“Ella tiene algo que decir”. La transformación de Laura Novoa, que se puso en la piel de María Marta García Belsunce
HBO Max subió a la plataforma los ocho capítulos de la miniserie que recrea el asesinato de la socióloga ocurrido en octubre de 2002
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“Hay algo en la mirada. Tenía que vaciarla, quería llegar a eso, a que vieran ese rostro, esa mirada que te pide algo. Mírame, mírame, dice, tengo algo que contarte, no dejes de mirarme –enfatiza Laura Novoa–. Creo que fue esa mirada, más que el parecido, lo que generó el impacto cuando se compartió la primera imagen en la que me veo como María Marta García Belsunce. Más allá del parecido, esos ojos… Busqué mostrar a una mujer que todavía tiene algo que decir”.
Con dirección de Daniela Goggi (Abzurdah, El hilo rojo), con Laura Novoa en el papel de la socióloga asesinada y Jorge Marrale como Carlos Carrascosa, HBO Max estrenó ayer María Marta: el crimen del country, la miniserie de ocho capítulos que dramatiza uno de los casos más resonantes de la historia criminal argentina y que volvió a tomar protagonismo con el juicio a Nicolás Pachelo, vecino del country y el primer sospechoso para la familia de matar a María Marta. “Es una ficción que se mete con un tema muy presente, muy sensible en la sociedad argentina –aclara Novoa, la inolvidable Verónica Vega de Poliladron–. Una historia, una ficción basada en hechos reales que no pretende dar repuestas, sino generarlas”.
“Fue más difícil interpretar a María Marta muerta que a María Marta viva -confiesa Novoa-. En una de las primeras escenas se la ve ya fallecida, con todos a su alrededor, hablando, llorando, tocándola, cambiándola. Fueron muchas horas de componer una persona que ya no estaba. Y tenía que poner algo en ese no estar. Mantenerme inmóvil, pero no ausente, mientras todo se mueve alrededor. Estar sin estar. Pero María Marta está presente, sigue presente. Así que intenté eso, presente y ausente. Hice un ejercicio de meditación mientras me colocaban en la cama, me hablaban, me colocaban una cadenita, me limpiaban. Fue muy fuerte, porque por lo general en este tipo de escenas te filman, pero se detienen en los otros y aquí no, la presencia de ella es importante. Me mantuve ahí, con los ojos cerrados, reconociendo la voz de los que estaban ahí. Fue un trabajo enorme de la directora. Hicimos muchas veces la escena de la muerte, en la bañera, porque se trabajaron las diferentes hipótesis. Cuando uno hace este tipo de escenas te vas con el pensamiento a otro lado; con María Marta, en cambio, quería estar, porque sentía que el personaje me lo pedía. Su caso no está resuelto y pensaba en eso, en echar luz. Fue difícil, hay muchas escenas en las que yo tenía que estar mojada, con la cabeza en la bañadera…sin respirar, sin pestañar. Remarco que es una ficción basada en un hecho real que no pretende dar respuestas, por eso decía que abre muchas preguntas y no solo sobre el caso. No todo es blanco o negro, hay un montón de colores, grises”.
El próximo 27 de octubre se cumplirán 20 años del asesinato de María Marta García Belsunce, la mujer de 50 años, reconocida integrante de la Fundación Missing Children Argentina. Fue esa tarde de octubre cuando Carlos Carrascosa encontró muerta a su esposa en la bañera de su casa en el country El Carmel, en la localidad de Pilar, provincia de Buenos Aires. Carrascosa creyó que María Marta había sufrido un accidente y se había golpeado la cabeza contra una viga y las canillas. Eso fue lo que dijo. La autopsia, realizada 36 días después de la muerte, confirmó que la mujer había sido asesinada de cinco balazos en el cráneo, con un arma calibre .32 largo que nunca apareció, y un sexto balazo que le rozó el cuero cabelludo. Carrascosa, el viudo, fue condenado dos veces. La primera, en el juicio oral y público de 2007, por el delito de encubrimiento. En 2009, en base a las mismas pruebas, el Tribunal de Casación lo condenó a prisión perpetua como autor del homicidio. Luego, la Corte Suprema ordenó una revisión total de la causa y el viudo fue absuelto de los delitos de encubrimiento agravado y homicidio calificado por el vínculo. El 19 de diciembre de 2016 recuperó la libertad y en 2020, la Corte Suprema dejó firme la absolución. El 13 de julio de este año, comenzó el juicio por el asesinato a Pachelo, que llegó preso a esta instancia por una serie de robos en barrios cerrados. El vecino, como se lo presenta en la serie, está protagonizado por Nicolás Francella.
“Siento una gran responsabilidad como actriz meterme en el cuerpo de una persona real y lo hago con el mayor de los respetos –aclara Laura, hija del también actor Pepe Novoa–. Este tipo de personajes son un gran portal hacia algo más, no solo se trata de interpretar, de estudiar la manera de moverse, de hablar, sino de ir más allá, respetar la persona que fue… Hay algo maravilloso en la actuación y es que, cuando te metés tanto en el otro, en realidad uno llega a tocarse a sí mismo”.
Mucho se ha dicho sobre ponerle el cuerpo a personajes reales, los riesgos de quedar solo en una imitación de movimientos o en un simple parecido físico. Laura quiso escapar de ese lugar, esquivar ese único registro. “No busco el estás igual –hace referencia a los comentarios que surgieron apenas se compartió la primera imagen de la serie–. Es importante que reconozcan a María Marta más allá del parecido que pude lograr. Hice un trabajo muy particular, en dos momentos del personaje: el vivo y el muerto”.
Obsesiva, tal como se reconoce, al momento de elaborar los personajes, Novoa asegura que trabaja de manera diferente a la hora de abordar una vida real. “Este proceso, el de María Marta como el de Evita (la interpretó en dos ocasiones), tiene una pata más para sostener la mesa. Aparecen las circunstancias políticas y sociales de esas personas, el material al que se puede acceder. Siempre busco hablar con alguien que haya conocido a la persona, alguien que la haya querido. Siento mucho respeto por la persona que ya no está. Es una necesidad mía que no está en el guion, porque trato de ser lo más fiel posible a lo que fue esa persona. No hago una adaptación libre de lo que yo creo que fue, aunque siempre va a ser una adaptación, porque no soy una imitadora, sino que soy actriz. Pero sí, pongo mi alma al servicio de. Es como una cábala, ponerme en contacto con personas que la conocieron: familiares, amigos, gente que la quiso. Se trata de respeto. Debo reconocer que Daniela [la directora] me dio la oportunidad moverme libremente, ella es capaz de seguirte por dónde vos vayas. Recuerdo que le dije “necesito ver videos de María Marta”, quería verla, escucharla, más allá de esas imágenes ya repetidas, las que aparecen en YouTube. Fue importante descubrirla a través de los ojos de quienes la conocieron. Tenía una voz especial, así que trabajé bastante en ese registro.
- Señalaste que para vos es clave ir más allá del parecido físico, conocer el personaje desde un lugar más íntimo, por así decirlo. ¿Qué descubriste de María Marta que te ayudó a construir el personaje?
- Su sensibilidad. Fue muy interesante conocer su trabajo solidario, su compromiso. En Missing Children Argentina ella impulsó la idea de incluir las fotos de niños y niñas perdidos en las facturas de los servicios, fue una adelantada en su forma de comunicar. Hoy con las redes puede parecer una bobada, pero en ese entonces fue muy importante. Cuando trabajo con personajes de ficción, les invento la personalidad de acuerdo al guion, a lo que me cuentan, los doto de un alma. En cambio, aquí, lo que lo que busqué fue encontrar la energía del personaje real. Ella tenía algo jovial, moderno, cero superficial. Uno suele tener prejuicios a la hora de imaginar una mujer que vive en un country, que viajó tanto. Pensás en la opulencia, pero no era el caso de María Marta. Se mostraba de otra manera, simple y sofisticada a la vez; por suerte, en eso también pudimos trabajar para dar bien con el personaje. Lo mismo que su maquillaje, en las fotos se ve esa cara limpia, un rostro chico…. Me metí en todo lo que pude, en las relaciones, en sus vínculos familiares. La serie explora muy bien eso, sus vínculos, su forma de relacionarse con Carrascosa (Jorge Marrale), sus hermanos Horacio G. Belsunce (Carlos Belloso), María Laura García Belsunce (Paula Ituriza), Irene Hurtig (Ana Celentano), John Hurtig (Esteban Bigliardi) y su cuñado Guillermo Bártoli (Guillermo Arengo). Una mujer sensible, inteligente. El de María Marta es un personaje que me costó mucho.
- Cuando decís que abre muchas preguntas no solo sobre el caso, ¿te referís al papel de los medios en aquel momento?
- A los medios, a la Justicia. Fue en 2002, en plena crisis. La serie propone hacer una reflexión sobre los medios, la injerencia que tienen sobre lo que pensamos y va más allá de este caso en particular, pero es muy interesante observar lo que ocurrió, lo que se dijo, lo que se expuso. Hay muchos misterios, hasta el día hoy. No hay una verdad, la serie tampoco la tiene. Pero va más allá de eso, porque propone plantearnos como sociedad ciertas cosas, revisar. Este ver, mirarnos, es lo que me interesó de los libros, las construcciones, las teorías que se armaron alrededor de la muerte de María Marta. La distancia te permite ver cuál fue el lugar de la Justicia y el de los medios en ese momento. Pasaron 20 años y poder ver todo lo ocurrido, es revelador. Queda expuesto el prejuzgar, el decir por decir, esa cuestión de que te llevan de las narices diciendo lo que tenés que pensar. Hoy pasa lo mismo, con canales, diarios, de un color y de otro, grietas… Pará, dejame un poquito poder pensar, yo quiero pensar. No todo es blanco o negro, hay un montón de grises en el medio y creo que la serie desnuda eso, la manipulación de las ideas. Esto se ve a través de diferentes personajes, sobre todo en el trío que interpretan María Leal (Elvira), Muriel Santa Ana y Valeria Lois (investigadoras del caso, blogueras). Esta distancia va a permitir que muchos se identifiquen con X personaje, con alguna situación, con las idas y vueltas en la investigación, pero también con esa familia, lo que atraviesa esa familia. Y que el crimen haya sucedido en plena crisis permitió tapar ciertos temas, por decirlo de alguna manera. Se convirtió en un show. Encendías la televisión y todo el día se hablaba del caso… y es interesante como la presión de los medios influyó también en la Justicia. El guion muestra cómo estigmatizaron y culpabilizaron a determinadas personas que pueden ser o no culpables.
- En dos oportunidades interpretaste a Evita, en Ay, Juancito (2004, de Héctor Olivera) y en el unitario Lo que el tiempo nos dejó (2010, con dirección de Israel Adrián Caetano). Al igual que con María Marta, allí también tuviste que atravesar la manipulación del cuerpo tras la muerte, además de interpretarlas en vida.
- Yo soy de contextura delgada, pero tuve que bajar 4 kilos para mostrar a esa Evita joven, de 33 años, con un cáncer que le quitaba fuerzas, pero ella seguía. Llegó a participar, ya muy enferma, del acto al lado de Perón, en el balcón de la Casa Rosada. Podía mantenerse de pie gracias a un corset que le habían diseñado para sostenerla. Y luego, su muerte, la manipulación de ese cuerpo.
- Tanto en Evita, la película, como en María Marta: El crimen del country, Jorge Marrale aparece como el compañero de vida. Fue Juan Domingo Perón y ahora, Carlos Carrascosa.
- Lo adoro, nos entendemos muy bien, tenemos un sistema de laburo muy parecido que logra que se vea esa conexión. Queríamos transmitir esa cotidianeidad de María Marta y Carlos Carrascosa, darle esa intimidad, mostrar a esa pareja desde las pequeñas cosas. A Jorge lo conozco hace mucho. Yo empecé a trabajar como vestuarista en el teatro, en una obra en la que Jorge era el protagonista, te estoy hablando de hace un siglo y medio [se ríe], se llamaba El gran soñador, por ese entonces yo tenía 14 años… [ahora tiene 53]. Este reencuentro fue maravilloso, la manera que Jorge compone a Carrascosa… Hay un gran equipo en esta producción. La serie logra mostrar la cronología de cómo se van dando los hechos, y verlo a distancia es un ejercicio muy interesante, cómo opera el paso del tiempo y todo lo podemos ver desde diferentes puntos de vistas: el judicial, el mediático, el de los amigos, el de la familia. Desde allí se construye el relato, una historia que 20 años después sigue impune.