El hotel que abrió para los pasajeros del Orient Express y hoy es una joya que oculta historias de intrigas y romances
Digno de Agatha Christie, el hotel es aún refugio de estrellas de cine, políticos, cantantes y artistas, y mantiene el espíritu de las novelas policiales
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Un lugar de otro tiempo que mantiene hoy el espíritu de las novelas policiales. El Esplanade recibió a todas las figuras célebres del siglo y, además, tiene historias escondidas de entreguerras, con jerarcas nazi ocupándolo, fue escenario del primer desnudo de la región. Un relato fascinante de una pieza histórica que mantiene el glamour aggiornado a los nuevos pasajeros.
Imaginate bajarte de un tren al estilo Hércules Poirot en una parada en la ruta. Pensá en la escena que te permite mirar por la ventanilla desde tu camarote y te deslumbra. Por un momento, hacé de cuenta que descendés las escalinatas, cruzás la calle y te adentrás en el hotel que te albergará en la estadía antes de seguir el viaje.
Así es el elegante Esplanade Zagreb Hotel. Inaugurado en 1925 como refugio para los pasajeros del Orient Express, es una joya arquitectónica. Ubicado a poca distancia de las principales atracciones, el hotel más icónico de la ciudad combina el glamour del art déco con todas las comodidades contemporáneas. Establecido desde hace mucho tiempo como un refugio para estrellas de cine, políticos, cantantes y artistas, el exterior de cuento de hadas del hotel y el elegante alojamiento para huéspedes lo convierten fácilmente en el sitio más prestigioso de la ciudad.
A principios del siglo XX, las dos posadas más conocidas de la época quedaron pequeñas para el creciente número de viajeros que llegaban a Zagreb en el famoso tren Orient Express. Como el por entonces recientemente inaugurado hotel Palace, en la plaza Zrinjevac, no podía satisfacer las necesidades de una ciudad en crecimiento, la construcción de un nuevo hotel de lujo se convirtió en una necesidad.
El futuro albergue se iba a construir en un gran terreno, cerca de la estación de tren, en ese momento el único enlace con Europa y el resto del mundo. En 1917 se abrió el concurso internacional, con la participación de arquitectos destacados de la época, entre ellos el famoso suizo Alfred Loos, que sin embargo no ganó el concurso.
El ganador fue el alemán Otto Rhenig, cuyos planos originales fueron alternados por el croata Dionis Sunko, quien hoy es considerado el arquitecto de esta obra maestra de la Belle Époque. Se le dio el nombre de “Explanade”, que significa “campo”. La construcción se completó en sólo 26 meses. Casi 200 invitados asistieron a la gala inaugural el 22 de abril de 1925. Entre ellos se encontraban el prefecto del distrito, el alcalde de Zagreb, cónsules, banqueros y periodistas.
Los periódicos escribieron: “El hotel tiene una decoración mundana, es lujoso, sofisticado, extremadamente cómodo y está equipado con los últimos avances en técnicas modernas. Recuerda a uno de los famosos hoteles internacionales. Salones privados para fumadores, conversación, música y reuniones de negocios están ahí para satisfacer todas las necesidades de los viajeros. El ambiente íntimo de algunas de estas habitaciones es ideal para una cena en pareja. El gran salón de baile, decorado con columnas jónicas y esculturas, es el más impresionante. El restaurante y la cafetería también están muy bien decorados”.
El origen del romanticismo
Cuando se piensa en ciudades bucólicas en Europa se tiene en mente París. Para explorar el mundo medieval aparece Siena. Sin embargo, Zagreb reúne en un universo acotado lo mejor de ambos mundos. El Esplanade fue la punta de lanza para el desarrollo del turismo en Zagreb, así como la importancia de su ubicación cerca de la estación de trenes.
Pocos días después del evento inaugural, el hotel abrió sus puertas para recibir a sus primeros huéspedes, entre ellos un tal Sr. Glück. Como “glück” en alemán significa “suerte”, y la apertura había sido un gran éxito, se supuso la llegada de este pasajero como un augurio de futuro brillante. De hecho, esos primeros visitantes no tenían nada de qué quejarse. Se encontraban con 200 habitaciones con agua corriente fría y caliente, 100 cuartos de baño, un teléfono en cada cuarto, numerosas suites y salones, un comedor que ofrecía deliciosa cocina vienesa y húngara.
El hotel Esplanade también adquirió notoriedad de intrigas y romances al convertirse en un escenario ideal para las aventuras amorosas. Se decía que atraía a las esposas insatisfechas y a sus amantes. Una de las aventuras amorosas más interesantes de los locos años 20 se imprimió en el periódico local. Así indica en un recorte que aún se conserva en el hotel “durante una de las soirée dansante, un conocido Don Juan de Zagreb sedujo a una joven.
Su amor duró unos meses, utilizando principalmente las lujosas habitaciones de hotel como lugar de encuentro, hasta que el hombre encontró un nuevo amor. Después de una pelea pública, la dama se desmayó y se desató un escándalo que fue aplacado por la policía local”.
El primer striptease del país ocurrió en una fiesta de despedida ofrecida por un conde italiano, en la que se sirvió champán y caviar. En el evento, algunas damas se quitaron los zapatos y la ropa, quedando sólo con muy poca tela interior. El hotel temblaba y el gerente de entonces, el Sr. Matignon, pasó por la noche más difícil de su vida. Debió contener a los alegres visitantes lo suficiente para evitar que la policía interviniera, pero no tanto como para armar un escándalo dentro del Esplanade.
Allí también tuvo lugar uno de los hechos más interesantes de la época. Era el concurso Miss Yugoslavia (1926), organizado por Fanamenta, una compañía cinematográfica de Berlín, Miss Yugoslavia, y más tarde Miss Europa, fue Miss Štefica Vidačić, propietaria de un pequeño café en la calle Jurišićeva.
En la entrevista a la prensa esta “encantadora jovencita de proporciones casi perfectas, ojos castaños verdoso y cabello rizado” dijo que “prefería hombres de tipo femenino, pero de fuerte carácter varonil”. Una osadía para la época.
El hotel también guarda en su haber algunos incidentes en los que incluso tuvo que intervenir la policía. Ciertos italianos abrieron un Club para Golfistas, con sede en el Esplanade, pero en verdad era una tapadera de un casino. Durante algún tiempo, la policía hizo la vista gorda, pero cuando apareción la sospecha de prostitución, cerraron el lugar.
Los visitantes más frecuentes del Esplanade siempre fueron periodistas en la búsqueda de personas interesantes y eventos especiales. Los bailes que organizaban eran los más atractivos y durante muchos años se trató del mayor evento social de Zagreb. Un gran interés por este rendez-vous de distinción y elegancia despertó incluso el interés entre los invitados que acudían a pispear desde el exterior.
No dejaban de maravillarse por el hecho de que “un sitio de este tamaño pueda hacer un gran espectáculo con tanto buen gusto, belleza y armonía”, reza en la crónica social. El que portó el mote del “hotel más elegante de Europa Central” atrajo a muchas personalidades famosas. Estar a las puertas del Esplanade fue un acontecimiento digno de recordar a los nietos. Generaciones hablaron con asombro sobre las elegantes y místicas instalaciones.
Fueron huéspedes Asta Nielsen, la famosa estrella del cine mudo, y la actriz de teatro y cine Gitta Alpar, tan popular en Zagreb que sus fans asediaron la estación de tren y el hotel Esplanade durante horas. Multitudes esperaban la llegada de la Venus negra, reina de los cabarets parisinos, la cantante y bailarina, Joséphine Baker. A su llegada, tuvo que abrirse paso a través de una multitud que lo impedía en la entrada principal del hotel.
La afición coreó su nombre, se quedó casi una semana en el hotel, pero la actuación fue cancelada abruptamente, porque las damas locales se mostraron preocupadas por la moral de la ciudad frente a su típico baile con sólo una pollera de bananas. El rey europeo de los zapatos, Bata, se hospedó en el hotel, así como el mayor amante de la pantalla de la época, Vladimir Gajdarov.
La firma de Lady Ashby, presidenta de la Alianza Internacional por los Derechos de la Mujer, también se encuentra en el libro de visitas del hotel. El famoso Charles Lindbergh, el hombre que voló por primera vez sobre el Océano Atlántico, fue uno de los huéspedes, y el escritor francés Jules Romains, con su joven esposa, también firmó el libro de visitas.
Momentos de tristeza y renacimiento
En 1941, en los primeros días de la ocupación extranjera, el hotel estaba completamente vacío: los últimos huéspedes desaparecieron sin dejar rastro y llegaron los nuevos: oficiales alemanes. El Esplanade se convirtió en el cuartel general de la Gestapo y la Wehrmacht. En las numerosas fiestas que los alemanes organizaban en el hotel se podía obtener mucha información, incluso la más secreta.
El ambiente bélico fue brillantemente descrito por el escritor italiano, conocido antifascista, Curzio Malaparte, en su novela Kaputt. En 1943 fue corresponsal de guerra de un periódico romano en Zagreb. Uno de los hechos que se recuerdan con alegría de aquellos difíciles tiempos de guerra fue la actuación del cantante de ópera Beniamino Gigli. Tenía una voz tan fuerte que los vasos en el Emerald Ballroom se resquebrajaban mientras cantaba sus arias. Al final, en medio de la consternación masiva, tomó un sombrero y recolectó dinero, que luego fue entregado al maitre del hotel para distribuir entre el personal.
Entre los primeros huéspedes durante la reconstrucción del hotel en 1957 estuvo el famoso tenor italiano Mario del Mónaco y su esposa. Fue una época en la que muchos artistas elegían el Esplanade. Una conexión más con el mundo del espectáculo y las artes la dieron directores, como Giuseppe de Santis, que rodó allí su película The Road a Year Long (El camino de un año), la primera película en coproducción yugoeslava (Zagreb era parte de esa república por entonces) que llegaba a competir por un Oscar.
Durante los años 60, la lista de los invitados famosos fue interminable: Silvana Pampanini, Yul Brunner, Jack Palance, Rosana Podesta, Belinda Lee, Liana Orfei, Orson Welles. Anita Ekberg, el símbolo sexual de la época, era esperada en el hotel. Como la hora de su llegada era incierta, un pequeño comité de bienvenida la esperaba en la recepción. Ninguno de ellos la había visto antes, pero pensaron que una dama tan sexy no podía pasar desapercibida.
Cuando una atractiva rubia apareció en la entrada principal, el comité la saludó, pronunció un breve discurso, le entregó un ramo de rosas rojas y la acompañó a la suite más hermosa. La dama no pareció sorprendida, incluso sonrió feliz. El comité de bienvenida, satisfecho con el recibimiento, estaba tomando un refrescante café cuando apareció otra rubia. Esta era la adecuada, la propia Anita Ekberg, y la que habían saludado era su secretaria. Anita hizo una broma al respecto, sin creer que pudieran existir hombres que la confundieran con su asistente.
Los nombres célebres continuaron. El Esplanade era la escala ineludible en la Europa del Este. Domenico Modugno, Charles Aznavour, Maria Callas, Maya Plisétskaya, Arthur Miller, Dizzy Gillespie, Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Aram Khachaturian, Henryk Szeryng, Pau Casals y David Ojstrach fueron apenas algunos.
El servicio incluía extrema personalización. Leonid Brézhnev y su delegación recibieron lomo de venado salvaje y cangrejos. El príncipe Sihanouk de Camboya estaba tan encantado con la cena que los cocineros del Esplanade, liderados por chef Martin Maček, recibieron cubiertos de postre de oro como recompensa.
También deleitaron al presidente Nixon con su arte culinario. La reina británica Isabel II mostró una admiración especial por la habilidad del chef y le entregó una moneda de oro por un besugo al estilo dálmata preparado como “nunca había comido antes”, dijo. Al político italiano Fanfani le sirvieron codillo de ternera al estilo real, una conocida especialidad del hotel.
Entre los estadistas que gustaron del Esplanade y su excelente cocina estuvieron Aldo Moro; el presidente de Uganda Milton Obote; el canciller alemán Helmut Kohl, y el senador estadounidense Fulbright. Algunos estadistas y políticos pasaron de incógnito. Uno de ellos fue el presidente de Panamá, el general Omar Torrijos. Afortunadamente, un joven lo reconoció y llamó la atención del fotógrafo del hotel, quien le hizo una toma de recuerdo. Ese joven luego se convirtió en el embajador de Panamá.
Para 1964 el Esplanade se integró a la Corporación Hotelera InterContinental, corporación establecida por PAN AM, que tenía como fin alojar a sus pasajeros en los mejores hoteles del mundo y al mismo tiempo ofrecerles el mejor servicio y comodidad posible. A partir de este momento comienzan los años dorados del Esplanade. La larga lista de las celebridades más famosas del mundo se vuelve aún más larga: Pelé, Curd Jürgens, Yves Montand, Simone Signoret, Steward Granger.
Elena Tessadri, reconocida novelista italiana, eligió el hotel como escenario de una de sus novelas, y lo describió como “un hermoso y cálido hotel”. Al escribir sobre él, siempre destacó su calidez, elegancia y lujo. Así se convirtió en el centro de la vida social y cultural de Zagreb. Continúa su gloriosa tradición, aunque sigue el ritmo del presente. La armonía de los viejos tiempos con el lado confortable de los nuevos.