Era maestra y vendedora. La mujer que inesperadamente se convirtió en modelo e influencer a los 60 años
Fue musa de un reconocido fotógrafo del New York Times. Hoy protagoniza campañas de grandes marcas y ha publicado un libro dedicado al arte del vestir
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Su espíritu es sumamente alegre, jovial. Sus looks parecen salidos de un cuadro de Matisse. Con una historia de vida digna de ser contada, Tziporah Salamon se convirtió en modelo publicitaria a los 60, y también en influencer. Tzipi, como la llamaban de niña, es una figura reconocida en Nueva York. Aquí vive, en la zona del Up Town. Y esta gran ciudad le ha proporcionado el reconocimiento público.
Como modelo, ha participado en los últimos años en campañas publicitarias para marcas como Gucci, H&M, Kate Spade y Sungluss Hut. Recientemente, viajó a Los Ángeles para protagonizar una campaña de productos para el cabello.
Sus primeros pasos posando ante la cámara los dio en 2012, nada menos que para la maison Lanvin, bajo el lente del reconocido fotógrafo Steven Meisel.
En 2014, fue invitada a coprotagonizar el documental y más tarde el libro Advanced Style, realizado por el joven cineasta Ari Seth Cohen. Desde esas páginas fue destacada por su estilo original y jugado, junto con otras mujeres maduras de Manhattan. Entre ellas, la octogenaria Iris Apfel, otro fascinante ícono de estilo. ”Me siento bendecida. Nunca imaginé que me convertiría en modelo. Me siento cómoda y divertida ante una cámara. La vida me ha sorprendido maravillosamente, y de forma expansiva”, afirma Tziporah.
Orgullosa de su origen judío, Tzipi nació en Israel en 1950, en sincronía, simbólicamente, con la conformación de ese Estado. Creció literalmente con el país, y es tanta su pasión por esa tierra que aún conserva recuerdos de las flores de su ciudad natal, Netanya, la que considera el Jardín de Edén. Allí tuvo una buena infancia.
Su padre había sobrevivido al Holocausto. “Tuvo la suerte enorme de ser el sastre de los nazis”, cuenta a la nacion revista. Cosía los uniformes de los soldados húngaros, y así salvó su vida. Su madre, Ida Berner, era modista. Bordaba y tejía croch divinamente. Ambos fueron para ella las personas más elegantes que conoció. Esto explica en parte el origen de su propio estilo, que se destaca por el alto uso del color y estampados y la excentricidad de sus elecciones, que construye a diario con dedicación absoluta.
Hoy considera haber logrado, por mérito propio, un guardarropas que podría ser conservado en un museo: “Tengo el mejor armario del mundo”, sostiene. Su mirada y talento para conformar sus looks han sido influenciados en parte por el arte de Matisse, Picasso y el deconstructivismo alemán. Para ella, todo debe combinar, verse armonioso y bello. “La belleza es un atributo muy importante en la vida y creo que todos debemos ir detrás de ella. Yo nací para elevar la vara”, asegura.
Para Tzipi, el buen vestir pasa por la correcta elección de piezas vintage, que ella adquiere en ferias ambulantes que se realizan en Manhattan o en Brooklyn. Los textiles, detalles y la confección que proporciona la moda del pasado, sumado al cuidado por el medio ambiente, conforman las bases de la cultura Salamon.
Otro dato interesante de su vida es que trabajó durante 30 años en los sectores guardarropa de los restaurantes Jezebel y Café Luxembourg, una tarea que “sumamente inspiradora”. Para ella, el hecho de haber estado en contacto permanente con abrigos, sombreros y accesorios le permitió instruirse en el arte del vestir. Y gracias a las propinas de sus clientes dice haber construido una colección personal de más de 500 sombreros, sumada a una variedad extraordinaria de kimonos, que combina con absoluta naturalidad, junto a otras joyitas del pasado. En relación con su propio estilo, comparte que es amante de las estampas gráficas, del bloque de color y el mix de texturas.
En estos días, Tziporah está feliz porque en breve volverá a ser anfitriona en un exclusivo restaurante, donde podrá seguir luciendo su brillante vestuario.
La cámara de Bill Cunningham
“Conozco infinidad de mujeres de todo el mundo, pero muy pocas saben tanto de moda como vos”. Estas habrían sido las palabras del gran Bill Cunningham, fotógrafo de streestyle que durante décadas recorrió en bicicleta y cámara en mano las calles de Nueva York, para nutrir de contenido su columna Style, que podía disfrutarse online todos los domingos en el diario The New York Times. Desde allí, Bill destacaba los mejores looks de las señoras de la high society, especialmente en el circuito delimitado por la avenida Madison y la 5ta, donde se encuentra la exclusiva tienda Bergdorf Goodman.
Fue justamente allí donde Tziporah le conseguiría un puesto como sastre a su padre, ya jubilado en los años 80. Y donde Bill la detectaría bajo su radar fashionista cuando ella visitaba a su padre, en el horario del almuerzo. “Fue Bill quien descubrió mi talento para vestirme. Aún conservo varias de sus cartas, donde me expresaba literalmente que yo lo inspiraba. Él me adoraba. Fue un ser único, muy dulce conmigo, y quien supo verme como un diamante en bruto. Le agradezco por siempre que, a través de sus fotos, tomé notoriedad”, sostiene Miss Salamon. Cunningham falleció en junio de 2016, a los 87 años.
El arte de vestir, en libro y... ¿televisión?
The Art of Dressing (2017) fue el resultado editorial de sus Masterclasses sobre imagen personal que ella desarrolló en la escuela de moda Parsons. Invitada por una vecina, que era casualmente profesora de esa institución, Tzipi llegó a dar cátedra en el ABC de la moda. Más tarde, la prestigiosa editorial Rizzoli le encomendaría la tarea de compartir sus consejos. Y desde allí fue la encargada de destacar que el estilo se basa en la combinación de “armonía y balance”, y es el resultado de conocer muy bien el cuerpo. “Cuando me llamaron para The Art of Dressing, yo hubiera preferido centrar la historia en mi familia, pero la idea no resultó de interés para los editores, porque yo no era lo suficientemente famosa”, confiesa.
Tziporah sigue soñando su futuro y no se conforma con ser modelo o con la participación en libros. Le encantaría tener su propio programa de TV, algo así como I love Lucy, donde el espectador la acompañe en su vida diaria, eligiendo looks con humor y donde compartir sus dogmas de styling.
¿Y qué le aconsejarías a otras mujeres? “Que hagan lo que les aporte felicidad”, comparte entre risas.