Cine argentino. Por octava vez peleará por un Oscar, pero pese al prestigio, sigue siendo discutido. ¿Puede enamorar al público?
De la mano de Argentina, 1985, el cine nacional compite el domingo en Hollywood, aunque persiste la polémica sobre el acompañamiento del público a las producciones locales
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Argentina, 1985, la película que este domingo buscará el tercer Oscar para el cine nacional, sigue abriendo debates. Lo hace desde su estreno en septiembre de 2022, al situar un tema como el de la transición democrática y el juicio a las Juntas en la arena pública en tiempos en que los consensos políticos y el estado de las democracias liberales se encuentran en un terreno de permanente discusión. Continuó en los meses siguientes, en pleno éxito mundial de la película, con la aparición del interrogante sobre el rol de la ficción a la hora de retratar sucesos históricos, que siempre habilita reclamos y objeciones.
Mientras tanto, hay un eje de reflexión que hoy sigue latente, aun después del respaldo crítico, el éxito de recaudación y el notable protagonismo del film en las premiaciones, y es aquel que nos permite pensar sobre el estado del cine argentino en el presente y su evolución hacia el futuro. ¿Es la película de Santiago Mitre un fenómeno aislado o puede marcar una tendencia de recuperación del cine argentino en las salas locales y en los más prestigiosos festivales internacionales?
A ese disparador se suma la pregunta por el rol de las plataformas de streaming en la producción, distribución y exhibición del cine nacional. Argentina, 1985 fue gestada por Amazon Prime Video, con un presupuesto muy superior al de todos los films financiados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y con una ventana de apenas tres semanas de exhibición en salas antes de quedar disponible para los suscriptores online. Ese formato de estreno hizo que las cadenas de cines como Hoyts-Cinemark, Cinépolis y Showcase se retiraran de la exhibición, quitándole las bocas de expendio que concentran casi el 40% de la recaudación anual.
Pese a que la disputa parece darse entre corporaciones en una tendencia mundial cada vez más marcada, que pretende que las salas sean el espacio de los tanques de Hollywood y las plataformas el lugar de los cines nacionales o del cine de autor e independiente, Argentina, 1985 logró superar el millón de espectadores en salas y consiguió un reestreno luego de su nominación al Oscar. Esos resultados permiten preguntarse cuál es la estrategia para que el cine local no resigne las salas; también, si es posible que no se trate de un caso aislado y que el cine argentino vuelva a sentar espectadores frente a la pantalla grande.
Los primeros años de la década del 2010 señalaban una paradoja incipiente: un progresivo crecimiento de la cantidad de entradas vendidas en las salas argentinas al mismo tiempo que un marcado descenso de la participación del cine nacional en la recaudación. Por ejemplo, en 2013 se vendieron 47 millones de entradas (cifra récord hasta entonces) y las entradas del cine argentino llegaron a 7.035.000 (sin contar Espacios Incaa ni salas alternativas), un 15% del mercado. En 2017 –con 187 estrenos nacionales contra 153 de 2013–, la cifra general ascendió a 48 millones de entradas vendidas mientras que la del cine argentino descendió a poco más de 6 millones, con una cuota de mercado del 12,8%.
La excelente performance de 2013 se debió en parte a que cuatro películas nacionales se ubicaron entre las 15 más vistas (Metegol, Corazón de León, Tesis sobre un homicidio y Séptimo), y sumando una quinta (Wakolda), concentraron el 88% del público que eligió el cine nacional. En cambio, en 2017 solo Mamá se fue de viaje ingresó en el Top Ten nacional, con 1.675.000 espectadores, y la siguiente fue El fútbol o yo, con 1.070.000. Otras como Nieve negra o La cordillera, ambas con Ricardo Darín, no superaron los 700 mil espectadores. Nuevamente, la concentración es una constante en la evolución del cine argentino.
En 2022, con los efectos de la pandemia todavía presentes, aunque con cifras ampliamente superiores a las de 2020 y 2021, las salas recibieron a 34,2 millones de espectadores mientras que el cine argentino sumó 2,8 millones, apenas un 8% del mercado. Argentina, 1985 fue la única película nacional que se ubicó entre las diez más vistas, con 1.090.000 (datos de diciembre pasado), cifra que ya se ha superado en los recientes reestrenos y que tiene su expansión en el streaming, aunque no en las salas.
Sin dudas un fenómeno, pero con cifras en los cines que quedan lejos de los 4 millones de espectadores de Relatos salvajes (2014) o los 2,6 de El clan (2015), por citar éxitos de este siglo y no tener que recurrir a la era dorada de los estudios o al furor por el cine nacional en tiempos de El santo de la espada (1970) o Nazareno Cruz y el lobo (1975), que requeriría de otro análisis sociocultural y económico.
El dilema de la concentración en la taquilla, vale aclararlo, no atañe solo al cine argentino, sino a la exhibición en general (los diez primeros films de la tabla concentran más del 50% de toda la recaudación del año), agravado por las restricciones en exhibición que dejó la pandemia (cierre de salas) y la creciente competencia de las plataformas.
Para buscar respuestas a los múltiples interrogantes sobre el estado actual del cine argentino, LA NACION revista consultó a diversas voces del mundo cinematográfico para enriquecer la reflexión. La consulta fue: “Argentina, 1985 logró conjugar el éxito de público y crítica, en tiempos en que las películas nacionales han perdido protagonismo en las taquillas locales y en festivales internacionales. Mientras tanto, ganan espacio en el streaming. ¿Cree que el cine argentino puede volver a llenar las salas y lograr al mismo tiempo reconocimiento en el mundo? ¿Qué papel juegan (o deberían jugar) las plataformas?”.
Anahí Berneri
Directora y productora. Actualmente, en rodaje de Elena sabe
“La merma en la asistencia del público a las salas para ver cine argentino es un fenómeno anterior a la pandemia, ya entonces existía una crisis muy importante que la pandemia terminó agudizando. Creo que se debe a un cambio de paradigma respecto de la relación del público con las salas de cine, que responde a una tendencia global. De hecho, el cine más convocante siempre se alimentó de las figuras (sin restarle méritos a la autoría). Y hoy en nuestro país son pocas las figuras que pueden determinar el éxito de una película: el star system de la televisión ya perdió fuerza y los productores sugieren nombres que no vienen de la actuación, sino que son un éxito en redes sociales. Por ello es imprescindible establecer alianzas entre el Estado, el sector privado y las plataformas para reconectar al público con las salas y las películas. Asimismo, celebro que las plataformas apuesten por un cine de autor y popular. Muchas de ellas se están animando a producir un cine de temáticas arriesgadas. También me parece valioso que decidan estrenarlas en las salas, porque no tienen ninguna responsabilidad de hacerlo. No es su tarea fomentar ningún tipo de cinematografía. Esa es la responsabilidad del Incaa, que debe velar por la cultura cinematográfica del país”.
Hernán Guerschuny
Director, guionista y productor de cine y series. Prepara su cuarto largometraje, El gran fabulador
“No es una novedad que el cine es arte más industria, y que ambas se retroalimentan. Así como las películas de mayores presupuestos han buscado históricamente sus fuentes de financiación en la industria de la televisión, las ventas internacionales y la recaudación en salas, los films independientes lo hacen en su propia industria: la de los festivales y fondos de fomento internacionales. Ambas industrias a su vez se necesitan. El fondo de fomento cinematográfico que ayuda a las películas independientes se nutre de un porcentaje de las entradas de las películas masivas. Y el cine denominado comercial no podría subsistir si no se nutriera de las ideas de los directores y técnicos que se formaron en el cine independiente. La novedad de un tiempo a esta parte es la irrupción de las plataformas de streaming, que no son otra cosa que el devenir natural de las corporaciones que antes buscaban al público en las salas y ahora lo buscan dentro de sus casas. Porque el cine siempre fue un arte ligado a la tecnología. Los viejos estudios hoy son apps pero siguen produciendo con la misma lógica: intentan combinar casos de éxito comprobado, con la visión disruptiva de nuevas miradas. Sin las primeras no habría recursos para la industria; sin las segundas la industria se agotaría en pocos años”.
Eduardo Sacheri
Escritor, guionista, historiador. Coguionista de El secreto de sus ojos, segunda película argentina en ganar el Oscar
“Toda nuestra industria se beneficia de un evento como el de los Oscar. Es cierto que hay una crisis general en el cine, que se venía insinuando antes de la pandemia. Finalmente, se desató y el cine nacional lo sufrió. La clave está en el difícil equilibrio entre que los creadores de cine argentino puedan desplegar su decir y el gusto del público, que también debe ser tenido en cuenta. Creo que ahí hay una tensión difícil de resolver. A veces la sensibilidad de los creadores no parece ir de la mano de la sensibilidad de los espectadores. Cuando, en cambio, eso se produce, me parece una muy feliz coincidencia por la que tenemos que seguir laburando. Con la crisis que profundizó la pandemia hubo además un cambio en el balance de quiénes son los protagonistas al momento de tomar las grandes decisiones en la industria. Hoy las plataformas tienen, a nivel mundial, mayor protagonismo, lo que representa un claro desafío. En este sentido, ya no corre más esa imagen romántica de un director que, con el guion debajo del brazo, se contacta con productores que, a su vez, se entusiasman y buscan un estudio para hacer la película. Hoy hay otra imagen más concreta, la de las plataformas que levantan o bajan el pulgar”.
Sergio Wolf
Cineasta, director de Yo no sé qué me han hecho tus ojos (con Lorena Muñoz) y El color que cayó del cielo, entre otras
“Que las películas argentinas vuelvan a llenar las salas supone pensar que el cine no ha cambiado. Antes, en la era preplataformas –que ya sería como la Era mesozoica del cine–, tampoco eran muchas las películas que desbordaban las salas. En todo caso, esas películas y esos directores, antes con el apoyo de la televisión abierta y ahora con las plataformas, se seguirán haciendo y seguirán recibiendo el favor de los algoritmos. Lo que sucedió con Argentina, 1985 no debe tomarse como una norma, más allá de lo sintomático de que una vez más nuestro país acceda a los grandes premios, o su antesala, con una película que ficcionaliza hechos o historias relacionadas con la dictadura militar. Siempre estos casos obedecen a méritos, pero también a muchos factores de coyuntura: qué venía pasando con el cine local y qué vacío descubre que estaba sin cubrir, qué otras películas hay ese año que tengan puntos de contacto –temáticos, de estilo, “de género”– y hasta en qué momento está la sociedad para que se instale en el debate público como se instaló la película de Mitre. Es cierto, también, que Argentina, 1985 tuvo un presupuesto mucho más generoso que el de los estándares de las películas argentinas, pero eso no hace más que poner en evidencia que quien más viene sufriendo este cambio de paradigma de estos ya casi diez años es el así llamado cine de autor, o cine independiente, de presupuestos más moderados y miradas menos amigables para los algoritmos y para esa premisa de ‘buscamos proyectos para toda la familia’”.
Vera Fogwill
Actriz, guionista, productora y directora. Pronto estrenará su segundo film como realizadora, Conversaciones sobre el odio
“El cine argentino goza como siempre de una excelente reputación internacional. Argentina, 1985 nos representa en los Oscar, con una estupenda película. También contamos con films que se reconocen en festivales internacionales, que a veces no se llegan ni a estrenarse en nuestro país, que son de autores emergentes, independientes. La Argentina es un referente mundial del cine. Pero la presencia institucional de nuestro país en los festivales es muy escasa. Nuestros cineastas, productores y artistas, con una industria tan precarizada, sin apoyos y con un trabajo que se valúa en dólares, donde quedamos fuera de poder compararnos con el resto de las producciones internacionales, logran poner en igual lugar y sacar adelante tantas películas con extraordinarias historias y diversidad de miradas, con escasos recursos. En tanto, las plataformas son empresas privadas que se mueven con algoritmos para hacer un negocio dentro de esta industria. Será la suerte que corran las películas de estar en el algoritmo de moda, justo en ese momento. El papel que juegan es que están reactivando la industria, cine que no se podría realizar sin ellas, al menos en el país (salvo con Orsai, que a mi criterio es el movimiento cultural más importante que tenemos después del Instituto Di Tella y único en el mundo). Para nuestro cine es crucial el apoyo a la cultura del Estado y el Incaa, obviamente, que es un ente autárquico”.
Nicolás Batlle
Vicepresidente en ejercicio de la Presidencia del Incaa
“Argentina, 1985 ha sido una gran ventana al mundo, y no se trata de una excepción, sino del resultado de un largo camino. El Incaa nace en 1957 (como INC), la ley de cine es de 1968, modificada en 1994. Hay una política pública sostenida en el tiempo, por eso hoy la industria audiovisual argentina tiene una gran competitividad. El camino recorrido nos permite producir un cine de calidad, con capacidad de adaptarse a los requerimientos de las plataformas y a las tendencias del mercado, así como también un cine con una fuerte marca autoral. El talento que se expresa en los contenidos argentinos, elegidos y premiados en los más importantes festivales internacionales, es producto de una política pública con continuidad. Hoy, especialmente luego de la pandemia, el público en todo el mundo consume contenidos en las plataformas, y lo que vemos es que allí hay series y películas argentinas muy exitosas. Por eso es necesario que estas nuevas formas de ver contenido audiovisual sean parte de las políticas de fomento, con mecanismos de incentivo al desarrollo del trabajo profesional local. Si podemos sostener este camino y hacer cada día mejores películas, no tengo dudas de que el público volverá a las salas para ver las historias del cine nacional en forma colectiva”.
Javiera Balmaceda
Encabeza al equipo de Local Originals de Amazon Studios para América Latina, Canadá, Australia y Nueva Zelanda
“La clave está en las historias y cómo se cuentan. Los grandes momentos cinematográficos no se consiguen siguiendo tendencias o fórmulas, sino desenterrando historias que aún no se han contado, que necesitan ser contadas, de narradores impulsados y alimentados por su necesidad de compartirlas. Precisamente esta fue mi experiencia con Argentina, 1985. Santiago Mitre (coguionista y director de la película) quería contar esta historia y sacar a la luz a héroes desconocidos e inesperados. Para él, era importante reflexionar sobre la dicotomía entre la dictadura y la democracia, y relatar ese momento histórico poniendo foco sobre aquellos que no eran revolucionarios o que no estaban a favor de la dictadura, sino simplemente gente común y corriente. El resultado fue una historia auténtica y bien argentina, con un mensaje universal que resonó en el público de todo el mundo. Los creadores de historias tienen que ser valientes y estar dispuestos a asumir riesgos, y estamos firmemente comprometidos a destacar y elevar a los narradores argentinos para que sus historias sean escuchadas y lleguen a audiencias globales. Hay muchas más historias para compartir que muestran la riqueza y diversidad del talento argentino, y esto es solo el principio”.
Julio Ludueña
Directores Argentinos Cinematográficos (DAC)
“La ley de cine vigente atrasa. Por ese motivo, la actividad audiovisual argentina atrasa también. Según esa legislación de 1994, el Incaa debería recibir los aportes hoy inexistentes de ‘la venta y alquileres de VHS y DVD’. En cambio, deja de percibir miles de millones de pesos anuales de los servicios de plataformas para fomentar la industria audiovisual nacional, ponerla a tono con sus posibilidades y generar así una formidable cantidad de divisas a nuestro país. Argentina, 1985 es un claro ejemplo del nuevo paradigma audiovisual: financiada por una gran plataforma a un costo que supera la mitad del presupuesto anual del Incaa, atrajo hasta ahora un millón doscientos mil espectadores en salas argentinas, más el doble de público en la transmisión nacional y 10 millones en la internacional. Con 11 semanas de rodaje, demuestra la competitividad del cine argentino al más alto nivel global, pero solo es uno de muy pocos casos aislados. La inmensa mayoría de los largometrajes nacionales se ruedan a lo sumo en tres o cuatro semanas, con un costo medio devaluado por la falta de recursos y sin llegar al gran público. Es imprescindible, urgentísimo, sancionar una nueva ley federal como la que, elaborado su proyecto en el Espacio Audiovisual Nacional, ya ha ingresado en Diputados. Su sanción permitirá desarrollar una industria audiovisual auténticamente argentina, acorde con nuestra capacidad en esta actividad”.
Vanessa Ragone
Productora y directora. CEO de Haddock Films. Presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica
“El cine argentino sigue teniendo una fuerte presencia en el mundo: el mes pasado tuvimos representación en la Berlinale, en el Festival de Miami, películas en Rotterdam, numerosas pre nominaciones a los Premios Platino de la Industria Cinematográfica Iberoamericana. Argentina será el País de Honor en el próximo Festival de Huesca, entre lo que ya sabemos respecto de los festivales internacionales más próximos. Las películas nacionales ya estaban en una situación compleja en relación a la asistencia a salas antes de la pandemia y en gran medida debido a que el circuito de distribución y exhibición no daba (mucho menos ahora) lugar a películas que no tuvieran un perfil de público muy masivo. La falta de existencia de otros circuitos de exhibición en salas (que no sean las multipantallas) ya hacía muy difícil la exhibición de películas argentinas de características más autorales. Por otro lado, el esquema de financiación de películas más industriales se ha modificado ya que el aporte que podía hacer el Incaa se ha vuelto poco relevante para una película de estas características, la posibilidad de coproducción también se ha complejizado, los adelantos de distribución de las distribuidoras internacionales ya no son fáciles de lograr y en ese lugar de posibilidad financiera aparecen algunas plataformas que ven en el cine argentino el cine de calidad que históricamente hemos tenido y proponen distintos modelos de negocio que permiten hacer películas, coproducirlas, tener una venta garantizada una vez terminada la película. Para que el cine argentino vuelva a llenar las salas argentinas hace falta un trabajo conjunto público y privado”.
Roger Koza
Crítico, docente y programador de festivales. Conduce junto a Fernando Martín Peña el ciclo Filmoteca por la TV Pública
“Lo que sucedió con el film de Santiago Mitre suele pasar cada tanto: había ocurrido con Relatos salvajes y, en menor medida, con El ángel y El clan. Cada una de estas películas tiene un elenco atractivo, una poética no del todo lejana a la dominante (la de Hollywood) y la suerte de haber elegido un tema que resuena en angustias e inquietudes del presente. En todo el mundo, el cine argentino tiene reconocimiento; sin ir más lejos, a la cineasta Lucrecia Martel se le ha otorgado en la prestigiosa Katholieke Universiteit Leuven (Bélgica) un doctorado honoris causa. El cine argentino de hoy (y también el de otros tiempos) ostenta una manifiesta variedad de propuestas estéticas y temáticas, y no faltan películas argentinas en ningún festival de cine. El problema es la exhibición. ¿Cuántas personas podrán ver en una sala y en todo el país una película notable como Trenque Lauquen? ¿Quiénes podrán ver Sean eternxs, de Raúl Perrone? Esos dos títulos son dos casos ejemplares de una libertad estética difícil de corroborar en otras cinematografías nacionales. Dudo de que llenarán salas, y tampoco se verán en las grandes plataformas. Faltan salas de cine, y quizás también habría que reinventar qué significa ir al cine. Primero que nada: se tendría que oír y ver bien. Si en un televisor se ve mejor, entonces, ¿por qué se habría de elegir una sala?”.
Diego Dubcovsky
Productor. Junto con el cineasta Daniel Burman creó BD CINE. Luego fundó su productora, Varsovia Films
“Estamos viviendo un cambio de paradigma, no solo en la producción sino en la distribución y la exhibición de películas, que la pandemia aceleró. La inflación de los últimos años fue demoledora. Impactó directamente en los costos de producción y los subsidios del Estado no acompañaron. Hoy por hoy parecería imposible pensar una película argentina, con posibilidades comerciales, sin contar con una plataforma. Pero en esto también hay una ambivalencia y es que las plataformas quieren asegurar el éxito de esas películas. Entonces en muchos casos ponen ventanas muy breves para la exhibición en el cine. El caso de Argentina, 1985 es muy especial. Se trata de una gran película, que tiene como protagonista a Ricardo Darín, que es un género en sí mismo en la Argentina, una garantía de calidad para el espectador y una garantía también de éxito para la película. Sería interesante que haya una especie de ajuste de estos modelos de producción, el anterior y el de las plataformas, donde las plataformas también apoyen proyectos independientes. Por supuesto que las plataformas son bienvenidas, son una herramienta de distribución y exhibición muy valiosa que ayudan a financiar. En este sentido, creo que es necesaria, también, la presencia de un Estado, de un instituto de cine fuerte con recursos que permita a los productores seguir siendo poseedores de los derechos de sus películas y no tener que ceder la totalidad y el control de los films a las plataformas. Estamos en el camino de encontrar un modelo que ofrezca esta combinación”.
Enrique Piñeyro
Actor, realizador y productor. Dirigió Whisky Romeo Zulu y El Rati Horror Show, entre otros documentales
“Lo de Argentina, 1985 es un fenómeno único y extraordinario, no creo que el cine argentino vuelva a llenar la salas. Los cines se llenan a manos de las megaproducciones extranjeras y el visionado de películas suele ocurrir en los hogares porque hoy día la calidad de imagen y sonido es muy alta. Sí creo que el cine argentino puede seguir obteniendo mucho reconocimiento mundial y obtener un espacio en plataformas que, por otro lado, parece ser el futuro de este género hibrido que se llamará cine serie o serie de capitulo único. Vaya uno a saber”.
Fernando E. Juan Lima
Presidente del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
“Existe una política global que trabaja para que las salas sean solo para los tanques y el cine de diversidad (local e independiente, incluso de los Estados Unidos) quede relegado a las plataformas. No se trata de un fenómeno ‘natural’, ni la mera lógica del mercado. Es el fruto de un trabajo consciente y consistente en el que grandes empresas han sabido hacer su trabajo mejor que los estados. El cine argentino puede volver a llenar las salas locales (el reconocimiento internacional, de hecho, lo tiene muy bien ganado). Eso se vincula con la necesidad de repensar políticas culturales que tiendan a regenerar un vínculo que se ha debilitado. Argentina, 1985 no tiene por qué ser una excepción, y tampoco hace falta vender un millón de tickets para que una película ‘funcione’. Aceptar como único parámetro el cuantitativo es parte de esa derrota cultural. Pensar en apoyos a la distribución y la exhibición, favorecer la duración de las películas en cartel e ir contra la lógica del evento (que lleva a que todos deban ver lo mismo al mismo tiempo) son políticas que podrían hacer retroceder la salvaje concentración. Año tras año las diez películas más vistas se llevan un porcentaje mayor del total de entradas vendidas. Corresponde defender no solo la cultura nacional, sino la diversidad cultural. Las plataformas deben contribuir, pagando los mismos impuestos y cumplir con la cuota de pantalla. No basta con que participen, solo según su criterio, en ‘películas argentinas’ que únicamente aceptan esa denominación entre comillas”.
Graciela Maglie
Presidenta del Consejo Profesional de Cine de Argentores (Sociedad General de Autores y Autoras de la Argentina)
“Resulta evidente que nuestro cine está demandando una adecuación a la nueva realidad que los cambios tecnológicos y culturales han ido imponiendo a nuestra manera de disfrutarlo y también de producirlo. Entendemos que un importante aporte a la imprescindible adecuación es el proyecto de la Ley Federal para la Producción y la Industria Audiovisual, ya ingresada a la Cámara de Diputados, elaborada en el Espacio Audiovisual Nacional que Argentores integra con otras instituciones y que cuenta con el apoyo de legisladores de distintas provincias, de diversos partidos políticos y sectores de nuestra actividad. Entre otros atributos tiene el de ser una ley genuinamente federal que integraría orgánicamente las plataformas al Incaa, equiparándolas al régimen de las salas, lo que implicaría un incremento significativo en el Fondo de Fomento destinado a las producciones nacionales con destino tanto a salas como a plataformas. Creo que, en el futuro, ya conjurada la pandemia, ese gran alcance de las plataformas convivirá con el de la ceremonia de la sala compartida a oscuras”.
Francisco Ramos
Vicepresidente de Contenido para América Latina de Netflix
“En nuestro camino en la Argentina nos dimos cuenta de que es imprescindible ofrecer el mejor contenido argentino a nuestros miembros. Este propósito es indivisible de nuestra estrategia de participar activamente en la evolución del cine nacional, por su calidad, trascendencia cultural y repercusión tanto dentro como fuera del país. El cine retrata como espejo la realidad de las sociedades. En la Argentina esto es especialmente así, con una cinematografía incuestionable, ambiciosa y compleja, tanto por su calidad como por su relevancia. Estamos comprometidos con el país y con su industria audiovisual. Por eso, seguiremos trabajando de la mano de los creadores y directores argentinos más relevantes y de nuevas voces, como Anahí Berneri, Sebastián Borensztein, Diego Lerman, Ariel Winograd, Damián Szifron y Santiago Giralt, entre otros. Así lo hemos hecho a través de la producción de films originales como Granizo, Crímenes de familia, El cuaderno de Tommy, o de licencias, como El suplente, Hoy se arregla el mundo y Norma. Todas las fórmulas son válidas con tal de llevar el mejor cine argentino a nuestros miembros en el país y en todo el mundo”.
Fernando Castets
Guionista. Coautor junto con Juan José Campanella de El hijo de la novia, película nominada al Oscar
“Las salas de cine ya no se llenan en ningún lugar y esto es, más que una consecuencia de la pandemia, por el cambio que ha habido en la manera en que hoy vemos el cine. Seguimos haciendo películas porque creo que se seguirán haciendo por siempre, es vital a nuestra naturaleza. El espectáculo de ver una película se reinventa. Aquí estamos, a través del streaming, viendo cada vez más películas o formatos similares que antes. No vemos televisión, vemos películas. Yo también voy menos al cine, pero no veo menos películas que antes. Quizás haya demasiada oferta y recorrer la página inicial de una plataforma yendo de film en film o de serie en serie es algo que yo llamo Zapping 2.0. Las razones del éxito de público y crítica de Argentina, 1985 son no solo por su enorme calidad técnica y artística, sino porque ha contado una historia cercana a nosotros con sus alegrías y sus dolores. Cuando el cine me cuenta historias así, se me llena el alma como se llenaron las salas y me reconozco en ese cine como lo están haciendo con Argentina, 1985 en tantos lugares del mundo. ¿Se le puede pedir algo más a nuestro cine? Vamos por la tercera dorada, esta vez en forma de Oscar”.
Ana María Picchio
Actriz. Formó parte de La tregua, de Sergio Renán, primera película argentina en ser nominada al Oscar
“En Argentina, 1985, la importancia del tema y las estupendas actuaciones funcionan como historia, como testimonio, más allá de las posibles omisiones, en última instancia polémicas, que siempre vienen bien para avivar la llama de la democracia. Nuestra experiencia en los Oscar, con La tregua, fue muy diferente, eran otros tiempos (1975), justamente de los que habla Santiago Mitre. Estábamos todos prohibidos. Héctor Alterio estaba en San Sebastián cuando le avisaron que estaba prohibido, por eso se quedó en España. Fueron pocas las invitaciones que llegaron para la ceremonia (La tregua tuvo enfrente a Amarcord, de Federico Fellini). Yo no me animé a salir del país, tenía miedo de no poder volver”.
Ariel Winograd
Guionista, productor y director. Entre sus películas se destacan El robo del siglo, El gerente y Mamá se fue de viaje
“El cine argentino, igual que otras disciplinas, es y seguirá siendo relevante tanto en la escena nacional como internacional, porque en la Argentina hay talento, formación, creatividad y pasión. Las plataformas transformaron mucho el modelo de negocio y la oferta para el público, más gente puede ver más cine y eso es algo fantástico. El rol de las plataformas en la industria sigue en proceso de transformación, es muy nuevo aún, mi intuición es que necesariamente tendrán que convivir con la exhibición en salas e incluso podrían retroalimentarse muy bien, y también trabajar con modelos de producción más flexibles que permitan más participantes, mayor diversidad. Creo que aún no ha llegado ese momento, pero soy optimista y son cambios que van ocurriendo muy rápidamente. En cualquier escenario confío en que nuestro cine siempre va a encontrar sus espacios y estoy seguro de que el público elige ver cine nacional de calidad. Siento que cuando una historia debe ser contada, siempre encuentra la manera de existir y de llegar a una audiencia, más allá del contexto que está cambiando permanentemente y puede resultar más o menos hostil”.
Diego Lerman
Director, guionista, productor y dramaturgo. Recientemente, estrenó El suplente (disponible en Netflix)
“Las plataformas permiten que nuestras películas se vean en muchas partes del mundo, lleguen a millones de personas, y permiten, a la vez, que podamos acceder como espectadores a películas internacionales que antes jamás llegaban a los cines. El suplente se estrenó en el Festival de Toronto y luego pasó por el de San Sebastián. Se exhibió en diversos festivales de todo el mundo y recibió algunos premios. Netflix adquirió la película y trabajamos en un estreno escalonado y por región. Si bien es una coproducción, la adquisición de Netflix fue fundamental para poder completar su financiación. La película se estrenó en ocho países, incluida la Argentina. Luego, en la plataforma. Para que puedan convivir estas dos maneras de ver cine hacen falta acciones urgentes. Es por eso que es imperiosa la necesidad de una Cinemateca Nacional. México, Brasil, Uruguay y Colombia, por solo nombrar países de la región, la tienen hace muchos años. Es necesario que haya salas de cine donde poder ver su presente, pero también su pasado. Aquí la ley para la creación de la Cinemateca fue sancionada hace más de diez años, pero por diferentes coyunturas no se ha podido implementar”.
Fernando Spiner
Director, productor y guionista. Fue productor general y director artístico del Festival de Cine de Mar del Plata
“El éxito de Argentina, 1985 es una gran alegría para el cine argentino. Pero esta alegría coincide con un momento de profunda crisis. Algunas pocas películas como la de Santiago Mitre cada tanto logran llegar masivamente a nuestro público. Esto debe ser aplaudido y celebrado. Pero el cine argentino también se compone de muchas otras películas, realizadas con otros cánones, valoradas y premiadas en los más importantes festivales del mundo, que también alcanzan masividad en otras escalas. Se trata del cine independiente, que pelea por subsistir en condiciones muy difíciles, y que debe además librar una lucha muy desigual con las grandes producciones de Hollywood. En este contexto, la única manera de que este cine pueda realizarse y llegar al público es con el apoyo del Estado, con una fuerte decisión de que se cumpla la ley de Cine (un gran logro del conjunto del Cine Nacional, con algunos de nuestros grandes directores a la cabeza). El aporte cultural y artístico del cine independiente es fundamental”.
Laura Paredes
Actriz. Es una de las integrantes del grupo teatral Piel de Lava. En Argentina, 1985 interpreta a la física Adriana Calvo de Laborde
“No es fácil entender qué sucedió primero. Creo que el hábito de ir al cine semanalmente se debe haber ido apagando por demasiados motivos. Pero, sin duda, en ese repliegue de espectadores aparecieron las plataformas y facilitaron el proceso de deserción. Ya no hace falta mover el cuerpo hacia la sala oscura del cine. Tampoco hace falta estar codo con codo con desconocidos y tenemos a mano un abanico de streaming para todos los gustos y termómetros cinéfilos. Sin embargo, cuando sucede un fenómeno como el de Argentina, 1985, la experiencia de ir al cine vuelve a cobrar un sentido unívoco y es el de la proyección para un grupo de personas que, de alguna forma y en cada función, completa la obra. En la escena final del alegato de Julio César Strassera, Santiago Mitre tomó la decisión de dejar un silencio de banda cuando comienza la celebración de los familiares después de oír el emblemático Nunca Más. Sin embargo, en casi todas las salas del país, durante ese silencio de banda, los espectadores aplauden, gritan o lloran. Estoy segura de que Santiago jamás pensó que eso podía suceder y eso me resulta fabuloso. No hay potestad ni control de un director sobre lo que ocurre en los cines cuando se proyecta un film. Esa zona indomable también es, entre otras maravillas, el cine”.