El año de Picasso: una herencia oculta, la relación con Coco Chanel y su trabajo como escenógrafo: todas las facetas del artista
En más de 40 exhibiciones, del Met al Centro Pompidou, el mundo del arte se vestirá de gala para rendirle tributo a 50 años de su muerte
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El 91 en la quiniela es el excusado. Si Pablo lo hubiera sabido, habría pensado que era el año para tirar por el retrete. Tenía 91 años cuando falleció.
Era el 8 de abril de 1973 en Mougins, Francia. El día amaneció apacible, con ese sol brillante del corredor que pertenece a la Costa Azul francesa. La primavera comenzaba a florear en el jardín de una hermosa propiedad de 35 habitaciones ubicada en una colina. La casa se llamaba Notre Dame de Vie y había pertenecido a la familia Guinness, productora de la reconocida marca de cerveza. Pablo la había comprado en 1961 como regalo de bodas para su última esposa, Jacqueline. Había rodeado la propiedad de alambre de púas no bien se mudó a ella.
El 7 de abril se juntó a comer con amigos en su comedor. Pablo acababa de terminar una tarea que había comenzado el 25 de marzo anterior. Había estado trabajando en el ensamblaje de 201 de sus obras para exhibirlas en el Festival de las Artes de Aviñón, que se inauguraría en esa ciudad el 23 de mayo en el Palais des Papes. En este grupo de obras había incluido su producción desde octubre de 1970 hasta finales de 1972.
Antes de irse a dormir, el mismo 7 por la noche, empezó a sentirse mal. Para la mañana siguiente Pablo había empeorado. Jaqueline llamó al doctor Jean-Claude Rance, un médico local, que cuando arribó a la mansión confirmó la muerte de Pablo a causa de un edema pulmonar.
A medio siglo de la muerte de Picasso, el mundo del arte se vestirá de gala. Este 2023 es llamado El año de Picasso. Desde el Museo del Prado hasta el Centro Pompidou, desde el Guggenheim de Bilbao hasta el Met de Nueva York, se cuentan más de 40 exposiciones en el mundo.
Las celebraciones han implicado una tarea bilateral entre los ministros de Cultura de Francia y España, que por más de 18 meses han estado trabajando conjuntamente para organizarlas. La actividad “involucrará a 38 instituciones de arte muy importantes en Europa y Estados Unidos –afirmó en conferencia de prensa el ministro de Cultura español, Miquel Iceta, al momento de la presentación global del programa–. Nuestro objetivo, al final, es reivindicar el legado artístico de Picasso y la vigencia de su obra. Si hay un artista que define el siglo XX, quien lo representa con toda su crueldad, violencia, pasión, excesos y contradicciones, este es, sin duda, Pablo Picasso. También nos permitirá enfrentarlo desde una perspectiva contemporánea, ayudándonos a entender con ojos de hoy a un artista que sigue vivo 50 años después de su muerte”.
En la misma ocasión, la ministra de Cultura francesa, Rima Abdul Malak, expresó: “El objetivo es mostrar todas las facetas de Picasso, el artista moderno más famoso y emblemático”. Malak hizo especial referencia al deseo de acercar su legado a los más jóvenes. “Son muchos los debates en torno a la recepción de la obra de Picasso, en particular desde su relación con las mujeres. Para conducir a las generaciones más jóvenes hacia su arte, debemos darles las claves para entender su obra, su vida, y abrir espacios de intercambio para abarcar su obra como un todo y mostrar todas las facetas, todas las lecturas posibles”, indicó.
El evento internacional estará organizado por figuras que integran una comisión francoespañola, entre ellas Cécile Debray, presidenta del Museo Picasso de París, y Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista y esposo de la también galerista Almine Rech.
La primera acción fue en el museo Thyssen-Bornemisza, donde hasta el 15 de enero de este año se presentó Picasso/Chanel, un viaje a una centuria antes. Se supone que Pablo Picasso y Gabrielle Coco Chanel se conocieron en la primavera de 1917, posiblemente a través del escritor Jean Cocteau o gracias a la intervención de María Zofía Olga Zenadja Godebska, conocida como Misia Sert. Esta pianista de origen polaco fue una usina cultural en París. Toulouse-Lautrec utilizó su imagen para muchos de sus carteles publicitarios. A Marcel Proust lo inspiró para algunos de los personajes de su obra En busca del tiempo perdido. Tanto Cocteau como Sert eran grandes amigos de Chanel. Coco estuvo muy relacionada con el mundo artístico e intelectual del París de la época: asistía con frecuencia a salón de la pianista que reunía la bohemia parisina del momento.
Ya reunidos, la diseñadora y el pintor colaboraron de la mano de Cocteau en la puesta de su versión de Antígona (1922). Juntos dieron vida a una obra contemporánea que, por primera vez, bajaba al hombre común la tragedia clásica, con indumentaria y escenografía que hacían sentir al espectador parte de la obra. Picasso estuvo a cargo de la escenografía, una especie de pesebre de Navidad de cartón de ultramar. Alrededor del coro, sembró el espacio con una serie de máscaras hechas con sus propias manos.
Esa primera alianza selló a fuego la amistad. No solo del grupo completo, sino que introdujo a Coco en el entorno artístico de Pablo. Este puente serviría para volverlos a reunir artísticamente en Le Train Bleu, el ballet ruso de Serguéi Diághilev, en 1924.
Carlos Alberdi, uno de los comisionados para la conmemoración del 50º aniversario de la muerte de Picasso, definió al artista –en ocasión de la inauguración de esta primera muestra–, como “un científico del arte que experimentaba con sus hallazgos. En paralelo, Chanel diseñaba trajes que liberaban a la mujer. Ambos nos recuerdan que estamos al principio de la civilización moderna y que hemos de seguir construyéndola”. Cécile Debray, directora del Museo Nacional Picasso de París, apuntó sobre la diseñadora que “desacralizó para darle a la ropa un estilo más obrero, más cercano al pueblo”.
Un Picasso que comienza
Esta exhibición ha precalentado motores para lo que se viene. El homenaje tendrá la gran frutilla del postre en un coloquio internacional que coincidirá con la apertura del Centro de Estudios Picasso de París. Además de España y Francia, los Estados Unidos, Alemania, Suiza, el Principado de Mónaco, Rumania y Bélgica tendrán sus propias exhibiciones.
España contará con 17 exhibiciones esta temporada, una ruta completa para seguir al artista. En el Museo Picasso de Barcelona, Daniel-Henry Kahnweiler. Marchante y editor pone de relieve el valor que este galerista tuvo para el artista (puede verse hasta el 19 de marzo) y también para Cataluña, a través de la estrecha colaboración que construyó el gran marchante de los artistas cubistas con la Sala Gaspar de Barcelona, “sin la que no habría sido posible que el público catalán admirara, en plena dictadura, la obra de Picasso en territorio español. Las largas colas para ver la exposición de Picasso en 1960 en la Sala Gaspar han quedado fijadas en la memoria de la ciudad”.
Madrid se pone también a tono. El Museo del Prado inaugurará en junio Picasso-El Greco, que vislumbra las referencias que Picasso obtuvo del trabajo del creador griego “con el objetivo de entender mejor el primer tramo de la carrera del malagueño, entre el periodo azul y el cubismo”. Podrá verse hasta setiembre. A pasitos, el Museo Reina Sofía está trabajando en Picasso 1906: la gran transformación, centrada en su aporte al arte moderno. Se verá de noviembre de este año a marzo de 2024.
El Museo Guggenheim de Bilbao lanzará en septiembre Picasso: Materia y cuerpo, pletórico de esculturas. Gran parte de este trabajo estuvo a cargo de Marc Lebouc, curador y especialista en Picasso, director de la Galerie de l’Institut de París, quien tuvo a cargo el relevamiento completo de este tipo de obras para los herederos del artista. “Se trata de una herencia particularmente misteriosa –indica en diálogo telefónico con LA NACION revista–. Estuvo oculta hasta 1966, cuando se expuso en parte, por primera vez. Pero, además de que logramos adentrarnos en uno de los secretos más profundos de su valor artístico, esta exhibición tiene un cariz particular: todas las obras que se expondrán tenían destino personal. No había sido hechas para exhibir o vender. Provienen de la vida íntima y cotidiana del artista”.
El Museo Picasso de Málaga inaugurará en octubre El eco de Picasso, una retrospectiva del legado influenciador en el arte. En el Museo de Bellas Artes da Coruña, donde inició el artista su formación académica, se verá Picasso blanco en el recuerdo azul, un recorrido en capítulos por 10 etapas de su arte. Barcelona lanzó también una muestra colaborativa, disponible hasta febrero del 2024, en dos sitios: el Museo Picasso y la Fundación Joan Miró; Miró-Picasso y Miró-Picasso (II), respectivamente.
Olivier Widmaier Picasso (1961), hijo de Maya –hija del artista con su amante y musa Marie-Thérèse Walter– es hoy empresario y productor de televisión. Su madre fue, quizá, la hija que más tiempo pasó con él en su infancia. “Guardo muchos recuerdos cotidianos que me ha relatado mi madre (quien vive aún y tiene 87 años) y revalorizo su obra tardía, que es uno de los aspectos que se pondrán de manifiesto en esta temporada de múltiples expresiones artísticas”, explica en diálogo con LA NACION revista. Este nieto en particular se muestra interesado en convocar a los visitantes a las exhibiciones de la Fundación Beyeler en Basilea y de La Casa Encendida en Madrid, que pondrán de manifiesto sus vinculaciones con el neoexpresionismo. En el blog de la casa de subastas Sotheby’s se ofreció tal vez la mejor definición del balance de la temporada que llega: “Pablo era español: pero Picasso, francés. Y luego, más que eso: un artista del mundo”.