Vestidos asombrosos. Desde el más viral de la historia hasta el que se desintegró en la pasarela
Además de las tendencias, la moda cuenta y también denuncia la realidad a través de estas prendas. No lo hemos visto todo: siempre son noticia
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Semana de la moda de París. Presentación de las colecciones primavera-verano 2023. La situación podría estar en una película de Stanley Kubrick, pero no. Ocurrió durante la presentación de Coperni, una firma con vistas al futuro y muy bien conceptuada por el mundo de la moda. Cuando se apagaron las luces y todos creyeron que se acababa el desfile, de la oscuridad apareció, semidesnuda, con un brazo cubriendo sus pechos y vistiendo apenas una bombacha y sandalias, Bella Hadid, la chica favorita de muchos. Se subió a una pequeña tarima perfectamente iluminada donde dos hombres empezaron a vestirla con un spray blanco.
El vestido fue literalmente rociado sobre el cuerpo de la súper modelo, que impávida y con la gracia de una esfinge, sintió cómo pasaba de estar desnuda a vestir un modelo exclusivo en menos de cinco minutos a la vista de una audiencia que no daba crédito a sus ojos. El diseño apareció luego del rociado y fue cortado in situ con una clásica tijera de costurero por una asistente de los diseñadores Sébastien Meyer y Arnaud Vaillant, a cargo de la marca.
Se trata del vestido blanco más viral de la historia, un hito para nada menor si tenemos en cuenta lo relegada que siempre estuvo la nívea versión de esta prenda que podríamos llamar ¿la hermana fea de Cenicienta?
Mas allá del evento de moda, ahora histórico, París, la Ciudad de las Luces, la de Madame Eiffel pasó a convertirse en un espectáculo donde la innovación también es una pasión. La moda estaba. La sorpresa estaba. Y la ciencia no faltó a la cita. Eso si, como era de esperar, se rompió internet. Más allá del show, ¿de qué se trató todo esto? Se trata de Fabrican, un invento tecnológico, un novedoso textil de finas fibras de tejidos naturales, casi todos reciclados, que en este caso se fusionaron al ser pulverizadas.
Así es como el vestido blanco irrumpió en escena como una tendencia que verá su multiplicación en las próximas temporadas. ¿Qué diría hoy ante un vestido sci-fi rociado sobre una persona Yves Saint Laurent, que en los 70 declaró que le hubiera gustado inventar los jeans porque “son la adecuación perfecta de una prenda a una época”. Y de ahora en más, ¿qué lugar ocuparán el sastre, su técnica y su sapiencia paciente, la industria textil tal como la conocemos, el hilo, la aguja y la máquina de coser?
No. 13: el vestido blanco de McQueen
El diseñador británico Alexander McQueen siempre relacionó su trabajo como diseñador, y también su vida puertas adentro, con la muerte. Es de público conocimiento que le gustaba coquetear con ella y con lo macabro. Vale recordar que Jack El Destripador, en el lado Este de Londres durante la era victoriana, fue la terrorífica inspiración del trabajo final con el que en 1992 se graduó de Central Saint Martins. Allí ya se venía cociendo y cosiendo una ménage à trois, un amorío entre el diseñador, lo oscuro y la moda. McQueen estaba siempre ante los umbrales de la oscuridad y la energía artística británica era siempre un brazo más de Thanatos.
La colección primavera-verano 1999, aquella que marcaba el final del milenio, llamada No. 13 tuvo una característica muy especial de comienzo a fin. Como cada desfile, éste era también un gabinete de curiosidades donde la moda, la perfección de la sastrería impecable, las ideas rebuscadas y torcidas caminaban por la pasarela con modelos de todo tipo.
Una pasarela de tablas desteñidas que, seguramente, crujían como los maderos de los cadalsos de antaño soportaban a las modelos que caminaban con una extraña y despareja coreografía. La apertura estuvo a cargo de la atleta paralímpica Aimée Mullins (a quien le amputaron las piernas de niña por una condición médica) caminando con unas prótesis de madera y cristales de Swarovski diseñadas por el mismo McQueen.
La actuación de la modelo Shalom Harlow, que cerró el desfile con un vestido blanco de corte trapecio con un cinturón de cuero a la altura del busto, se destacó con creces y marcó un hito imposible de olvidar. Cuando la grácil modelo apareció se podían sentir los suspiros y los latidos de los corazones de una audiencia atenta, un poco asustada pero morbosamente curiosa que vio cómo dos robots gemelos le disparaban chorros de pintura amarilla y negra manchando y estampando la pureza de la prenda. Mientras, la modelo se retorcía sobre la plataforma giratoria tratando primero de defenderse para luego rendirse. Se sabe que la idea original de la performance fue tomada de la instalación artística Dreaming Stones de la alemana Rebecca Horn, en la que dos escopetas se apuntan y se disparan pintura roja una a la otra. El porqué del No. 13 todavía es una intriga.
Los símbolos rigen varios momentos de nuestras vidas en el día a día, y determinar su significado es algo perturbador para muchos. El número 13, en el estrato de la simbología, está asociado al arcano de la muerte, y en el plano esotérico significa un cambio que no necesariamente tiene que ver con lo negativo o con la muerte como la conocemos. En 2000 Alexander McQueen dejó de ser una empresa independiente y vendió el 51% al grupo Kerig. Era ese el cambio que el número 13 le tenía reservado al diseñador.
Una ducha de agua fría
El 2 de octubre de 2015, en París, el diseñador turco-chipriota Hussein Chalayan presentaba Pasatiempo, una colección cuya calidad de costura y cualidad visual estaban empatadas a cada paso del caminar de las mannequins, que siempre sabían que estaban dentro de la burbuja de una moda que contaba varias historias a la vez.
La colección que Chalayan y su equipo habían preparado para la primavera de 2016 estaba inspirada en la Cuba de Fidel Castro. Entonces, durante la primera parte hubo ropa de colores y formas militares, castrenses, presentadas de manera tan personal que, salvo por algunos habanos puestos como prendedores en las solapas de algunas camisas y sin la gacetilla pertinente, hubiera sido imposible entenderla.
En la mitad del desfile alguien abrió las canillas y dos duchas de agua helada desintegraron los guardapolvos blancos parecidos a unas batas de laboratorio de las dos modelos que estaban paradas, inmóviles más no inertes desde el comienzo. Entonces nadie más recordó que a una modelo al comenzar el desfile se le había salido en taco cilíndrico y había quedado bamboleándose sobre la pasarela.
A la vista de la audiencia, y también del taco de madera, aparecieron dos vestidos blancos con cristales de Swarovski que brillaban tanto como las gotas de agua. En ese momento la pregunta fue ¿cuál es la relación de Cuba con los vestidos desintegrándose bajo las duchas? En una posterior charla con la prestigiosa Suzy Menkes, el diseñador aclaró: “la ducha representa la transformación de una Cuba militante en una más divertida. Y me gustaba la ida de usar agua porque Cuba está totalmente rodeada por el mar”.
Chalayan es el portador de un talento intelectual que muchas veces lo llevó a cuestionarseel mundo al q ue pertenecemos. Si existe un diseñador que le hace honor a que la realidad influye a la moda, es él. Su imaginación anclada a la realidad tiene el discreto encanto de una verdadera vanguardia y le merece aplausos, reconocimiento y celebración. After Words, la colección de la temporada de invierno 2000 se presentó seis meses antes, en febrero de ese mismo año, en el teatro Saddle Wells de Londres.
Como siempre, fluyó de manera tradicional con propuestas de vestidos y tapados evasée de varias capas y polleras con la misma idea en una escenografía que destacaba una sala de estar con cuatro sillones grises y una mesa baja redonda. Detrás de un vidrio un coro entonaba viejas canciones turcas cuando apareció un pequeño grupo de modelos vistiendo simples enaguas grises quienes, sin prisa y sin pausa, desarmaron los tapizados de los sillones que se convirtieron en perfectos vestidos de largo midi, algunos con recortes geométricos naranja y lila.
Luego, plegaron los armazones de madera de los sillones hasta convertirlos en valijas. Una quinta modelo enganchó la tapa de la mesa de madera a la faja de cuero transformándola en una pollera en el instante que las patas se plegaron hacia adentro. ¿Qué pasó aquí se preguntaban todos?
El proyecto no tiene nada que ver con los muebles. Se refiere al momento de tratar de huir de casa durante una situación de guerra. El salón se supone que es el armario de alguien. ¿Cómo se podrían ocultar sus pertenencias y llevarlas consigo? Yo soy chipriota, que es un lugar históricamente dividido y en conflicto, explicó el diseñador. Aquí Chalayan abordó la cuestión del desplazamiento de las poblaciones en medio de la guerra de Kosovo en una diáspora aplicada a la moda, la arquitectura y también al arte. Sin duda, está influenciado por lo que sucede en el mundo, pero también por su propia historia, su identidad cultural. Sus diseños hablan de identidad, migración y choques culturales. Con la guerra de Ucrania y Rusia todavía abierta la idea es tan actual que cuesta pensarla de esta manera. Y duele.
1994, un año de íconos
Coco Chanel creó el vestido negro y presentó en sociedad en octubre de 1926, un fourreau de tela de punto con que los bailarines de la época hacían sus mallas cómodas para bailar. Sin saberlo, en ese momento y con la petite robe noir, Coco rompió la matrix y nació un ícono.
Era el galán del momento. Hugh Grant llegó a la alfombra roja del estreno de Cuatro bodas y un funeral de la mano de la hasta ese momento desconocida novia. Elizabeth Hurley llevaba el vestido más espectacular de la noche, un Versace de seda y lycra que se sujetaba con desproporcionadas y brillantes alfileres de gancho doradas que, un poco, lograron opacar la presencia de Grant.
En ese momento se sucedía un nuevo hecho de la cultura pop de los 90. Hurley contó que no le fue fácil conseguir un vestido para la ocasión ya que en ese momento al ser una desconocida nadie quiso ayudarla. Salvo la casa Versace que le envió en una funda blanca la única opción que tuvo esa noche. El modelito, con escote pronunciado, aberturas y estratégicos ganchos dorados, pertenece a la colección de alta costura primavera verano de 1994 y, en las propias palabras de Gianni Versace estaba inspirado en la sub cultura punk (por los alfileres de gancho) y en un sari hindú (por la manera en que envuelve la silueta).
Fue El Vestido. Ese mismo año, al igual que Elizabeth Hurley, Diana eligió el vestido a último momento y tampoco se equivocó. Sus intenciones fueron claras y sin medias tintas. Y cumplieron con el objetivo: demostrarle al príncipe Carlos, su ex marido, que blanquear su infidelidad con Camilla Parker Bowles estaba siendo vengada. Cuando Lady Di llegó al evento de la Serpentine Gallery de Londres y se bajó del auto el mundo se detuvo y las miradas podían llevarla en andas. El vestido strapless de gasa de seda drapeado que destacaba la silueta y las piernas de la princesa del pueblo era corto, demasiado corto para el protocolo real británico, pero lo suficientemente bien puesto como para coronarla. El diseño de Christina Stambolian estuvo años guardado en el placard de Diana y encontró su momento adecuado y un nuevo nombre: el vestido de la venganza.
Los otros vestidos negros
Menos sexies y menos comerciales pero igual de provocadores, estaban lejos de parecerse a los modelos de Elizabeth Hurley y de Lady Di. La colección primavera-verano de 1998 tuvo un momento poco ortodoxo cuando Hussein Chalayan puso de manifiesto la realidad de las mujeres musulmanas con una mirada y un estatus de mucho significado.
Consciente de su poder y del buen uso, con la colección llamada Between, el diseñador denunció en Londres y a su manera un momento radical. Por la pasarela aparecieron seis modelos vistiendo chadores de diferentes largos, desde el suelo hasta uno que apenas cubría la cabeza dejando el cuerpo totalmente desnudo. La punzante idea de una mujer musulmana desnuda estaba en la pasarela. Y la protesta, declarada. Fue un choque cultural de visibilizacion sin referencias ni intenciones sexuales ni morbosas. Si en los 60 la minifalda acortó los dobladillos para liberar las piernas y a las mujeres aquí el significado fue político.