Helmut Newton. El provocador fotógrafo alemán que retrató a las estrellas, admiraba a Thatcher y cambió la moda para siempre
“En mi vocabulario hay dos malas palabras: arte y buen gusto”, dijo alguna vez el hombre del que a fin de mes se inaugurará la mayor muestra retrospectiva de su obra
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Se puede decir que Helmut Newton (1920 -2004) encontró su estilo inimitable, provocador y polémico en París, donde se había establecido en un primer piso del barrio de Saint Gervais. Allí sofisticó su mirada y también comenzó su interés en observar la prostitución. Lo atraía la vida marginal de la rue Saint-Denis. Lo atraía la noche. Siempre fue la noche su momento. Desde que su pasión por la fotografía había despertado en el metro de Berlín, su ciudad natal. Con tan solo 12 años logró comprar con sus ahorros su primera cámara Zeixx Tengor Box. Comenzó a experimentar y a forjar su destino, bajo las luces de la ciudad.
La leyenda continúa es el título de la mayor muestra retrospectiva e itinerante que comenzará el 31 de este mes, desde sus comienzos en Berlín, Melbourne y Londres hasta París de los 60 y 70, y sus icónicas imágenes en Montecarlo, realizadas en los 80 y 90. Se podrán disfrutar las series Big Nudes, la legendaria Naked and Dressed, y sus retratos. “Todo en su carrera estaba relacionado –cuenta a LA NACION revista Mathias Harder, el curador de su obra, elegido por el mismísimo Newton–. Solía haber un hilo conductor que iba retomando a lo largo de las diferentes décadas. La exhibición será sumamente atractiva incluso para aquellos que lo conocen mucho. Incorporaremos algunas sorpresas tales como polaroids y negativos, desconocidos por el público”. El punto de partida de la exhibición será justamente en la Fundación Helmut Newton, en Berlín.
Transcurrían los años 60 y la revista Vogue estrenaba el suplemento 250 modelos, que acompañaba al número de colecciones de alta costura. Francine Crescent, la editora a cargo, era una mujer exquisita y quien lo habilitó para desplegar sus alas. Desde esas osadas páginas, Newton comenzaría a experimentar con maniquíes en reemplazo de modelos, ya que trabajar con modelos vivientes hubiera sido demasiado arriesgado.
Durante las dos décadas que colaboró en ese medio, compartió protagonismo con otros grandes de la imagen: Guy Bourdin, Horst, y Cecil Beaton. Es que en ese entonces, los fotógrafos de moda se superaban unos a otros. Competían frenéticamente por producir imágenes divertidas y originales que no solo mostraran vestidos, sino todo un lifestyle.
Helmut era incansable. Su agenda se completaba con producciones para otras revistas: Paris Match, NOVA de Londres, Stern e incluso Playboy. Al mismo tiempo, realizaba catálogos para Yves Saint Laurent, inolvidables campañas publicitarias con Catherine Deneuve para Chanel N°5, y otras para Calvin Klein. Con diseñadores de alta moda, como Thierry Mugler, sintonizaba en mirada y osadía, y por supuesto adoraba vestir a las modelos con sus corsés de cuero. “Tengo que agradecer a la sociedad de consumo el éxito que tuve. No a las fundaciones y museos. Siempre encontré estímulo e inspiración en las notas para revistas. Creo que la página impresa me sirve como una especie de think tank para mis propios proyectos”, sostuvo en un reportaje.
Newton se había dado cuenta de que podía crear su propio universo. Empoderar a la mujer en tacos aguja para contar historias arriesgadas, en situaciones sexy, en rol de dominatrix o en un juego bizarro de lesbianismo. “En su trabajo se refleja la adoración por la mujer. El ángulo fotográfico que utilizaba en contrapicada la monumentalizaba. Su punto de vista me sirvió de gran inspiración, me incentivó a animarme a más”, comparte la fotógrafa argentina Gaby Herbstein, conocida por sus calendarios artísticos, con mensajes sociales.
En los años 70, consolidado como fotógrafo de elite, y bajo un ritmo vertiginoso de trabajo que podía durar hasta las cinco de la mañana, Helmut comenzó a disfrutar de las ilimitadas posibilidades creativas que le brindaba shootear (fotografiar) en diferentes locaciones: la Rue Aubriot le sirvió de escenario para montar una de sus fotos más icónicas, con la modelo Vibeke Knudsen enfundada en el icónico traje masculino YSL. En las playas de Hawái montaría una escena nudista a puro color, en la habitación de algún hotel de París exhibiría explícitamente el acto sexual de una pareja. Sus modelos favoritas en ese entonces era Elsa Peretti, musa de Halston. Más tarde lo fueron supermodelos como Claudia Schiffer, Nadja Auermann y Cindy Crawford, entre otras.
Mientras que en general prefería trabajar de noche, también lo hacía al mediodía, desafiando todas las leyes de la fotografía. Sus aliados: el ring flash y la polaroid, que consideraba un cuaderno de apuntes maravilloso.
En Nueva York no tuvo suerte, la cuidad le jugó una mala pasada. No solo se llevaba mal con Diana Vreeland, la editora de la Vogue estadounidense, quien le había asignado una importante producción de 40 páginas para la revista, sino que en esas calles tuvo su primer infarto, en acción. El cierre era tan inminente que June, ya convertida en fotógrafa, lo reemplazaría al mando, aunque fue él quien realizaría las tomas finales, desde la cama del hospital.
Helmut Newton fue uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. Y uno de los más publicados. Su estética disruptiva quedó inmortalizada en poderosas imágenes que ya son parte del inconsciente visual colectivo. Para el mundo de la fotografía, es considerado palabras mayores en lo que respecta a la utilización de ciertas técnicas de iluminación. Para la industria de la moda, representa un antes y un después en la manera de contar historias poderosas, intimidantes, geniales.
Pionero en el uso del ring flash, utilizado hasta ese momento en el ámbito de la medicina, Helmut se destacó por su mirada desprejuiciada y provocativa también desde recordadas campañas publicitarias. “Su propuesta era muy original, y adelantada a su tiempo. Si bien existía una delgada línea en lo que podía ser considerado pornográfico, Helmut nunca hubiera realizado algo vulgar. Su punto de vista trascendía los modos narrativos tradicionales, en un mix entre elegancia impactante, ingenio pictórico y lifestyle extremo. Incluso si mostraba a las modelos sin ropa, lo hacía en carácter de idealización, para revelar diferentes referencias culturales. Y siempre con glamour”, sostiene el curador de moda Thierry Maxime Loriot, responsable de las exhibiciones de diseñadores como Jean Paul Gaultier y Thierry Mugler.
Una vida apasionante
Helmut Neustädter nació en Berlín, el 31 de octubre de 1920. Su madre había enviudado muy joven, con un hijo primogénito llamado Hans. Al poco tiempo de la muerte de su esposo, Klara Markiewiez se enamoró de Max, se casaron, se fueron a vivir al barrio residencial de Innsbruckerstrasse, y él tomó el mando de la fábrica de botones de su primer marido.
Helmut, que había nacido sietemesino, era el preferido de Klara. De niño tenía fascinación por los cuentos de Erich Kāstner y los hermano Grimm, amaba las ilustraciones de las revistas, y en deportes, llegó a ser campeón de natación, a pesar de su delicada contextura física.
La vida en Berlín se transformó con el régimen nazi y en 1938, daría un giro. Alemania, dominada por las leyes de Nüremberg, de carácter antisemita, imposibilitó a su padre continuar con su empresa. Comenzaba la escasez y un nuevo capítulo en su vida: el de la supervivencia. Con 18 años, su madre le consiguió una pasantía en el estudio de una fotógrafa conocida: Yva Frau Simon. Ella fue su mentora, y también su primera amante (años mas tarde Yva terminaría dramáticamente sus días en Auschwitz).
La pasantía duró poco, ya que ese mismo año, el exilio se convertiría en la única salida. Decidido a desaparecer de Europa lo mas rápido posible, Singapur parecía ser el mejor destino. Se despidió de sus padres y partió al lejano Oriente. Allí, mientras gravitaba entre libros y revistas, comenzó a toparse con fotografías maravillosas de Brassai y George Durrell que lo influenciarían más tarde. Recibió el ofrecimiento del medio Singapore Times para ser reportero de la sección Sociedad, aunque fue despedido a las pocas semanas y partió rumbo a Shanghái. Escapaba de los celos de su novia, Josette, que lo duplicaba en edad. En ese entonces había comenzado a rebuscarse la vida, y también a coleccionar una serie de aventuras amorosas. Helmut adoraba a las mujeres.
En 1940, llegó a Australia para alistarse en el ejército de los Aliados. Su estada se extendería allí hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial, aunque la familia ya había emigrado a la Argentina. “Tuve la oportunidad de radicarme en Sudamérica, pero estaba muy feliz en Australia, adoraba el país y a su gente”, contó en su autobiografía, editada en 2002. A los pocos años, aceptó la nacionalidad australiana y cambió su apellido por Newton para radicarse en Melbourne, donde abrió su primer estudio fotográfico, aunque sin cosechar mayores logros. La que cambiaría su vida en territorio australiano fue June Browne, una joven modelo y actriz, de familia católica irlandesa. Ella se convertiría en su compañera y mano derecha, hasta sus últimos días.
Su regreso a Europa se produjo en 1957, cuando firmó un contrato de un año, como colaborador fotográfico de la revista Vogue UK. Pero en Londres no se sintió a gusto, odiaba el lugar. Además, no se llevaba bien con los editores. Así que rescindió su acuerdo, preparó las valijas, empacó dos cámaras y se marchó con June, rumbo a París. Esa fue otra movida desafiante. Esta vez, exitosa.
Un capítulo aparte merecen los desnudos. Si bien Helmut ya había sentado precedente de su estilo de trabajo en atmósferas cargadas de sexualidad, los primeros desnudos datan de los años 80. De manera consecutiva, produjo las series Big Nudes, Naked and Dressed y, en el Chateau Marmont, su hotel preferido de Los Ángeles, Domestic Nudes. “No puedo explicar por qué una chica seduce a mi cámara, y otra no. Me piden que describa a la chica perfecta. Me resulta imposible, la reconozco cuando la veo”, compartió HN en las primeras páginas de uno de sus libros.
A lo largo de su prolífico camino, Newton publicó una variedad de libros, hoy clásicos de la categoría coffe table books. El primero fue en 1976, en Nueva York. Con las modelos vestidas con trajes masculinos, se tituló White Women. Dos años más tarde llegaría Sleepless Nights y en 1981, su legendario Big Nudes, de la editorial Shirmer/Mosel. En 1999, Benedikt Taschen le ofreció hacer Sumo, un libro de medidas extraordinarias: 50 x 70 centímetros, con un peso de 30 kilos. La primera tirada de 10.000 copias, firmadas por Mr, Newton, cotizaba a US$ 25.000. “Ese libro era una idea fuera de serie, una locura”, comentaría el fotógrafo. Sumo se reimprimió 10 años más tarde. Esta vez a tan solo US$ 100 y se puede encontrar online, además del baby Sumo, de edición limitada y una estructura metálica creada por Phillip Starck.
Otros libros para atesorar: Work, Polaroids, A Gun for Hire, Sex & Landscapes y Us &Them, en dúo con Alice Springs. La muestra itinerante será acompañada de un libro publicado por Taschen.
En sus últimos años de vida, Newton reemplazó París por el cielo azul de Montecarlo, en parte por su agobio por los impuestos de Francia. En ese período, llegaron los grandes retratos a las estrellas de Hollywood que le dieron mucha satisfacción: Elizabeth Taylor, Catherine Deneuve, Charlotte Rampling, Madonna, entre tantas otras. A todas adoraba, aunque sentía una especial admiración por Margaret Thatcher. Su poder le parecía excitante. Con el retrato de la poderosa mandataria británica llegaría a la National Portrait Gallery de Londres. A comienzos del nuevo milenio, Newton ya había superado sus metas profesionales.
Con 80 años, fue honrado por la Neue Nationalgalerie de Berlín, en una gran retrospectiva de la que se sintió muy halagado. Significaba volver a su tierra natal, aunque esta vez, por la puerta grande. La exhibición actual es aún más importante que aquella. Dos años más tarde, y al poco tiempo de haber inaugurado la Fundación Helmut Newton en un edificio palaciego donado por el alcalde de Berlín, Klaus Wowereint, sufrió un accidente fatal con su auto, en la puerta del Chateau Marmont.