La muerte de Magdalena. El recuerdo de su editora en La Nación: un francés exquisito y el enojo coqueto por una foto
La periodista fue durante varios años columnista de la revista dominical
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Todos aprendimos de Magdalena. Una grande que parecía eterna, es parte de nuestra historia, de la historia de la radio y del país. En las buenas y en las malas. Siempre al pie del cañón, comprometida, valiente y con gran estilo. Su voz, su manera de hablar, el tono justo para preguntar sin filtro cuando las cosas se ponían bravas. Implacable en el oficio.
Todas queríamos ser como vos, Magda querida. En las reuniones de la Academia de Periodismo que compartimos, tu palabra era definitiva, un orgullo estar sentadas a la misma mesa, presidida por Joaquín Morales Solá.
Recuerdo cuando llegabas a la redacción de LA NACION con tu columna para la Revista, tan esperada, comentada y celebrada. Menos conocida, pero entrañable para ella, era su vocación de escritora. Sus libros eran una savia fundamental como lo eran sus vacaciones en Punta del Este en la casa que proyectó su hijo arquitecto. Colaboró por años con LA NACION revista, que yo editaba por entonces.
Me acuerdo que una vez discutimos por una foto: era coqueta, una regia mujer, y no le gustaba la foto que habíamos elegido. Una noche volvimos juntas de una boda en San Isidro y descubrimos que éramos parientas y habíamos ido al mismo colegio. Yo me sentí a mis anchas y nos reímos de los códigos de las monjas, aunque ella había ido a Callao y yo al colegio de Córdoba.
Tenía un francés perfecto, era una gran melómana y una lectora voraz. Sin embargo, jamás la escuché hablar de ella, ni mandarse la parte, algo tan vigente hoy entre los que menos saben.
Sus años de radio fueron muchos y cosechó todos los premios, 15 Martín Fierro y el Martín Fierro de Oro que compartió con el equipo y con su productora histórica: Marta Lamas. Creo que los mejores años fueron los compartidos con Sergio Dellachá, él también era un hombre de los medios, que venía de dirigir las publicaciones de editorial Abril y conocía el paño. Campeón nacional de salto con obstáculos, en la misma época que el recordado Argentino Molinuevo, Dellachá, que había nacido en Milán y peleado en la Segunda Guerra, la llevó de la mano a la cima. Magdalena ya era una fuera de serie, intuitiva, inteligente, e hizo tele con Fontana en Videoshow. Fue la mejor de todas.
Periodista todo terreno y sin horarios, formó una gran familia, cinco hijos, montón de nietos y una enorme alegria de vivir. Esa voz y Gene Kelly cantando bajo la lluvia nos despertaron tantas mañanas. No me imagino la radio sin ella. Esa elegancia para hablar de lo que nadie hablaba. Su cultura, su exquisito francés y su manera de gozar de las cosas buenas y de los viajes. Amaba viajar, siendo una madrugadora disciplinada, sin una falta. Creo que la pandemia la golpeó, era mujer de acción y presencial. Tenía 91 y quería estar en el estudio, siempre. Enamorada de la radio, de la noticia y de la música de María Elena Walsh.
Gracias Magda por enseñarnos tanto. Te vamos a extrañar. Mucho.