejos, finos y exquisitos a los más sencillos, frescos y frutados.
Es por eso, que la categoría evidencia una tendencia a la democratización; bajarse de su pedestal es posiblemente lo mejor que le ha podido pasar, debido a que ya no se reserva para ocasiones especiales como el Año Nuevo o una boda.
Esto se debe a que, hay un grupo creciente de bebedores más jóvenes, que construyen una relación diferente y menos protocolar con este tipo de vino, cuando lo convierten en la bebida preferida en un after office, lo beben en un coctel, o bien en sus cenas en casa entre semana.
El acceso de manera simple a un mayor conocimiento e información también desempeña un papel importante. En esto, las redes juegan un papel relevante; hoy vivimos tan solo a un click de ver cientos de etiquetas en Instagram o de disfrutar un storytelling que nos acerca al vino.
Un dato a considerar es que, en mercados como Estados Unidos, - principal destino de las exportaciones de Argentina -, se prevé que el vino espumoso supere a la cerveza a finales de 2022 y se convierta en la bebida alcohólica más consumida.
Burbujas ecofriendly
No hay dudas que los consumidores ya no son los mismos. Sus prioridades y necesidades son otras y una de ellas es su compromiso con el bienestar, con las cuestiones medioambientales, y muy razonablemente con la salud.
La sostenibilidad está muy presente en sus mentes; ven en las empresas y sus marcas a los responsables de liderar esta transformación. En ese sentido opinan que la sostenibilidad no es su responsabilidad, pero si están comprometidos y convencidos de sus beneficios.
Estas razones han sido los principales drivers del movimiento por el vino orgánico, biodinámico y de baja intervención; y que lógicamente, atraviesa a todos los estilos de vino, incluso al espumoso.
En Champaña, la meca de las burbujas, por ejemplo, se ha apostado por implicar a todo el sector en un proceso de desarrollo sostenible, que incluye la producción de vinos ecológicos. “Nuestra certificación “Viticultura sostenible en Champagne”, reconocida por el Ministerio de Agricultura, se ha extendido a más del 50% de la superficie”, explica Charles Goemaere, director del Consejo de Comercialización del Vino de Champagne (CIVC). “Nuestro objetivo es que el 100% de la superficie esté certificada en 2030″.
Por otro lado, España lidera la producción de vino ecológico, con la mayor superficie cultivada certificada. El CAVA, el espumoso histórico de la península, está comprometido con la tendencia ecológica, y un porcentaje del casi 40% del CAVA ecológico es además de alta gama.
Los consumidores green son conscientes, comprometidos y sensibles. Sin importar sus razones (salud, nutrición, moda, o compromiso medioambiental) alientan a que las bodegas cada día sumen algún sello o certificación eco friendly.
Burbujas pink
Ya hace tiempo que el rosado está de moda en todas sus formas. Cientos de botellas y etiquetas que emulan el estilo distintivo de los rosé de Côtes de Provence son cada vez más frecuentes en las góndolas. Esta región ha sido el modelo elegido por todos los países del mundo para poner en valor la categoría.
De algún modo, esta transformación, alcanzó a los espumosos; un cambio que no es puramente estético (un color más pálido o unas botellas de diseño), sino que se ve acompañada de un nuevo hábito: aceptar que el rosé es un vino con su personalidad, y podemos beberlo todo el año, no sólo en verano.
Es verdad que las ventas y el consumo, se concentran en el último trimestre del año, pero algunas encuestas o estudios afirman que, hay un lenta pero consciente desestacionalización del consumo, así como la incorporación del gusto por el espumoso rosado o el dulce natural.
Un rosado con burbujas, de pinot noir o de malbec, puede ser un aperitivo perfecto o bien el compañero de platos ligeros como entrantes, ensaladas, platos como ceviche, carpaccio, sushi, entre otros.
La oferta de espumosos hoy es muy amplia, alcanza con visitar una tienda y ver que casi todas las bodegas han diversificado y ampliado su portfolio con la incorporación de un rosé.
La vuelta a los ancestros
Dicen que el futuro es el pasado; y un claro ejemplo de esta premisa es el creciente aumento del “pétillant naturel” o “pét nat”, que viene atado probablemente a la tendencia a favor del vino ecológico y a la preferencia por el bajo alcohol o menos azúcar agregada.
El pét nat (contracción que usan los franceses para el “pétillant natural”) es la forma ancestral de hacer espumosos, típicos de regiones vitivinícolas francesas muy antiguas como Gaillac. El pét nat se obtiene colocando mosto en fermentación en una botella que es sellada con una tapa corona. Ahí dentro continúa su fermentación primaria, momento en el que las levaduras consumen el azúcar de la fruta y se genera el gas carbónico, es decir, las burbujas. A veces los vinos presentan las lías (levaduras) y cierta turbidez, aunque es elección del productor eliminarlas para su comercialización. Otros prefieren respetar el método más ancestral y que queden en la botella.
Son vinos que expresan una efervescencia sutil y un paladar ligeramente dulce que los hace muy atractivos, además de evocar “esa vuelta al pasado”.
No obstante, y más allá de toda esta diversidad, el estilo extra brut y brut nature siguen siendo la primera opción en Argentina. La preferencia por estas categorías se debe en gran medida a su menor dulzor, que permite a los consumidores experimentar un sabor singular, más seco, y quizás más amigables con las comidas.
Menos es mas
En línea con lo anterior, el concepto “low carb” o “0 carb”, es una fuerte tendencia del consumidor. Menos alcohol es menos carbohidratos, o bien azucares naturales (no aditivos).
De la mano de esta tendencia, surgen propuestas diferentes con menos grados de alcohol y con un trazo de azúcar residual. Frescos, estilo aperitivo y muy fáciles de tomar ha tenido una excelente recepción en el mercado. A estos se les suman los saborizados con cítrico con piel de naranja y esencias bitter. Además, el formato lata, ies deal para esos momentos donde las burbujas no pueden esperar y no tengan la necesidad de abrir una botella de 750 ml.
Estos vinos responden claramente a la demanda del consumidor de beber más sano, más liviano, más fresco, sin perder el equilibrio, la frescura y la fruta, un desafío que es posible si se trabaja de manera consistente el viñedo y la bodega.
En este punto, no podemos dejar de recordar, a los históricos Moscato d’ Asti y el Asti Spumante, dos exponentes de las burbujas piamontesas. Elaborados con uva moscato bianco, de perfil floral y frutado, con un grado que ronda entre 4/5% y 7/9% de alcohol, respectivamente. Hoy estas versiones que nos recuerdan a nuestros abuelos, están más vigentes que nunca; incluso es un estilo emulado en otras latitudes del mundo vitivinícola.
Espumosos de alta gama
Desde hace un tiempo hay una apuesta por la elaboración de espumosos de alta gama, destinados a construir y poner en valor un segmento premiun y conquistar a quienes deseen disfrutar de la máxima perfomance que ofrecen las burbujas.
Regiones en altura, crianza prolongadas en botella, vinos de añada especial, blend de añadas, microvinificaciones, son entre otros los caminos y recursos para encontrar esa expresión superlativa.
A este segmento siempre se suman, los espumosos que llegan al país con otro perfil y sabor, pero que sin duda vienen a contribuir con el crecimiento del segmento.
El nuevo outfit de las burbujas
Las botellas individuales de 187 ml. ya tienen su lugar en las heladeras hogareñas. Los fanáticos de la cocteleria, descubrieron la conveniencia de este tamaño de envase para prepararse un delicioso spritz o una mimosa en un domingo brunchero. Otra opción, tremendamente exitosa, son las bebidas ya listas para el consumo (RTD ready to drink), muchas de ellas basadas en vino espumoso saborizado.
Tambien y en línea con este nuevo outfit del espumoso, más “pret a porter”, se destacan aquellos productos disruptivos o verdaderamente novedosos dentro de la categoría, esos que rompen con el molde o el paradigna.
¿Quién bebe y quién no bebe?
El crecimiento en la categoría de bebidas gaseosas en los últimos años, y que se ha acelerado en los últimos 12 meses, proviene principalmente del consumidor adinerado urbano menor de 45 años, principalmente las cohortes Millennials y Gen-Z.
Este grupo más joven, busca nuevas experiencias con los vinos espumosos; tienen preferencia por productos locales, lo que es un buen augurio para los productores nacionales.
Para estos nuevos bebedores de vino espumoso más jóvenes y cada vez más hombres (las mujeres ya eran adeptas al estilo), la relación con la categoría parece estar cambiando. Los bebedores de vino espumoso solían ser sus padres; ahora es más probable que sean sus amigos o compañeros de trabajo.
Ellos desafían la visión “conservadora” del vino espumoso que tienen sus contrapartes mayores. Mientras que los mayores de 55 años creen firmemente que hay un momento y un lugar para el vino espumoso, ellos no ven ningún problema en tomar una copa al final de un día laborable o abrir una botella durante un picnic o comida informal en casa con amigos, y que la botella sea la ocasión.
Quizás deberíamos darles la derecha a estos jóvenes consumidores, o seguir el sabio consejo de Coco Channel: “Solo bebo burbujas en dos ocasiones, cuando estoy enamorada, y cuando no lo estoy”.