¿En decadencia? Netflix cae y enciende alarmas sobre los gigantes de la web
La reducción de usuarios abre interrogantes acerca de si el mundo digital es también una tierra movediza para los pioneros en la red. Entre la mayor competencia con otras plataformas y la ventana del metaverso, cómo lograrán (o no) sobrevivivir
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Hubo un tiempo donde cada manzana de la ciudad tenía su cancha de pádel. Esa tentación por copiar al exitoso terminó matando a todos en una hecatombe deportiva que demoró unos 30 años en volver a asumir intenciones cautelosas. Con algo de premonición y otro poco de agoreros, los analistas se sientan en la vereda de la calle digital para tratar de interpretar si la vida en las grandes ligas de internet está cayendo como aquellas canchas devenidas estacionamientos o se trata de un tiempo donde el coloso renace de las cenizas rearmado hasta los dientes.
En la última década del siglo XX el furor arrasaba a los techies. El potencial revolucionario de internet se chocaba con el Y2K, la crisis del error del cambio del milenio. El primer segundo de 2000 decretó que podían abrir los ojos todos aquellos que los habían cerrado en vez de brindar. Ese último impulso de impunidad le dio fuerza a lo que se llamaría la burbuja de internet. Su termómetro perfecto fue Nasdaq, que entre 1995 y 2000 subió su índice en un meteórico 400%. Este negocio fue esencialmente sostenido por internet, ya que la mayoría de inversores de empresas afuera de la web decidían vender sus acciones para volcar sus capitales a la nueva era digital. Así, ese índice de Nasdaq creció mucho más que cuatro centenas, porque debió absorber la caída de numerosas compañías que perdieron a muchos de sus accionistas en manos de las puntocom por esa misma época.
El 2000 se encaramaba en una fiesta. Para el décimo día de marzo, el Nasdaq alcanzó un índice de 5132,52, un 390% más que cuatro años antes. Pero apenas dos años más tarde, el mismo guarismo bajaba a los 1000, con una pérdida del 78% desde aquel hito de 2000. Ya no había vuelta atrás. Pets.com se convirtió en la bandera del colapso. Obtuvo algo más de 82 millones de dólares en una oferta pública. Para febrero del 2000 el valor de cada una de sus acciones era de 11 dólares. Aunque tuvieron un leve repunte, para el último trimestre del año había perdido 147 millones de dólares. Las acciones llegaron a valer un dólar ante de quebrar.
Muchos se preguntan si la caída de suscriptores de Netflix, que perdió unos 200.000 en el primer trimestre y perdería otros dos millones en el segundo, es una prueba de que empezó a bajarse de la cima, si se trata simplemente de un tema de competencia entre plataformas o si, en verdad, el sector del streaming es una burbuja que podría explotar en cualquier momento. Si bien la pérdida de suscriptores no es tan significativa en números, fue la primera caída en más de una década para Netflix, lo que hizo que sus acciones se desplomaran 25% casi al instante.
Hay que ir a los orígenes de internet para encontrar algunas respuestas.
La muralla que divide lo que fue...
Internet vio nacer y morir a algunos de los nombres más importantes de la tecnología. La enumeración es interminable. El primer navegador fue creado por Marc Andreessen y se llamó Mosaico. Por primera vez el ingreso a la Red mostraba una barra vacía sobre la que completar una dirección web a la que se quería visitar. Pero fue Netscape la que llegó en el momento perfecto: un año antes del estallido del uso hogareño, incorporó lenguaje script (apto para completar y aprobar formularios), la gestión de correos electrónicos, el hipertexto, etcétera. A Microsoft le llevó unos cuantos años incorporar el Internet Explorer a su sistema operativo, pero cuando lo logró, torció el brazo del gigante. La última jugada de los fundadores de Netscape, el propio Andreessen junto con Jim Clark, fue liberar su código de programación, que permitió lanzar Firefox, la alternativa gratis al navegador de Microsoft. Aunque no lograban salvar su empresa, fue el paso perfecto para llevarse consigo al enemigo. Aunque Nestcape feneció frente a las movidas de su competidor, inició una demanda por monopolio que afectó la imagen del presidente de Microsoft, Bill Gates, y fue una de las causas para su retiro de la compañía.
Napster, de la mano de Sean Fanning, que la programó en 2000, y Sean Parker (más tarde presidente de Facebook), fue pionera en la industria de compartir archivos de música. Como todo precursor, soportó las demandas de una industria que no vislumbraba el futuro de Spotify y bajó la persiana antes de ser comprada por Roxio, más tarde por Best Buy, luego fusionada con Rhapsody y adquirida hace poco por una empresa de realidad virtual.
“La innovación no es algo que se haga una vez por año –opina Fredi Vivas, fundador de RockingData, especialista en ciencia de datos–, sino que debe ser un flujo continuo. Los que fueron innovadores en un momento no pueden dormirse en esos laureles; la capacidad de adaptarse a los cambios tiene que estar en su ADN. No es fácil e implica entender permanentemente las necesidades del cliente”.
Uno de los primeros motores de búsqueda en internet, creado por Louis Monier y Michael Burrows, fue Altavista, que se lanzó en diciembre de 1995. Para el año siguiente proporcionaba todos los resultados de búsqueda de Yahoo! Lista para salir a la bolsa, la debacle de la burbuja de comienzos del siglo la dejó fuera de carrera. Más tarde, Burrows creó Burrows-Wheeler, un algoritmo estrella utilizado en la interpretación de datos de Google, donde aún trabaja. “La característica clave de esa época fueron la web y el correo electrónico –cuenta Chris Dixon, quien dirige la famosa firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz–. Fue un gran paso para la innovación y el espíritu empresarial, porque aportaron reglas correctas”.
El taiwanés Jerry Yang y su amigo David Filo crearon en 1994 la Guía de Jerry y David a la World Wide Web, una especie de directorio de websites que les interesaban personalmente. Yahoo! nacería de allí un año más tarde. Ganaría terreno de manera exponencial y sumaría un portal de contenidos a su motor. El correo electrónico y el tablero de mensajes fueron algunas de sus primeras innovaciones. Su impacto fue cayendo desde comienzos del nuevo siglo, aunque para la empresa de medición de tráfico web Alexa se mantenía como uno de los sitios más visitados en septiembre de 2016. Con unos cuantos by pass en el camino, como la compra millonaria de la red social Tumblr en 2013 o el nombramiento de Marissa Mayer, la primera ingeniera mujer de Google, que se pasó de bando al asumir como presidente de Yahoo! en 2012, la empresa sigue viva, pero con estertores finales.
Verizon, el mayor operador de dispositivos móviles de Estados Unidos, adquirió AOL y Yahoo! por unos 9000 millones de dólares a mediados de la década pasada bajo la idea de convertirlos en un único proyecto bajo la unidad de negocios Oath, capaz de competir por la torta publicitaria con Google y Facebook. Las cosas no salieron como se esperaba y los vendió hace un año por apenas 5000 millones de dólares a la empresa Apollo Global Management, conservando el 10% de las inversiones. La operación implicará que solo a Yahoo! se le cambie el nombre. “Creo que hubo algo negativo en ese tiempo –plantea Dixon–: básicamente, entregamos el control de internet a unas cinco empresas”.
Sin llegar a derrumbarse, Facebook (hoy Meta) tropezó numerosas veces con cuestiones de seguridad. En la más masiva, compartió datos de 87 millones de usuarios con la firma de consultoría política Cambridge Analytica, lo que estuvo a punto de dejarlo fuera de juego. La Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos ordenó a la red social pagar 5000 millones de dólares como sanción por malas prácticas, el importe mayor que jamás se haya impuesto en toda la historia por violar la privacidad de los consumidores.
“El mundo está evolucionando muy rápidamente –señala Víctor Valle, director general de Google Argentina– y es importante tomarnos el tiempo para procesar esos cambios. Internet nos ofrece una vía de adaptación extraordinaria, sin precedentes en la historia. El Covid-19 ofrece un ejemplo único. Nuestros hábitos cambiaron, se aceleraron muchísimos procesos y en menos de dos años se modificó la forma en cómo concebimos la educación y el mundo del trabajo, entre otras cosas. Esa dinámica de cambio, junto a la tecnología, generan mayor acceso e iguala oportunidades. La clave está en encontrar y dar sentido a este progreso”.
Inversiones de Hollywood
En 1997, Marc Randolph, descendiente en cuarta generación de Sigmund Freud, por entonces con 39 años, quien luego fundara más de 50 startups exitosas, y Reed Hastings trabajaban para Pure Atria. El primero, a cargo de tareas de marketing y el segundo, como CEO, viajaban a diario juntos desde y hacia el trabajo. En un auto gestaron Netflix. El emprendimiento se inició como un servicio de alquiler de películas, con una inversión de 2,5 millones de dólares y 1000 títulos. Para 1999, la suscripción permitía el alquiler indefinido de títulos. Para 2000, se podían personalizar las elecciones, y tres años después alcanzó el millón de suscriptores. La transmisión de video se introdujo en 2007, cuando contaba con más de 5 millones de usuarios. Bajo la modalidad ver ahora, permitió a los socios mirar programas de televisión y películas en sus dispositivos personales. Con ello cambió la industria del entretenimiento y, en particular, del cine y las series. Para 2016 estaba presente en 190 países con programación en 21 idiomas. Fue entonces cuando se aventuró en la producción y un año más tarde obtuvo su primer Oscar, por el corto documental Cascos Blancos. Hasta hoy sus producciones obtuvieron 110 nominaciones y ganaron 14 estatuillas (aunque no la más preciada, a Mejor Película).
Es 2016, Amazon comenzó a comprar derechos deportivos. En 2018 sumó los derechos para transmitir la Premier League en vivo y gestionó la adaptación televisiva global de El señor de los Anillos, que se transmitirá en Prime Video. “Cuando Netflix lanzó su servicio de transmisión –analiza Matthew Ball, socio gerente de EpyllionCo, especializada en análisis de riesgo en la industria digital y cofundador de Ball Metaverse Research Partners, que crea y mantiene el índice Roundhill Ball Metaverse ETF sobre mundos virtuales–, gran parte de Hollywood sabía que el futuro de la televisión estaba en línea. El reto era el tiempo y cómo empaquetar la prestación. Tardó otros 10 años en aceptar que todos sus canales, géneros y contenido deben fundirse en una sola aplicación o marca”.
Otros competidores comenzaron a ganar terreno. Disney, AT&T y Apple lanzaron sus propias alternativas en 2019. Cuando Disney+ hizo su debut al año siguiente, significó el fin de éxitos de taquilla como las películas de Star Wars, que empezaban a estar disponibles en otros servicios de transmisión. Las cosas empezaron a ponerse difíciles y Netflix confirmó que el número de sus suscriptores ha disminuido. Pero las primeras estadísticas solo son la punta de un iceberg. Un reciente informe de Kantar, una investigadora de mercado especializada en el universo digital, revela las cancelaciones que se están produciendo del gigante del streaming en el Reino Unido, que pueden extrapolarse a otros mercados. Un total de 1,51 millones de servicios fueron cancelados en los primeros tres meses de 2022, según indican, de los que 500.000 se atribuyen al “ahorro de dinero”. La misma investigación da cuenta de que una serie de Amazon Prime, Reacher, fue el título más visto en los primeros tres meses de 2022, seguido por Ozark e Inventando a Anna, en Netflix. Amazon, aunque su plataforma Prime es un negocio marginal para la empresa, ha anunciado que comenzará a apuntalarlo con ventas y entregas en línea, su corazón más firme de negocios.
Luis Durán, gerente general de HBO Max para América Latina y el Caribe, sostiene que “no hay que alarmarse con estas mutaciones. Al contrario, en el mundo digital los cambios suelen ser positivos para el consumidor, que en Latinoamérica suele responder y adaptarse bien”.
¿Será que los servicios audiovisuales en streaming han llegado a su punto de saturación? Para el especialista en comunicaciones con sede en Londres Jeff Youssef, socio de Oliver Wyman, es imposible. “Por un lado, debemos analizar el modo en que las nuevas generaciones consumen los servicios digitales. Están arribando al mercado, mientras que otras edades se están retrayendo o reconfigurando su consumo. Los más jóvenes prefieren videos cortos, los buscan en diferentes plataformas, propician el consumo horizontal compartiendo contenidos. Las plataformas deberán reinventarse para mantener o ganar suscriptores. Esta es una industria que lleva una década en un mundo que cambia en menos de un semestre”. Durán, en tanto, opina lo contrario: “El negocio no ha cambiado. Solo está siguiendo un proceso de expansión natural tras muchos años con poca competencia. Con los lanzamientos de nuevas plataformas, la oferta se ha ido expandiendo para el beneficio del consumidor”.
Entre los cambios que se preanuncian y que Red Hastings, director ejecutivo de Netflix, comunicó en una carta a los inversores luego del anuncio público, “el principal será el desarrollo de planes de suscripción más baratos, pero que incluyan anuncios”. También decidieron poner fin a las cuentas compartidas. La plataforma superó los 222 millones de suscripciones en pandemia, pero estima que 100 millones más utilizan claves cedidas por terceros. “Combinado con el aumento de la competencia, esto está creando vientos en contra del crecimiento de los ingresos –escribió Hastings–. A su vez, es una gran oportunidad, ya que estos hogares ya están viendo Netflix y disfrutando de nuestro servicio”.
Espíritu maleable, esa parece ser la constante que se espera en las inversiones en el área. Gabriel Weinstein, especialista en innovación y socio director en Olivia, especialista en transformación digital, augura que “las tendencias se acelerarán y empezarán a visibilizarse señales que nos harán romper mucho más rápido con el statu quo. Esto nos llevará a naturalizar un proceso clave: escuchar a las personas”. Tal vez deban repensar la magia de los algoritmos.
La tendencia informada por Netflix llega a todos los jugadores del mercado, solo que no todos sus competidores centran su negocio en el streaming. HBO Max ganó tres millones de usuarios, aunque perdió 9% en dinero. Disney y Amazon, con sus respectivas Disney+ y Amazon Prime, que representan una parte mínima de su portfolio, también obtuvieron caídas del 8% y 7%, respectivamente, luego de anuncio de la pionera. “Los que gestionamos este negocio sabemos lo difícil que es ganar y mantener la confianza de millones de hogares que pagan cada mes, y por ello relativizamos estas situaciones coyunturales –continúa Durán, de HBO Max–. El ruido de estos días no nos confunde. La expansión de la oferta es buena para el consumidor y en los últimos meses nos ha quedado claro que la demanda está acompañando. Primero, porque estamos hablando de una nueva realidad con 3 ó 4 jugadores fuertes en cada país, que no es nada que no puedan absorber los consumidores con normalidad. Y segundo, porque en Latinoamérica hay hambre de contenido y todavía hay muchos hogares que no tienen acceso”.
En un comunicado por e-mail, el CEO de The Walt Disney, propietaria de Disney+, Bob Chapek, declaró: “Tengo el más profundo respeto por Netflix. Fueron pioneros en este negocio. No estoy seguro de cuántos jugadores quedarán en pie, pero ciertamente creo que tanto Netflix como Disney+ estarán entre ellos”. Consultadas localmente por la nacion revista, Netflix y Amazon Prime no emitieron opinión al cierre de esta edición.
Cara o cruz
Entre tanta innovación, hay cierto tufillo en el aire que rodea a las monedas digitales. Esa mirada retro de no entender dónde está el dinero esconde bajo la alfombra un interrogante: ¿serán las nuevas burbujas de internet? “Muchas de las empresas de la nueva economía dejaron atrás la forma de ver los negocios tal como se los consideraba a comienzos del siglo –sostiene Girardotti, director regional de Gestión y Desarrollo de Productos de Conectividad, Medios e IP de Lumen LATAM, empresa de telecomunicaciones estadounidense–, fundamentalmente porque la tecnología hoy ofrece un horizonte de oportunidades que las organizaciones pueden aprovechar y para lo cual es clave que haya una mirada disruptiva”.
Las criptomonedas son activos digitales que emplean un cifrado criptográfico para garantizar su titularidad y asegurar la integridad de las transacciones, y controlar la creación de unidades adicionales, es decir, evitar que alguien pueda hacer copias. No existen de forma física: se almacenan en una cartera digital. Tienen algunas particularidades: no están reguladas ni controladas por ninguna institución ni requieren de intermediarios en las transacciones. Utilizan una base de datos descentralizada, blockchain (base de todo el desarrollo tecnológico). Su almacenamiento se realiza en una billetera digital.
Coinmarketcap.com, el sitio web de seguimiento de precios más reconocido para criptoactivos, rastrea más de 13.000 criptomonedas y activos digitales. “Los procesos de negocio son mucho más flexibles y ágiles, como los basados en la economía digital, en la industria 4.0 y en las nuevas tecnologías”, agrega Girardotti.
El camino de ida va de la Web 2.0 a la Web3. “En los últimos 10 años no nos dimos cuenta, y hubo una revolución tecnológica sin precedentes, que es la invención del dinero descentralizado y digital –explica Maximiliano Hinz, director general para Latam de Binance–. Este es un cambio digital muy fuerte. Aún no existen regulaciones en la mayoría de los países, en muchos son genéricas sobre dinero digital, cuando la tecnología es mucho más que eso. Esto no solo pasa con las cripto, también en el mundo de los derechos de autor, las DAO [por Organización Autónoma Descentralizada] y un sinnúmero de aplicaciones”.
Los especialistas coinciden en pensar que de lo mucho que hay, una parte fuerte caerá cuando el mercado se limpie naturalmente. El dilema está en saber cuándo y cuáles. Keith Black, director general de The Financial Data Professional Institute de Massachusetts, Estados Unidos, centro académico en finanzas en el mundo de internet, afirma que “es posible que algunas de las empresas más grandes del mundo dentro de 20 años ya hayan incursionado en el sector de las criptomonedas. Si los inversores buscan ganadores, puede ser un buen lugar para comenzar a definir las industrias que las criptomonedas están creando o interrumpiendo y proyectar los ganadores a largo plazo. Pero no nos olvidemos que las puntocom tienen tendencias oligopólicas. Tal vez las criptomonedas no sean diferentes”.
El infinito y más allá
En junio de 2021, el CEO de Meta (ex Facebook), Mark Zuckerberg, en una conferencia virtual ante sus empleados declaró: “Nos esforzaremos en construir un conjunto de experiencias maximalistas e interconectadas directamente de la ciencia ficción, un mundo conocido como el metaverso”. El término no le pertenece. Se originó en la novela Snow Crash, del escritor y columnista de Wired Neal Stephenson. Define un universo a partir de una convergencia de realidad física, aumentada y virtual en un espacio en línea compartido. Para el CEO de Microsoft, Satya Nadella, el metaverso es “el próximo internet”, según declaró en una entrevista pública otorgada al Financial Times. Nadella trazó paralelismos entre su construcción y la creación de videojuegos, explicando que hacer juegos implica crear un mundo en el que las personas puedan interactuar. La propuesta permitirá escenarios como una sala de conferencias a la que asistiremos con nuestros avatares u hologramas, con audio envolvente, tal como proponen los videojuegos.
Para Tim Sweeney, CEO de Epic Games, el metaverso es “la intersección del ecosistema de todos, como en la historia temprana de internet”. Según él, estamos frente a una refundación de la era digital. “No queremos que una docena de empresas peleen entre sí para crear un monopolio que las gobierne a todas, y una gane y ahora todos estén encerrados en sus cosas propietarias. Queremos trabajar con todas las empresas para ayudar a construir un sistema abierto que surja durante la próxima década”, agrega.
La naturaleza descentralizada de blockchain reducirá potencialmente la necesidad de guardianes en las transacciones financieras, pero las empresas seguirán teniendo muchas oportunidades de generar ingresos, posiblemente incluso más que en las economías actuales. “Empresas como Meta –indica Rabindra Ratan, profesor asociado de Medios e Información de la Universidad de Michigan y consultor en metaverso– proporcionarán enormes plataformas donde la gente trabajará, jugará y se reunirá. Las grandes marcas también están entrando en la mezcla de NFT, como Dolce & Gabbana, Coca-Cola, Adidas y Nike. En el futuro, cuando se compre un artículo del mundo físico de una empresa, también se podrá obtener la propiedad de una NFT vinculada en el metaverso”.
“La Web3 va a dominar internet –aporta Hinz–. Ahí vamos a ver un cambio total de paradigma, donde todos seremos sus dueños, no simplemente consumidores”.
Fortnite creció de juego a metaverso de manera orgánica: la gente comenzó a quedarse en su mundo 3D después de terminar de jugar, solo para pasar el rato con amigos. El CEO de Epicgames, propietaria del software, afirma que “ahora la gente está mirando a Fortnite y a Roblox como formas de llegar a los usuarios”. Sin embargo, las alertas suenan. Second Life, un mundo virtual de hace casi 20 años, llegó a tener algo más de 1 millón de usuarios activos en 2007, justo antes de desvanecerse casi por completo. Tuvo problemas con su versión para móviles cuando todo evolucionó hacia allí y la barrera de aprendizaje fue alta, todos obstáculos que enfrentan los jugadores de hoy. El valor de cada plataforma dependerá de sus bienes raíces virtuales y de la popularidad de sus monedas. Al no ser interoperables, será natural que algunos de ellos mueran en el camino, aunque la propuesta en sí misma funcione.
Los activos digitales, las criptomonedas individuales y los datos también son vulnerables, al mismo tiempo que la ética es un término que se mira con recelo. Wikipedia acaba de lanzar su primer código de conducta universal. “Establece nuestras expectativas para el comportamiento estándar de los usuarios –explica Katherine Maher, CEO y directora ejecutiva de la Fundación Wikimedia– en términos de cómo participan las personas, el nivel de civismo y respeto que se les pide, así como los comportamientos que no se toleran. Estaremos diciendo: esto es lo que puede hacer si algo no se eleva a ese estándar. Aquí está el recurso, y así es como vas a recibir apoyo”.
Mientras que las compañías tientan a los consumidores con su realidad virtual, las oleadas financieras siguen fluctuando en el mundo real. Oportuna resultó la viralización por estos días de un tuit de Blockbuster que, hace más una década, regalaba tres membresías de un año a las tres historias más creativas que contaran por qué dejarían Netflix, en una clara burla a la empresa que, por ese tiempo, pudo haber comprado. Sí, por apenas 50 millones de dólares según versiones, Netflix estuvo a un paso de ser comprada por Blockbuster, el gigante de los videoclubes del mundo que en 2010 se declaró en bancarrota y que terminó siendo parte del portfolio de Viacom.
La vida física tiene ejemplos de sobra que podrían resultar inspiradores para los que intentan nadar en el metaverso. Kodak se fundó a fines de la década de 1880, se convirtió en un gigante de la industria de la fotografía en la década de 1970 y se declaró en bancarrota en 2012. No fueron las cámaras digitales, contra las que la empresa se sentía invencible, sino los smartphones, particularmente iPhone, los que le torcieron el brazo. El enemigo no siempre viene de donde uno se lo espera.
Un mundo nuevo
Sundar Pichai, CEO global de Google, aseguró que “la inteligencia artificial supondrá un cambio más profundo que el fuego, la electricidad o internet”. Completa Valle: “La manera en que se desarrolle y use esta tecnología tendrá un impacto significativo en la sociedad por muchos años”.
En esta idea se alinea el reciente anuncio de TravelX, la empresa que está construyendo el primer protocolo basado en blockchain del sector de viajes, y Air Europa: lanzarán el primer vuelo NFT del mundo. Diseñados por un grupo de artistas, los NFTickets darán acceso a un asiento de clase business en un vuelo con destino a Miami en noviembre.
Las proyecciones indican que las marcas de lujo en NFT alcanzarán los 56.000 millones de dólares en 2030. Por ejemplo, Roblox organizó el año pasado una exposición virtual para Gucci. Los jugadores de la plataforma podían adquirir modelos digitales de productos reales de la marca de moda de lujo por algunas pocas monedas del juego. Una vez que la exposición vendió todos sus activos digitales, los jugadores lanzaron una subasta de los artículos NFT de Gucci, multiplicando por diez su valor original. El afamado bolso Dionysus se vendió en esta subasta por 4100 dólares, unos 700 dólares más que el precio de la versión real. Una fantasía muy cercana a las legendarias puntocom.
“El metaverso se encuentra en un ciclo de vida más o menos similar al de internet de principios de la década del 1990 –explica David Fairman, director de seguridad de APAC en Netskope, especialista en inversiones digitales estratégicas–. Pero hoy tenemos una idea mucho mejor del tipo de amenazas que pueden surgir en los ecosistemas digitales poderosos”.
“No hicimos nada malo, pero de alguna manera perdimos”, dijo Stephen Elop, CEO de Nokia en 2013 al ser adquirida por Microsoft. Cuando la mitad de todos los teléfonos inteligentes vendidos en el mundo eran Nokia en 2007, la arrogancia gerencial no preveía la debacle. “Reconozco que es costoso construir esto –explicó dijo Zuckerberg hace apenas unos días cuando anunció que su negocio de metaverso perdió otros 3 mil millones de dólares en el primer trimestre de este año–. Pero, la década de 2030 será emocionante”, completó. ¿Suena a Elop?
Otros dilemas se abren en un sentido que Meta (Facebook) recuerda bien. Lucía Velasco, tecnóloga española, experta independiente de la Comisión Europea, que dirige el Observatorio Nacional de la Digitalización y el Impacto de la Tecnología en la Sociedad (ONTSI) de España, y autora de ¿Te va a sustituir un algoritmo? (Turner), pone una voz de alerta: “Tenemos en riesgo nuestra privacidad, que es en el fondo, nuestra libertad. Este va a ser uno de los grandes retos. Convertir las redes en la nueva plaza pública como espacio de convivencia, garantizar nuestros derechos digitales y educar para que nos demos cuenta de que lo importante no es lo que pasa en el metaverso, sino al otro lado”.
Aquí, en el lado real, en tanto, sentaditos en un banco de plaza imaginario que nos queda grande, los consumidores seguimos mirando una noche profunda ideada por J.K. Rowling. Nos seguimos preguntando si la vida va, efectivamente, hacia el metaverso o si solo se trata de un eterno resplandor de una mente sin recuerdos.