Comer en un palacio. Las imponentes mansiones porteñas que abren sus puertas con propuestas gastronómicas accesibles
Salidas para conocer edificios impactantes y, a la vez, disfrutar comidas con opciones para todos los bolsillos
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Al igual que un libro de historia, los palacios y mansiones de la ciudad de Buenos Aires hablan de nuestro pasado. Se trata de edificios imponentes que representan la opulencia con la que convivían las elites de la aristocracia nacional desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX.
A pesar de los años que nos separan de aquella época y que hoy muchas de esas construcciones se han convertido en dependencias públicas, hoteles o instituciones privadas, aún mantienen un halo de elegancia que puede producirle un cierto extrañamiento al ciudadano de a pie. Esta misma situación se repite con algunos de los restaurantes y confiterías que funcionan dentro de ellas. Si bien es cierto que algunas de sus cartas tienen un costo elevado, muchos otros presentan menús que se ajustan al bolsillo promedio.
Al caminar por la zona de Retiro resulta casi imposible no detenerse a observar al ex Palacio Paz, edificio en el que actualmente están ubicados el Círculo Militar y el Museo de Armas. Se trata de una construcción diseñada a finales del siglo XIX por el arquitecto francés Louis-Marie Henri Sortais que tenía como destino convertirse en la residencia familiar de José Camilo Paz, fundador del diario La Prensa.
Actualmente, en uno de los salones de esta mansión, funciona una de las sucursales de la cafetería Croque Madame. Allí, por menos de mil pesos, puede disfrutarse de una merienda o un desayuno clásico que incluye una infusión y un producto de repostería artesanal, como brownies, una porción de budín o medialunas.
En el barrio de Recoleta se encuentra el Palladio Hotel, construcción que supo ser el solar donde nació Nicolás Rodríguez Peña, una de las cabezas detrás de la Primera Junta de gobierno. Además, según cuenta la historia, dentro de su casa se desarrollaron algunas de las reuniones secretas en las que se gestó la Revolución de Mayo. Casi cien años después, en ese mismo predio, se construyó un palacete diseñado por el arquitecto francés Luis Marin. Antes de inaugurar el hotel actual, se llevó a cabo una puesta en valor en la que los restauradores pudieron rescatar la boiserie de roble original que hoy reviste las paredes de dos de sus salones principales.
Dentro del Palladio, actualmente funciona Negresco Bistró, un restaurante que dispone de una gran barra de tragos en la entrada. Además, quienes observen con detenimiento su menú descubrirán que una bebida sin alcohol más algunos de sus deliciosos platos, como ravioles de cordero, risotto de vegetales o ensaladas, pueden conseguirse por poco más de cinco mil pesos por persona.
Si lo que se busca es un lugar bien desestructurado pero sin perder la elegancia, la cervecería Rabieta resulta el sitio ideal. La misma está ubicada dentro del Hipódromo de Palermo, en el espacio que ocupó durante más de cien años la confitería La París. Esta construcción data de 1908, momento en que todo el complejo fue rediseñado por Louis Faure Dujarric, un reconocido arquitecto francés que le dio el tinte neoclásico que mantiene hasta el día de hoy.
Con precios adaptados a la billetera promedio, Rabieta ofrece más de diez variedades de cerveza artesanal: las pintas tienen un costo de 400 pesos; el growler, de mil pesos y, antes de las 20 horas, está disponible una promoción de happy hour.
Finalmente, uno de los secretos mejores guardados de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra dentro de la Alianza Francesa (Microcentro). Esta sede de la institución educativa funciona en nuestro país desde 1929 y, originalmente, fue la residencia de la familia Castex. La misma fue construida en 1911y presenta elementos decorativos inspirados en la Belle Époque parisina, como el treillage, espejos de gran tamaño, elementos de mármol verde y beige y un suelo recubierto con teselas de gres (iguales a las del vestíbulo del Teatro Colón).
Manteniendo el espíritu de la época, a fines de junio la boulangerie Gontran Cherrier inauguró una nueva sucursal dentro de uno sus salones. Allí, sentados en sillas de rattan y apoyando la vajilla sobre mesas de mármol, los visitantes pueden probar a precios accesibles diferentes productos de panadería francesa.