¿Encuentro místico o alucinación? La impactante experiencia de Susana Giménez cuando temió por su vida
En una entrevista exclusiva, la diva da detalles de su experiencia con el Covid (“el susto que me pegué”) y descarta la idea de tener sucesora. “Córtenla con eso: ni Susanas ni Chiquis ni Diegos podrán ser reemplazados”
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Si el living de La Mary hablara, tal vez sacaría a relucir todo aquello que Almodóvar dejó en el tintero. Los colorados de las paredes, el cuadro de Frida, pilas de libros que no están de adorno, sino leídos y releídos, desparramados en mesas divinas y sillones donde siempre se asoma algún detalle Su, o sea leopardo. Pero el salero de todo eso no serían los objetos, sino las charlas que transcurren ahí, las que uno imagina y en las que uno participa. Porque ella, sin filtro ni mochilas de poses en sus hombros, hace su show previo a la entrevista. Y eso incluye pedirles a sus amigos que esperen un rato, pegar algún grito cuando los siete perros intentan entrar en manada masticando botellas de plástico, sugerir algún latiguillo ama de casa a sus colaboradores, reír como loca por cosas comunes. Tal vez ahí esté el secreto de su salud. Y de su vigencia. Quién sabe.
Hablamos de Susana Giménez, claro, quien desde que comenzó la pandemia se instaló en La Mary, Punta del Este, un paraíso de varias hectáreas en Rincón del Indio, zona de bosques, pero donde se respira mar. Ahí está su laguna, los patos, los gansos y el jardín exuberante que generalmente cincela con sus propias manos.
Resulta inexorable no hablar del Covid complicadísimo que le tocó afrontar y de cómo la vida la va atravesando con situaciones inimaginables, pero que ella torea con resignación. Por ejemplo, la reciente muerte de sus dos mejores amigos.
“Todo eso fue terrible para mí; se me fueron los dos. Osvaldo Cattone vivía en Perú y hablábamos todo el tiempo por teléfono. Era un tipo culto que escribía como los dioses. De hecho, hizo mi revista siempre. Y Pet [Figueroa] era mi amigo del alma, el que tenía siempre a mi lado. Pasábamos todas las navidades y Año Nuevo juntos, en mi casa. Cuando los chicos eran chicos llegó a disfrazarse de Papá Noel. Tan leído e informado siempre. Si yo no recordaba una escena o nombre de un actor, inmediatamente le consultaba. Y por supuesto me sacaba la duda. Tan cinéfilo, lo sabía todo. Teníamos la cotidianidad sin horarios de esas amistades puras, de años.
-¿Qué te consuela pensar en estas situaciones? ¿En qué te aferrás ante las pérdidas?
-No hay consuelo. La vida pasa, continúa, quedan los recuerdos. Los dolores también, y uno se va acostumbrando. ¡Imaginate que nos acostumbramos a la partida de nuestros padres y abuelos! Lamentablemente la vida es así. El tiempo hace que todo sane, o algo parecido. E increíblemente todo continúa. A mí no me da miedo pensar en la muerte, ¿sabés? A ver... cuando estaba en el sanatorio sí me daba terror morirme. Pero después te empezás a acostumbrar a pensarla. Para algo nacemos. Y la realidad es que comenzamos a envejecer desde el día que nos sacan de la nursery. Pero, claro, nadie nos habla de eso cuando estamos en la flor de la edad. Hay que asumir que la muerte es irrevocable. Sucede que somos bien tanos en estos asuntos, y absolutamente dramáticos.
-Hace unos días, China Zorrilla hubiera cumplido 100 años. Otra de tus adoradas.
-Sí, me llamaron de todas partes para que hable de ella. ¡Pero qué más se puede decir de semejante genia! Traté de no dar notas porque si no me vuelven loca. Ya saben lo que significó en mi vida. Y justo su cumpleaños fue el día de la mujer, me preguntan cosas... Yo no tengo ganas de debatir.
-Pero tenés postura.
-Siempre dije que ahí mismo, celebrando el Día de la mujer, se genera una diferencia. ¿Por qué no existe el Día del hombre? Para mí no tiene mucho sentido. El Día de la mujer yo lo festejo y honro todos los días. Lo hablaba recién con mis amigos, mientras tomábamos cafecito tirados en la galería. Les preguntaba qué pensaban. Porque yo no quiero hacer un debate con estas cosas, pero creo que la separación la hacemos nosotras mismas. Así que, si es por mí, no celebro nada. Pero ojo, eso no significa que no quiera iguales derechos, que las chicas estén bien remuneradas e idénticas en oportunidades. Y desde ya, me horrorizo y me duele el alma ante los femicidios. Porque amo a las mujeres, estoy orgullosa de serlo y tengo ejemplos absolutamente maravillosos, empezando por mi abuela materna, que fue el amor de mi vida. Una mujer que yo adoraba. La China fue mi maestra y trabajamos tantos años felices y divertidas. Son personajes irrepetibles, como Mirtha, que es admirable, que está regia, lúcida, coqueta. Y quiere seguir. Yo no puedo creer que tenga ganas de continuar vistiéndose y maquillándose como diva. Pero si no trabaja se aburre, le encanta hacerlo. Es realmente muy genial y la amo con locura. Siempre hablamos. Ahora un poco más por redes. Pero en cualquier momento nos reunimos para hacerle una especie de homenaje a nuestros amigos que se fueron.
-¿Y qué otras mujeres admirás en el mundo?
-Me enloquece Isabel Allende. Leí absolutamente todo lo que escribió. Y Angela Merkel es la mujer que más nos ha representado en el mundo. Ya sé que es alemana, pero creo que Alemania lloró cuando partió. Fue alucinante lo que hizo. Además es una mujer tan brillante y austera. Ella llegaba a su casa y le cocinaba al marido. Una cosa increíble. No vivía en un palacio. Pienso que es una mujer superior. ¿Y viste la ropa? Siempre estuvo con el mismo traje, en todos los colores. Como la Reina de Inglaterra, que es otra que admiro profundamente. Una señora que entregó su vida al deber y que con 95 años está íntegra.
-¿Y vos qué relación tenés con el trabajo a esta altura? ¿Pasión, nostalgia, fiaca, deseo, dudas?
-La verdad es que, si no hago nada, me aburro. Todos me preguntan, ¿para qué? Y les digo que no es una necesidad, sino una vocación. Creo en el poder del deseo. Y, la verdad, siempre hice todo lo que tuve ganas de hacer. He visualizado cosas que se cumplieron. Lo que pasa es que, actualmente, muchas veces digo no porque no tengo ganas de aceptar ciertas cosas. Eso es diferente. Pero seguir trabajando, sí. Y ahora me ofrecen más cosas que antes, te juro.
-Bueno, estrenaste una serie.
-Hice Porno y helado porque me divirtió mucho y es totalmente diferente a lo que hice siempre en mi vida. Además, era un capítulo y un cameo. No se trataba de una serie que me demandaba ocho semanas, o diez, viviendo en Montevideo. Fui y vine un par de veces, pero fue una filmación que duró poco. Es una cosa de muy de jóvenes: gracioso, canchero, inteligente. Me recomendaron mucho al director, Martín Piroyansky, que es bárbaro. Y también es el protagonista. Un día estaba con los Darín en casa, y fue Florencia quien me dijo que era un tipo muy talentoso. Así que cuando lo vi, le dije: “Vine porque me dijeron que sos un genio”.
-Cuando estábamos encerrados y las redes eran nuestra novela y fuente de curiosidad, vos empezaste a postear cosas de tu vida en el verde, rodeada de animales, boopers y demás. A veces metías la pata, se te cortaba, o hacías un primer plano sin sentido que después borrabas. ¡Y todos amaban!
-(risas) A mí me encantaría poder postear más (¿así se dice?), pero creo que tiene un tope Instagram. ¡Qué se yo! Es un tema de minutos que no tuve tiempo de averiguar. Pero yo sé que a la gente le encanta ver cómo vivo con mis perros, el entorno, lo que me pongo para andar por ahí. No hay misterios y cuando puedo lo muestro. Siempre en versión casera, porque lo que vale es la espontaneidad. Yo podría tener alguien que me siga, que haga todo profesional, me filme, pero no me importa nada todo eso. Qué estupidez. Soy muy feliz ahí. Voy al muelle, le doy de comer a los animales, corro con los perros, les grito, hablo con ellos. Me transformé. Para mí no hay nada mejor que los animales (parezco Santa Clara de Asís, la amiga de Francesco que tan bellamente retrató Franco Zeffirelli en Hermano Sol, hermana Luna, jaja), pero es cierto. Lo que pasa es que llevan muchísimo trabajo. Tendría ovejitas y demás, pero ese fue otro capítulo que mejor no recordar.
-¿Qué pasó?
-Una vez compré y, cuando las estaban por bajar del camión, se me dio por preguntarle a los señores si me iban a comer las flores, las partes más delicadas del jardín. Me dijo que obviamente me iban a devorar todo, que iba a quedar pelada. Casi me muero y le dije que vuelva a subirlas al camión. Con el dolor del alma, siguieron su camino. En el otro campo tenía muchísimas vacas. Y no las quería vender porque seguro las mataban.
-Cuando volviste de la India te hiciste vegetariana, ¿no?
-Me duró poco porque tengo anemia mediterránea y mi médico me dijo que tengo que comer un bife cada tanto. De vez en cuando necesito un entrecot o algo sí, por la proteína. Pero te digo que, si tomo conciencia de que me estoy comiendo un animal, no lo hago. Trato de no pensar. Pero realmente lo intenté, llegué movilizada y estaba decidida a dejar todo. Pero empecé a ponerme muy mal y el médico me dijo: basta, Susana, comete un lomo y dejáte de joder.
-¿Qué imágenes te quedan de ese mes negro, en terapia? ¿Qué pasó por tu cabeza?
-Yo no tenía teléfono, obvio, pero de alguna forma sentía el amor y sabía de la catarata de cariño que abundaba en las redes. No veía nada, pero después me lo contaron. Yo siempre fui muy sana, así que no podía creerlo. Y cuando veía que empeoraba me quería morir. Bah, vivir. Gracias a Dios pude zafar, pero la verdad es que muchos pensaron que no iba a salvarme. Terminé haciéndole caso a los médicos, que me decían que tenía que tomar agua, agua y más agua. Y la verdad es que todos lo saben: yo detesto el agua. No me da ganas de tomarla. Pero un día entró un doctor vestido de astronauta, con esas cosas que se ponían, y me dijo: si usted no empieza a tomar agua, yo no puedo hacer nada más. El susto que me pegué. Y empecé a tomar agua como loca. Después me pusieron un par de inyecciones muy especiales, un suero que no recuerdo el nombre, por suerte, ya que no se puede aplicar sin prescripción médica y es recomendada solo para ciertos casos e instancias de la enfermedad.
-¿A quién le rezabas?
-A mi protector, San Miguel Arcángel. A él le pedía todo el tiempo. Y no sé qué me ponían en el suero, pero algo sucedía en esa habitación. Un día tuve alucinaciones, supongo, pero lo vi clarísimo al guerrero. Me estaba mirando. Siento que él me salvó. Yo tenía una estampa en la mesa de luz, pero ahora compré un cuadrito divino. San Miguel es el jefe de los Ejércitos de Dios. Para los cristianos es el protector de la iglesia. Muy poderoso. Yo le agradezco todos los días. Es un guerrero absoluto.
-Había críticas por dónde estabas, lejos de tu país. Y está el tema político, también. ¿Cómo te sentías con eso?
-No escuchándolos solucioné todo. Algunos personajes hablan como si te conocieran y no saben nada. Reconozco que yo represento lo que a mucha gente le joroba o le produce envidia. No sé, muchas cosas que hasta me hace daño analizarlas. Porque trato de que todo en mi vida sea alegría. Es mi fórmula, no sé vivir de otra manera. Solo hago lo que me produce felicidad.
-¿Y tu relación con los periodistas? Siempre hiciste el hula hula, con poca confrontación. Pero últimamente te enojaste más.
-Y bueno, cuando los temas son más delicados, uno no es de fierro. Igual, ahora está pasando una cosa rarísima y es que se matan entre ellos. Calculo que será consecuencia de la pandemia, el encierro, el descontento, la inflación, la pobreza, la inseguridad. Yo creo que trabajar de lastimar al otro está out. Sufro muchísimo viendo los noticieros. Es muy duro ver la falta de protección que hay. Y prefiero no extenderme más porque ya todos saben cómo pienso y no vale la pena.
-¿Cómo es Susana versión furia?
Me vuelve loca la mentira, la injuria, ciertos hechos políticos y la injusticia. El otro día lo llamé a Luis Ventura cuando estaba en el aire. Decían que yo iba a pasar mi cumpleaños con Jorge Rama, mi ex. Un tipo al que no veo hace millones de años. ¿De dónde pudo haber salido esto? Entonces lo llamé. Le dije, ¿vos estás loco? ¿Cómo podés decir una cosa así? Además, era un divague porque con ese señor que me vinculaban terminamos en tribunales. Para qué lo voy a querer ver. Encima está casado, creo. Se le debe haber armado un quilombo. Igual, no me importa porque la guita no me la devolvió. Y el otro día me pasó que otro periodista, pero ese sí un cuatro de copas, que ni vale la pena mencionar, hablaba de mí y Monzón. Y decía: pero ahí la estrella internacional indiscutida era Monzón; ella recién empezaba... Y no es así. Yo ya estaba en la revista, era vedette, tenía mi casa, mis autos, mi dinero. Y seguía: ella empezó como media vedette y qué sé yo... ¡Mentira! Yo no empecé como media vedette. Los Sofovich me rogaban para que haga revista, que encima no era el género que más me gustaba. Yo lo hacía por la plata. La verdad es que me irrita que gente que nunca me vio en la vida (hablo de este segundo señor, no de Ventura) diga pelotudeces. Eso sí me enoja. Pero en ese caso no lo llamé porque no existía. No puedo estar llamando a cualquiera. Estaría loca.
-Nos cansamos de escuchar sobre tu posible sucesora. Y fueron pasando los años... y jamás apareció.
-Qué suerte que se acabó esa pesadilla de querer buscarme sucesora. No había, ¿vieron? No hay sucesoras, no existen. Todos somos seres distintos. Están buscándole sucesora a Marilyn Monroe hace 50 años y jamás la van a encontrar. Como tampoco habrá Mirthas ni Chinas. Por más que Juanita lo haga muy bien, creo que la gente de la Chiqui quiere a la Chiqui. Es increíble, pero ella quiere volver a la tele. No sé si será semanal o mensual, pero está decidida. Así que córtenla con eso: ni Susanas ni Chiquis ni Diegos podrán ser reemplazados.
-La muerte de Maradona te habrá impactado. Eran amigos.
-Él vivía al filo de la navaja, pero me impresionó muchísimo. El pobre Diego hizo lo imposible por morirse. ¡Sí, éramos amigos! Pero él siempre se peleaba conmigo (yo no, porque nunca me peleo con nadie). Un día se indignó porque lo invité a Pelé a mi programa. Y le dije: ¿cómo te vas a enojar por eso? ¿Vos no vas acaso a lo de Tinelli y yo no te digo nada? Y me contestó: tenés razón. Era como un chico. Cuando estaba bien, tan amoroso. Lo que significó ese hombre en el mundo. La magia y pasión que generó. Hace unos días en Ucrania liberaron a un periodista o camarógrafo porque llevaba tatuado al Diego y creo que también el chico lo mencionó a Messi. Y les devolvieron las cámaras. ¡Qué poder sigue teniendo Diego aunque esté muerto! A Messi lo fui a ver a su club, estaba entrenando. Es más tímido. La mamá es la que nos une, porque me adora y yo la adoro a ella. Y siempre estoy por hacer una nota, pero no sé... quedó ahí.
(De pronto se corta la comunicación. Imposible que el cuerpo no se apodere de un batticuore, como dicen en Italia. Quedar desconectada de una Susana alucinante que va relatando la vida desde el otro lado del río es bastante desesperante. Pero vuelve a sonar el teléfono y, a la vieja ultranza, tras musiquita de conmutador, volvemos al “¡Hola, Susana!”).
-“¿En qué estábamos? –dice ella–. Ah... en que no peleo con nadie porque hay gente que no me interesa más”.
-Creo que no íbamos por ahí, Susana, pero interesa.
-¿Ah, no? Igual no es interesante hablar de la gente que ya no importa.
-¿Te hablás con Tinelli?
-Me llamó para mi cumpleaños. Yo estaba en Colombia y estuvo muy cariñoso. Hacía mucho que no hablábamos. Antes nos encontrábamos en fiestas, pero ahora no pasa nada de nada.
-Él no tuvo un año brillante, y después se produjo un dominó de fracasos. ¿Estamos frente al fin de la tele, o de los divos?
-Tal vez desaparezca, ¿creés? Pero a lo mejor no. La tecnología crece a pasos agigantados. Hoy podés ver las mejores películas en un teléfono y mil cosas entretenidas. Te facilitan otro mundo. Además, no hay programas para jóvenes. Yo no puedo creer que se hayan enganchado con MasterChef. Es espectacular, pero lo ven por los cocineros, ¿no? Porque después no tienen idea quiénes son los concursantes. Me cuesta creer que a los chicos les interese cocinar. Tampoco tienen idea acerca de los chimenteros, los escándalos y todo eso. No les importa y es sano. Supongo que lo que no quieren es agresión. En sus cabezas no entra eso de querer meterse en la vida del otro, perseguirlos, juzgarlos.
-Y están, además, siendo protagonistas de un mundo en guerra.
-Increíble, me impresiona mucho. Es lo que habrán sentido nuestros abuelos cuando llegaban los aviones, el Concorde. En ese entonces el ídolo de la gente era Julio Verne porque se había adelantado a todo, al submarino, un montón de cosas. Yo siempre viví fascinada leyéndolo, me produjo un asombro total. Casi todo lo que inventó en sus novelas resultó una predicción precisa. Él creía en el progreso. Sus personajes fueron a la luna, por ejemplo. En el libro, la nave espacial es lanzada desde Tampa Town, Florida, que se encuentra muy cerca del actual punto de lanzamiento de la NASA, Cabo Cañaveral. Y después, en otro, habla de una ciudad fortaleza repleta de secretos en la que se produce todo tipo de armas para las potencias. Yo no sé qué pasará, me angustia mucho todos estos desastres, más los ecológicos desde ya. Pero la verdad es que no queda otra que refugiarse en los seres queridos, leer mucho lo que a uno le gusta. Recibir gente querida para hablar horas y tomar algo. Aunque casi no estoy tomando alcohol.
-¿Feliz?
-Sí. Y agradecida.