En la muestra virtual Diderot Digital Exhibition habrá diez exponentes de nuestro país de esta novedad en el universo del arte
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Nada fue igual desde el día en que, el 11 de marzo último, la casa de subastas Christie’s anunció que había vendido la primera obra de arte “puramente digital” en 69,3 millones de dólares. Nadie entendió del todo cómo fue que Mike Winkelmann, alias Beeple, amasó esa fortuna con la venta de un collage de su autoría, con imágenes y diseños que subió a las redes durante los últimos 13 años. Pero, ¿no puede cualquiera bajar esas imágenes haciendo clic en el botón derecho del mouse, sin pagar un peso? Sí, cualquiera puede hacerlo, pero sólo una persona es ahora la dueña del collage de Beeple, gracias a un certificado digital llamado NFT (Non Fungible Token) que acredita la autenticidad y originalidad de esa obra. Para muchos, estamos en un momento bisagra en la historia del arte digital, que por fin encuentra su lugar en la cadena de valor, asociado al mundo de las criptomonedas. En este contexto se desarrollará la segunda Diderot Digital Exhibition, una muestra virtual de arte que se inaugurará el jueves próximo y tendrá una sala dedicada a un grupo de artistas argentinos que crean obras NFT.
Con el apoyo de empresas como American Express, Samsung y LA NACION, la galería de arte Diderot.Art montó una muestra que permite hacer un recorrido virtual por las obras de más de cincuenta artistas, curadas en forma conjunta por el consagrado artista plástico Eduardo Stupía y Stefy Jaugust, curadora de la casa. La exhibición mostrará más de ciento veinte producciones y estará dividida en tres salas: la primera presentará a veintiocho artistas argentinos jóvenes y consagrados; la segunda, a trece mexicanos representativos de la escena contemporánea de ese país, y la tercera permitirá descubrir los trabajos de diez argentinos que crean NFT, máximos referentes en el mercado, quienes mostrarán su obra en pantallas de última tecnología Samsung.
La navegación digital de Diderot Digital Exhibition incluye detenerse en cada una de las estaciones propuestas y observar las obras allí exhibidas: mirarlas desde distintos ángulos y acceder a información clave sobre la pieza y quien la realizó, con la posibilidad de comprar los trabajos de una manera guiada. Algunos de los artistas que participan son: Sergio Bazán, Marcolina Dipierro, Cynthia Cohen, Elisa Strada, Ramiro Oller, Lorena Ventimiglia, Agustina Nuñez, Luciana Levinton, Débora Pierpaoli; entre los jóvenes destacan Federico Carbia, Sofía Mastai y Facundo Maldonado.
“Buscamos ofrecer una experiencia innovadora que dé a conocer al público, en forma atractiva y única, el cruce entre el arte y la tecnología; acercar a los artistas y poder acceder a los exclusivos NFT, a través de la compra con criptomonedas”, destaca Lucrecia Cornejo, directora y cofundadora de Diderot.Art.
Con el objetivo de tener un acercamiento al mercado del criptoarte argentino –y explicar en criollo de qué se trata este asunto de los NFT–, LA NACION revista entrevistó a Stefy Jaugust y Julián Brangold, curadores de la sala NFT de la muestra, y a Maximiliano Bellmann, uno de los artistas que exponen en este sector, quien además cerrará el evento con un set de música y visuales.
Sobre pandemia y minteos
El proceso se había iniciado, pero la pandemia lo aceleró todo. Durante el 2020, la escena del arte tuvo que reinventarse. Con el confinamiento y el virus allá afuera, los museos, ferias y casas de subastas mudaron sus muestras y remates al mundo virtual. Cientos de instituciones de todo el planeta, desde el Museo Van Gogh en Ámsterdam hasta la National Gallery de Londres o el MoMA de Nueva York, colgaron su patrimonio en las plataformas online y liberaron el acceso sin restricciones.
En nuestro país, la pandemia aceleró la creación de la Red Argentina de Museos y Espacios de Arte (RAME), impulsada por el Museo Nacional de Bellas Artes, la Fundación Proa, el Malba y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. El objetivo: crear un protocolo sanitario en pandemia y pensar la “transición y reinicio de actividades de los museos y espacios de arte”. En sintonía, la galería Diderot.Art organizó el año último la Diderot Digital Exhibition, el primer espacio virtual de exhibición de arte en el país. Ahora, la sala NFT se perfila como la gran protagonista.
Pero, antes que nada, ¿cómo explicar qué es un NFT para los que nunca escucharon hablar del tema? Para entenderlo, se puede volver al ejemplo de Beeple: lo que se subastó en Christie’s no fue la obra en sí misma en el sentido tradicional (que todos pueden descargar con un clic), sino el archivo o carpeta digital –el NFT– que contiene la información de ese trabajo. Esa carpeta alberga el archivo original, los datos de su autor, un texto de presentación y los datos del comprador. En términos un poco más técnicos, ese archivo es un token guardado en una cadena de bloques, el blockchain, una red de datos mundial que el artista digital argentino Tomás García describe en su canal de YouTube como “el libro inalterable de las criptomonedas”.
Cuando un artista quiere vender su obra de arte digital, crea un NFT, lo que en la jerga se llama mintear o tokenizar su trabajo. Desde ese momento, su obra tiene un valor de compraventa y también un valor atado a las fluctuaciones del Ethereum, la criptomoneda por la cual fue incorporada (vale aclarar que Ethereum es la segunda criptomoneda más popular después del Bitcoin; es una plataforma de código abierto que sirve para programar contratos inteligentes).
El artista que vende una obra NTF tendrá un registro histórico de todas las ventas de esa pieza en el futuro y podrá cobrar un porcentaje cada vez que se concrete una nueva operación. En el mundo del arte tradicional, los artistas perdían el rastro de sus obras luego de ser vendidas; con los NFT, se genera un contrato inteligente que permite hacer un seguimiento infalible de las sucesivas ventas de estos trabajos.
“Es como si hubiera llegado un nuevo código apto para ser transformado en arte, es una red que se está tejiendo en este preciso momento”, entiende Maximiliano Bellmann, que expone tres obras NFT en la Diderot Digital Exhibition, de las trece que hoy tiene registradas en Opensea, la plataforma de NFT por excelencia. “Soy un artista que maneja presupuestos y precios modestos, pero esto tiene un potencial de despliegue muy grande y siento que se va a transformar en otra cosa: las obras mismas contienen el contrato económico por el cual circulan. Todavía es algo difícil de asimilar”, sostiene. “La cantidad de artistas que hay en ArteBA comparado con los artistas vendiendo NFT es ínfima”, trata de dimensionar.
Curar un NFT
¿Cómo se cura una obra NFT? Al existir millones de NFT, ¿qué criterios se aplican para rescatar el trabajo de un creador talentoso? Para curar la sala NFT, Stefy Jaugust (curadora de Diderot.Art) se alió con el artista Julián Brangold. “Soy muy curiosa y siempre me interesaron las nuevas formas de representar. Lo que intentamos con Julián fue mostrar a una comunidad de artistas digitales que vienen trabajando desde hace bastante en NFT. La curaduría va por el lado del cruce entre el mundo tangible y el mundo digital”, explica Jaugust.
Los diez referentes creadores de NFT son: Frenetik Void, el artista más reconocido a nivel internacional, quien ya realizó ventas importantes; Lucas Aguirre, Guido Corallo, Luran, Garabat Fire, Lulucollage, Lino Divas, The Internet Office, Maximiliano Bellmann y Julián Brangold.
En el caso de Brangold, cocurador de la sala NFT, se trata de un artista que tiene una pata en el mundo del arte tradicional desde hace más de una década y que empezó a producir obra NFT desde mediados del año pasado. Sobre la curaduría que hizo con Jaugust, dice que quisieron hacer una selección de artistas que estuvieran inmersos tanto en el arte tradicional como en el mundo de los NFT. “Los unifica el hecho de que tienen obra tokenizada; quisimos hacer un recorte de la escena seleccionando obras que nos parecen de altísima calidad, con búsquedas artísticas muy interesantes”, sostiene Brangold.
Una de las preguntas que uno podría hacerse si jamás vio una muestra de artistas NFT es cómo se exponen las obras, ya que no se trata de cuadros colgados en una pared sino de trabajos puramente digitales. “Hasta ahora se utilizan pantallas, proyecciones, instalaciones, pero a medida que haya más exhibiciones en espacios tradicionales se van a encontrar nuevos recursos”, avizora Brangold.
Tokenizar la colección
Uno de los aspectos más interesantes de las obras tokenizadas es que vienen a subvertir un mercado de arte que se mueve con parámetros estancos desde hace décadas, con su popurrí estable de galeristas, coleccionistas, compradores y vendedores. “Los circuitos de venta tradicionales de arte transcurren muy tras bambalinas. Esto es mucho más claro: la obra está acá y su valor económico está certificado en un sistema económico que lo avala”, entiende Bellmann.
¿Pero cuál será entonces la función de las galerías de arte en el futuro? “Las galerías también tendrán trabajo: es tanta la cantidad de NTF que circulan que el criterio de selección, la curaduría, será muy importante”, responde Bellmann, y agrega: “El comprador usa el blockchain como método de comercialización seguro, no traslada plata al banco; es un proceso transparente que aporta una claridad que falta bastante en el mercado del arte”.
Tal vez el carácter mágico del NFT es que habilita el coleccionismo de una imagen a la que todos podemos acceder, pero de la que sólo una persona es dueña. “Acá la imagen está disponible para todos, la descargás y la ponés de fondo de pantalla en tu celular. Pero al mismo tiempo genera la posibilidad de que ese token se pueda vender”, puntualiza Brangold. Esa suerte de democratización tokenizada también pone contra la pared al capricho de los coleccionistas que compran obra clásica y la guardan en bodegas refrigeradas, en paraísos fiscales, a la sombra del disfrute colectivo.
Pero lo más importante es el panorama que se abre para los artistas digitales argentinos, sintetizado muy bien por Tomás García: “La regla que siempre tuvo el arte digital es que una vez creado el original, y subido a la red, ese original desaparecía, se transformaba en una imagen más de todas, efímera y copiable. Que ahora aparezca algo que perpetúe la autenticidad y la creación de una obra digital hace que este momento sea importante”.
Un reciente artículo publicado en el portal de noticias de la BBC consigna que “si el bitcoin fue aclamado como la respuesta digital a las divisas, los NFT son ahora considerados la respuesta digital a las piezas de colección”. Y añade que “muchos escépticos consideran que es una nueva burbuja a punto de explotar”. En el mismo artículo, un exempleado de Christie’s va más lejos: “La idea de comprar algo que no está ahí es simplemente extraña. Creo que la gente que invierte en ello es un poco boba, pero espero que no pierdan su dinero”. ¿De que otra forma podría explicarse que el meme de un gato con cuerpo de galleta (Nyan Cat) haya sido vendido en medio millón de dólares? ¿O que el fundador de Twitter, Jack Dorsey, haya vendido su primer tuit en casi 3 millones de dólares? Burbuja o no, “bobos” o no, el mercado del arte digital inició una revolución de la que parece no haber vuelta atrás.