Destino elegido. El balneario más exclusivo del verano europeo, donde los argentinos son protagonistas
El polo es uno de los mayores atractivos del lugar, que se ubica bordeando Cádiz y Málaga
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En Isabel Presley, la ex de Julio Iglesias y actual del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, la socialité española creía concentrar todo lo que le debía a Filipinas de glamour y sofisticación. Sin embargo, de ese archipiélago llegaría lo más hidalgo de la aristocracia española de hoy. Joaquín de Ynchausti, con antecedentes vascos, pero nacido en Cádiz en 1815, con alma de puerto, fue el creador de la compañía naviera que, bajo su apellido, liderara el transporte en los puertos clave de los dos pasados siglos y antes de la Segunda Guerra Mundial. San Francisco, Hong Kong, Manila y Nueva York eran destinos que Ynchausti y Cía unía con sus flotas.
En ocasión del segundo conflicto armado, su bisnieto, Joe McMicking, nacido en Filipinas y casado con una local, Mercedes Zobel, pero con ancestros que trepan a fortunas y casas reales por casi toda Europa, fue útil para las fuerzas aliadas americanas. Bajo su condición de filipino operó como espía para las fuerzas del mariscal de campo del Ejército del archipiélago, Douglas MacArthur, quien públicamente reconoció sus servicios.
Afincado lejos de sus orígenes, no tenía planeado el retorno a las raíces de su bisabuelo. Pero un empleado de origen español de una de las empresas provenientes de la fortuna de la esposa de McMicking, Fredy Melian, metería las narices para influenciar la mirada del magnate y doña Zobel, de quien era, además, primo hermano. Por entonces, limitado en su presupuesto, se iría a recorrer la tierra de su familia en moto. Un viaje que lo llevó a pasar el verano de 1962 andando por las costas del Mediterráneo. Tentado, el matrimonio filipino, con bastante dinero disponible pero pocas ganas de circular la mítica Costa Brava, la ajetreada Ibiza o la Marbella reina de las vacaciones, encargó a Melian que anduviera con ojo atento por el sur de España, pegadito al mar, de modo de captar alguna oportunidad para afincar unos morlacos en sitio bien exclusivo. Un término que, por entonces, más que para ricos, se entendía para pocos con afán de hacer una buena inversión.
La primera sugerencia del turista fue Formentera, la hermanita menor de Ibiza, algo más calma y desoladoramente bella. No cuajó la propuesta. “Sigue buscando”, fue la consigna. Casi con lupa, el paso de la moto se detenía en cada resquicio de la costa escarpada, esa que cae como finales abruptos entre playa y playa. Entre esos accidentes el motoquero se topa con un río que, además de separar las entrañas de Cádiz (la ciudad natal de don Ynchausti) y Málaga, perdía sus devaneos en el Mediterráneo. Allí se adueñaba de la desembocadura la finca de Paniagua, acodada en la región de Gibraltar que, aunque peñón inglés, ofrecía conectividad con su propio aeropuerto.
Dos años más tarde comenzaba la tarea de dar vida a la urbanización. Entre las fincas Paniagua y Los Cano (de ambas aún se conservan los cascos), y en terrenos lindantes con el río Guadiaro, McMicking decide empezar por construir una cancha de golf. Para ello contó con la ayuda de la familia Ortiz-Patiño, propietarios de las grandes minas de estaño de Bolivia. En ese sitio nacería el campo e Valderrama, uno de los mejores del mundo y el más célebre de los cinco que hoy tiene Sotogrande, el reducto que, a partir de esa humilde excursión de vacaciones, se convertiría en el eje de las familias más ricas de España y con gran arraigo entre la aristocracia económica latinoamericana.
La opulencia más discreta
La nariz más célebre del jerez español fue José Ignacio Domecq González, uno de los propietarios de la bodega Pedro Domeq que perteneció a los herederos hasta 1994. Promotor de la bebida en el mundo, para la década de los 80 también era modelo publicitario. Cara de los Rolex en las revistas del corazón, fue la compañía local perfecta que encontró McMicking para que lo ayudara a catar los terrenos. Para el filipino todo era señal de que esta era su Santo Grial.
Melian fue quien montó la primera casa en el ya formado Sotogrande. Además de las fincas que ya había tomado, absorbieron la que dio nombre a la célebre cancha de golf, y al pequeño albergue que tenía la propiedad de Valderrama, por entonces llamado El León, le pusieron Hotel Tenis, sitio donde, además, instalaron las canchas de ese deporte.
McMicking convocó a Robert Trent Jones, el célebre diseñador de la cancha de golf de North Hills en Nueva York. Para hacerla, importaron desde Florida panes de césped variedad bermuda. Nada era suficiente para que todo fuera un lujo asiático.
Para los años 60, también se creó El Cucurucho, un club social para pocos. Emergió el puerto, para lo que se quitaron las dunas de la playa de Torreguadiaro y se modificó el curso del río Guadiaro en un daño al patrimonio natural sin precedentes. A ese adelanto se sumó el colegio, el Sotogrande International School, que para su primer ciclo lectivo en 1978 tenía solo 11 alumnos. Su sistema es copia perfecta de los college británicos.
Los memoriosos sugieren que todo el glamour y las fortunas que vinieron luego se le deben a los que llaman “los 7 magníficos”. El selecto equipo de la alta y discreta sociedad (además de a McMicking y Mlian) incluían a Rainer Gut, uno de los directivos de Credit Suisse, Helmut Maucher, de Nestlé; Philip Oppenheimer, caballero del Reino Unido y heredero de la fortuna familiar en minas de diamantes de África del Sur, además de inversor clave en las carreras de caballos. También con ellos estaban el propio George S. Moore, presidente de Citigroup, y Enrique Zobel, líder de la Financiera Sotogrande, eje económico de crecimiento de destino. Fue éste, precisamente, el responsable de traer uno de los mayores atractivos del reducto: el polo, muy famoso en Filipinas y que aún hoy es foco de la especialidad.
Es aquí, precisamente, donde se disputa el 51º Torneo Internacional de Polo organizado Santa María Polo Club. Brillan en los recientes campeones del Abierto Argentino: los hermanos Bartolomé y Camilo Castagnola, y Polito Pieres. Guillermo Caset, campeón de la Copa de Oro de Alto Hándicap en 2021, quien vuelve junto a Marqués de Riscal en búsqueda de retener la corona. Alejandro Muzzio, Juan Ruiz Guiñazú, Joaquín Pittaluga y Santiago Cernadas, también se destacan entre los jugadores internacionales que dieron su presente.
A la par, la lista de residentes temporarios y definitivos es muy conspicua: el actual duque de Alba; Sarah Ferguson y sus hijas; el ex esposo de la infanta Cristina, Jaime de Marichalar, Tony Blair, el Príncipe Harry, Antonio Banderas y Luis Alfonso de Borbón.
El eje central lo forman 50 mansiones, la llave de entrada es el título o la fortuna con contactos y muchas ganas de mantener el anonimato en unas vacaciones donde el lujo es discreto y descomunal.
De turista entre las fortunas
Comenzar por el atracadero es una buena alternativa. Balconea a Gibraltar que saluda desde su inmensa roca y de fondo el telón en los días más claros lo pone Marruecos. El puerto es el de mayor calidad del Mediterráneo con 1380 plazas para atracar y más de 1400 viviendas de lujo, entre tiendas de diseño exclusivo que no vas a encontrar en los shopping lujosos. El hotel elegido es el Club Marítimo de Sotogrande que, además de 41 habitaciones que te hacen caer la mandíbula, tiene un desayuno incomparable con vista a la inmensidad y un restaurante, el Midas, de cocina mediterránea que compite con las estrellas Michelin de la región.
Entre los torneos de golf para los mejores del planeta, los caballos de polo que no dejan de taclear en la cancha y los navíos cuasi supersónicos, no te podés perder el pequeño vaporeo gratuito que une el embarcadero con la Playa de los Catamaranes. Allí Gigi´s Beach es el balneario que, de manera descontracturada y mientras todos andan en chanclas o ballerinas, ofrece un servicio exclusivo en un marco pintado a pincel fino. Los dos clubes de playa de moda son El Octógono y el Trocadero Sotogrande, que heredó la tradición de viejo Cucurucho Club. Sin que medie más que arena hasta el Mediterráneo, ambos invitan a una vida de sol a luna. Cuando aquél empieza a adormilarse, aparecen los DJs listos para ponerle vida a la noche hasta que se apaguen las orejas.
El clima que se respira es relajado, sin imposturas. Viven de manera permanente unas 2500 personas y en lo más alto de la temporada, no cuentan más de 12 mil. Con 25 kilómetros cuadrados, arenas descomunales y un clima mediterráneo con una temperatura media anual de 18 grados, cuenta con un frente de mar de 17 kilómetros con tres playas.
Un lujo que se habla bajito y se disfruta entre sin estridencias.