Guardianas del patrimonio. Las mujeres que ponen en valor y cuidan los tesoros históricos nacionales
La Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos, presidida hasta hace poco por Teresa Anchorena, catalogó bienes en todo el país
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Un millón de vistas. El dato impresiona. Los cursos gratis disponibles en YouTube y producidos por la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos superan el millón de views. Esto llevó a un ofrecimiento directo de YouTube para generar contenido en sus estudios en Londres y Shanghái: lo consideran un éxito inédito para un material audiovisual de más de 25 minutos. “Me enorgullece particularmente porque fue un proyecto que nació de las penumbras, estaba todo cerrado y simbólicamente ese mirar hacia adentro obligado nos hizo valorar aún más lo nuestro y salir a mostrarlo”, cuenta Teresa de Anchorena, saliente presidenta del organismo, quien a partir de agosto estará a cargo del patrimonio del Teatro Colón. Ella y su equipo crearon esta joya de difusión del valor nacional en plena pandemia, cuando todo cerraba.
“Además, fue un despertar de la experiencia digital –continúa–, puso en juego una capacidad colaborativa inmensa de personas distantes y con formaciones diferentes. Con el resultado en la mano nos impactó mucho llegar a tantas personas, ha sido todo muy gratificante”. El armado de los cursos gratuitos tuvo el objetivo de desacartonar el área, llevar de la información de manera ágil y difundir el patrimonio nacional que existe en cada una de las provincias argentinas, cuyo cuidado involucra la tarea de profesionales colegiados y técnicos especialistas. Ellos se ocupan de su puesta en valor y de incluirlos en circuitos turísticos para generar recursos económicos para el país.
Así, este grupo de trabajo se propuso llegar al público general, llevar a la práctica el federalismo, sumar convenios con las escuelas y otras entidades públicas y privadas, alejarse del verticalismo y del exceso de burocracia, elevar el nivel de sus publicaciones, guías y producciones, generar fuentes de trabajo concretas, abiertas a la comunidad... Y darles un lugar jerárquico a más mujeres profesionales dentro de la Comisión.
Formada en París con un título de máster en Antropología, Teresa de Anchorena, también galerista y marchand de arte, le imprimió a la Comisión un aire de renovación junto a otras mujeres destacadas. Ya había ocupado cargos importantes, como Directora Nacional de Artes Visuales, del Centro Cultural Recoleta y del Palais de Glace, y fue miembro de la Comisión de Cultura del Senado (por el radicalismo), desde donde impulsó la protección preventiva de todas las edificaciones previas a 1940, entre otros proyectos.
Su equipo, compuesto por ingenieros, arquitectos, museólogos y otros profesionales que conformaron un cuerpo colegiado, trabajó junto a ella y al vicepresidente, nada menos que el arquitecto Alberto Petrina, también asesor honorable de varias universidades.
La Comisión, creada en 1938, se ocupó históricamente de señalar aquellos bienes, lugares y monumentos con valor para el país, pero Teresa de Anchorena se propuso ampliar esa tarea de análisis y activar fuertemente la recuperación, protección, puesta en valor y difusión del patrimonio. De esta forma, en línea con nuevos enfoques conceptuales logró, por ejemplo, que se implemente una nueva figura patrimonial: la de los pueblos históricos. Así lograron custodiar y preservar conjuntos, no solo piezas individuales.
Con el apoyo del Ministerio de Cultura encabezado por Tristán Bauer, adonde pertenece la comisión, y los convenios que se firmaron con dos Ministerios clave –Obras Públicas y Turismo–, obtuvo el presupuesto necesario para poner en marcha este programa.
La mirada integral la llevó a trabajar con participación activa de las comunidades. “En Jujuy generamos compromisos compartidos –detalla Valentina Millón, arquitecta y Directora de Patrimonio de esa provincia–. En esos espacios de vinculación podemos incorporar conocimientos ancestrales de las comunidades, de vital importancia para poder cuidar y no quitar valor al patrimonio”.
Las técnicas ancestrales constructivas, está claro, son información vital para cualquier intervención que pretenda una verdadera puesta en valor. “En la carrera de Arquitectura no te enseñan edificación en tierra ni ciertas especificaciones que son parte de cada provincia. Por eso se trata de un trabajo conjunto o carece de sentido. Va más allá de la declaratoria nacional: si se interviene sin que sea sostenible, puede dañar”, continúa Millón que como ejemplo destaca un problema estructural actual en la reparación de la capilla del Marqués de Yavi: “En el pasado se realizó una viga de hormigón armado sin ninguna lógica ni análisis previo. Esto pasa por no tener en cuenta cómo era la lógica constructiva ni la tecnología original al momento de erigir el edificio. Tener en cuenta el sentido, la identidad y el conocimiento de la comunidad es parte de esta mirada integral que se quiere tener sobre el patrimonio nacional; el edificio siempre está inmerso en un tejido social que le da sentido, eso protegemos”.
“Crear trabajo a través de la cultura”
En sintonía con un momento de mayor florecimiento de la profesionalización femenina en todos los ámbitos, no deja de sorprender lo ensamblado que se encuentra el equipo de mujeres de las diferentes provincias, que actúan “sin grieta ni partidismo, pero a sabiendas de que su actividad es política”, según sus propias palabras, casi a coro.
Muchas direcciones provinciales están a cargo de mujeres que se propusieron federalizar, democratizar e impulsar este encontrarse de frente con la propia identidad de cada lugar, al poner en valor un patrimonio que les pertenece a todos. También, recuperar ese vínculo a través del trabajo. “Crear trabajo a través de la cultura es mi mayor orgullo”, enfatiza Teresa, quien cuenta que estuvieron capacitando a personas que cobran planes sociales con técnicas de cuidado y reconstrucción. Y su intención es repetirlo “luego de dos experiencias excelentes. Albañiles y pintores del sector de la construcción aprendieron sobre materiales antiguos y sus técnicas de reconstrucción y cuidado. Al terminar la labor con nosotros, siguieron con ese oficio de restauradores. Para mí, eso es misión cumplida”.
Fuerza femenina
Cuando se hizo cargo del organismo, había declarados 1500 edificios protegidos por ser patrimonio nacional. “En ninguno se invertía, ni en mantenimiento ni en recuperación, no había recursos asignados. Haber conseguido fondos para poder salvar y poner en valor, hacerlo con los recursos que había, salir a conseguir más, incluir en la lista paisajes industriales de Chubut con la fuerza de su conjunto, y una figura nueva más allá de lo puntual, gestionar entre todas, innovar en plena pandemia... Si eso no es fuerza femenina, no sé qué más lo sea”, enumera Teresa.
A su vez, el turismo completa y cierra el círculo de esta labor, impulsada por estas mujeres y los hombres que conforman un equipo sólido, sin divisiones de género ni partidarias, colaborando a la par. En este momento trabajan en 100 pueblos históricos argentinos y hay obras en 30 poblados para rescatar patrimonio; todo esto se integró a los circuitos que promueve el Ministerio de Turismo. “Es un recurso económico fenomenal, empujado también por la guía de monumentos… Es decir, actualmente es un tema que está en agenda pública y no siempre fue así. El logro mayor es que es un logro compartido, un raro caso de continuidad a través de dos gobiernos opuestos y trabajo, sin que nadie reclame el mérito. No hay vanidad, hay un grupo de empleados públicos motivado, que cree en lo que hace todos los días en una sinergia novedosa a la que apuesto. Las mujeres siempre tejemos redes, nos apoyamos entre nosotras y trajimos eso al modo de trabajar, mucho más horizontal que el verticalismo patriarcal en donde hay tantas divisiones y egos que avanzar se hace difícil”.
Las mujeres de las provincias: empuje histórico
Son directoras de patrimonio provincial y se muestran orgullosas de los cargos jerárquicos alcanzados en un ámbito generalmente masculino. “Yo vengo de una provincia industrial, en donde el patrimonio –y su ámbito profesional, la arquitectura–, está vinculado con ingeniería, un ámbito históricamente masculino. Siempre hubo precursoras, estuvieron ahí, pero no eran nombradas. Llegar a ocupar roles claves, ser consultadas, valoradas, es mérito del trabajo incansable de todas”, opina Laura Moreno, delegada por Comodoro Rivadavia, en Chubut.
Ana Mercado Luna, museóloga y directora por La Rioja señala que “reflexionar sobre el patrimonio es hacerlo sobre la identidad, la memoria, la pertenencia: si no lo hacemos presente se va diluyendo con el tiempo”. Laura Maubecin, arquitecta y directora por Catamarca, coincide y apunta: “Para hacer presente este significado, la única manera es involucrar a las personas de la comunidad a través de espacios, talleres, actividades y propuestas que llamen a compartir este sentido, abrir la información a las escuelas, democratizar con más comunicación con el público y, al interior de la Comisión, trabajar de la forma más horizontal posible, de forma colaborativa”.
“Apuntar al turismo responsable, sustentable, y promover el circuito virtuoso que encontramos es nuestro norte”, agrega Laura Weber, vocal de la comisión, arquitecta y coordinadora por la Provincia de Buenos Aires. “En las ciudades tenemos el problema del asedio inmobiliario, de la demolición entre gallos y medianoche, por eso nos interesan mucho los instrumentos legales para salvaguardar el patrimonio, además de la difusión y el vínculo con los ciudadanos”.
“Son problemáticas diferentes, pero lo que está claro es que, en realidad, el valor más preciado es el inmaterial”, sintetiza Valentina Millón, de Jujuy.
Moreno, por Chubut, agrega: “Se trata del patrimonio entendido como vivo, resultado del sentido que tiene para las personas, de esa apropiación, revalorización y reconstrucción. Y ahí es donde se vuelve clave la articulación con la comunidad, el trabajo horizontal del que hablamos, el construir canales de comunicación... Acercarlo a la gente todos los días es nuestro trabajo y nuestro desafío en común”.
Teresa destaca, además, a “toda una generación de mujeres, que aún siguen activas, sin cargos jerárquicos, que marcaron el camino en materia de protección del patrimonio. Líderes sin nombramiento, a las que me gustaría reconocer aunque no puedo nombrar a la lista interminable que componen”.
“Otra clave es que si bien no nos detenemos, realizamos sobre el terreno de lo posible, buscamos sponsors, no esperamos maná del cielo, tejemos redes colaborativas, tenemos creatividad y no sé si somos muchas o... ¡hacemos mucho ruido! [risas]. Pienso que el arte de los funcionarios es el arte de poder realizar con la situación de cada país. En éste hay pocos recursos para la cultura, entonces hay que aprender a ser muy certero con los movimientos. Eso implica asignar partidas de manera inteligente, resolver con los pies en la tierra. siempre con los valores claros. Proteger lo nuestro es lo que nos mueve y eso que socialmente está asociado a lo femenino, contagió a todos”, concluye.