Harry Benson. El fotógrafo del beatle más magnético
El fotógrafo escocés, de 91 años, cuenta cómo su registro de la guerra de las almohadas de los Beatles en París cambió su destino y por qué continuó retratando a Paul McCartney
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Cuando Harry Benson (91) conoció a Los Beatles, en 1964, hubo algo que notó de inmediato: Paul McCartney era el “más fotogénico” de la banda. “Era magnético”, apunta el fotógrafo escocés en Paul, un libro con más de cien imágenes del famoso músico que él tomó, en diferentes momentos, y que acaba de lanzar Taschen. “Una foto de los Beatles sin Paul no era una foto de los Beatles”, agrega Benson en el volumen de 172 páginas, mientras que en charla con LA NACION revista, desde Nueva York, admite que, para ser justos, “una foto sin John tampoco lo sería”.
La anécdota de su primer encuentro con los Fabulosos Cuatro es conocida. Benson, quien vivía en la transitada Fleet Street de Londres –aunque había nacido en Glasgow y publicado su primera foto a los 16 años, en un diario local, tras haber sido expulsado del colegio–, trabajaba para el London Daily Express y tenía pensado viajar a África al día siguiente, cuando su editor lo llamó para decirle que había un cambio de planes y su nuevo destino era París. Ahí lo esperaba el grupo de Liverpool, que iba a presentarse en el Olympia. “No estaba feliz con eso, porque me consideraba un fotoperiodista serio, pero gracias a Dios que tomé esa llamada. Cambió mi vida”.
Antes del concierto, Paul, John, George y Ringo estaban ensayando la canción “All my loving”. Benson pensó: “Vaya, sí que pueden cantar... Era una ventanja tremenda, porque muchos otros no podían hacerlo tan bien. Pero no solo eso. La música era buena, hacían cosas geniales como ‘She loves you’ o ‘I want to hold your hand’”, recuerda.
¿Cómo describirías a cada integrante? “Eran chicos con personalidad y les gustaba hacer bromas. Paul cantaba, tenía un sentido del negocio y era educado con la prensa. John era más o menos similar. Paul era quien se sentía más cómodo con la fama y lo de firmar autógrafos; John lo hacía, pero entonces no le gustaba. Para mí, el líder del grupo podía ser tanto Paul como John, es debatible... George era muy musical. Se ofrecía a hacer cosas, pero Paul y John lo dejaban medio de lado. Había algo de amargura ahí... Después, él hizo un camino por sí solo”. ¿Y Ringo? “Ringo era el nuevo del grupo. Sé que a John no le gustaba como baterista. Y Paul pensaba que podían encontrar más fácilmente a otro baterista que a un guitarrista, por ejemplo. Al comienzo, la posición de Ringo era bien inestable, porque el baterista anterior [Pete Best] no se había ido en las mejores circunstancias”.
Fue en París, en un cuarto del entonces George V Hotel, de madrugada, que los Beatles se enteraron de que con “I want to hold your hand” acababan de llegar al número 1 en los charts de los Estados Unidos. Lo celebraron con una “guerra de almohadas”. Y gracias a que Benson capturó el instante, se hizo un nombre en el mundo de la fotografía, si bien ya había recibido algunos reconocimientos, como el segundo lugar del British Press Photographer of the Year. Entonces, él no era fan del conjunto. “Nunca fui fan de nadie. Me gustaba la música. Mi trabajo era tomar la mayor cantidad de fotos interesantes que pudiera. La creatividad del grupo fluía en lugares inesperados, por ejemplo, en una cafetería. ‘¿Qué tal esta canción?’, proponía uno. Y el sonido se expandía. Con el tiempo, me volví aficionado, porque vi cómo todo tomó vida”.
De aquella época, hay imágenes que Benson atesora: una es la de John y Paul componiendo juntos en el hotel parisino, “porque hay muy pocas fotos en que realmente aparecen haciendo música; y yo estoy ahí, tras bambalinas, disparando, mientras ellos, los compositores más grandes de todos los tiempos, hacen lo suyo”, y otras son las tomas de McCartney en tren, durante el rodaje de la película A Hard Day’s Night. “Uno ve al Paul confiado, íntimo, lejos de la locura de la Beatlemania”.
En un reportaje con la revista Interview Benson dijo que Paul y John pensaban que los Beatles iban a durar 15 meses. “Sí, 15 meses era la esperanza de vida de una banda de rock and roll, en los años 60. Ellos tocaban en lugares como el London Palladium y se preocupaban por la paga de la noche. No esperaban demasiado de la música”.
En febrero de 1964, Benson arribó con los Beatles a los Estados Unidos, para las históricas presentaciones en Ed Sullivan Show. Fueron tres programas consecutivos, el primero de ellos con una audiencia estimada de 73 millones de televidentes y 700 fanáticos en el estudio, y que abriría la puerta para la posterior Invasión Británica. Según Benson, los Beatles “estaban muy conscientes de lo que significaba ese show. Quizá su presentación parecía casual, pero ellos se prepararon: sabían que era importante y lo tomaron. ‘She loves you’, ‘I saw her standing there’ y el resto del repertorio, todo fue calculado. Los Beatles no hicieron alarde de nada, y Sullivan los trató con respeto”.
¿Entonces te diste cuenta de lo grandes que llegarían a ser?
Claro que me di cuenta, porque la música que hacían era muy buena. Y las chicas, cómo gritaban...
En Miami, donde los Beatles hicieron otras funciones, Benson los retrató con Muhammad Alí –que, días después, se consagraría como campeón mundial– en un gimnasio. Sus tomas de los chicos con el boxeador dieron la vuelta al mundo. Para el fotógrafo, que retrató a todos los mandatarios estadounidenses desde Dwight D. Eisenhower (1953-61) hasta Donald Trump, y a personalidades tan diversas como Winston Churchill, Andy Warhol, Jack Nicholson, Amy Winehouse y la reina Isabel II, Alí es uno de los personajes con que más le ha gustado trabajar. “Él era muy colaborador. Hay un tema con las celebridades, ¿sabés? No quieren que hagas plata con ellos. Les interesa saber cuánto van a pagarte por publicar sus fotos en una revista. Les preocupa si van a lucir bajos o gordos. Son quisquillosos”. ¿Y en el caso de Paul? “A él le gusta controlar lo que hace la prensa. Y a mí no me gusta que me controlen. Pero bueno, no es el único”.
Tras aquellas fotos de los Beatles y Alí, Benson decidió quedarse en Estados Unidos, porque “pasaban otras cosas, la lucha por los derechos civiles y Martin Luther King, por ejemplo, que yo cubrí... Nunca me consideré un fotógrafo de rock and roll”. Además de los Beatles, fotografió a los Stones y The Who, pero no le interesaba gravitar alrededor de la música. “Además, después de haber retratado a los Beatles, qué más iba a hacer”, admite. Más tarde, haría cosas intermitentes con Michael Jackson, incluida una sesión de fotos en su rancho Neverland.
Con sangre fría
En junio de 1968, cuando el público aún estaba traumatizado por el crimen de Luther King, ocurrió el asesinato de Robert Kennedy. Y Benson estaba ahí. El político había dado un discurso en el Hotel Ambassador de Los Ángeles, luego de ganar las primarias presidenciales de California, y se hallaba en la cocina, junto a su mujer Ethel y un grupo de gente, cuando Sirhan Sirhan, un veinteañero descendiente de palestinos, resentido por el apoyo de Bobby a Israel, tras la Guerra de los Seis Días, le disparó varias veces. Cinco personas resultaron heridas. Kennedy murió al día siguiente.
“El tumulto no duró más de 15 minutos. Recuerdo que prácticamente yo me estaba yendo y pensando: ‘Esto es una pérdida de tiempo, tal vez estaría mejor haciendo otra cosa en otro sitio’. Y luego escuché gritos. Y me dije: ‘Listo, llegó la hora. Mañana podré permitirme sentir algo, hoy, no’. Y fui derecho a lo que ocurría. Me acerqué lo más que pude a Bobby”, relata Benson. De hecho, no fue bien recibido: le dieron uno que otro golpe. “Siempre que recuerdo ese episodio, pienso ‘qué cosa más salvaje’. Bobby era alguien que me gustaba. Podría haber sido el próximo presidente. Él tenía muchos seguidores. Y luego alguien lo mató. Fue espantoso.. Ahora, no tengo arrepentimientos por hacer mi trabajo... Otra gente también ha sido tiroteada a mi alrededor. De golpe, una reunión feliz puede volverse un infierno. Y vos estás ahí con la cámara, y tenés que estar preparado”, afirma Harry, quien hizo esta clase de encargos, por décadas, para revistas como Life y People.
La sangre fría le ha servido en diferentes situaciones, por ejemplo, para retratar el hambre y la desolación en un campo de refugiados en Somalía, en los 80. En el caso de Kennedy, Benson dice que entonces era ambicioso y que siempre le ha gustado hacer las cosas lo mejor posible. “Si tengo una historia delante de mí, pues la cubro lo mejor que puedo. Cuando se trata de una noticia, si te quedás un paso atrás, fuiste. Tenés que aprovechar el momento, disparar. Entonces, eran tiempos excitantes, ya fuera Martin Luther King dando un discurso a un puñado de trabajadores ferroviarios o la muerte de un político”.
También tomó fotos de Mark David Chapman, en la cárcel, en 1986. Y le preguntó por qué había matado a John Lennon. “Chapman me respondió que tenía esa voz cada día diciéndole que tenía que hacer esto o lo otro, y no podía soportarlo más. Me dijo que amaba la música, que amaba a Lennon, pero esa voz lo perseguía. Quizá sea visto como un loco, pero yo no creo que lo esté, porque me explicó esto claramente”, subraya.
Tras la muerte de Lennon, Benson tomó fotos de sus seguidores en Central Park. Uno de ellos sostiene un cartel con la cara del músico que dice: “Why?” (¿Por qué?). “Esa era la pregunta, porque John era el más amable de los Beatles, el más abierto. Se paraba a hablar con los fans en la calle. Eso sí, no le gustaban las estupideces, que le preguntaran si ganaba mucho dinero, cosas así. Para mí, era la celebridad más dada”.
Talentos mundiales
A Paul, Benson lo fotografió con Linda y el resto de su agrupación Wings en la gira Wings Over America, de 1976. Por aquel tiempo también tuvo acceso a su faceta familiar en la granja escocesa de Argyllshire. Y en los 90, capturó a Paul y Linda, rodeados de caballos, en la hacienda de Peasmarsh, East Sussex, en el sur de Inglaterra. “Estoy orgulloso de lo que hecho con Paul a lo largo de los años. Él es una de las personas más talentosas del mundo, pero más allá de ser alguien alegre, también resulta un enigma. Se las ha arreglado para llevar una existencia relativamente normal, a pesar de su enorme fama, y yo respeto eso. Como fotoperiodista, estoy agradecido de que me permitiera documentar algunos momentos privados de su extraordinaria vida”, anota Harry en su libro Paul.
¿Por qué decidiste publicar este tomo ahora? “Porque es Paul, la estrella más famosa que alguna vez ha vivido. Está todo ahí. Para alguien que admira su trabajo, es un tremendo regalo estar de cierta forma cerca de él”. A Linda también le dedica unas palabras. “Ella era una buena persona. También fue una buena fotógrafa. No acaparó a Paul ni receló de quienes lo retrataban. No se metía en tu camino. Te facilitaba las cosas”. A través de sus retratos, como el propio Benson lo describe, “es fácil ver cómo Paul y Linda eran un equipo totalmente a gusto uno con el otro”.
De sus colegas, Benson cuenta que siente admiración por Robert Capa. “Creo que uno tiene que acercarse lo más que pueda a su objetivo”, dice. Y retoma, sin saberlo, algo similar que Capa decía: “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no estás lo suficientemente cerca”. Benson –Comendador de la Orden del Imperio Británico y Premio al Logro de Toda Una Vida del International Center of Photography (ICP), de Nueva York– calibra la frase: “¿En serio? No lo sabía”.
Fue algo que hizo con Bobby Fischer. Lo fotografió hasta en la ducha en el legendario Campeonato Mundial de Ajedrez de 1972. “Lo retraté en Islandia. A él no le gustaba hablar. Era tímido, contemplativo. Le gustaba estar solo. Al final, creo que ambos nos sentimos a gusto con el otro”, dice Benson.
El fotógrafo, que ya le había dedicado un libro a los Beatles (The Beatles on the Road 1964-1966, Taschen, 2012) y fue centro de un documental, Dispara primero, en 2016, dice que ha estado “alrededor” por mucho tiempo. Eso corre para lo público y lo privado. Lleva 53 años casado con Gigi, con quien tiene dos hijas, una actriz y otra escritora y productora. Gigi es quien gestiona sus libros –casi una veintena– y exposiciones –unas 40, incluidas las de la National Portrait Gallery, de Edimburgo (2006); la Smithsonian National Portrait Gallery, de Washington (2007), y el Museo Kelvingrove, de Glasgow (2008). “La conocí haciendo fotos en Texas. Era muy linda. Le tomaba y le tomaba fotos, hasta que su padre me dijo que ya había tenido suficiente de mí”, cuenta entre risas, Harry, quien no se cansa de hacer de las suyas con la cámara.