De la UBA al mundo. Las copas creadas por una diseñadora del partido de San Martín que son sensación en Italia
Agustina Bottoni expuso en la última semana de diseño de Milán sus creaciones, que están inspiradas en líneas arquitectónicas
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Copas escultóricas, vasos lúdicos, jarras elegantes y sets de contenedores sensuales. Agustina Bottoni se sumerge en el universo de la mesa para desarrollar líneas de vajilla que generen momentos inolvidables. Hace 10 años se radicó en Milán, la ciudad donde laten las tendencias y en la que presentó su última colección durante la Semana de Diseño, que se desarrolló a principios de junio. Destacada entre los mejores 50 diseñadores por Marie Claire en 2021 y entre los mejores emergentes, por la revista Dwell, hoy Agustina integra el colectivo de diseñadoras italianas The Ladie’s Room, que realiza intervenciones performáticas.
Una copa de tallo alto y biselada, esbelta y de boca ancha. O un vaso tubular y geométrico en vidrio de borosilicato realizado artesanalmente. La especialidad en esta tipología posicionó a la diseñadora argentina en un lugar de privilegio. Desde su casa estudio del barrio de Ortica, a minutos del Distrito de Diseño de Lambrate, Agustina investiga los rituales que se generan durante las comidas y pone el foco en los encuentros alrededor de la mesa. Su misión: conectar con las personas, un hábito que se desdibujó durante la pandemia y que se potenció puertas adentro, durante el aislamiento que tuvo a Milán como epicentro del primer brote europeo de la pandemia.
La diseñadora se embarcó en el rescate de esta dinámica del compartir. “El encierro aceleró nuestra percepción de los objetos hogareños y nuestra relación con ellos. Y qué mejor que tomar un trago con otros para recuperar el ritmo”, apunta. Su preferido es el Dry Martini, que toma con una infaltable aceituna verde cruzada, un clásico que prepara todos los lunes cuando termina su jornada en el estudio. “Para ponerle onda a la semana”, señala desde su departamento luminoso, rodeada por objetos deco y, por supuesto, vasos, floreros y textiles.
A diez años de su desembarco en Milán, Agustina Bottoni (38 años) trazó su propio camino y hoy expone en las principales galerías y ferias de diseño europeas. La chica de la copa de metal cuya base remite a un tallo en flor o la autora de la escultural Nereida, con perla preciosa incorporada, repasa el recorrido. Un itinerario que la llevó desde el partido de General San Martín sin escalas a integrar la escena internacional desde la capital del diseño.
Llegó con el título de Diseñadora de Indumentaria que obtuvo en la FADU UBA (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires). En la Maestría de Arte en Diseño de la Nueva Academia de Bellas Artes de Milán (NABA) sumó un máster a su currículum. Las puertas se empezaron a abrir. Allí conoció a Sara Ricciardi, compañera de estudios, luego amiga y hoy co fundadora del colectivo The Ladie’s Room Collective, junto a Ilaria Bianchi y Astrid Luglio. Entre las cuatro diseñadoras generan experiencias sensoriales, instalaciones inmersivas y desarrollos para marcas interesadas en agregarle valor a sus iniciativas.
Midsummer Bliss es el nombre de la última colección cápsula que desarrollaron para la firma Pennyblack. A partir de un patrón exclusivo en las estampas, el colectivo se inspiró en un collage de tesoros del verano: “Caracoles exóticos, perlas, flores raras, pequeños elementos orgánicos y copas, desde ya”, define Bottoni sobre la estética pop y tridimensional de los textiles aplicados en trajes de baño, vestidos, camisas, remeras y bolsos, entre otros.
La narrativa del colectivo asume una impronta femenina atravesada por la experimentación material y la puesta en común de la visión que trae cada una a la mesa de trabajo. “Lo más importante es el diálogo que se genera entre las ideas creativas, la escucha y la discusión. Desde 2016 tenemos el privilegio de compartir una energía muy hermosa que nos impulsa a elegirnos y nos potencia”, describe Agustina sobre el trabajo con las diseñadoras italianas.
En tiempos donde la perspectiva de género se convirtió en uno de los ejes proyectuales de todas las disciplinas, Agustina responde aliviada sobre esta cuestión: “Ya era hora de darle visibilidad a las mujeres diseñadoras. Cuando trabajamos en equipo le prestamos especial atención a los detalles que expresen ironía explícita sobre los imaginarios femeninos de la iconografía tradicional”, apunta. Y revela que la perspectiva de género caló hondo e impulsó a lograr mayor concientización. “Me dio un input creativo importante, me ayudó a profundizar mi propia sensibilidad sin tener que cuestionarme si el cruce entre el diseño y el arte era válido o no. Porque hasta hace poco tiempo, los aspectos de la creatividad relacionados con lo femenino no estaban considerados como diseño serio. Ahora ya no tengo miedo a desencajar”, dispara Bottoni.
La búsqueda de la percepción emotiva
Con la mochila académica cargada de herramientas obtenidas en Argentina, Italia y los Países Bajos (estudió Diseño de Producto en la Hogeschool de Rotterdam), Agustina se inclina por la búsqueda de objetos delicados, que contribuyan a evocar sensaciones, que duren en el tiempo y que no sean invasivos. Atributos indeclinables para sus desarrollos que le valieron la distinción de la revista Marie Claire, que en 2021, la incluyó entre los 50 mejores diseñadores. Y la de Dwell, en tanto, que la señaló entre los diseñadores emergentes más destacados.
Sus copas, jarrones, floreros y vasos de diseño no solo materializan una estética con identidad propia, sino que encierran los saberes ancestrales de artesanos, maestros sopladores de vidrio, que retoman tradiciones familiares y transmiten sus técnicas de generación en generación. Por eso, cada vez que sus productos recorren la escena internacional el adn de la tradición italiana se posa en distintas superficies y espacios expositivos. Design Miami, Salone del Mobile, London Design Fair y Maison & Objet son algunas de las plataformas globales donde las criaturas de Agustina desplegaron su belleza.
La relación de Agustina con los artesanos italianos del vidrio está en plena construcción. Habla de una arquitectura que se sostiene a base de confianza, respeto y admiración. “Aprender de estos maestros de las afueras de Milán o de la región del Véneto es un privilegio único. Cada vez que visito sus talleres familiares me sorprende la variedad y cantidad de aplicaciones e ideas que sugieren para incorporar en mis diseños. Son una marca registrada con peso histórico, no hay vuelta”, subraya la diseñadora.
En términos de calidad y para garantizar la durabilidad, Agustina desarrolla sus piezas con vidrio de borosilicato, cuyas propiedades lo configuran como un material mucho más resistente al shok térmico que el vidrio común.
Entre geometrías y planos, Bottoni se nutre de elementos de la arquitectura como punto de partida para el desarrollo de sus vasos y copas. Entre los ejemplos, el High Spirits, inspirado en la escuela de la arquitectura posmoderna. La base se sostiene sobre tres esferas, que realzan el trabajo de acanalado artesanal y lo postulan como una pieza escultórica.
Calici Milanesi, en tanto, integra una colección minimalista de copas para coktail desarrolladas para la muestra Souvenir Milano. La curadora, Raffaella Guidobono, convocó a un grupo de diseñadores a interpretar la ciudad con un objeto representativo. Y Bottoni rescató al icónico aperitivo –ritual por demás italiano—para resumir en la copa el estilo de vida milanés que reinterpreta las joyas arquitectónicas de la ciudad. “Me inspiré en la lujosa Villa Necchi diseñada por el arquitecto Piero Portaluppi en la década de 1930 para diseñar una copa de vino, una de champán y otra de Martini”, explica.
Sin escalas
“El lugar no me estaba esperando, yo lo ocupé”. La afirmación viene a cuento de su adaptación, las dificultades o no para conquistar el espacio y los recursos que llevó desde Buenos Aires a Milán. “En todas las disciplinas existe la mirada desconfiada, sobre todo al principio. Superé las barreras lógicas y llegué con muchas expectativas, que por suerte se van cumpliendo. Pero no hay fórmulas exactas para adaptarse”, explica Agustina. Y agrega: “La UBA me preparó y me dio una base estupenda. Aprendí a entrenar el pensamiento crítico y la responsabilidad como diseñadora. Me ayudó mucho. Estoy muy agradecida, fue lo mejor que me pasó en ese momento formativo”, valora.
Casada con el fotógrafo y artista visual colombiano Roberto Nino Betancourt, no solo comparten la pasión por la imagen y los viajes. También están comprometidos con un estilo de vida sostenible. “Hace 20 años que soy vegetariana y hace 3 que soy vegana. Me interesa el abordaje de prácticas sustentables también en el diseño, soy muy estricta con el concepto de reducir el impacto de lo que producimos”.
Para Agustina ser parte de celebraciones y ceremonias que se arman alrededor de una mesa es un orgullo: “Siento que contribuyo a embellecer rituales a través de mis objetos”, concluye la diseñadora argentina sub 40 que brilla en Milán.