El colmo del lujo. Fue el primer cinco estrellas de la Argentina, lleva años cerrado y volverá muy cambiado
Se inauguró en 1909 para estar listo en las celebraciones del centenario del país y recibía visitas ilustres
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“Es rico como un argentino”, era la frase de moda en París de principios de 1900, cuando la Argentina era el granero del mundo y, joven aún, se aprestaba a festejar sus cien años. En 1908 se había inaugurado al Teatro Colón y la Argentina era una fiesta. Lo que estaba por llegar era el colmo del lujo: un hotel de nueve pisos al que no le faltaría ninguno de los adelantos de la época, como una central telefónica, ascensores, red de agua fría y caliente y placards. En 1909 todo estaba, ahora sí, listo para reunir a las personalidades más distinguidas de acá y de más allá. Un destino de visitantes ilustres era evidente. El Plaza Hotel estaba listo para todo lo que vendría.
Años de gloria se sucedieron, tal cual lo planeado. Fiestas, celebraciones y los hechos más importantes del país pasaron por sus paredes. El prestigio del Grill del Plaza, su restaurant, con sus exóticos ventiladores y sus azulejos holandeses, era indiscutido y sus pucheros se volvieron un clásico del domingo. Hasta que el 30 de abril de 2017 se sirvió por última vez, aseguran que para volver más nuevo pero intacto. Por primera vez, el Plaza Hotel cerró sus puertas para una renovación integral, que ya comenzó.
71 residencias particulares en la parte más antigua del edificio, 189 habitaciones de hotel totalmente a nuevo, cinco subsuelos de cocheras con capacidad para 111 autos y los escritorios del Plaza. El proyecto del Plaza Hotel, que se encuentra en obra desde 2021 y se especula que, con viento a favor, dentro de cuatro años se reinaugurará con bombos y platillos, a lo grande. Como en sus orígenes, promete incorporar el lujo más actual y picar en punta en lo que a funcionalidad y tecnología se refiere.
Ícono de una Argentina próspera y pujante, el Plaza Hotel fue el primer hotel de lujo de Sudamérica que resistió los distintos vaivenes que atravesó el país, en manos de una familia, los Tornquist y sus herederos. Ciento trece años después de su inauguración, continúa en manos de capitales argentinos, aunque su dueño ya no es una empresa familiar sino un grupo inversor con amplia experiencia en hotelería. Se trata del Grupo Alvear -también propietario del Alvear Palace Hotel, del Llao Llao Hotel & Resort y de Galerías Pacífico-, que dispuso un remozamiento ambicioso que ya está en marcha, con la mira siempre puesta en salvaguardar el patrimonio histórico y la esencia misma de un hotel que es sinónimo de Argentina, de lujo y de pujanza.
Inaugurado en 1909 para estar listo para las celebraciones del centenario del país, fue un encargo del empresario Ernesto Tornquist al arquitecto alemán Alfred Zucker, convirtiéndose entonces en el edificio más alto del momento. En 1913 se añadió a la construcción original la entrada de carruajes que hoy es una parte central de su fachada. En 1934 el art decó había irrumpido en el mundo y no podía estar ausente en el hotel, que sumó elementos en dicho estilo durante un proceso de modernización. En la década del 40 llegó el momento de una ampliación que lo extendió hacia la calle San Martín. La última remodelación tuvo lugar en 1977, momento en el que se volvió a aumentar su capacidad y se actualizaron habitaciones y baños. Cuarenta y cinco años tuvieron que pasar para encarar una refacción tan profunda que obligó, por primera vez, a cerrar las puertas del hotel durante varios años para ponerlo a la altura del tiempo que pasó.
Todo comenzó en abril de 2013, cuando el Grupo Alvear compró, después de dos años y medio de negociaciones, la totalidad del hotel 5 estrellas más antiguo del país, a una empresa familiar que estaba conformada por 65 descendientes de su fundador. En ese momento había un acuerdo con la cadena Marriott que llevaba adelante el management del hotel. Este acuerdo fue finalmente rescindido y los nuevos propietarios se hicieron cargo del Plaza. Dueño también del Alvear Icon y del Alvear Art Hotel, el grupo perteneciente a la familia Sutton Dabbah ya contaba con el suficiente know how para seguir adelante con su manejo.
Sin embargo, “alrededor de tres veces por año se acercan del Marriott o del Hilton para formar parte de la cadena”, asegura Andrés Kalwill, director de nuevos desarrollos del Grupo Alvear, quien, luego de la adquisición, fue responsable de la administración del Plaza hasta 2017. Ese año el hotel cerró sus puertas para encarar una profunda reforma que apunta a volver a posicionar al hotel en el sitio de privilegio que supo tener. Pero, ¿qué pasó entre 2017, momento en el que se decidió el cierre del hotel, y 2021 cuando comenzaron las reformas? “Hubo muchas vueltas hasta decidir qué hacer. En el medio vino la pandemia. Habíamos pensado hacer grandes plantas de oficinas. Con la pandemia se replanteó todo y llevó tiempo ver si el grupo se decidía a hacer una inversión tan importante”, explica el director del grupo empresarial. Seguros del potencial de la Argentina como destino turístico y apostando al desarrollo de dicho sector, finalmente tomaron la determinación de avanzar con la inversión.
Luciano Pavarotti, Charles de Gaulle, Enrico Caruso, Franςois Mitterrand, Indira Gandhi, John Travolta y las más encumbradas y variadas personalidades se alojaron en las habitaciones del Plaza a lo largo de su historia. A su valor histórico se suma un valor testimonial de una época que brilló y que ya no es posible apreciar. Su arquitecto, Alfred Zucker, desarrolló una prolífica obra no solo en Buenos Aires sino también en Estados Unidos. Lamentablemente, la mayoría de sus trabajos no quedan en pie. “Había una cosa de desafío frente a lo que era el Plaza. La idea del aggiornamiento siempre tuvo en claro el respeto por la identidad del hotel. El Grupo Alvear tiene la experiencia positiva de haber encarado la puesta en valor actualizada del Llao Llao, del Hotel Alvear y de Galerías Pacífico. Ya veníamos de una experiencia exitosa”, afirma Kalwill.
Tras muchos años sin refacciones y con avances tecnológicos que se suceden velozmente, el Plaza Hotel se encontraba con una fuerte competencia de hoteles 5 estrellas más nuevos, que contaban con el lujo y los adelantos que se aceleran día a día. Entonces, los nuevos propietarios resolvieron que era el momento de una renovación total. “En las habitaciones el baño no tenía el rol protagónico que tiene hoy. Había que hacerlo de nuevo. Los interiores de las habitaciones tenían placards de otra época. El lobby era muy pequeño y no tenía relación con la importancia del hotel. Para acceder a ellos había que subir escaleras, por lo que las tripulaciones no podían parar en el Plaza: no se pueden desprender del equipaje de mano y tenían que acarrearlo por las escaleras”, enumera el director del Grupo Alvear. Así, además de las habitaciones, los baños y el lobby, se renovarán servicios como los ascensores y aires acondicionados. Y, un detalle no menor, se sumarán cocheras. Todo el plan se está llevando a cabo por BMA Estudio de Arquitectura.
Por su parte, la experiencia del Alvear Icon, que fusiona hotel y residencias, aportó los conocimientos necesarios para replicar la experiencia. A partir de su éxito, “vimos que hay un nicho de gente a la que le fascina vivir en un hotel. Entonces llevamos al Plaza la idea de un mix de hotel y residencias, respetando al 100% su identidad”, añade el empresario. Andrés Kalwill cuenta que ya hay una lista de espera de personas interesadas en comprar, a su debido momento.
El sector más antiguo, que se mantendrá intacto, se destinará a las residencias, con vista a Plaza San Martín, que tendrán entre 70 y 300 metros, incluyendo dos penthouses. Los nuevos materiales, las terminaciones, los placards, los aires acondicionados y todo lo que se incluya en las residencias será de la mejor calidad. En tanto, se conservarán las aberturas y carpinterías del edificio existentes, que son originales. En la misma área del hotel estarán los escritorios del Plaza, un sector destinado al trabajo para que quienes habiten los departamentos cuenten con un espacio fuera de casa, en casa. Kalwill pone énfasis en que la fachada no se tocará.
El hotel, por su parte, se emplazará en el sector ubicado en la esquina de Marcelo T. de Alvear y San Martín y se tratará de una construcción totalmente nueva. Para eso, se está realizando una demolición que comenzó en 2021 y terminará en los próximos meses. “Lo que se está demoliendo no es el edificio histórico”, asegura Andrés Kalwill. Según el proyecto, en el sector demolido se va a hacer una obra que contará con subsuelos para cocheras para el hotel y para las residencias. Además, “vamos a tratar de hacer un paso para llegar directamente desde la salida del estacionamiento que está afuera, al hotel”, añade. Kalwill apunta que es necesaria la demolición de la esquina porque la renovación de ese sector es más fácil de llevar a cabo desde cero y, fundamentalmente, porque es imposible construir subsuelos debajo de un edificio existente. Y las cocheras hoy son imprescindibles en un hotel de las características del Plaza. A su vez, asegura que el proyecto está aprobado por la Comisión Nacional de Monumentos y por la Ciudad de Buenos Aires. “En el vecindario del hotel están muy expectantes con los arreglos porque van a revitalizar la zona”, destaca.
Un capítulo aparte merecen los interiores del Plaza, especialmente algunos sectores que se guardan en la memoria colectiva y en las retinas de muchos argentinos. Casi como si se tratara de un patrimonio nacional, muchos se preguntan por el destino del Grill del Plaza. En sintonía con el proyecto que promete preservar el edificio, se conservarán también los elementos y lugares que hacen a su ADN. Se mantendrá, entonces, en su totalidad el Grill con sus ventiladores provenientes de Pakistán, piezas únicas que aportan ese no sé qué responsable del especial ambiente que allí se genera. “Cuando se negociaba la venta del hotel, alguno de los propietarios se quiso quedar con los dos ventiladores, pero nosotros nos negamos porque hace a la identidad del hotel, tenían que quedarse”, recuerda Kalwill.
Como los ventiladores, todo aquello que tiene valor, como escritorios, esculturas y mesas, se conservó. Una imponente mesa del Plaza se encuentra en este momento en el lobby del salón de fiestas del Alvear Icon. Las lujosas arañas del salón de fiestas también volverán, luego de ser restauradas. Otro espacio referente del Plaza, el Bar, seguirá intacto con su boiserie y su clima especial, en el nuevo Plaza que se planea para alrededor de 2026. En cambio, hay dudas acerca de la vuelta de la peluquería del hotel, adonde solía acudir Jorge Luis Borges a afeitarse, dada la proximidad de su casa, en Maipú y Marcelo T. de Alvear.
Y un clásico que tuvo años de éxito, el puchero del Plaza, recuperará su protagonismo ni bien reabra el hotel. “Me gustaría, hasta que lo abramos, hacer el puchero del Plaza en algún Alvear”, proyecta el directivo. Y, hablando de los interiores del Plaza, están frescas en la memoria las largas colas de personas que se acercaron al hotel en 2021 para adquirir un plato, una copa o hasta algún mueble del hotel. En diciembre de 2020 arrancó la venta y se extendió durante todo el 2021.
Fiestas, casamientos, noches de bodas y todo tipo de eventos sociales y también laborales se llevaron a cabo dentro de esas paredes durante muchos años y cuando se esparció la noticia de que diversos objetos saldrían a la venta, fue tanta la gente que acudió que hubo que implementarse un sistema de turnos que funcionaron hasta el último mes de diciembre, momento en que se cerró por vacaciones. “En septiembre salió publicada la venta en el diario y la gente empezó a venir. Nosotros no habíamos hecho campaña y no estábamos preparados para recibir a tanta gente. Estaba pensado como un de boca en boca y también se enteraba gente que teníamos en el mailing”, relata Lilian Dorado, coordinadora de ventas de mobiliario del Grupo Alvear.
Una vez que el evento se hizo masivo, hubo gente que viajó especialmente desde el interior. “Un matrimonio se enteró tarde. Querían dos copas con el logo del hotel donde se habían alojado en su viaje de bodas. Como se acordaban del número de habitación, sacaron el cartel de la puerta y se lo regalaron”, cuenta. De esta forma ocurrió un evento que no fue planificado y que tuvo que ver, más que nada, con la presencia del Plaza en las vivencias y recuerdos de muchos argentinos. “Me animo a decir que pasaron más de diez mil personas en esos meses”, arriesga Lilian Dorado. Aún hoy hay más de ochocientos correos de gente pidiendo turnos que no pudieron ser respondidos. Este año pueden recibir una sorpresa cuando se contacte a aquellos que quedaron en espera, para acercarse al hotel a buscar un espejo, un escritorio, un sillón, un respaldo de cama, un velador, un atril, un cuadro, una mesita de apoyo o un accesorio para baño. “Estamos haciendo un nuevo listado de cosas que quedan todavía, que van a salir a la venta en la segunda semana de mayo”, adelanta Dorado.
Bien nuestros, el Plaza y el Alvear Palace fueron los primeros 5 estrellas y concentraron no solo el lujo y el glamour sino los principales eventos sociales de buena parte del siglo XX. Con la llegada de las grandes cadenas hoteleras desde los noventa en adelante, la competencia se multiplicó. Sin embargo, ambos hoteles siempre conservaron un aura especial que los posicionaba en la cima. Y siempre cada uno retuvo su sello propio. El destino quiso que un mismo grupo empresarial se volviera propietario de ambos. El Grupo Alvear es consciente de la necesidad de que cada uno retenga su propia impronta.
“Históricamente fueron competencia. Al ser la misma empresa la propietaria, tenemos el desafío de mantener diferenciado a cada uno. El Plaza es un edificio con su propia identidad. No vamos a tener que inventar nada. El reto es mantener la identidad del edificio y adaptar su funcionalidad con un equipamiento que va a ser contemporáneo”, sostiene Kalwill. En esa línea, el salón de fiestas se tendrá que adaptar a requisitos técnicos que antes no existían, en las nuevas cocinas del Plaza van a estar presentes todas las novedades en recursos tecnológicos y en las habitaciones y en los diferentes espacios del hotel y residencias va a estar incluido todo lo que haya novedoso.
“Faltan cuatro años para que todo esté listo. De acá a dos años vamos a conversar sobre lo que vamos a tener que incorporar. Hay una evolución en cuanto a la velocidad de internet que va a traer cambios en las conductas. Seguro que esos cambios tecnológicos van a repercutir en servicios que vamos a tener que sumar en ese momento”, se adelanta Kalwill. Es seguro entonces que aquellos recursos de inteligencia artificial que van a continuar surgiendo van a ser integrados al nuevo proyecto. “El espíritu de avanzada del hotel va a estar en cosas que hoy tal vez ni nos imaginamos que van a existir”, promete el empresario.