Quién es y cómo piensa el CEO millennial de la empresa detrás del boom de la inteligencia artificial que se alista entre nombres como Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Elon Musk
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“De pequeño me sentía atraído por las humanidades, pero me gustaba la electrónica. Leí algo que dijo uno de mis héroes, Edwin Land, de Polaroid, sobre la importancia de la gente capaz de mantenerse en el cruce entre las humanidades y las ciencias, y decidí que eso era lo que yo quería hacer”. La frase corresponde a Steve Jobs y forma parte de la monumental biografía de Walter Isaacson (Debate, 2011). Allí, el autor detalla no sólo la vida de Jobs y su relación con el trabajo sino que continúa la saga que había abierto con sus libros sobre Franklin y Einstein, y que continúa en Los innovadores, los genios que inventaron el futuro: comienza con Ada Lovelace y su relación con Lord Byron en un cruce entre matemáticas y poesía a comienzos del siglo XIX, y llega a los grandes fenómenos de comienzos de este siglo XXI.
La historia de la relación reciente con la tecnología está mediada, además de por dispositivos ubicuos, circulación de datos y algoritmos, por seres humanos que encarnan los cambios, y de la que Sam Altman (Chicago, 1985) es el último espécimen. Se trata de un millenial de aspecto algo robótico que es el actual CEO de OpenAI, la empresa que lanzó ChatGPT y abrió la masiva revolución que puso a la inteligencia artificial, literalmente, en boca y en manos de todos. Al alcance de un clic. Y no se trata sólo de personalismos sino de personalidades que fundaron, controlan y lideran las empresas más valuadas del planeta, en las que las expectativas bursátiles coinciden con un relato sobre el futuro de la especie. Ciencias y humanidades.
Basta ver, esta misma semana, a Jeff Bezos –quien comenzó vendiendo libros en su tienda digital– posando con su novia en los VIP de Coachella en California o en los boxes de la F1 en Miami. O a Mark Zuckerberg que, mientras anuncia que su empresa (rebautizada Meta) abandonará por ahora los intentos por imponer el “metaverso”, se exhibe como un laureado competidor de jiu jitsu. O a Elon Musk: dueño de la segunda mayor fortuna del planeta, y excéntrico dueño de los autos eléctricos Tesla y los cohetes SpaceX, que anunció ayer que dejará el rol de CEO de Twitter, la empresa que compró el año pasado. Si agregamos a Jobs, dispositivos como el iPhone, las redes sociales, la mensajería instantánea, el comercio electrónico y la movilidad que afecta a gran parte de los 8000 millones de humanos tiene en las habilidades de ese puñado de figuras gran parte de sus virtudes y defectos.
"¿No es curioso que la humanidad alternativa esté liderada por un hombre de apellido Alt-man?"
Niño prodigio del Silicon Valley, Altman no sólo abandonó sus estudios en Stanford sino que fue presidente de la poderosa organización Y Combinator: su función es seleccionar y acelerar el trabajo de las start-up. Ese era su expertise profesional hasta que en 2019 se convirtió en la máxima autoridad ejecutiva de la empresa que fundaron y fondearon Peter Thiel y Elon Musk, entre otros.
Vale la pena detenerse en Altman, a quien un popular tweet define de manera sarcástica: “¿No es curioso que la humanidad alternativa esté liderada por un hombre de apellido Alt-man?”. El emprendedor Santiago Siri, quien lo conoció en sus años de Y Combinator, aporta: “Por su estilo, el tipo es una IA en algún punto, un multitasker con una capacidad atencional de otro nivel”. También un party animal de la Costa Oeste.
Esta semana fue noticia: advirtió que “el trabajo remoto es un experimento terminado”. Su razonamiento era más que una recomendación sobre política de empleo: considera que el futuro del trabajo se basará en la interacción entre personas. Claro: quien propulsa las herramientas de inteligencia artificial, tiene una visión relevante sobre los recursos… humanos. La semana próxima deberá comparecer en el Capitolio. Estará a la vista de todos no exento de frases tajantes como las que usa en sus redes para dar definiciones sobre la evolución de la especie desde la frontera de la ciencia: “Los animales, incluidos nosotros, sólo estamos programados para sobrevivir y reproducirnos, y sin embargo de allí mismo provienen cosas tan bellas y complejas”.