Cumple 50 años. El hotel de lujo donde se hospedó una diva de Hollywood, cantó Frank Sinatra y Ayrton Senna cenó con Juan Manuel Fangio
El Sheraton se levantó en 1972 sobre el antiguo Parque Japonés, en Retiro. Fue el primer establecimiento en Buenos Aires de una cadena internacional y atrajo siempre a las más grandes figuras
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Fue de avanzada en los 70 cuando asomó, inmenso, frente a Plaza San Martín que le otorgaba perspectiva, como el primer hotel de una cadena internacional que se instalaba en el país. Hoy, en su 50 aniversario, el tiempo no parece haber dejado cicatrices. Su imagen de modernidad y su actualidad reside en su poder de adaptación a los tiempos cada vez más cambiantes.
En su medio siglo de vida, el Sheraton Buenos Aires Hotel & Convention Center, fue testigo de todo tipo de transformaciones. Como en sus comienzos, cuando los 5 estrellas porteños eran clásicos y de estilo, el hotel que se convirtió en el más grande de la ciudad y de Amérca Latina, sigue marcando tendencia. El Sheraton Buenos Aires de 2022 propone el bleisure -de bussiness and pleasure- para que quien se aloje en sus instalaciones por trabajo también disfrute del destino, entre restaurantes, bares, pileta de natación, gimnasio y ahora también canchas de pádel y oficinas.
En la década del 70, ITT Internacional era dueña de los hoteles Sheraton y decidió expandirse en América Latina desarrollando proyectos en las cinco ciudades más importantes de la región, Buenos Aires, Ciudad de México, Lima, Río de Janeiro y Santiago, Chile. En ese entonces había, en el mundo, 231 hoteles, distribuidos en 23 países. El de Buenos Aires sería proyectado por el estudio SEPRA, a cargo de los arquitectos Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini. Todos los hoteles Sheraton de la época mantenían la misma estética, siguiendo estándares de diseño y de decoración de ese momento, a nivel internacional. El elegido fue el estilo racionalista, corriente arquitectónica que utiliza líneas sencillas pero funcionales, con materiales como cemento y vidrio, indispensable para sus grandes ventanales que dejan pasar luz natural.
Una vez decidida a sumar un nuevo hotel en América Latina, debido al tamaño del proyecto la cadena buscó un sector donde pudiera desplegar tamaña obra. Allí trabajaron 1000 hombres, se usaron 8000 toneladas de cemento, 2000 toneladas de cal y otro tanto de hierro estructural, 90 kilómetros de cañerías y 710 kilómetros de cables. “Se buscó una zona estratégica, de fácil acceso a los aeropuertos y a los puntos más importantes de la ciudad. En ese momento el predio era un terreno desocupado que pertenecía a la municipalidad y fue adquirido por Sheraton para la construcción del hotel. Originalmente en esa zona se encontraba el Parque Japonés. La municipalidad levantó el Parque Japonés y vendió estos terrenos. Uno de ellos lo compró Sheraton y el resto lo fueron adquiriendo distintas empresas para armar sus edificios de oficinas”, acota Jorge Sánchez, gerente general de Sheraton Buenos Aires Hotel & Convention Center.
El 27 de agosto de 1972 se inauguró el Sheraton Buenos Aires Hotel & Convention Center -en ese momento llamado Buenos Aires Sheraton Hotel- que, con los años, se convirtió en una postal de la ciudad de Buenos Aires. El gigante de cemento, con sus 61.500 metros cuadrados distribuidos en 24 pisos no podía pasar desapercibido y rápidamente ofició de puerta de entrada a la zona de Catalinas, el Manhattan porteño que concentra, desde esa época, torres de oficinas. La ubicación aún hoy sigue siendo estratégica. “La mayor parte de nuestro mercado pertenece al segmento corporativo, que sigue tomando como base el hotel por su proximidad a sus oficinas y por la facilidad de llegada que tiene a Aeroparque y a la autopista a Ezeiza. El Paseo del Bajo fue una obra de infraestructura muy importante para el hotel porque se descongestionó toda la zona de avenida Madero que estaba infectada de camiones y, hoy en día, es un acceso directo a la autopista 25 de Mayo para dirigirse a Ezeiza”, reflexiona Sánchez.
Sus primeros años, en la década del 70, fueron turbulentos. El origen norteamericano del Sheraton lo puso en el ojo del terrorismo que en la Argentina intensificaría sus ataques. Ya en 1973, un año después de su apertura, la Juventud Peronista entonaba: “¡Qué lindo, qué lindo, qué lindo que va a ser, el Hospital de Niños en el Sheraton Hotel!”, caldeando el ambiente que estaba listo para la violencia. En octubre de 1976 la actriz Rita Hayworth visitó la Argentina y eligió el Sheraton para su estadía. Un archivo desclasificado del Departamento de Estado de Estados Unidos reveló que seis dispositivos lanzagranadas fueron hallados frente al hotel y la destinataria era nada menos que la protagonista de Gilda. El objetivo había sido especialmente elegido para cobrar publicidad, dada la popularidad mundial de la posible y famosa víctima.
“El lunes por la mañana, 4 de octubre, a las 10.10, un patrullero de la comisaría 46a. halló seis granadas en lanzadores en un parque frente al hotel Sheraton. Estaban ubicadas en una caja de herramientas de una compañía de servicios y cubiertas con arpillera. La patrulla llamó de inmediato a la Brigada de Explosivos que desactivó las granadas a las 10.17, tres minutos antes de que fueran a ser lanzadas contra el hotel. El comisario estimó que se las iba a lanzar aproximadamente cuando la actriz estadounidense Rita Hayworth, que se hospeda en el Sheraton, se disponía a salir. Dada la cobertura de prensa de Hayworth, el ataque con granadas hubiera sido un golpe publicitario para terroristas”, detallaba el informe técnico. Años más tarde, el 1° de abril de 1982, el diario El País publicó otra información en la que la violencia apuntaba nuevamente al Sheraton Buenos Aires. “Una bomba hizo explosión ayer por la mañana en el hotel Sheraton, de Buenos Aires, provocando importantes daños materiales, pero sin causar víctimas, anunciaron fuentes bien informadas de la capital argentina. La explosión se registró en el primer piso del hotel, donde están situadas las salas que se emplean para recepciones”, resumía la noticia.
Más allá de estos hechos, que no escapaban de lo que sucedía en el país en esos días, Sheraton Buenos Aires es, desde sus inicios, sinónimo de lujo y de glamour. Desde sus primeros días, fue el lugar elegido para alojarse, ininterrumpidamente, por las figuras internacionales que pasaron por el país, del ambiente musical, deportivo y diplomático, además de presidentes y figuras de la realeza. Entre otros, se hospedaron en la suite presidencial Frank Sinatra, Paul Anka, Julio Iglesias, Ricky Martin, Chayanne, Shakira, Ricardo Arjona, Joaquín Sabina, Xuxa, Joe Cocker, Tina Turner, Luciano Pavarotti y Ayrton Senna.
A finales de los 70 el cantante griego Demis Roussos visitó la Argentina e hizo una de las primeras cenas-show en el hotel. Después lo siguieron Julio Iglesias, Luis Miguel, Paul Anka y más tarde Capital Cities y Diego Torres, llenando la capacidad del principal salón, el Salón Libertador. Frank Sinatra actuó en el hotel en 1981. “Palito Ortega, que era representante de artistas, apuesta y decide traerlo. Frank Sinatra dio recitales en el Sheraton y en el Luna Park. Acá estuvo hospedado en la suite presidencial, donde quedó asombrado, no solamente por el lujo de la habitación, sino también por las maravillosas vistas que tenía de la ciudad”, recuerda Andrés Hasdeu, director de ventas de Sheraton Buenos Aires Hotel & Convention Center. En esa ocasión Barbara Sinatra, mujer de la voz, comentó que, cuando su legendario marido se preparaba en las previas de los conciertos en la habitación, la voz de Frank se escuchaba muy bien por la acústica que tenía la suite, se percibía distinta, era una mejor versión de Frank Sinatra dentro de esa habitación. La suite presidencial está en el piso 23, es una habitación de 150 metros de superficie y hoy se llama Suite General San Martín. Allí también estuvieron la reina Sofía de España y el príncipe Carlos. Las figuras más importantes del mundo que llegan al hotel se siguen hospedando en ella.
“Al ser el primer hotel de cadena internacional de la Argentina, en los años 90 en que empezó la globalización comenzaron a venir bandas musicales y el libro de oro de autógrafos se ensanchó mucho más que antes. Entonces venían artistas internacionales a borbotones”, afirma Sánchez. En 1991 Ayrton Senna, que en ese momento era triple campeón mundial de automovilismo, cenó en el hotel con Juan Manuel Fangio en el restaurant El Aljibe. “Cuentan los testigos que en esa cena ambos hablaban bien uno del otro, expresaban mucha admiración y bromeaban con que uno iba a ser mejor que el otro, que uno iba a ganar más títulos que el otro, pero con mucho respeto y con mucha admiración de uno hacia el otro. Fue un encuentro que se prolongó por varias horas”, cuenta Andrés Hasdeu.
Del ámbito político en el Sheraton recuerdan a George Bush padre e hijo, así como a Bill Clinton, que arribó en 1997 junto a toda la delegación, justo para el 25 aniversario del hotel. “Tuvimos que desalojar a todos los huéspedes y a todas las líneas aéreas que se iban a quedar en ese período, por temas de seguridad y por todo lo que implica un protocolo en caso de un Presidente”, añade el directivo. En ese momento también se estaban festejando los 25 años del hotel junto a Olimpíadas Especiales, de las que la embajadora era Valeria Mazza. Se estaba llevando a cabo una cena solidaria en la que estaba presente Eunice Kennedy Shriver, que era la presidenta de Olimpíadas Especiales a nivel mundial. “Y Bill Clinton entró a saludar, como algo excepcional. No estaba programado, pero, al enterarse de que había una cena solidaria con estos fines, Clinton pidió sumarse al evento”, detalla Hasdeu. Más tarde arribó al hotel Barack Obama y en el 2018 lo hicieron las delegaciones que vinieron por el G20. “Por sus características, por la cantidad de habitaciones y por el tema de seguridad que tiene el edificio, es muy elegido por diplomáticos de primer nivel. Hemos tenido también al rey de Marruecos en el hotel. Esa vez tuvimos que desarmar toda la suite presidencial porque él trajo en barco todos los muebles desde Marruecos. Nos llevó una semana armar la habitación, para lo que vinieron especialmente arquitectos y la gente de su círculo íntimo”, añade el director de ventas.
Hoy Sheraton Buenos Aires -perteneciente a Marriott International- tiene 740 habitaciones en 24 pisos y 7000 metros cuadrados de centro de convenciones. Testigo de historias, siempre se aggiornó, identificando las tendencias, de acuerdo a las instancias que vive el mundo, que cambian todo el tiempo, para estar a la altura de las necesidades de los visitantes locales o internacionales. En el país, además de Sheraton Buenos Aires, la cadena cuenta con cinco hoteles más, que están ubicados en Pilar, Mar del Plata, Mendoza, Tucumán y Salta.
Durante la pandemia, el hotel nunca cerró, ni aún en la cuarentena más dura. “Y esto nos volvió a reencontrar con un público local para el que generamos distintas experiencias. Una de ellas, que repercutió mucho, es el oasis urbano, producto que desarrollamos para esas familias que quieren venir a pasar un fin de semana, vacaciones de invierno o fines de semana largos”, explica Jorge Sánchez. Además, el hotel reconvirtió ciertos espacios que advirtió que no iban a volver a ser como antes de la pandemia. Por ejemplo, una galería comercial, que tenía locales cuya vida dependía de los turistas del exterior y del tránsito de personas. “Nos dimos cuenta de que eso iba a llevar un tiempo recuperarse. Entonces fuimos al desarrollo de un producto nuevo que está haciendo furor en el mercado, que son las Sheraton Premium Offices. Son oficinas de alquiler temporario. La diferencia con competencias que podemos llegar a tener, es que permite tener la oficina en un hotel cinco estrellas con todos sus servicios”.
Otro de los cambios que trajo la pandemia se da a nivel deportivo. La vuelta del pádel es una tendencia global y esta vez se impuso con más bríos que en los 90. Entonces el hotel transformó el sector donde estaban las canchas de tennis. Allí se instalaron cuatro canchas de pádel profesionales panorámicas y se sumó un servicio de gastronomía. “Son los cambios que estamos viendo en el comportamiento de los clientes. Cada vez se usaban menos las canchas de tennis, entonces decidimos, a partir del renacer del pádel, apostar a este proyecto. Hoy la demanda es asombrosa. Empiezan a jugar a las 8 de la mañana y siguen hasta las 2 del día siguiente. Son para cualquiera, no sólo para huéspedes. Y no son solo las cuatro canchas”, se entusiasma Jorge Sánchez.
Entre las iniciativas vinculadas con la sustentabilidad, se instalaron en la entrada del edificio estaciones de carga de celular que funcionan con paneles solares. También hay cuatro estaciones de carga para autos eléctricos que ya se hicieron conocidas en la comunidad local. “El hotel está siempre renovándose porque nosotros tenemos que adaptarnos a los estándares y a las tendencias a nivel global que tiene la cadena. Se realizan remodelaciones cada siete o diez años para mantenernos siempre a la vanguardia. La renovación es permanente”, afirma.
Cincuenta años no se celebran todos los días y Sheraton Buenos Aires está decidido a hacerlo. “Queremos aprovechar este aniversario no solamente para festejar con nuestros clientes sino que también queremos involucrar a la comunidad local porque sabemos que el hotel es insignia en la ciudad. Entonces vamos a hacer iniciativas de responsabilidad social, que son las que demuestran nuestro agradecimiento a la comunidad, apoyando a distintas fundaciones”, concluye Jorge Sánchez.