Diseñador rosarino. Recreó una cocina retro con matrices de los 50 y fue premiado como uno de los mejores del mundo
Matías Ferreyra, de 35 años, convirtió las cocinas en objetos de arte y ya obtuvo dos premios internacionales; recibe pedidos desde Dubai hasta Uruguay
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Su papá, que se dedicaba a hacer quemador de cocinas, fue su primera inspiración. Esa mirada industrial, que avanzó mientras estudiaba en una escuela técnica y aprendía los principios de la automatización y robótica. En su casa rosarina, la avidez artística lo legó de su mamá, una profesora de Dibujo que volvió a los bastidores y pinceles, y está pintando de nuevo.
No hubo azar para Matías Ferreyra. Más bien, una seguidilla de decisiones acertadas y de situaciones que resultaron a su favor: estudiar Diseño en Rosario (la situación económica no le permitiría hacerlo en otro lugar) y visualizar en computadoras sus creaciones antes de largarse a producirlas. Y un padre especializado en repuestos de cocinas, con taller propio. Además de unos cuantos fracasos, el apoyo incondicional de una familia, y horas y más horas de trabajo.
Ahora, a los 35 años, es un multipremiado creador de cocinas de diseño, como objetos de arte, con distinciones internacionales. Un diseñador artesanal que, con cada nueva creación, deja boquiabiertos a los jurados de los certámenes de todo el mundo, y que recibe pedidos desde Dubai hasta Uruguay, e inclusive, de lugares “de los que nunca antes había escuchado ni hablar”.
Pero antes de llegar a este lugar, que hoy lo encuentra con más proyectos y decisiones, y pronto a abrir una tienda en Uruguay, además de las de Recoleta y Rosario, tuvo una primera gran decisión cuando terminó el secundario y comenzó a estudiar Diseño por operador. Por ese entonces, la carrera de Diseño Industrial no existía en su ciudad y no quería saber nada con Ingeniería. “Me pareció innovadora y no podía acceder a estudiar afuera, porque mi poder adquisitivo no me lo permitía. Me gustó la carrera porque planteaba software de diseño, que en ese entonces no se veía. Al poder aplicarlo a una nueva forma de diseñar, pude cortar pasos y llegar a ver un producto antes de fabricarlo”, dice.
A los 22 años presentó su primer diseño: un anafe de dos hornallas. Una segunda gran decisión. ¿Por qué desde un primer momento se inspiró en las cocinas? “Veía que sillas y amoblamiento se desarrollaban mucho en la Argentina. Pero, en cambio, en electrodomésticos, en especial en cocinas o en heladeras, no había nada nuevo. La gente buscaba algo fuerte, pero terminaba poniendo una cocina industrial en una casa delicada. Si no, la opción era la línea blanca tradicional, que está en todas las casas de electrodomésticos”.
“Veía que las marcas argentinas mantenían el mismo diseño que en los 80, que no habían cambiado. Eran las mismas cocinas: blanca, marrón o negra. Y cuando entraba algo importado de Italia, que era lo que yo veía cuando hacía el estudio de mercado, arrasaba con todo acá”, agrega. Y se preguntaba por qué en la Argentina no podía existir algo así.
Así decidió armar su propia marca, Luxor Gas. ¿Qué particularidades diferenciaban a ese anafe? “Era de líneas diferentes, curvas, hornallas más delicadas y las rejas tenían un dibujo que lo hacía más estético. Era para sobremesada, para un quincho, por ejemplo. Hice eso porque era para lo que me alcanzaba, no podía comenzar con el diseño de una cocina”.
Cuando vio que funcionaba y empezaban a encargarla, apostó por fabricar una cocina para la casa que pudiera competir con las marcas importantes. Desde ese anafe que hizo en el taller de su papá, con las herramientas que tenía a mano, se animó a confeccionar su primera cocina de diseño, que tuvo mucho impacto en una exposición en Rosario. “Pensaron que no era nacional”, recuerda Ferreyra.
En 2020 recibió su primer Good Design Award, el premio de diseño más antiguo del mundo, organizado anualmente por el Chicago Athenaeum Museum of Architecture and Design en colaboración con el Centro Europeo de Arquitectura, Arte, Diseño y Estudios Urbanos. Así, se convirtió en el primer argentino en ganarlo para el país.
La ganadora fue la cocina Luxor Gas Folium, un modelo totalmente espejado, con detalles de hojas de otoño, y en acero quirúrgico. Las perillas están cortadas y soldadas a mano en forma de corazón, y cuenta con comandos de aviación en lugar de los clásicos botones de plástico. El horno bóveda, como los de panificación, es “un horno profesional a gas para el uso doméstico de muy bajo consumo”.
Tuvo dudas antes de participar en el certamen internacional, aunque a nivel nacional ya tenía reconocimiento. Sentía que no estaba a la altura en ese momento, y que debóa competir contra marcas de 54 países. “Me pregunté por qué podría estar sobre una marca italiana, cuando sabía que tenía muchas fallas y cosas por mejorar. Por ejemplo, la eficiencia energética, que es algo que mejoré. Me faltaba ese punto. Logré hacer un horno grande, que consume la mitad que una cocina de línea blanca tradicional y calienta tres veces más rápido que la industrial. Llega a 180 grados en menos de cinco minutos, con un quemador muy chiquito, y hasta 380 grados en 15. Cuando logré eso, y encima en un producto con piezas recicladas, estaba preparado”, dice.
Cada cuatro años renueva la línea, con una mejora o actualización, que es lo que distingue a su marca. Diseñó más de 180 productos en 13 años, siempre con la premisa de estar a la vanguardia y pensando en el cuidado del medio ambiente con hornos de bajo consumo y alto rendimiento.
Inspirado en los 50, nació Luxor Gas Retro Style, con piezas originales, que le valió su segundo Good Design, en 2021. Sus partes se fabricaron con matricería de los 50, que rescató de fábricas que no hacían más esos modelos. Compró las matrices, las restauró y así volvió a producirla, con sus toques originales. Además del premio, es un producto elegido por muchas celebridades, y así la marca se hizo más conocida. La vende en rojo, negro, blanco y turquesa, y ahora presentó una edición limitada salpicada en colores.
Reconoce que crear la cocina retro, hace cuatro años, fue “algo jugado”. La mayoría le decía que fabricar una cocina de color era como tirarse a una pileta de cabeza sin agua, que era muy arriesgado invertir en eso. “Pero lo hice por gusto, porque en realidad diseño a gusto mío, aunque escucho mucho a la gente”. Y si tenía dudas, se lo recordaban conocidos de su papá, que se dedicaba a los repuestos para cocinas.
Presentó la Retro en una feria de gastronomía en Rosario, donde participaban fabricantes de cocinas industriales. “Cuando le mostré a mi viejo la cocina, le gustó el diseño y apostó, me dijo que obviamente había que hacerla. Nunca me dijo que no, es más, he hecho cosas que fallaron y él me decía que estaba buenísimo [se ríe]. Ellos siempre me acompañaron, mi mamá y mis hermanos también”.
La cuestión es que llegó a esa feria con un stand ambientado en los 50, con música acorde y hasta un cocinero vestido retro. “Se le acercaban los fabricantes de otras marcas a mi papá y le decían: ‘Esto que está haciendo tu pibe es tirar la plata, la gente no busca cocinas de diseño, busca algo barato’. Mi papá les respondía: ‘No vaya a ser que un día hagas una cocina de color’. Y después de tres años todos empezaron a fabricar cocina de colores”, recuerda.
La marca es muy exclusiva, y la comercializa a través de locales propios. Tiene 70 productos en lista, que son artesanales y con producciones más limitadas que las de cualquier fábrica. Los clientes que llegan al showroom de Rosario las prueban, hacen los cambios para adaptarla a su gusto, y hasta puede hornearse un pan o una pizza para comprobar su eficacia.
La última línea que lanzó es Royal, de estilo inglés, la más personalizada. En bronce, cobre y acero, los clientes eligen las molduras, las perillas. Tienen opción de una más grande, con dos módulos desplegables para guardar utensilios. El Rolls-Royce de las cocinas. Por esta línea está nuevamente preseleccionado en los Good Design. Y así, cada vez más, se inclina por el trabajo personalizado, por productos hechos a gusto suyo, claro, y del cliente. Por eso, el próximo proyecto incursionará en temáticas de películas, música, juegos, máquinas de Arcade hechas cocina... Filmará todo el proceso y lo subirá a las redes. Habrá que verlo.
Aunque cada vez se suman más pedidos fuera del país, en especial de arquitectos y diseñadores de todo el mundo, “es muy engorrosa la exportación. Y otro inconveniente es traer el acero quirúrgico. El precio se fue por las nubes, y no se consigue”. Para evitar depender de insumos importados, hace unos años rediseñó toda la línea y quitó las piezas importadas. “Fabrico todo yo, excepto la parte de gas, que se compra a Enargas, para tener productos aprobados para uso doméstico. Me independicé totalmente de la compra, además me pedían cantidades que no puedo comprar porque tengo menos productos que una fábrica y es más artesanal”.
Además, decidió no usar componentes electrónicos. “En algún momento usé plaquetas importadas, pero cambié el diseño porque dejaron de entrar en la Argentina y era una complicación si el día de mañana no contaba con repuestos. Rediseñé la línea y la hice analógica. Ahora, si algún día necesita repuesto, lo tengo porque lo hago yo”, aclara. Fue un reto importante porque tuvo que buscar la forma de crear un producto de diseño que sea analógico y, al mismo tiempo, moderno y lindo. “Cuando uno habla de moderno se imagina una pantalla táctil y no necesariamente tiene que ser así”.
Por ejemplo, usa comandos para la industria de la aviación en la cocina. Son teclas que tienen una vida útil de 80 años, no se rompen y resisten hasta 800 grados, o sea, nunca se derriten. Dice que fue una decisión buena, que le dio un toque original al producto, y que fue uno de los puntos a favor en un certamen internacional.
Ahora bien, un premiado creador de cocinas, ¿tiene que ser buen cocinero? “No soy un experto, pero me gusta cocinar. Eso sí, a la hora de diseñar siempre pido consejos a cocineros, a mis amigos chef que me asesoran. Son los que terminan probando mis productos”.
- En Instagram: @luxor.gas