Logro argentino. En Tandil, una experta en abejas reina logró perfeccionar la especie y comercializarla en el mundo
Es la quinta generación de una familia danesa, que hasta recibió la visita de la reina Margarita II de Dinamarca en 2019
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Una argentina perfeccionado la especie de abejas reina. Su dinastía crece en Tandil, uno de los mejores microclimas del mundo para la producción de miel. na de las muy pocas productoras que está perfeccionado la especie y que ahora comercializa al mundo reinas maduras, listas para iniciar su propia dinastía.
Como una amazona en el reino de la Mujer Maravilla, la protagonista principal es la única sexualmente desarrollada. Grande y longeva, se dedica a poner huevos todo el día (unos 2000 por jornada) como manera de garantizar la dinastía. A su alrededor, el vulgo. Ese esquema piramidal que permite que todo sobreviva. Trabajadores y zánganos haciendo lo suyo: la labor ardua y la tarea fácil. Como en una organización de otro tiempo, lo cierto es que sin la reina amazona, no existe el resto. Aquí el cooperativismo, el organigrama horizontal y el liderazgo moderno no tienen lugar. Más bien todo lo contrario: atraerían el caos.
La cuestión de las abejas se transformó en una preocupación mundial cuando las urbanizaciones cada vez más extensas y la reducción de cultivos hicieron a los insectos luchar por espacios de acción y retraerse a zonas cada vez más pequeñas. Más allá de los dilemas en torno a la propia especie, los insectos melíferos son un eslabón clave en la cadena alimentaria. La polinización es el modo en que muchos cultivos se fecundan, con la consecuente reproducción vegetal.
Aunque son las hembras, que no son la reina, las obreras que buscan alimento en el polen y néctar de las flores próximas, edifican la colmena y la protegen, baten sus alas constantemente para mantener el aire limpio dentro; no hay panales productivos sin reina. Ella es el alma que mantiene viva el reino completo.
Como no sucede en las dinastías de la vida real, las reinas abejas se “construyen” con el arduo trabajo del resto de la colmena y situaciones propicias para que éstas se desarrollen. Esa es la magia a la que se dedica una experta argentina, quinta generación de daneses en una de las localidades con más tradición de congéneres en el país. Micaela Christensen es una de las cabezas de Alfa Apicultura, un emprendimiento que lidera con su esposo, Rubén Montero, en Tandil.
Técnica Universitaria en Producción Avícola, comenzó brindando servicios a aficionados y profesionales. “Es común -cuenta- que muchas personas con un pequeño jardín deseen tener su propia colmena, pero necesitan todo el proceso de limpieza de los panales para obtener la producción y envasar su propia miel”. Se iniciaron trabajando sus propios productos, pero también enfocaron sus servicios en la atención de los muchos productores de la tierra soñada para la miel.
Los que saben citan a Tandil como uno de los territorios climatológicos más apropiados para la producción de las abejas. Floraciones continuas en diferentes épocas del año, el régimen de lluvias y las sierras de las más antiguas del mundo, dotan al producto de notas propias y un elevado rendimiento, con más de 50.000 colmenas registradas y un cluster de productores activos para trabajar en conjunto su salto internacional.
Del piso al techo
La reina Margarita II, actual monarca de Dinamarca, visitó Tandil en 2019. Allí homenajeó al pionero danés en esa ciudad, Juan Fugl, hijo menor de una familia numerosa, nacido en Horslunde, Isla de Lolland, el 24 de octubre de 1811, quien se embarcó hacia Buenos Aires desde Hamburgo con un médico, el doctor Jacobsen. Luego de reunir cierto capital en Buenos Aires, se internó en el sur de la provincia con Jacobsen a quien se le ofreció la oportunidad de ejercer la medicina en Barrancosa, un pueblo que estaba entre Chapaleufú y Tandil, donde Fugl en 1848 levantó una cosecha de cebada y papas. Allí hizo trabajos de artesanía, especialmente de carpintero, lo que le relacionó con la gente del fortín de Tandil. En 1856, ocupó el cargo de concejal de esa ciudad, trazó las calles del futuro pueblo y construyó varias casas. Fundó la primera escuela para varones y luego otra para niñas. Cuando pudo aprendió la lengua araucana, confeccionando un diccionario y visitando la toldería de uno de los caciques.
Los antecedentes daneses se extienden en Tandil. En el caso de Micaela, por quinta generación, siempre vinculados a la tierra y a la producción del campo.
“Rubén y yo estudiamos en la Escuela Granja y nos apasionó el trabajo con las abejas desde que nos conocimos -sigue Micaela-. Rubén es agrónomo, además, y yo soy Técnica en Producción Apícola. Al principio empezamos como productores y asesorando a otros emprendimientos. Luego vimos que faltaba un distribuidor de insumos y herramientas, así que decidimos apoyar el trabajo integral del apicultor. Siempre trabajamos con la venta fraccionada y con desarrollos propios”. Venden miel, además de tradicional, cremosa, con frutos secos, propóleos y una línea cosmética.
Pero a Micaela siempre le gustó eso de irse al campo. Aislarse en un largo recorrido en auto, escuchando las voces del viento mientras va a visitar a sus otras hijas, las reinas. Hay un momento del estresante día de multidemandas, en que Micaela sube al auto, maneja por 10 minutos adentrándose en un descampado frente a la planta de su empresa. Se cruza con caballos felices de no pertenecerles a nadie y de rondar pastos descontroldos. Bambolea entre piedras con la tracción 4x4 que le permite llegar al castillo de las abejas.
Como un nido de las Kardashian, en una línea de lujo se extienden las colmenas petisas. Una especie de penthouses de una planta pensados solamente para reproducir dinastías poderosas. Aunque todo parezca una pasarela fashionista digna de Gossip Girl, el proceso por el cual una larva se convierte en reina es bastante democrático, con una cuota de cruenta supervivencia. Como todo lo que sucede puertas adentro de los panales, es arte de las obreras. Son ellas las que eligen a un insecto recién nacido en forma de larva al que alimentan con un compuesto que producen especialmente: la jalea real. Se trata de un nutriente más rico y sabroso que el que consumen las larvas que se transformarán en obreras y es necesario para que la futura abeja reina sea fértil. Durante este tiempo la larva se encierra en una celda dentro de la colmena, donde se convierte en pupa y, más tarde, en reina.
Como en las dinastías históricas, las reinas en los panales también se ponen viejas. Aunque conservan su fertilidad siempre, su rendimiento suele ser menor en la vejez. Conscientes de su deterioro, algunas emigran, momento en el cual las obreras inician el cambio de mandato. Si la envejecida reina sigue viva en la colmena, las obreras pueden matarla o dejarla vivir junto a la nueva reina hasta que fenezca de manera natural.
Cuando nace una nueva reina, además, inspirada en las cortes de Isabel I, ésta usa su aguijón para matar a las reinas que aún no han nacido. Si nacen dos simultáneamente, lucharán hasta la muerte para tener una ganadora a la que coronar.
Micaela cuenta con una decena de castillos para reinas. Cada una de ellas puede poner un huevo fertilizado o no. Estos devienen zánganos, los otros serán reina u obreras. El método que utiliza Micaela para la reproducción se denomina doolittle. Implica el trasvase de larvas de menos de un día de nacidas a cúpulas que simulan ser celdas reales de cera o de plástico. Van adheridas a unas barras y se colocan en un bastidor (cuadro técnico o porta cúpulas). Allí se traslada una larva nacida en una celdilla de un panal, a una copa celda artificial (que debe mantener todas las medidas y apariencias de una real) en la que se colocó previamente una gota de una mezcla de jalea real y agua destilada. De allí cada copa celda se pega a una tira de madera hasta reunir entre 10 y 15, y se instalan dos o tres de estas tiras en un bastidor estándar en una colmena huérfana de reina por seis días, para descartar cualquier posibilidad de que haya una larva de menos de tres días que pueda convertirse en reina.
Las abejas mantendrán calientes las celdas por un proceso que demorará 16 días desde que sale un huevo hasta que nace la reina. Es importante conocer exactamente cuándo esto ocurre para evitar que la maten las abejas que la mantuvieron tibia siendo larva.
En esa instancia habrá que colocar a la reina en una jaula segura hasta que esté lista para el apareamiento. Micaela utiliza algunas para sus propias colmenas, como muchos apicultores, pero se ha transformado en la especialista del país en el comercio de reinas vírgenes.
Según cifras del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, entre el 90 y el 95% de la producción se exporta a granel. Entre los países productores de miel, la Argentina se ha posicionado en el tercer lugar a nivel mundial, después de China y Estados Unidos. El rendimiento promedio es de alrededor de 25 kilogramos por colmena, por año. Apenas el 10% de los productores de miel son mujeres. El 2% de la producción total de la industria se destina a trabajar con reinas.
Como jugadora, Micaela está lanzándose al mundo con la primera red de productores artesanales, para competir con la mejor calidad de exportación. Eligió el mercado basado en la realeza como desafío personal y se especializó en acunar a las reinas. Está perfeccionado la especie y ahora comercializa al mundo coronas argentinas.